Durante los últimos meses pre-vacaciones, mi mundo laboral sufrió un giro repentino (aunque anticipado) que me ha mantenido más alejado de lo que me hubiera gustado de este querido rinconcito de internet donde comparto mis historias con el resto del mundo (los cuatro gatos que me leéis). Como suele suceder en estos casos, este giro, que no es otro que haberme convertido en profesor (de tardes; de días sigo como investigador infatigable contra viento, marea, recortes y burócratas), me ha ido proporcionando aún más anécdotas y material jugoso que podría haber supuesto numerosos posts, paradójica y frustrantemente (creo que este adverbio no existe; pero voy a dejarlo, que estoy un poco harto de escribir de forma escrupulosamente correcta; ya os contaré, ya...); así que no he querido demorarlo más, y con la vuelta al curso que ha tenido lugar hoy (sí, me han vuelto a contratar para este curso que empieza; soy un genio engañando a mis superiores) me he decidido a escribir por fin un mini-post para romper el hielo. Porque hay muchas, muchísimas cosas que me ha apetecido escribir durante estos frenéticos meses: reflexiones sobre la docencia en general, el funcionamiento de las universidades privadas frente a las públicas, ejemplos de exámenes y ejercicios molones... pero entre todas estas historias que podría contar, una y otra vez me he dado cuenta de que hay algo que amalgama todo y sin lo cual no habría interés alguno en realizar este trabajo, ni mucho menos contarlo. Va a parecer muy obvio, pero creo que no está de más decirlo bien claro. Lo más alucinante de todo, y lo que ha hecho que vuelva con ganas a retomar este frenesí de vida... son los alumnos.
Así les he dado la bienvenida al curso de Biología Celular y Genética Humana. Mejor que quede claro cuanto antes con quién se enfrentan.
Veréis, he estado dando clase en una universidad privada. Es decir, mayormente, lo primero que se piensa de estos chicos es que son unos "niños de papá". Además, me he encargado del grupo de internacional, es decir, que son chavales que vienen de otros países. Por lo tanto, más malcriados aún, podría pensarse. Y todos sabemos que los jóvenes (encima de primer curso, para más cachondeo) son cada vez más descerebrados, más enganchados a lo fugaz, menos capaces de sacrificarse, y blablabla. Yo iba un poco acongojado por todo esto, y cuál fue mi sorpresa cuando día a día, aquella marabunta de casi 50 jóvenes y jóvenas (sí, encima 50; menudo bautismo de fuego como profesor novato) me fueron sorprendiendo con su interés, su respeto hacia el profesor, su preocupación por las notas... obviamente no todos; y algunos jetas he tenido, para darles de comer aparte. Pero haciendo balance, la experiencia ha sido fantástica. El hecho de tener a gente de tantas nacionalidades distintas, algunos de culturas muy diferentes, ha sido enriquecedor y divertido. Claro que han sido muy patanes para la mayoría de cosas... pero a mi me gusta quedarme con las notas de optimismo (mi colega @eulez dice de mí que soy un tipo muy positivo, al final tendrá algo de razón...), que consisten en ese puñado de chavales y chavalas que me han hecho las clases fáciles, que han aprendido de verdad, que me han preguntado y se han interesado por mi trabajo como investigador, que se han reído conmigo pero me han respetado cuando he puesto orden en clase... pero la prueba de que realmente tanto ellos como yo hemos ganado algo especial, la he tenido precisamente entre ayer y hoy, los dos días que he estado volviendo a la universidad y preparando la vuelta al cole. En varias ocasiones me he topado con algunos de mis antiguos alumnos, y en todas ellas la reacción ha sido la misma: se han parado a saludarme, algunos me han preguntado por el verano, otros que qué voy a dar este año, muchos se han defraudado de que no les fuese a dar clase en segundo... incluso alguno al que suspendí sin clemencia pero finalmente aprobó (precisamente recuerdo que le di un buen sermón durante la revisión que espero contribuyese al aprobado final). En general me he sentido querido, y si bien no voy a ser tan ingenuo como para creer que el hecho de que les haya caído bien o se hayan divertido en mis clases tenga que correlacionar de forma causal con un aprendizaje adecuado o un futuro intachable, no puedo dejar de pensar una cosa: que es imposible aprender y mejorar, si uno no se divierte con lo que hace, si no disfruta de algún modo. Tener un profesor con el que te sientes contento de toparte por la calle, creo que no puede significar más que algo bueno. Si me leen profesores más veteranos tal vez me digan que eso es fruto de ser el primer año, o que no significa nada, o que soy un ingenuo y un feliz de la vida; pero yo he aprovechado este tirón de buen rollo para empezar el curso con alegría, para presentarme ante mi nueva clase con renovadas energías. Veremos cómo transcurre el nuevo curso, pero tengo bien claro que voy a intentar disfrutarlo y que lo disfruten.
No puedo terminar este post sin rememorar algunos momentos curiosos del curso pasado, muy resumidos, telegráficamente:
- Las prácticas de laboratorio comentando series, a raíz de una mosca que entró y alguien exclamó "Hey, it's like Breaking bad!"
- Los exámenes con preguntas frikis, y las aún más frikis respuestas (incluso dibujos) de la muchachada.
Esto es lo que te encuentras en el margen de los exámenes cuando preguntas sobre catecolaminas con un ejemplo de Frodo Bolsón encontrándose a un Nazgûl, o sobre el metabolismo de Peter Parker a la vuelta de luchar con supervillanos (reproducido con permiso de los autores).
- Conseguir que uno de los gemelos (el más bandarra) escribiese el último examen con mejor letra que los anteriores (escritos en caracteres cirílicos, a mi entender). Fun fact: olvidó poner el nombre.
- Comentar lo increíble que era Mad Max: Fury Road con un alumno... mientras íbamos de camino a revisar su examen (suspendido, claro).
Y finalmente, la inmensa satisfacción de haber dado un voto de confianza a un par de alumnos en los que noté un potencial desaprovechado, y que me demostraron por otros medios distintos a la tradicional forma de exámenes escritos, que merecían aprobar el curso puesto que su fuerte eran otras formas de trabajar. Si de verdad hay que ir cambiando las formas tradicionales de enseñar y evaluar, como nos dicen hasta la saciedad, habrá que dar oportunidades, y habrá que tener en cuenta las particularidades de la personalidad, los puntos flacos y fuertes, de cada alumno. Es difícil, y yo solo estoy aprendiendo; pero creo que sentir empatía y facilitar la confianza, puede ser una buena vía. Si alguno intenta aprovecharse de ello, estaré atento para dejarle las cosas claras.
El año que viene, por estas fechas, os contaré si sigo pensando igual. Tal vez escriba un post de rectificación, puesto que debo haber tenido mucha suerte con mi primera clase. Pero me alegro de haber escrito esto, para nunca, nunca olvidar lo grande que puede ser la experiencia de enseñar, y todo lo que uno mismo puede aprender.
Seguiremos informando.
Me gustó este post por lo optimista. Ojalá tus alumnos no te den guerra y aprecien tu esfuerzo.
ResponderEliminarComparto cada cosa que dices, Carlos.
ResponderEliminarIncluso tras haber sufrido un mobbing descarado y estando de bajón.
O precisamente por eso...
Santiago, colega, tú eres un modelo para mi en muchos aspectos como profesor, así que si sigues motivado a pesar de que te den mala vida, mi admiración crece. Ya me contarás tus experiencias... ¡un abrazo!
EliminarA ver si aprenden de ti algunos de la uv. Creo que lo que dices de ' que es imposible aprender y mejorar, si uno no se divierte con lo que hace, si no disfruta de algún modo' es tanto para alumnos... como para profesores.
ResponderEliminarDesde mi punto de vista (como alumno) creo que a este mundo de la educación le falta un cantidad abrumadora de alumnado que realmente esté enamorado de lo que estudia... pero a su vez se echan de menos profesores que hacen lo que tú haces.
Pues será porque es el primer año, o porque has tenido suerte con la clase o por lo que sea... pero me encanta saber que en el mundo hay profesores así, que disfrutan de lo que hacen, que se intentan llevar bien con sus alumnos, que mantienen el sentido del humor y que buscan lo mejor de cada alumno.
ResponderEliminarA día de hoy intento mantener el contacto con os profesores que fueron así conmigo (Luís Fontana uno de ellos... no te digo mas y mira en la de follones que estamos metidos ahora juntos). A mi tampoco se me ha dado bien la tradicional forma de valuar. A veces, incluso si me sabía el temario, me daba pereza escribirlo todo en 20 folios en blanco. Prefiero hablar, contarlo en voz alta, preparar una clase o un tema, discutir sobre algo. Me aburren los trabajos largos y sin sentido. Esos en los que metes "tortilla de patatas" unas 10 veces en el texto y nadie se da cuenta... NO ES RARO, NO SE LO HAN LEÍDO.
En definitiva, felicidades. No creo que sea una excepción. Alumnos buenos y malos los habrá siempre, pero profesores que amen su trabajo y lo realicen con ilusión y optimismo... no abundan. De modo que mantente en tus técnicas que de momento creo que no te irá mal.
Un abrazo compañero.
Tío lo de la tortilla de patatas me ha ganado... voy a intentar algo parecido con alguna convocatoria de ayudas de esas coñazo que nos toca pedir a los dentífricos XDD
EliminarGracias por tus palabras amigo
una duda, a los alumnos que hacen dibujos al margen, les subes la nota? en plan, uau un kraken correctamente dibujado, con todos sus tentáculos y escamas, voy a subirle dos puntos...
ResponderEliminarlobby internacional de frikis?
bueno, enhorabuena, al menos que te dibujen en un examen es guay, supongo...
ah y la de mad max es tan buena como dicen? el otro día me la iba a alquilar pero me rajé en el último momento a cambio de revisitar six feet under...
Jajaja esas acusaciones son muy serias, amigo! XD He de admitir que fue una suerte encontrar los dibujos en exámenes de estudiantes de los de buenas notas; si no, hubiese habido un pequeño dilema ético, como bien insinúas...
EliminarLa de Mad Max, solo te digo que estoy pendiente de verla otra vez para saber si solo es tan buena, o una maldita obra maestra, porque mi sensación en el cine cuando terminó la última escena y empezaron los créditos fue "que la pongan OTRA VEZ, no me ha dado tiempo a flipar del todo!!". Es una pasada. Igual vista en casa pierde, por eso quiero darle un segundo visionado, pero en el cine es más que una peli, es ESPECTÁCULO puro y duro, emoción, frenesí, y belleza pura.
Sí, me gustó :D
Gracias por pasarte!
Gracias a todos, en general; seguiré informando sobre el transcurso de mis experiencias docentes...
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