La entrada de hoy es especial (¿cómo? ¿qué no lo son todas?); tiene su origen en una propuesta de una de nuestras lectoras más antiguas, Maremoto, que me planteó lo siguiente: que intentase responder a una duda existencial que tiene ella, en base a mis conocimientos de biología, en forma de post. La pregunta en cuestión sería la siguiente:
¿Por qué me es tan difícil perder peso incluso comiendo lo más mínimo, cuando personas a mi alrededor comen como malas bestias y son auténticos tirillas?
Ahí es donde la propuesta se convirtió en reto, porque mis conocimientos en estos campos son bastante limitados. Pero como lo que más me gusta de la blogocosa es la interacicón entre sus habitantes, y sé de buena tinta que tengo lectores y amigos blogueros expertos y muy expertos en estos temas, me dispongo a escribir una respuesta a Maremoto sin consultar demasiadas fuentes, simplemente hablando de nociones básicas que pueden ayudarnos a comprender el dilema. Y aprovechando la tesitura de que la pregunta encaja a la perfección con el tema de la III Edición del Carnaval de la Nutrición (La muldisciplinariedad científica en el desarrollo de la Nutrición Humana), espero que algún lector más experto en el tema recoja el testigo y decida completar y mejorar mi respuesta, bien en los comentarios, bien en su propio blog, a ver si así entre todos podemos reconfortar un poco la inquietud de Maremoto que por cierto se refleja, para el que quiera conocerla mejor, en un blog personal con el título de Cómo perder 60 kg y no rendirse en el camino.
Sin más dilación, allá voy a divagar un poco.
Seguro que muchos alucinaríais con las escenas de banquetes salvajes que se pegaban estos dos amigotes; sin embargo, el uno estuvo siempre más flaquico que el otro, ¿verdad?