jueves, 13 de marzo de 2014

Ensayo sobre la piscina (I): De los vestuarios y su fauna endémica

La piscina, ese remanso de frescor entre los ardores del verano, oasis cristalino donde abreva el cansancio estival, reminiscencia de la quietud y paz del útero materno. Qué sería de nosotros sin esta artificial imitación del agua primigenia donde nuestros ancestros comenzaron su oxigenada andadura, un viaje en el tiempo que nos devuelve a la infancia, chapoteando sin complejos como si no existiese un seco mañana al que retornar.

Pero como todo en este universo, la piscina tiene un reverso tenebroso, un lado oscuro, un yang, una cara marcada en el dólar de plata. Frente a la inocente y pura piscina de verano al aire libre, el ser humano en su retorcimiento infinito creó... la piscina de gimnasio.


Muchos investigadores perdieron su salud documentándose para el presente ensayo. Honren su sacrificio leyendo hasta el final (imagen)

Piscina cubierta y climatizada. Así se define esta broma pesada, una imposible versión urbana del paraíso del frescor. Desde su misma concepción este engendro se nos desvela como una aberración imposible: unas aguas donde la frescura ha sido reemplazada por una sofocante y antinatural temperatura. Pero esto es sólo un mero aviso, una simple pista de los horrores que aguardan en el interior de ese edificio conocido como gimnasio.

Desde el momento en que a ciertos homínidos se les ocurrió la feliz idea de que reunirse bajo un mismo techo para sudar juntos, era una buena manera de suplir las necesidades ancestrales de generar endorfinas y estimular músculos y cerebros adormecidos, todo comenzó a ir mal. La piscina cubierta es sólo la culminación, el ápice de una pirámide de malas ideas. Todo en el gimnasio destila morbidez y artificialidad, pero nos centraremos únicamente en el que es objeto de estudio del presente ensayo: la piscina. No obstante, no podemos acceder a ella sin antes pasar por uno de los más tenebrosos, malolientes y turbadores de entre todos los espacios cerrados que haya hoyado pie humano… los vestuarios.

Los vestuarios. Una nueva perversión de la necesidad humana de compartir espacios vitales. Bien es cierto que somos una especie tribal, que hemos desarrollado sociedades colectivas gracias a las cuales hemos terminado dominando (esclavizando, dirían algunos) el planeta entero. Pero esto no significa que los Homo sapiens debamos compartir TODOS nuestros rituales personales con nuestros congéneres. Hay cosas que se hacen mejor en compañía. Lavarse las partes íntimas no es una de ellas.

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El capítulo de las duchas puede resumirse en una instantánea, para qué escribir de más (imagen)

Basta una incursión rápida en un vestuario masculino (el presente ensayo ha sido realizado desde una perspectiva masculina, debido a la incapacidad del autor para hacerse pasar por hembra y poder tomar notas precisas de la vida en la piscina desde un punto de vista femenino: pedimos disculpas a nuestras lectoras habituales) para darse cuenta de qué tipo de individuos puede encontrarse allí. Por un lado, una serie de personajes que podríamos denominar los escurridizos. Seres sobrepasados por todo aquello que les rodea y la incapacidad de afrontar con dignidad y orgullo aquello que la genética de sus padres ha hecho de sus cuerpos: intentan pasar desapercibidos, acurrucados en los rincones y aferrando con todas sus fuerzas cada centímetro cuadrado de tela sobre su piel. Su mirada es esquiva, y deambulan cabizbajos, evitando el contacto visual con los demás inquilinos del malsano lugar. Sus incursiones en el vestuario son tan rápidas que con el tiempo desarrollan técnicas de cambio de indumentaria tan vertiginosas que apenas una sombra es todo lo que se percibe de su presencia. Se cuentan casos de personas que se han cambiado, guardado la ropa en la taquilla, colocado bañador gafas y gorro tan rápido que han plegado el espacio-tiempo a su alrededor y para cuando giraban la llave de la taquilla ya se habían hecho dos o tres largos. Algo insólito. Pero comprensible si tenemos en cuenta lo que implica la interacción con el otro tipo de seres que pueblan este inframundo, los auténticos habitantes autóctonos: los piscinativos.


¿De verdad es necesario añadir un pie de foto?

Se trata de esos personajes cuya presencia en dicho lugar es en sí misma paradójica: seres tan musculados y con cuerpos cincelados por la mano de un Ser Superior. ¿Cómo semejantes maravillas de la naturaleza sienten la necesidad de rebajarse a habitar tan lúgubres catacumbas? ¿Acaso unas cuantas horas más de piscina van a mejorar la culminación de una vida dedicada al culto corporal? Por inaudito que parezca, allí los encontramos a todas horas. También es incomprensible para el espectador casual cómo semejantes cuerpos han madurado, si sus dueños parecen pasar más tiempo dentro de los vestuarios que en la propia piscina. A diferencia de sus contrapartidas los escurridizos, estos adonis se toman su tiempo. Se recrean realizando sinuosos stripteases, se regodean estirando todos y cada uno de sus abultados músculos, se miran en los espejos y ordenan con total calma y meticulosidad sus enseres personales. La desnudez es para ellos un estado natural, su falta de vergüenza un premio a la consecución de un cuerpo perfecto cuyo lucimiento deben amortizar a toda costa. Se produce entonces el tan temido choque de culturas entre el primer grupo y el segundo: el pudor frente a la ostentación, la grasa y flacidez contra la pulida y broncínea carne de semidiós. Este tipo de encuentros son , además fuente de incalculable número de trastornos de identidad sexual: no pocos hombres han tenido clara su sexualidad hasta que se han visto enfrentados de sopetón, tras cerrar desprevenidamente la puerta de la taquilla, con un cimbrel pendular apuntándoles directamente entre ceja y ceja. Es una prueba de la que sólo los más firmes y robustos gladiadores de la heterosexualidad han podido salir victoriosos. Bien es cierto que otros tantos encuentros de este tipo han producido un buen montón de felicidad libertadora para tantos otros. En cualquier caso, la profusión de malentendidos, situaciones incómodas y rozamientos embarazosos hace que esta situación, en términos generales, sea incómoda para el bañista ocasional o el novato en temas natatorios.

Sí, se conocieron en unos vestuarios (imagen)

Pero asumamos que el osado nadador novato consigue salir con vida de la gruta tenebrosa, habiendo conseguido guardar a buen recaudo sus ropajes de calle y enfundarse con toda la dignidad posible un ridículo cubrevergüenzas genital, meter la cabeza en una funda profiláctica (cuya única función consiste en realidad en despojarle de todo rastro de atractivo residual que hubiese podido quedar al descubierto) y dirigirse hacia la salida toalla en mano, chanclas en pies y enarbolando unas aparatosas gafas que a buen seguro le protegerán de la mayor parte de elementos radiactivos de la piscina, a cambio de estrujar su sesera hasta el punto de sufrir suficiente enajenación como para sobrevivir al trauma de respirar el enrarecido aire de la atmósfera piscinácea. 

Nuestro héroe, pues no puede llamársele de otro modo, se encuentra sólo al principio de su aventura.

Continuará

15 comentarios:

  1. Espero con ganas las siguientes entregas de esta serie. Hace poco menos de un año que voy a la piscina y la verdad que de momento lo vas describiendo de puta madre jajaja.

    Quizá entre los personajes falte alguno que ya irás desvelando, pero te adelanto que me llama mucho la atención el piscinativo etológico que debiera de ser escurridizo por lógica.... incómodo a la par que desconcertante

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  2. Coincido con Óscar, me quedo en ascuas hasta la siguiente entrega, simplemente fantástico :)

    Como nadadora ocasional no puedo entrar a valorar los diferentes roles dentro del vestuario masculino, pero he distinguido ambas figuras claramente ya dentro de la propia piscina... Ante mi más absoluto asombro, he llegado a ver a 3 chicos de cuerpo cincelado hacer diferentes series de flexiones y abdominales al borde de la piscina como precalentamiento, a la vez que paraban a admirar sus estupendos músculos.
    Supongo que entrarían dentro del grupo de adonis que has descrito tan bien, yo en ese momento los clasifiqué como gilipollas, igual también vale...

    Un saludo doc, no tardes en publicar el siguiente ;)

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  3. GRANDE!!!! A mi me falta el cremas y el que se afeita desnudo. Dos clásicos de gimnasio XD.

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  4. Se nota compañero que estás muy al principio de tu aventura sin embargo irás descubriendo muchos más tipos de flora y fauna que no dejarán de sorprendente. Además pronto descubrirás que en estos lugares se encuentra la fuente de los suplementos alimenticios y de las creencias y sospechas absurdas acerca de lo que hay que comer, beber y esnifar para lucir un cuerpo escultural. Yo que me he adentrado durante muchos años como un fantasma sibilino por estos agujeros de depravación y olores te puedo decir que he escuchado cosas que harían vomitar a una cabra. A una cabra con conocimiento científico me refiero. La gente llega creer las cosas más absurdas aún saliendo de bocas que no saben lo que dicen o que dicen cosas sin ton ni son. Ojalá tuviese mejor memoria porque sólo con la mitad de la tercera parte de las que oído en muchos años, daría para una serie de Posts adicional y también nos íbamos a partir el culo un rato.

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  5. Qué buenas aportaciones por parte de los parroquianos. Sin duda podría actualizarse el post con todas esas matizaciones, quise simplificar la cosa y lo reduje todo a dos únicos taxones pero ciertamente se podrían enriquecer. Pero sí quisiera puntualizar respecto a lo que comenta el amigo Morales, que deberíamos abrir una petición de esas de change.org para convertir en delito penal el afeitarse en bolas frente a una pila de uso público colocada justo a la altura escrotal.

    La paradoja comentada por Óskar también tiene mucha tela, al igual que los "gilipollas" de Paula. Intentaré reflejarlos de alguna manera en la siguiente entrada, que sólo tengo escrito el principio.

    Y banchsinger,por favor, no dejes de plantearte seriamente escribir esa serie de posts paralelos. Sería muy enriquecedor para todos.

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  6. Yo tengo un master cum laude en piscinas cubiertas...12 años de uso de una piscina climatizada en un polígono industrial de Mordor, uso de las piscinas del mundial en Madrid donde los vestuarios son como laberintos para rata y ahora por fin, maravillosa piscina en polideportivo con vistas a la montaña.

    Espero con impaciencia la entrega sobre "Las gafas de nadar, ese invento diabólico que me convirtieron en la rana gustavo." y la de "compartir calle y los peligros de morir mordido, pataleado, apaleado o por absurda competición".

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    1. Pues menciona usted un par de temas que efectivamente se tratarán en la segunda entrega, alguno de ellos en mayor profundidad; el otro, en la parte bajita (uau vaya comentario metareferencial acabo de marcarme). Es todo un compromiso saber que mis lectores tienen formación en el tema y que incluso ya han escrito sobre ello, pero bueno como ya digo espero estar a la altura de lo esperado...

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  7. ¡Esto no es un entrada de ciencia! ¡Me siento estafado! ¡Exijo mi dinero de vuelta! XDDDD

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    1. Hombre, ¡qué alegría verle por aquí caballero! Pues estarás contento porque se avecinan unos cuantos posts del mismo estilo, que la verdad se me sale ya la ciencia por las orejas.

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  8. Casi lloro con lo del tío que se hace tres largos antes de cerrar la taquilla. Esto va a dar para mucho. Recuerdo aquella temporada loca en la que estuve en la otra parte del gimnasio, la de las pesas (hasta que descubrí que lo mío era más correr y la bici), ahí también tendrías especies autóctonas que describir. Sólo por si a alguien le apetece echarse risas extra: (http://copepodo.wordpress.com/2009/03/04/conversaciones-reales-de-gimnasio/). Estoy a la vez deseando y temiendo las próximas entregas.

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    1. Vaya, tengo que leer ese post sin demora. La verdad yo también tuve una época de pesas, que daría para unos cuantos posts. Pero era joven y bobo así que no me acuerdo de demasiadas cosas jugosas. Intentaré estar a la altura de las expectativas, amigo.

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  9. No puedo estar mas en desacuerdo. A nosotros los cuerpos cincelados a base de metros, a nosotros que dormimos en el cesped del polideportivo para ser los primeros en entrar a la piscina al dia siguiente, a nosotros... los novatos nos dais igual. Qe lo sepas. Si hubieras hecho un poco de estudio de campo... que metodologia mas impropia de un cientifico. Valgame.
    Fdo: el huracan piscinas

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    1. Es reconfortante encontrar opiniones contrastadas, no obstante estimado y huracando amigo permítame señalarle que leyendo el resto de comentarios queda patente que los que pensamos de manera diferente a la suya SOMOS LEGIÓN, así que ojito con el chute contínuo de endorfinas que además de cincelar vuestros cuerpos os nubla el juicio y obnubila vuestros sentidos.

      Gracias por pasarse, de todos modos.

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    2. Yaya. Pues habra que volver a la antigua grecia para hacerles un tachón en sus apuntes. La corrección diría algo así como... mens sana in corpore corruptus.
      Ja!!
      El huracan ultrajado.

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    3. O eran los romanos? Mierda. Ya sabia yo que tanto cloro...

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Como dijo Ortega y Gasset, "Ciencia es aquello sobre lo cual cabe siempre discusión"...

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