martes, 24 de enero de 2012

Diario de curso de experimentación animal (I)

Al igual que sucediese anteriormente con Diario de congreso (I, II y III), el presente post constituye la primera de un número indeterminado de entregas que recopilarán las impresiones y anécdotas padecidas durante la asistencia a un curso de formación para el personal responsable del diseño y dirección de procedimientos experimentales con animales. Y del mismo modo que sucediese en aquella ocasión, será labor del lector intentar dilucidar entre las anécdotas reales y las licencias literarias del autor. Que no serán pocas, vaya por delante.


DÍA 1

15:30 - Vuelta al campus. No hace tanto que no andaba por estos lares, me digo, pero enseguida soy consciente de numerosos cambios. Paso junto a las pistas deportivas y el sonido del frontón me traslada a hace años, raqueteando con jolgorio y alegría entre clase y clase. Dolores en mi zona lumbar me recuerdan que ciertamente, el tiempo ha pasado. Me dirijo hacia el edificio de Farmacia, encontrando el camino plagado de jóvenes y jóvenas, muy parecidos a los que recuerdo de mis tiempos de estudiante; las faldas de las chicas son más cortas, los pantalones de los chicos más caídos, las gafas de ambos son más gruesas y de pasta, pero en general siguen siendo bastante parecidos. Las chicas consultan apuntes y dudas a viva voz, los chicos se dirigen a la cafetería chillando como bobos. Entro al edificio y me encuentro con que el curso tiene lugar en el mismo salón de grados donde leí la tesis doctoral, hace ya casi tres años. Contengo la emoción ante tan reveladora anécdota, y procedo a buscar un asiento, en la última fila, por supuesto. Mientras me recuesto en una butaca más propia de una sala de cine que de un aula para dar clase, reparo en los cuadros que decoran la pared: una sucesión de rostros, unos más ajados que otros, coronan figuras ataviadas con ridículas túnicas en tonos malvas y azules. Son decanos, y de nueve cuadros colgados sólo uno, el último, retrata una mujer. No consigo interpretar este dato, y empieza el curso conmigo dando vueltas a este tipo de dudas.



16:30 - Finaliza la sesión introductoria. Desde el primer momento impera la sensación de que todos los profesores que se sucedan invertirán parte del tiempo de clase en justificar y defender la experimentación animal, y así resulta ser. Todos recalcan la inevitabilidad de esta forma de investigación, y hacen hincapié en lo poco que gusta hacer sufrir a los pobres bichejos. Miro a mi alrededo, expectante por si de un momento a otro alguien entre la adiencia se levanta y señala con dedo acusador, gritando "¡mentirosos! ¡asesinos!" para a continuación derramar sobre sí mismo un barreño de falsa sangre, o soltar por todo el salón de grados una veintena de hurones frenéticos. Pero lo que veo más bien son caras de sueño, bien directamente dormidas, o bien agachadas sobre dispositivos de última generación, conocidos al parecer como "aipads" o "tabletas". Como yo no tengo de esos, saco una tableta de chocolate que guardaba para la merienda y me como un par de cuadraditos.

17:00 – Me he comido la tableta entera y mis entrañas están revueltas. Las visiones de imágenes de entrañables puercos entubados y sus corazones al descubierto no ayudan. Pero afortunadamente, el profesor cambia de tercio y pasa a hablar de algo distinto: escucho la palabra “Beagle”, y todos mis sentidos se disparan; para cuando me doy cuenta de que no van a hablar del barco ni de las islas galápagos, es demasiado tarde y ya he gritado “¡Darwiiiiin!”. Aprovecho la confusión generada al despertar a todos los de las filas cercanas, que no parecen saber ni dónde se encuentran, para escurrirme sutilmente y salir gateando por la puerta de atrás de la sala.

17:20 – Tras visitar el excusado, retorno a la sala pero me siento en otra fila, para no llamar la atención. El profesor sigue hablando acerca de los perros como modelo de experimentación animal, y en la diapositiva un precioso ejemplar de perro Beagle (tampoco tiene nada que ver con el famoso cuarteto de Liverpool, al parecer; una decepción detrás de otra) aparece en todo su esplendor. El buen hombre habla de que efectivamente el perro es, si no el mejor amigo del hombre, sí el más leal. Mientras nos describe lo fácil que es trabajar con un animal así de dócil, obediente e inteligente, y al mismo tiempo lo difícil que resulta hacerse a la idea de sacrificarlo llegado el momento, parece estar a punto de echarse a llorar. Es el momento del curso en el que más claro queda lo dificil que puede resultar trabajar con organismos vivos: a mi alrededor los asistentes están afectadísimos, tal es la empatía que sienten hacia el atribulado profesor. Pañuelos, sorbeteo de mocos y sollozos inundan la sala mientras el profesor termina explicando sus anécdotas personales. Despedirse de un perro tras una serie de experimentos en los que se ha comportado como un auténtico y resignado héroe, no es tarea fácil.

A continuación, se habla de gatos. Algo me llama la atención: mientras que en las anteriores diapositivas pudimos contemplar preciosas fotos de ejemplares de Beagle imponentes, siendo acariciados por personal embatado y meneando el rabo, a continuación se nos muestra una foto de un felino mostrando los dientes. El profesor pasa por este tema muy rápido, sin apenas entrar en detalle. No consigo deducir si el gato como animal modelo deja mucho que desear, o estamos asistiendo a una nueva encarnación de la eterna lucha entre los acérrimos seguidores de los perros frente a los fanáticos de los gatos. La objetividad de los profesores del curso queda en entredicho, y me inquieta comprobar que en la audiencia nadie parece advertirlo. Tal vez pueda tener relación con el hecho de que aproximadamente el 90% de los asistentes están dormidos. 




Figura 1


18:15 - La jornada de clase transcurre sin mayores incidentes. A destacar: comentarios acerca de los primates (al parecer no se trabaja ya con chimpancés, orangutanes ni gorilas; registro esta interesante información en forma de esquema, ver Figura 1), pero sí con algunos primates no humanos de pequeño tamaño. Se destaca la peligrosidad de estos animales, que pueden morder a los investigadores y transferir enfermedades (concepto conocido como zoonosis). Además son hábiles escapistas: el profesor cuenta una anécdota de un mono tití que consiguió escapar del labroatorio y llegar hasta el parking, donde le hizo el puente a un monovolumen y escapó de la legión de embatados que lo perseguía. Se le detuvo meses más tarde cerca de los Pirineos, mientras asaltaba camiones de frutas venidos de Francia. Pasamos a otros modelos: se habla de conejos, y mientras me relamo imaginando jugosos manajres descubro con estupor que el mentado "conejo al vino" no es sino una gigantesca alimaña de pelaje blanco e infernales ojos sanguinolentos. Qué manera de engañar al oyente, me digo, al tiempo que me lamento de no haber guardado unos cuadraditos de chocolate.


20:00 - Por fin, tras una soporífera charla acerca de legislación y comités de ética, termina el primer día de curso. En mi cabeza hay un batiburrillo de conceptos, pero lo que queda claro es que la presión popular y el general rechazo a la experimentación con animales han provocado un gran celo a la hora de legislar y regular este tipo de investigaciones (concepto que resumo en la Figura 2). Todo protocolo está encaminado a asegurar el bienestar de los animales, reducir al máximo el número de experimentos que requieran este tipo de prácticas y minimizar el sufrimiento animal. Pero no dejo de pensar hasta qué punto los criterios dominantes en todo este razonamiento son estrictamente científicos, rozan lo filosófico, o sencillamente se dejan influir demasiado por la mencionada presión popular. Es algo que espero averiguar en sucesivas clases y poder reflejar en este diario. Por el momento, salgo del edificio universitario y me tropiezo con un grupo de felinos que merodean alrededor de los contenedores de la cafetería. Me miran fijamente y erizan el cabello del lomo: me pregunto si simplemente están protegiendo su territorio en un  comportamiento natural y saludable... o acaso pueden oler en mí el aroma de las clases de experimentación animal. Viene a mi mente una imagen de los tiempos de estudiante: preparaciones microscópicas de "hígado de gato" para las prácticas de histología. 

Siento un escalofrío, y me apresuro hacia la parada del tranvía sin mirar atrás.


Figura 2

Continuará

10 comentarios:

  1. Jejeje, yo voy a esperar a las siguientes entregas para ver cómo evoluciona (¡por Darwin!) la cosa. Me ha encantado ese momento "salir del sopor" al escuchar hablar del Beagle. Me fui por el perro de inmediato, pero es que el otro día vi uno por la calle y me dio por pensar en el barco y el periplo de Darwin. Lo que es ser un friki...

    Por cierto, ¿conocéis el libro From Guinea Pig to Computer Mouse? Lo vi entre la bibliografía complementaria de la asignatura de Biología de 1º de Ambientales y me llamó la atención. Le eché un vistacillo en su día y tiene buena pinta, la verdad. A ver si con algo de tiempo me pongo y lo miro en profundidad.

    http://ecx.images-amazon.com/images/I/41zasN1yUrL._SL500_AA300_.jpg"

    Un saludote.

    ResponderEliminar
  2. Ups, la lié con el enlace a la imagen del libro. Lo había puesto como etiqueta IMG para que se viese pero Blogger no me lo permite. Al quitar la etiqueta me he dejado unas comillas al final de la URL, por eso sale mal. Es esta:

    http://ecx.images-amazon.com/images/I/41zasN1yUrL._SL500_AA300_.jpg

    http://www.animanaturalis.org/n/5

    I'm sorry!

    ResponderEliminar
  3. Pues muchísimas gracias por la recomendación, compañero. La verdad es que el debate acerca de la posibilidad de sustituir al completo la investigación en animales por métodos alternativos sigue abierto, tal vez al final del diario podamos abrir un debate más serio. Siempre y cuando a la gente le pique la curiosidad y se lean los posts, claro está.

    ResponderEliminar
  4. Y comenten, porque seguro que leerlos los leen. ;) De hecho yo lo hice días atrás por el móvil (ahora que he dejado las tabletas de chocolate por uno, muerta la antigualla que tenía antes), pero ahí me daba pereza escribir. Es un tuit y cuesta... :)

    Lo del libro y las técnicas y aplicaciones informáticas que propone lo vi interesante porque al menos los gatitos usados serían menos. Además, mi querido Trotty es un ferviente defensor de estos métodos avanzados. :)

    Saludotes.

    ResponderEliminar
  5. Quien dice días atrás dice anoche. Empiezo a confundir los días (y las entradas, porque confundí la fecha con la de la anterior) con esto de dormir 3 o 4 horitas... A ver si escrito una entrada, por cierto, que tengo pendiente desde #MurciaDivulga, y eso que no estuve. :)

    ResponderEliminar
  6. Sin duda un muy buena estrategia la de salir a gatas de la clase, con tus casi dos metros de altura, para pasar desapercibido tras el bochorno por el grito de "¡Darwiiiiiin!".

    Yo con imaginarme esa escena me conformo, aunque me gustaría que todo lo escrito fuera realmente cierto! Justo al contrario de lo que diría un Beagle si le dieran voz y voto...

    ResponderEliminar
  7. Lo del conejo al vino deberías denunciarlo, es claramente publicidad engañosa. Buenos dibujines, veo que el curso ha sido productivo, jajaja.

    ResponderEliminar
  8. Lo primero que vino a mi mente con ¡Darwiiiin! fue el ¡Evolucionaaa! de su película.

    Me parece interesante el rumbo que lleva el curso y llego a considerar si la ética es la única limitante para la investigación (ya veremos si se abre a debate).

    Por cierto, que buenos trazos. Saludos.

    ResponderEliminar
  9. Por si alguno le interesa este tema de experimentacion animal si o no os recomiendo tb dos lecturas interesantes: Los derechos de los animales de Marta Tafalla y La dispusta del asno, un ensayo escrito en el año 1417 por el padre franciscano mallorquín Anselm
    Turmeda, que hizo el viaje inverso al que hoy hacen las pateras y emigró al norte de África, a Túnez, y se convirtió al Islam, con el nombre de Abd‐Allah at Tarjuman. Hace que pensar.
    Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues muchas gracias por las recomendaciones. Esperaba que con cada entrega fuese surgiendo discusión o debate en torno al tema, voy a ir recopilando las opiniones y tal vez haga un post final a modo de reflexión porque realmente es un tema complejo, al menos en términos ético-filosóficos (que no científicos).

      Eliminar

Como dijo Ortega y Gasset, "Ciencia es aquello sobre lo cual cabe siempre discusión"...

¡Comentad, por el bien de la ciencia!