jueves, 10 de abril de 2014

Ensayo sobre la piscina (II): De rituales previos y gafas del Averno


" Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza "
Dante Alighieri, La Divina Comedia;
Infierno, Canto III, sentencia 9

PECADOS
Condenado para la eternidad realiza un triple salto del demonio. El jurado enloquece (fuente)

En este capítulo nos zambulliremos de lleno en el auténtico protagonista del presente ensayo: la piscina propiamente dicha. Una vez el intrépido individuo - al que denominaremos en este estado como prenadador - ha conseguido superar la prueba del vestuario, esa cámara estanca que separa el mundo civilizado del infierno azul, se encuentra en el umbral donde ya no hay vuelta atrás. Tímidamente, su pie enchancletado avanza y chapotea en el húmedo, resbaladizo y traicionero suelo que rodea el pozo de inmundicia líquida. Atónito, hace un barrido de 180º con la poca movilidad que el obligatorio profiláctico que corona su cabeza, envasándola al vacío, le permite. Y lo que su atribulado y a estas alturas totalmente desconcertado centro neurológico recibe, podría describirse fácilmente como una imagen sacada de la prosa de Dante Alighieri o extraída de una ventana hacia el Jardín de las Delicias de El Bosco.

PiscinaPetada


Pensaba entrar en un remanso de paz y quietud, unas cálidas y solitarias aguas que invitasen al ejercicio reposado y la introspección; mas, frente a él, una multitud de almas en pena deambula embutida en tejidos de elasticidad traicionera. La apolínea belleza de los vestuarios se ha esfumado, y en su lugar cuerpos deformes que no parecen corresponder ni siquiera en género o familia con el Vitrubio de Da Vinci entran y salen del líquido elemento, con una falta de gracilidad sólo comparable a la observada en animales sacados de su entorno habitual y obligados a danzar alguna macabra danza planeada por un amo torturador. La escena se encuentra inmersa en unas tenebrosas brumas, vapores nocivos que afortunadamente ayudan a mitigar el horror que contempla el ojo desprotegido. El mundo microscópico que normalmente ignoramos parece aumentar de tamaño, pues es imposible no vislumbrar en esas nubes de vapores flotantes la miríada de patógenos deseosos de nutrirse del impávido observador.

Comienza entonces un periplo doloroso, consistente en intentar caminar sobre el suelo resbaladizo y encharcado sin pensar demasiado en el ejército de fúngicos moradores que ya desde su nacimiento en la ingenua alfombrilla de suelo en los vestuarios se han hecho fuertes entre las rendijas de los azulejos. El prenadador repasa mentalmente el protocolo aprendido y recuerda que el primer paso antes de introducirse en el líquido elemento es, paradójicamente, colocarse debajo de un chorro de agua. Nunca llegará a saber si el objetivo de dicho ritual es realmente suavizar el gradiente de temperaturas al que su maltrecho y ridículo cuerpo se ve sometido desde el mismo momento del desnudamiento, o paradójicamente eliminar cualquier residuo corporal que pudiese mancillar las ya de por sí infectas aguas. En cualquier caso, a su disposición encuentra diversas alcachofas de ducha colocadas en hileras a lo largo y ancho de las paredes que delimitan el perímetro de la cámara de torturas líquidas. Obviamente esta disposición obedece a la finalidad de incrementar el escarnio público de los nadadores: los escurridizos (para recordar la terminología remitimos al capítulo anterior) que todavía están en la piscina se quedarán embelesados y se sentirán humillados al contemplar cómo los piscinativos refulgen bajo los chorros al tiempo que estiran y contraen sus musculadas extremidades; de modo inverso, los escurridizos (grupo al cual pertenece, obviamente, nuestro figurado protagonista) servirán de jocoso espectáculo para los piscinativos que los contemplen. El espectáculo podría dividirse en los siguientes capítulos:

1. Comprobación de que la ducha en cuestión funciona, girando un manubrio oxidado y de tornillos flojos a uno y otro lado, mirando al mismo tiempo la alcachofa con una actitud de absurda interrogación.

2. Una vez el agua comience a caer, se realizará un gracioso titubeo durante el cual se testeará la temperatura de dicho chorro, bien con la puntita de los dedos de una mano, bien con alguno de los enchancletados pies.

3. Finalmente, con decisión pero arrugando el cuerpo en toda su extensión, el individuo se colocará bajo el chorro, para a continuación moverse muy deprisa distribuyendo de la mejor manera posible el agua sobre el cuerpo. La rapidez se deberá a dos posibles razones: (a) el agua se ha tornado gélida de súbito; (b) el agua hierve como el más ardiente de los infiernos.


Esto es lo que NO verás en unas duchas de piscina

Cabe resaltar que la mayoría de los gimnasios se han diseñado de modo que sólo una de cada cien duchas funciona de una manera que cumpla a rajatabla las leyes termodinámicas que rigen la mayor parte del universo observable. De modo que el usuario debe elegir entre jugársela a ciegas y apechugar con la congelación testicular o las quemaduras de tercer grado que la suerte le otorgue, o deambular cual alma en pena probando una ducha tras otra hasta dar con la adecuada. Hay quien ha visto caducado su abono de la piscina antes siquiera de decidirse a entrar en el agua por no encontrar una ducha funcional.

Pero retomemos el periplo de nuestro desafortunado prenadador, a punto ya de disfrutar del bautismo largamente anticipado. El último paso que lo separa del mundo racional se halla ajustado sobre su frente. Allí se alojan, aparentemente inofensivas, las herramientas de tortura más refinadas de la historia del hombre: unas gafas sustentadas por un caucho que podría amarrar buques de guerra, de una longitud perfecta para producir dos únicos efectos: (a) provocar una entrada fluida y constante de agua en los ojos del nadador; (b) producir un drástico cese del riego craneoencefálico, no lo suficiente como para dar lugar al desmayo instantáneo pero sí como para mermar sensiblemente las capacidades intelectuales y cognitivas.

Esas TAMPOCO son las gafas que verás en una piscina de gimnasio. Ni las chicas.

Generalmente, ambos efectos se contraponen a medida que el nadador estira y afloja el caucho forjado en los dominios de Satanás, de forma que ninguno de ellos termina con la paciencia del nadador, que bastante tiene con enfrentarse al último reto: entrar en el agua. Allí dejamos a nuestro protagonista, con la visión nublada por el vaho que jamás abandonará el interior de los cristales de las gafas que forman ya parte de su cráneo, y un pie rozando la superficie del primer peldaño. Un peldaño hacia el descenso más difícil de su existencia.

Continuará

4 comentarios:

  1. Jajajajajajaja...varias cosas.

    1.- Alma de cántaro..usa un acortador de url. Karmacracy para ser más exactos es justo lo que necesitas.
    2.- una de cada 100 me parece un cálculo muy optimista.
    3.- me has recordado que tengo que escribir un post sobre la diferencia entre el bañador "lycra de puta" que marca pero no sujeta y el bañador "segunda piel" en el que literalmente quieres quedarte a vivir....

    4.- las gafas de nadar son una tortura horrible. ¿has visto una máscara nueva que va con tubo para no tener que girar la cabeza al nadar? No es un tubo de snorkel eh...es otra cosa....

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimada Molinos, tomo nota de todas y cada una de sus observaciones. El punto 4 me deja especialmente estupefacto y por favor le ruego que se extienda en este tema o tendré que ponerme a estudiarlo y ampliar esta serie que esperaba terminar en un post y a lo sumo un apéndice extra.

      Pero el punto (1) me desconcierta, no entiendo cuál es el problema de las urls, ¿lo dice usted por la forma de difundir el contenido en twitter? Pensaba que se acortaban automáticamente. No conozco el programa que usted menciona, y me siento como un bloguero novato de tres al cuarto...

      Ardiendo en deseos de leer cualquier cosa que tenga usted que escribir sobre "lycra de puta", me despido.

      Por cierto no se me ofenda por hablarle de usted, es que he empezado así en plan bromita... y ya he tenido que seguir. Consecuente que es uno.

      Eliminar
  2. Ya estoy aqui.

    La máscara "Easybreath" de trribord es lo más de lo más....flipa

    Tribord - http://kcy.me/12ucs

    Además de eso, que yo no he probado. En Decathlon venden un tubo que en vez de salir por un lado como los de snorkel sale por la frente como el de la máscara y conozco gente que lo usa para nadar sin tener que sacar la cabeza. Yo soy más tradicional.

    Sobre Karmakracy lo conté aquí en un post...tienes que empezar a usarlo, proque es de unos tios muy muy majetes de Bilbao y mola todo. http://kcy.me/12ud4

    "Lycra de puta" merece sin duda un post...me pongo a ello ipsofácticamente.

    Atentamente,

    Moli

    ResponderEliminar
  3. OMG!!, Molinos,esa mascara easybreath es maravillosa casi me desmayo de la emoción. La venden ya? Aunque reconozco que me daría vergüenza usarla en la piscina, porque como muy bien describe el Dr. Litos en la piscina también hay clases, y eso te manda directamente a la categoría de pringao ;D

    ResponderEliminar

Como dijo Ortega y Gasset, "Ciencia es aquello sobre lo cual cabe siempre discusión"...

¡Comentad, por el bien de la ciencia!