Título alternativo: Más histonas, ¡es la guerra!
Hace unos días, nuestro grupo de investigación fue protagonista de una serie de folclóricos titulares:
Leyéndolos, uno se queda con la
impresión de que estamos, como poco, salvando el universo y de paso nos vamos a
forrar por alguna especie de milagro médico que hemos inventado. Obviamente, la
cosa no es para tanto; pero sí es cierto que el proyecto es muy interesante y
su desarrollo está yendo bastante bien, apuntando a poder convertirse en eso
que está en boca de todos hoy en día: aplicar la investigación, aportar
soluciones a problemas actuales. Siempre he intentado huir de esta obsesión con
la aplicabilidad de la investigación científica y he defendido la búsqueda del
conocimiento como meta en sí misma, pero también es verdad que emociona
bastante trabajar en algo que esté tan cerca de ayudar en la práctica a mejorar
la salud de la gente, hoy mismo, como quien dice. Y además, enfatizo, ADEMÁS,
el hecho de haber llegado a este punto parte única y exclusivamente de haber
comenzado la investigación en otra dirección totalmente distinta, que NADA
tenía que ver con la aplicación médica, ni siquiera con la enfermedad a la que
finalmente se puede aplicar lo que tenemos entre manos. Así que, de algún modo,
me reafirmo en mi defensa de la investigación que busca responder preguntas,
aunque dichas preguntas tengan el foco, más o menos lejano, en solucionar
problemas.
Para poder responder a todas las
dudas y comentarios que se me han hecho por twitter o en persona por todos
cuantos se han topado con la noticia en alguna de sus variantes, y compartir la
ilusión de participar en un proyecto tan estimulante, voy a responder las dudas
que a un lector casual (ya sea científico o acienciado) le surgirían al
intentar desentrañar la cantidad de información que viene condensada en la
concisa nota de prensa. Lo voy a hacer así, literalmente: autopreguntándome y
autocontestándome en un sano ejercicio de surrealismo paranoide blogueril, algo
que nunca viene mal.