jueves, 28 de mayo de 2009

El fenómeno de plegamiento-dilatación anormal del tiempo

Contrastando con el sintético y conciso estilo de las gotas de sabiduría del genial Banchsinger, aquí os traigo una nueva reflexión absurda con mi característico estilo ladrillógeno y pedante. Espero que os guste. Hoy voy a hablar de algo evidente, pero no por ello menos fascinante. Es del conocimiento público que cuando uno está haciendo algo que le gusta y con lo que está entretenido, el tiempo pasa volando; por el contrario, labores tediosas o impuestas parecen alargarse eternamente. Un mismo periodo de tiempo puede tener una percepción por parte del sujeto que lo experimenta absolutamente distinta, pudiendo establecer una correlación entre la satisfacción que supone la tarea y la rapidez con que el tiempo pasa. Además, otro factor que altera esta percepción del tiempo es, curiosamente, la propia reacción del sujeto ante el paso de éste. Me explico: si uno cumple su tarea sin reparar en la medición del tiempo, parece que éste pase más rápidamente. Si, por el contrario, el sujeto mide constantemente cuánto tiempo ha pasado, de manera periódica, dicho paso parece enlentecerse aún más. En los laboratorios, este fenómeno tan curioso (cuya explicación está seguramente más allá de esta humilde reflexión) adquiere una magnitud especial. Cualquier experimento está sujeto a un protocolo preciso y concreto, en el cual el tiempo es una variable perfectamente establecida y controlada. Los procesos más rutinarios, la llamadas técnicas preparativas, están de hecho especialmente sujetos a esta medición estricta del tiempo, lo cual las condena para siempre a padecer en su máximo esplendor el fenómeno que podríamos pasar a denominar en adelante, plegamiento-dilatación anormal del tiempo. En estos casos, dependiendo de la monotonía de la tarea y de la fijeza con que se observe el reloj que marca el paso del tiempo (el inevitable timer), el contínuo espacio-tiempo se ve drásticamente alterado, plegándose el tiempo sobre sí mismo y provocando que la rapidez de nuestros pensamientos sea mucho mayor que aquélla con que transcurren los minutos. Para el sujeto pasivo, en este caso el investigador o técnico de laboratorio, un minuto puede ser un lapso de tiempo en el que tienen lugar todo tipo de elucubraciones acerca del posible resultado del experimento, modificaciones de la técnica utilizada o simplemente divagaciones ajenas al trabajo. Muchos de los pseudo-segundos que nuestra mente disfruta durante este lapso de tiempo se utilizan comúnmente en pensar posibles optimizaciones para las técnicas y protocolos que impliquen una reducción de los pasos a seguir o de los tiempos de espera de los mismos. Como hemos comentado al principio, este proceso tiene lugar en dos direcciones opuestas: basta que nos dispongamos a utilizar el tiempo en alguna otra tarea más agradable, y dejemos de observar el mencionado timer, para que el tiempo se pliegue esta vez con rapidez inesperada; es entonces cuando el timer lanza su sonoro reclamo, provocando en general desconcierto en el sujeto pasivo, y malestar entre los sujetos que comparten laboratorio. En la vida cotidiana este fenómeno es igualmente común; un ejemplo clásico es el tiempo que tarda en hervir el agua para preparar un plato de pasta. Una observación directa y contínua del recipiente provocará exasperación en el sujeto desde que comienzan a aparecer las primeras, tímidas y diminutas burbujas, hasta que el conjunto del agua borbotea con fervor, dispuesta a recibir los macarrones, espaguetis o similares. Si el sujeto se ausenta para, por ejemplo, tender la ropa o hablar por teléfono, cuando regrese al puesto de observación el agua se estará saliendo con violencia del recipiente, probablemente evaporada una gran parte. En ambos casos ha pasado el mismo tiempo, pero la diferente percepción por parte del sujeto provoca situaciones realmente dispares. Por último, remarcar que esta alteración de la percepción, una vez conocido el fenómeno y sus mecanismos (aunque no su explicación), puede provocar desdichados malentendidos, como el caso de aquel investigador que, habiendo confundido el interruptor que encendía el fuego donde su cafetera estaba colocada, esperó y esperó pensando que el tiempo que pasaba inexorable era un típico caso de dilatación anormal del tiempo, sin saber que el café que esperaba con tesón nunca llegaría a salir.
Podría sucederos a vosotros…
Así pues, amigos, recordad siempre que no debéis desesperar en esos minutos, a veces incluso segundos, que parecen nunca acabar y nos provocan angustia y pesar. Lo importante es siempre estar alerta y no confundir el fenómeno del plegamiento-dilatación anormal del tiempo con errores en la manipulación de lo que sea que tenemos entre manos, ya sea la incubación de unas digestiones o la preparación del café para el almuerzo.

martes, 26 de mayo de 2009

COSAS QUE SABER Y RECORDAR

En una página como esta no puede faltar nuestro dogma de fe:
El Credo del Biólogo Molecular

Creo en el DNA todopoderoso

creador de todos los seres vivos

Creo en el RNA, su único hijo,

que fue concebido por obra y gracia de la RNA polimerasa

Nació como transcrito primario

padeció bajo el poder de nucleasas, metilasas y poliadenilasas.

Fue procesado, modificado y tansportado.

Descendió al citoplasma

a los pocos segundos fue traducido a proteína.

Ascendió por el Retículo Endoplásmico y el complejo de Golgi

y está anclado sobre la membrana plasmática

a la derecha de la proteína G.

Desde ahí ha de controlar la traducción de señales

en células normales y apoptóticas.

Creo en la Biología Molecular,

la terapia génica y la biotecnología,

en la secuenciación del genoma humano,

la corrección de mutaciones,

la clonación de Dolly

y la vida eterna

AMÉN

...Y tampoco un recopilatorio de los principales axiomas de la ciencia:

Ley de Murphy: Si algo puede ir mal, seguro que irá mal.

Teorema de Patrick: Si el experimento funciona, señal de que está usando un aparato equivocado.

Constante de Shinner: Es aquella cantidad de multiplicada, dividida, sumada o restada del resultado obtenido, nos da el resultado deseado. Postulado de los cinco dedos: La experiencia aumenta con el número de aparatos que uno estropea.

Ley de Fapple (sobre la perversidad de los objetos inanimados): Todo objeto inanimado, prescindiendo de su composición o configuración, se puede esperar que se estropee siempre de una manera totalmente insospechada y por razones que son enteramente oscuras, o mas bien absolutamente misteriosas.

Regla de Betterin: Cuando algo no funciona, siempre lo hace por una razón diferente de la que uno piensa que no funciona.

Axioma de Allen: Cuando todo falla hay que leer las instrucciones. Corolario de la compensación: Un experimento se puede considerar un éxito si no más de la mitad de las medidas observadas deben ser desechadas para obtener cierta correspondencia con la teoría.

Ley de Humperson: La probabilidad de que suceda un determinado evento es inversamente proporcional a lo deseable que sea el mismo.

Regla del material: Los suministros necesarios para el experimento de ayer deben ser pedidos no más tarde de mañana al mediodía.

Principio de las piezas dispersas: La accesibilidad para recuperar piezas caídas de la mesa varía directamente con su tamaño e inversamente con su importancia para completar el trabajo empezado.

Factor de futilidad: Ningún experimento es nunca un completo fracaso; puede servir como un contraejemplo.

Ley de Anderson: Nunca se rompe nada de lo que se tiene recambio.

viernes, 22 de mayo de 2009

recordad compañeros de pipetas...

Como dijo una vez Gibran:
No se llega al alba sino por el sendero de la noche
...O... como diríamos en mi poblado:
Pa comer jamón hay que matar el cochino

miércoles, 20 de mayo de 2009

Our joy in a well

Si las publicaciones científicas incluyeran todos aquellos resultados que nunca llegaron a confirmar nuestras hipótesis, pero tampoco a rebatirlas categóricamente, es indudable que publicaríamos mucho más. Pero lamentablemente, los laboratorios están llenos de resultados que no llevaron a ninguna parte, ideas que jamás se materializaron, o resultados que pese a ser positivos no llegan a aportar nada nuevo al campo (Me refiero a resultados del tipo "Sí, vale, se confirma, ¿y qué?"). De este modo, mientras que una ínfima porción de los datos obtenidos tras miles y miles de experimento nutren los artículos de todo el mundo, una proporción indecentemente más grande de resultados son condenados al olvido. Probablemente, si se pudieran publicar este tipo de datos, hoy en día leeríamos alguna revisión con el poco probable título de Our joy in a well: non-productive data in the era of failuromics. Este simbólico pozo donde nuestro gozo se ahoga tan a menudo en el día a día de nuestro devenir experimentador estaría lleno de minipreps negativas, westerns en blanco, animales modificados genéticamente que se muestran tan felices como cualquiera de su especie, gráficos donde faltan controles y bellísimos árboles filogenéticos que nos confirman lo que ya sabíamos desde hace años.




Valga pues esta (absurda) reflexión para honrar a todos esos experimentos que nutren al pozo, ya que, al fin y al cabo, necesitamos realizar muchos de ellos para que, aunque sea por estadística, aparezca alguno de esos resultados que de cuando en cuando nos alegran la vida.

martes, 19 de mayo de 2009

Geniloquio de la primera metionina

Hoy tenemos el honor de presentar una aportación externa, por cortesía del mismísimo Dr. José Conrado, eminencia en numerosísimos campos de la ciencia en general y de la biología en particular. Para aquellos que no le conozcan, son suyas la mayor parte de las aportaciones al no menos prestigioso blog de divulgación científica Current Revolution. Se trata de un Geniloquio, una nueva forma de comunicación que haría las delicias de las agencias de contraespionaje de todo el mundo, pero que por ahora sólo tiene el potencial de convertirse en el "idioma universal en el no tan distante futuro biotecnológico", según reza en el propio comunicado del citado blog.

Agradezco desde aquí al Dr. Conrado y le animo a seguir colaborando activamente con nosotros.

Sin más preámbulos, damos paso al texto:


ABUSO Y BESO DE LA METIONINA (SU PRIMER AMINOÁCIDO)

(Preámbulo: inspirada por la sed, la beba Ángela empieza a balbucear y descubre su primera metionina. Stop. Luego la beba bebe y le lanza un beso de bebé a su madre)

Beso genético:

[AUG] GCA AUG GCA AUG GCA AUG GCA AUG GCA AUG GCA AUG GCA AUG GCA AUG GCA AUG GCA GCA [UGA] [GUG] [UGU] [MUA]

Beso proteico (nutritivo tras el descanso):

[Met] Ala Met Ala Met Ala Met Ala Met Ala Met Ala Met Ala Met Ala Met Ala Met Ala Ala [Stop] [Leu] [Cys] [BESO]

Beso poético:

¡AUGA, MAMÁ, MAMÁ!

¡MAMÁ, MAMÁ, AUGA...!

GU, GU, GU…

¡MUÁ!

(para saciar la sed sin dejar de trabajar: abrir bien los ojos y ver como beber)

domingo, 17 de mayo de 2009

FOTCIENCIA 2008

ara los amantes de la fotografía y de la ciencia, es un placer echar un vistazo a las fotos que componen el catálogo de FOTCIENCIA 2008. En la página web podéis encontrar todas las fotos subidas por los participantes, además de descargaros el catálogo oficial donde se pueden ver los finalistas y ganadores (si os da demasiada pereza ir hasta la susodicha página, pinchad aquí mismo). Aquí abajo os pongo algunos ejemplos de fotos finalistas, la primera de ellas, como no podía ser de otro modo, la realizada por mi queridísima hermana María (si no lo digo reviento).

Ale, a disfrutarlas.



miércoles, 13 de mayo de 2009

Batablanca - Capítulo 2: El tercer enzima

- ¡No, por favor! ¡Basta! ¡Te diré lo que quieras pero por favor no me pegues más no soporto el dolor no no no basta basta qué quieres saber yo te lo diré yo….!

Había escuchado a toda clase de perdedores suplicar por sus miserables vidas, pero he de confesar que el patetismo de Bigeldós se llevaba la palma. En los bajos fondos todos sabían que era el más escandaloso, llorón y teatrero. Lo cual no significaba que fuera fácil hacerle hablar.

A no ser que el interrogador fuera yo, claro.

lunes, 11 de mayo de 2009

Batablanca - Capítulo 1: “Tócala otra vez, Bam”

Aquél no era un lugar corriente. Todo parecía indicar que, hicieras lo que hicieras, te encontrarías con problemas. Bien, pues yo no era tampoco un investigador corriente. Y si algo sabía manejar, eran los problemas.

Iba siguiendo la pista de un tipo peculiar. Pocos habían tratado con él directamente, pero su fama se había extendido cual reguero de pólvora. Al parecer, si estabas interesado en restricciones, no podías elegir a alguien mejor: cortes limpios, rápidos y sin testigos. Cuando se trataba de preparar el camino para una ligación, Jindetrés era el mejor. Pero había ido demasiado lejos. Nadie supo nunca si algún pez gordo manejaba los hilos, si se había dejado llevar por una suma inmensa o simplemente se había vuelto loco de la noche a la mañana. Lo único que estaba claro era que, desde hacía meses, el caos predominaba en todos los eppendorfs del laboratorio; fragmentos de DNA cortados inespecíficamente, altercados en reacciones de PCR, degradaciones por todos lados. No, no era normal. Y no se me ocurría qué pez gordo podía estar interesado en semejante locura. Si me preguntáis mi opinión, ese tipo definitivamente había perdido la chaveta. Demasiado magnesio, un tampón en proporción inadecuada, quién sabe. Tampoco puedo decir que me importara, pero lo que sí me importaba era la buena pasta que podía ganarme si entregaba a ese demente, vivo o desnaturalizado. No había un rastro claro que seguir, dado el caos reinante. Todas las proteínas estaban bastante atemorizadas (por no hablar de los fragmentos de DNA supervivientes, que apenas eran capaces de insertarse en ningún vector), así que lo más lógico era dirigirse a aquél antro donde me encontraba. La taberna de Sac, en el eppendorf más asqueroso del laboratorio (cuentan las malas lenguas que se encontraba en una gradilla cuyo color original era imposible adivinar, escondida en lo más recóndito de la más vieja nevera), era el lugar ideal para obtener información. El cartel luminoso, donde los tubos fundidos apenas permitían leer “Sac II” (la primera taberna de Sac resultó totalmente destruida en un golpe de vórtex demasiado largo), auguraba un local de pocas exquisiteces y refinamientos. Metí las manos en los bolsillos de mi ajada bata blanca, y entré.

Estaba claro que el tugurio era idóneo para mis propósitos. En las mesas, enzimas de restricción de toda índole trapicheaban, reían o bebían en solitario. Alguna otra proteína despistada, a la que no importaba ser objeto de todas las miradas, se había dejado caer por allí también. Pude distinguir rápidamente un par de ligasas, y al fondo del local una fosfatasa alcalina que discutía acaloradamente con un plásmido religado.

Una voz me distrajo de mi examen del local, una voz muy familiar.

- Cuánto tiempo sin verle, jefe.

No podía creerlo. Me giré sin poder disimular una sonrisa.

- Bam, viejo bribón, no me extraña encontrarte en este tugurio.

No me recrearé demasiado en contaros cómo fue aquél encuentro. En fin, ambos éramos tipos duros, y jamás hubiéramos demostrado cuánto nos alegró habernos encontrado de nuevo, de modo que chocamos brevemente nuestros extremos carboxilo. A continuación estuvimos un rato sentados, bebiendo y recordando viejos tiempos. Maldita sea, siempre fui un lobo solitario, pero encontrarme con aquél canalla ciertamente me había alegrado el día. Bamacheuno era la única enzima en todo el microverso que nunca me había dado la espalda, ni en mis momentos más bajos, que no han sido pocos. Cuando la música del local cesó de repente, y vi que el pianista se marchaba, nuestras miradas se cruzaron. Ambos sabíamos lo que le iba a pedir.

- Bam, viejo amigo…

- No, jefe, lo siento. Sabe que siempre es mala idea…

- ¡Maldito polipéptido! – bramé, descontrolado- ¡Te lo estoy pidiendo! No hagas que me cabree o…

En el fondo, a él le apetecía tanto como a mí. Los viejos tiempos eran los viejos tiempos, y si por algo dolía tanto recordarlos, era porque habían sido jodidamente buenos. Sin más dilación, se levantó y se sentó al piano. Instantes después, las notas hicieron resonar mis enlaces como hacía tiempo que nada lo conseguía. Tocó la misma canción, una y otra vez, hasta que se dio cuenta que me estaba afectando, tal vez demasiado. Podía parecer una simple enzima de restricción, pero bajo esa apariencia se escondía un auténtico sabueso. Se detuvo y me espetó:

- Bien, hemos recordado los viejos tiempos. Antes de que se hunda en su bebida y olvide lo que ha venido a hacer, creo que debería contarme lo que busca.

Se lo debía. Había pasado muchas penurias siendo mi compañero, y aunque se le veía viejo y fosforilado, qué narices, yo mismo no me encontraba en mi mejor momento. Para ser sinceros, tenerlo como ayudante en este caso podía llegar a ser una buena estrategia. Así que me acerqué al piano, me senté a su lado, y le puse al día. Cuando terminé, simplemente me dijo:

- De acuerdo. Puede contar conmigo. ¿Por dónde empezamos?

- Te diré lo que haremos, viejo amigo. Vamos a interrogar hasta el último polipéptido, plásmido y producto de PCR que encontremos en este sucio rincón del eppendorf. Vamos a seguir el rastro de ese bastardo aunque nos lleve hasta el mismísimo proteasoma, pero antes, vas a hacer una última cosa por mi.

Apuré mi bebida y golpeé la mesa con el vaso vacío, al tiempo que le imploraba con ojos vidriosos:

- Tócala otra vez, Bam.

Continuará…

A modo de introducción

Hola, hola, probando. Bueno, finalmente hemos dado forma a algo, no sé bien cómo llamarlo, porque a pesar de tener forma de blog, no creo que ninguno de los que lo hemos planeado sepamos muy bien qué tipo de contenidos vamos a meter aquí. Lo que sí es seguro es que tendrán algo que ver con la ciencia. En mi opinión, estaría bien abrir la veda para que cada uno empiece a postear cualquier cosa que le parezca relevante o interesante (y a poder ser, divertida), aunque el blog esté aún en pañales. Así, cada uno puede aportar su granito de arena tanto en contenidos como en maquetación, o cambios en la estética del blog en general. He puesto enlaces a otras páginas web donde cualquiera que esté metido en el mundillo de la ciencia puede encontrar cosas interesantes, que a su vez puedan inspirar nuevos posts para este blog, a ver si la gente se anima. Y para cualquiera que por avatares del destino llegue hasta esta página sin saber quiénes narices somos los que la estamos haciendo, bueno, espero que pueda encontrar algo interesante, y los comentarios siempre serán bienvenidos para ver si finalmente esto llega a alguna parte o se queda en un burdo intento. Por mi parte, he decidido, para empezar, ir publicando en pequeños episodios una historieta que se me ocurrió a raíz del absurdo nombre que hemos acabado poniéndole al blog. Es un homenaje a un género de películas muy concreto, que fácilmente reconoceréis. Espero que os guste. Y sin más dilación, queda inaugurada esta… cosa. Para goce y deleite de todos aquellos enganchados a las pipetas, a los misterios de la vida y la naturaleza, al buen humor, y en general, a la ciencia de lo grande y lo pequeño, la ciencia que te llena, la ciencia que te atrapa. Bienvenidos.