miércoles, 13 de agosto de 2014

Robin Williams y el estigma

Para alguien enamorado del cine como un servidor, la muerte prematura de un actor del calibre de Robin Williams es siempre causa de tristeza. Particularmente, siento especial predilección por los actores capaces de alternar los papeles más dramáticos con otros terriblemente cómicos; en la mayoría de ocasiones, estos monstruos de la escena son capaces de encarnar la esencia de la tragicomedia en todos y cada uno de sus gestos, algo que dota a sus papeles de un cariz especialmente real, disfrazado a menudo de payasadas. Al fin y al cabo la vida es una sucesión de situaciones en las que no hay un hilo conductor, donde la sorpresa y la risa, el dolor y la angustia, se suceden y entremezclan constantemente. En el poco tiempo transcurrido desde su muerte, he visto multitud de homenajes y alabanzas donde se alaba especialmente su capacidad interpretativa a nivel vocal, pues era un actor especialmente capaz de imitar voces y acentos. Pero particularmente a mí me gustaría homenajear su mirada. Los buenos actores hablan más por sus miradas que por sus palabras. El cine es narrar con imágenes, nunca debemos olvidarlo; y los buenos guiones no son sólo aquellos llenos de líneas de diálogo ingeniosas y acertadas, igual que los buenos actores no lo son sólo cuando recitan un guión de gran calidad. El buen guión modela un personaje, su psique. Es capaz de describir su personalidad y emociones, y lo hace en un lenguaje que un director hábil pueda traducir a imágenes, para lo cual se vale de un actor. Si el actor no es capaz de interiorizar ese personaje, de meterse en su piel y transformarlo en sí mismo, todo el proceso se puede ir al traste. Robin Williams tuvo la oportunidad de trabajar con los más grandes, y eso no hizo sino darle alas para que el desbordante talento que bullía en su interior saliese a borbotones, por cada poro de su piel, impreso en cada arruga de su rostro, y reflejado en esos ojos vidriosos que parecían reír y gritar al mismo tiempo.



Mi intención no es sólo loar a este gran actor que tanto me ha hecho disfrutar. Muchos grandes artistas nos han dejado últimamente, y me ha entristecido del mismo modo. Pero en este caso las circunstancias concretas de la muerte me han llevado a pensar en algo que durante mucho tiempo he querido escribir, y creo que este puede ser el momento adecuado.

Robin Williams ha muerto, aparentemente, por suicidio. Se dice que tras años de sufrir contra la depresión y las adicciones. Escucharéis frases habituales en estos casos, como que “finalmente se rindió” o “eligió dejar de luchar”. Los más insensibles dirán que ha sido un cobarde; los más prudentes, se lamentarán de que pese a tener fama, dinero y reconocimiento, no supo encontrar nunca la felicidad. Todas estas consideraciones se hacen sin apreciar que la persona en cuestión sufría una enfermedad, un tipo de enfermedad de las más terribles y desconocidas: la enfermedad mental. La depresión es fruto de un desajuste neurológico, como lo es la esquizofrenia o el trastorno bipolar. Por supuesto, este tema es mucho más complejo de lo que vais a leer en estas líneas; incluso mucho más de lo que puede explicar hasta el momento la moderna neurociencia. De hecho, no conozco el caso de Williams en detalle, y sería irresponsable soltar una perorata sobre su estado de salud mental previo a su muerte, además de muy poco respetuoso. Simplemente quisiera partir de la situación generada en los medios y en las tertulias cotidianas para llamar la atención sobre un problema gravísimo que atañe a las enfermedades mentales, en su conjunto: el estigma.


Durante años, las personas que padecían trastornos graves de la conducta, causados por algún tipo de patología neurológica, han sufrido todo tipo de condenas y prejuicios. Que una persona con esquizofrenia se considerase “endemoniada” nos parece ahora una barbaridad, pero en nuestro mundo moderno, tolerante y progresista, resulta que la inmensa mayoría de la gente culpabiliza  y estigmatiza constantemente a adictos, personas con depresión o enfermos con brotes psicóticos, hasta el punto muy alarmante de haberse planteado, en la última reforma del código penal, una serie de medidas donde se criminaliza injusta y sin ningún rigor científico el estado de salud mental de los ciudadanos (ignoro en qué punto ha terminado el debate en torno a esta reforma, o si realmente lo ha habido, lo cual es aún más preocupante). Nuestra sociedad también ha sido (y es) bastante ligera a la hora de catalogarlo que es “normal” o patológico, y mientras las pruebas diagnósticas basadas en criterios científicos inequívocos no se pongan a la orden del día, seguirá siendo un problema identificar y tratar correctamente todos estos trastornos. Y hay un problema añadido: muchos son enfermedades multifactoriales, influenciadas por cuestiones tanto genéticas como ambientales. Y además a menudo su síntomas no forman un estado patológico concreto y definido: igual que hablamos depatologías del espectro autista, hay una amplia gradación de sintomatologías que van desde incapacidad total de procesar la realidad externa o problemas para socializar, hasta capacidad de llevar una vida “normal”. A menudo encontramos personas que sufren episodios depresivos, pero bastante espaciados, mientras otras viven en un constante estado de depresión.


Y mientras los expertos se devanan los sesos para intentar poner orden en cuanto a técnicas diagnósticas y terapéuticas en todo este galimatías de desajustes neurológicos y conductuales, nosotros, como sociedad, ¿qué hacemos? Reírnos de personajes que aparecen en televisión o internet, hablando de invasiones extraterrestres (cuando uno ha visto de cerca los efectos del trastorno mental grave y las consecuencias de sus tratamientos farmacológicos, creedme que resulta fácil reconocer los síntomas sólo viendo hablar a las personas); acusando a los adictos de ser débiles en sus recaídas y no tener “fuerza de voluntad” para querer mejorar; de condenar al ostracismo a compañeros de trabajo por “locos” o “raros”; incluso hemos llegado a incorporar a nuestro vocabulario habitual de insultos palabras como “esquizofréncio” o “bipolar”, hasta para definir actitudes o manifestaciones artísticas. Y finalmente, a asumir que alguien que se suicida, como decíamos al principio, “se rinde”. El tema del suicido es terriblemente complejo, y a menudo es un síntoma más (lamentablemente el último) derivado de una conducta neuronal gravemente afectada. Incluso se está postulando actualmente como un trastorno independiente, que debe ser estudiado e investigado en sí mismo. Como podéis ver en el propio enlace, no parece ser un problema de interés. El estigma


Una consideración importante a la hora de comprender (que no para justificar) estas actitudes  es que la enfermedad mental no se ve, salvo en los casos más graves y avanzados. Incluso en casos tan graves como la esquizofrenia, existen momentos en los que el afectado manifiesta una gran lucidez y sería perfectamente confundido con alguien sano; de ahí que los cambios de conducta derivados de episodios psicóticos, que a veces pueden ser sutiles, se puedan confundir con mal comportamiento, actitud egoísta o una personalidad lamentable. Por supuesto esto no significa que debamos interpretar cualquier conducta desagradable con síntoma de una enfermedad mental; pero deberíamos tener en mente que existe tal posibilidad. Que el grado de alteraciones neurológicas es tan amplio, que no tenemos capacidad para saber cuándo alguien está portándose como un maleducado, o está empezando a manifestar que necesita ayuda profesional. No contribuyamos a estigmatizar a personas que podrían estar en la cuerda floja, y con el tratamiento adecuado, en muchos casos llegar a llevar una vida plenamente sana y (casi) feliz. La diferencia entre esto último y terminar autolesionándose con consecuencias fatales, puede estribar en encontrar un tratamiento adecuado gracias a un diagnóstico temprano. Pensemos en esto cuando esté en nuestra mano contribuir a ello. La forma más fácil de contribuir a normalizar estas enfermedades, es precisamente el ejercicio que estoy haciendo en este mismo momento. Hablar de ello. Escribir sobre el tema. Soy el primer culpable de haber hablado de multitud de trastornos, fenómenos biológicos y enfermedades en todos los textos de divulgación que he escrito, y rara vez, sólo de pasada, he hablado de la enfermedad mental (intenté con gran esfuerzo aportar algo en este post en Mapping Ignorance), cuando he sufrido en mis propias carnes la pena y el dolor de haber perdido a alguien a causa de esta terrible lacra. Creo que pocos entenderán lo difícil que es hablar de ello, “salir del armario”, cómo luchar contra el prejuicio, y la autoimpuesta vergüenza. Es un tema que causa tanto dolor e involucra a tanta gente, que hace que deseemos esconderlo en lo más hondo, pasar de largo, seguir con nuestra vida y evitar que alguien nos pregunte qué ha sucedido. Por eso me lamento ahora de imaginar a todos los que sufran un caso parecido al de Robin Williams, sus seres queridos y familiares escuchando día tras días juicios equivocados, irrespetuosos o simplemente estúpidos. Como digo, no conozco el caso al detalle: pero nadie se suicida por cobardía o falta de responsabilidad. La incapacidad de sentir felicidad tiene una base biológica. Igual que hay personas ciegas con unos ojos perfectamente desarrollados, pero que tienen problemas en las conexiones neuronales o los neurotransmisores que convierten la luz en imágenes, hay gente “ciega” para ciertas emociones. Resulta, para muchos, frío y terrible pensar que podamos ser máquinas pensantes controladas por un caldo de sustancias químicas, en función de las cuales obtenemos nuestras sensaciones. No veo nada de terrible en saber que nuestras emociones tienen una explicación biológica y química, mientras los seres humanos seamos capaces de transformar esa química en cosas tan asombrosas como el cine, el teatro, la música, los sacrificios altruistas o las gestas por amor, o sin ir más lejos, indagar en nuestro propio cerebro hasta desentrañar sus misterios.


Despido el homenaje recordando la mirada con la que hemos empezado. La mirada de un hombre que olvidó que podía volar, de un locutor capaz de hacer reír a los soldados de una guerra, de un padre capaz de vestirse de mujer por sus hijos, de un ser mecánico más humano que muchos humanos, y en más de una ocasión, de un niño encerrado en un cuerpo adulto. ¿Había en esta mirada algo de inestabilidad, de desequilibrio, un pedazo del infierno personal de su interior asomando por las ventanas de esos transparentes ojos? A quién le importa. O mejor dicho, a nadie debería importarle. Todos vivimos en el borde de un constante equilibrio. Desde que nacemos, y en función de cómo vivimos nuestra vida, nos balanceamos constantemente hacia uno u otro lado de un abismo que hemos definido como la frontera entre lo “sano” y lo “enfermo”. Eso nos hace terribles en algunas ocasiones, y genios en otras. Los más afortunados conseguimos quedarnos en el lado más seguro, pero otros están condenados a jugar con el abismo, nacen encarados hacia su parte más peligrosa, o caen sin remedio ante la falta de ayuda necesaria. Pero no deberíamos juzgarnos unos a otros, sino intentar comprendernos, sabiendo que nosotros mismos podríamos haber caído por el lado incorrecto simplemente por la diferencia de un puñado de átomos en la asombrosa combinación que forma nuestros genes y nuestras conexiones neuronales. 





Robin Williams fue un artista, un ser humano capaz de emocionar y estimular a millones de personas con las que ni siquiera llegó a interactuar en persona. Es algo por lo que siempre deberíamos estarle agradecidos, y lamentar que, como tantos otros, es probable que simplemente naciese demasiado ponto como para beneficiarse de la cura específica y necesaria para su dolencia. Estoy seguro de que de haberlo hecho, aún nos hubiera brindado muchas más risas reconfortantes y enternecedoras lágrimas.


Lectura recomendada:


Fuente de las imágenes:

http://www.apolorama.com/2014/08/q-e-p-d-robin-williams/

https://ngtolentino.wordpress.com/tag/good-will-hunting/

http://bibliotecarroyomiel.wordpress.com/2013/04/12/fin-de-semana-de-cine-y-palomitas-good-morning-vietnam-barry-levinson/

24 comentarios:

  1. Plas, plas, plas.

    No nos damos cuenta, creemos que las enfermedades mentales te pasan por algo, por genética, por drogas, "porque no luchas"...pero somos igual de vulnerables a ellas que a una apendicitis o un cáncer.

    ResponderEliminar
  2. Increíble reflexión Dr. Desde hace años, la mirada de este actor me tenía turbado, y cuando vi la película "Jack", ese magnífico niño grande con una enfermedad inspirada en la progeria (pero con un desarrollo mucho mas feliz y mas doloroso que esta), no sabía si era un genio que sabía poner mirada de niño... o era capaz de poner una cara de loco tan genial que te descolocaba.

    Esa medio mirada entre pícara e infantil siempre me ha cautivado de este actor. Es curioso, desde hace años he pensado que me gustaría ver a este hombre en papeles de anciano, pero anciano de verdad. Y lo curioso que debía ser ver esa mirada de niño en el cuerpo de un abuelo. Por desgracia ya no puede ser.

    En cuanto al tema central del post, que decir, demasiado pronto para muchas muchas personas. La locura es observable solo en las sociedades de normas rígida y estrictas... y en esos casos se le llama desde humor, chispa, innovación, hasta locura, perturbación y demencia. Todos vivimos en el límite entre lo que se pueda llamar locura y lo que la sociedad llama normalidad. No existe un límite, todo es un continuo y todos vivimos con el riesgo de caer en alguna de estas situaciones. Como bien dices, no sabemos distinguir si alguien está siendo mal educado, le importa una mierda las consecuencias de sus actos o realmente necesita ayuda profesional. Lo llamamos enfermedad cuando las consecuencias son que el individuo no puede desarrollar una vida en sociedad, pero los orígenes de esa situación están muy lejos. No hay en el mundo dinero, éxito, droga o sexo que nos asegure ser felices... por eso es tan importante dirigir nuestros esfuerzos a hacer cosas que nos hagan sentir felices. Bastante arriesgado es vivir como para encima estar con gente tóxica, escoger un camino profesional que no nos llene o compartir nuestra vida con personas que no nos aportan nada.

    Creo que como bien dices, hay que hablar y hablar mucho sobre estos temas para convertirlos en normales y poder detectar a tiempo los casos que necesiten ayuda. En Granada este año lo haremos largo y tendido, no te quepa duda.

    Un abrazo y felicidades una vez mas.

    ResponderEliminar
  3. Gracias a los dos por vuestros comentarios. Veo que lo que intentaba transmitir con el post se ha entendido a la perfección (tenía mis dudas, al ser un tema tan complejo y al enrollarme como suelo hacer habitualmente).

    Ciertamente todos estamos en la cuerda floja, por eso me da mucha rabia (es otro tema del que habría que hablar largo y tendido) la permisividad que tenemos en la sociedad para con determinadas costumbres y consumos que si bien a una inmensa mayoría puede no afectarles en la salud lo más mínimo, para otros tantos puede resultar fatal. Gente que hubiese sido perfectamente sana, se ve abocada a una existencia terrible por consumir sustancias que para otros son inocuas, pero además, la presión social que se siente al ser sustancias legales y habituales, es fatal. De esto me gustaría hablar en otra ocasión, como digo; también es un tema complejo, pero está muy relacionado.

    La peli de Jack la vi de crío, cuando se estrenó, y me impresionó muchísimo; por aquel entonces no era uno capaz de evaluar lo buen o mal actor que se podía ser en una peli, pero lo que hacía aquel señor mayor fingiendo ser un niño ya me dejó boquiabierto. Qué tío.

    ResponderEliminar
  4. Si se reduce a algo biológico, a algo químico, tomemos todos soma pues, o algo que se le parezca.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues la verdad, Anónimo, no creo que sea correcto decir que un problema de salud "se reduce" a algo biológico o químico. Primero, porque eso de reducir parece implicar simplificación, y nada más lejos de la realidad (en el post pretendía transmitir precisamente que era un problema muy complejo). Segundo, porque todo lo relacionado con la salud tiene que ver con la biología y con la química, absolutamente todo. Así que cuanto más se sepa a nivel biológico sobre estos trastornos, más fácil será hallar una cura, sea en forma de "soma", de pastillas, de inyecciones, de terapia génica o regeneración celular, o mediante técnicas que ni siquiera podemos imaginar a fecha de hoy.

      Eliminar
  5. Qué gran post.
    Aparte de desde mi rendida admiración por Robin Williams (en cualquiera de sus papeles, es ese tipo de actor que ennoblece lo que toca), agradezco la claridad de lo que dices como hermano de un suicida que, aunque hace ya muchos años de aquello, sigo preguntándome por qué.
    Gracias, doc.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por comentar, Santiago. Son cosas que por mucho que llegasen a explicarnos, en nuestro interior jamás lo entenderemos, cuando es una situación tan personal. Pero no deja de ser útil en algún modo reflexionar sobre ello, lo cual no significa que todo el mundo lo necesite o lo agradezca.
      Un abrazo.

      Eliminar
  6. El problema de esta sociedad es que cada uno juzga desde su posición sin preguntarse siquiera sí es la correcta. Menos mal que de cuando en cuando hay algunos, no muchos por desgracia, que como tu tienen el coraje y las pelotas de decir las cosas claras sin temor a prejuicios y venenos. Cuánto camino nos queda compañero.

    ResponderEliminar
  7. Muchas gracias por un post tan bueno, porque hace falta como dices, sacar del armario este tipo de dolencias que para muchos parecen de elección propia. Por circunstancias he estado muy cerca de depresiones crónicas y el que la padece no puede hacer nada de manera volitiva para combatirla, bien sea conductual o basada en algo físico merece el mismo respeto y compasión que cualquier otra enfermedad. O incluso más, porque una enfermedad mental puede o no ser causa de aislamiento porque, como explicas, en ocasiones son pacientes con conductas extremadamente difíciles. Además las familias de personas con enfermedades mentales tienen que, estudiar y leer tanto como si se tratara de un cáncer e igualmente es necesario que los profesionales que las tratan sepan divulgarlas a esas familias de quienes en parte depende mucho del bienestar del enfermo.

    ResponderEliminar
  8. Gracias Banchsinger, Graciela por vuestros comentarios. Claro está que hay que hablar de las cosas si queremos llegar a entenderlas, aunque sea difícil. Este post me ha demostrado que muchísima gente quiere hablar de ello y agradece sobremanera que se abra la puerta para dar esa oportunidad. El recibimiento del post en tuiter me ha dejado de piedra, aunque como es cada vez más habitual no se refleje al 100% en los comentarios y luego la noticia en Menéame no haya causado ni el más mínimo interés. Curioso.

    ResponderEliminar
  9. Hola, muy buen post y muy correcto todo. Lo digo también desde la experiencia, pues he convivido con mi novia que sufría de depresión e intentado ayudarla en todo lo posible. Y el principal problema es el que tu dices: el estigma. Su hijo y su ex la trataban desdes sus prejuicios e ideas preconcebidas, acusándola a ella de su enfermedad y por mucho que yo intentara hablar con ellos, sus ideas pseudocientíficas y new age les impedían ver el bosque. Con lo cual la ponían peor y, ni siquiera varias crisis que ha tenido por hablar con ellos, les ha abierto los ojos de que lo que estaban haciendo y cómo lo estaban haciendo sólo empeoraban las cosas.

    El problema es que, debido a esas ideas, son incapaces de comprender y sólo en el caso de que ellos sufrieran una depresión se darían cuenta de que todos esos estúpidos consejos holísticos te hunden más en la mierda pues suelen echar la culpa al paciente de su enfermedad.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Leto por lo que aportas al post, pues el problema de no reconocer estas patologías como lo que son puede acarrear graves consecuencias. Por muy buenrollistas que sean las intenciones. Además hay también una corriente muy dañina de asociaciones empeñadas en hacer creer a los aquejados de este tipo de dolencias, que lo suyo no es un mal físico, sino que son víctimas de la conspiración entre las farmacéuticas y los médicos que se enriquecen a base de medicar a la sociedad sin razón. Esto es muy peligroso, y en mi opinión creo que se vigila o denuncia poco.

      Eliminar
  10. Hola :)

    Parece que le acababan de comunicar que tenía Parkinson, todo ello es una gran bomba! Ni para el más valiente, preparado e informado le sería fácil llevar esta situación.

    Las enfermedades mentales y las enfermedades físicas... todas ellas enfermedades y deberían tener el mismo estatus. De hecho el estigma que llevan las mentales provoca que a menudo tardemos a tratarnos, por el qué dirán, y así retardando el diagnóstico, como en un cáncer o una gripe, provoca complicaciones para su tratamiento.

    De la misma manera que aplaudo que se diga claramente la palabra 'cáncer', pues también por qué no reivindicar que uno sufre de depresión o de bipolaridad, sin tener que decirlo por lo bajini o señalando como si nos nos vieran.

    Un besazo veraniego!!
    Eva - con enfermedades físicas y mentales

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Eva, qué alegría leerte por aquí. De lo del Parkinson no sabía nada, por eso también quise mencionar en el post que no quería columpiarme demasiado sino usar el caso de Williams como excusa para hablar del tema. Pero la verdad es que si es así, pobre hombre, lo que le faltaba...

      Lo del retraso en el tratamiento es en algunos casos crítico para el desarrollo de estas dolencias. Pero si ya nos pasa, que tenemos un bultito raro y por muy científicos que seamos, retrasamos al máximo ir al médico... si encima es algo "pudoroso" o sujeto a algún tipo de tabú, entonces ya apaga y vámonos.

      Queda mucho camino por recorrer para que uno diga abiertamente que se está tratando un trastorno bipolar y nadie le mire raro, pero desde luego si no empezamos a andar ese camino, nunca llegará el día en que sea algo cotidiano. Además lo curioso es que cuando por fin sacas el tema, la gente comienza a contarte casos en su familia, o cosas así; vamos, que no hace falta tanto, ni es luego tan dramático. El ejemplo perfecto es este post: las reacciones en tuiter y los comentarios que algunos estáis dejando, demuestran que hay necesidad de hablar del tema, y que incluso se agradece. Me he sorprendido mucho y muy gratamente, porque me costó mucho decidirme a escribir sobre ello e incluso temía que la gente que sufriese estas patologías pudiese pensar que no lo había enfocado de manera bastante rigurosa y/o respetuosa. Así que os agradezco especialmente que os hayáis pasado a dar vuestra opinión.

      Un abrazo enorme.

      Eliminar
  11. Interesante y respetuosa entrada... y es que llevo ya muchos días leyendo estupideces de personas que no tienen ni idea de lo que hablan y que además demuestran tener muy poca sensibilidad y muy poca empatía... gracias por escribirla... un saludito

    ResponderEliminar
  12. Me ha impresionado el comentario, por su claridad y respeto con el que se trata el tema. No hay dolor q duela más q el del suicidio, para quien lo comete y para quien lo vive de cerca. La posibildad de poder evitarlo o no...las dudas..decisión premeditada o impulso inconsciente?. Sin duda hablar de enfermedad mental ayuda a poder hablar abiertamente y prevenir. Enhorabuena también por tu particular homenaje a Robin Williams. Un post para enmacar. Gracias.

    ResponderEliminar
  13. Muchas gracias Señorita Uve y iolanda por vuestras palabras, como decía más arriba me ha abrumado la acogida del post y agradezco mucho que gente nueva se decida a comentar.

    El tema del suicidio en sí es demasiado complejo, y doloroso hasta un punto que nadie que no lo haya vivido de cerca pueda llegar a imaginárselo. Cada caso es un mundo, así que generalizar o menospreciar el dolor que la persona pudiera estar sufriendo desde luego no sirve de nada para intentar entenderlo y prevenirlo.


    ResponderEliminar
  14. Solo puedo decir: BRAVO.

    Ojalá pudieran tratarse estos temas de manera habitual con la naturalidad y sensibilidad con la que has escrito este post. Como persona a la que le han tocado también estos temas en cierta manera: gracias.

    Un besazo :*

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Paula, de verdad que alucino con la gente a la que el tema os toca de cerca y el texto os ha gustado: gracias extra por comentar.

      Eliminar
  15. Caramba dr Litos..., tenía este post pendientísimo de leer, porque es un tema que me intriga e interesa muchísimo por circunstancias personales y familiares. Sabía, que no defraudarías (desde aquel post de José Carlos Vaqué en HdC ¿Estamos todos locos? y lo que comentaste debajo), pero sinceramente has superado mis expectativas. Pero claro, si lo has vivido en tus carnes... Me entristece o me enfada, aunque en el caso de Robin Williams no lo he oído, cuando la gente frivoliza el suicidio, del estilo: ¡Maldito el que se tiró al tren porque por su culpa se retrasó 2 horas! Me dan ganas de gritarle que no tiene ni puta idea de lo mal que lo estaba pasando esa persona, y que nunca se podrá hacer una idea de cómo tiene que estar tu cabeza para que te autoconvenzas de que el mundo sería mejor si tú no hubieras existido. Algún día me ateveré.

    Tú lo has expresado con mucha más claridad, comprensión y delicadeza de lo que yo pueda hacer, así que te agradezco mucho este oportuno post, al que referenciaré si algún día me animo a escribir del tema.

    Me gustaría añadir un par de cosas que más o menos ya se han comentado por aquí: que un diagnóstico temprano nunca es demasiado temprano, y cómo muchas veces se retrasa por ese estigma. El que va al psicólogo/psiquiatra ya está tachado de desequilibrado, y hay una especie de manía/fobia que yo también he tenido. Así que comparto la preocupación y la necesidad de hablar de todos estos temas. También me gustaría romper una lanza a favor de los psicólogos y sus terapias. Estas enfermedades tienen una base química/física/biológica pero como bien has señalado son multifactoriales y el ambiente influye (educación, hábitos mentales, conductas de riesgo), así que aunque los psicólogos no sean médicos pueden representar una ayuda necesaria para conseguir tener un nivel de vida bueno.

    Y perdón por el rollo, ya me voy...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En primer lugar querida Dolores, ni se te ocurra pedir perdón ni largarte con prisas de este blog, que es tan tuyo como nuestro. Faltaría más, una de nuestras lectoras más fieles, que tuvieras que andar con miedo a soltar rollos. Encantadito que estoy de leerte.

      Además apuntas algo que realmente en el post he dejado muy de lado, la parte psicológica; yo quería resaltar precisamente lo contrario, la importancia de conocer la base genética, molecular, de estas dolencias para contrarrestar la idea de que una depresión o un alcoholismo son problemas que se curan con fuerza de voluntad y hablando con profesionales, pero puede que si incidimos demasiado en esto, se menosprecie la importante labor que un buen terapeuta puede hacer para formar parte de una solución desde diversos frentes. Por supuesto que también es importante, y por mi experiencia, creo que algunas estrategias que abordan el problema de este modo son las más prometedoras: una pauta de medicación personalizada y exhaustivamente controlada, junto con terapia psicológica y conductual igualmente específica. Costoso en tiempo y esfuerzo, pero sin duda más efectivo que cualquiera de las aproximaciones de forma individual.

      Eliminar
  16. Por cierto, el 10 de Septiembre es el Día Mundial para la Prevención del Suicidio.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jolines muchas gracias Eva, fíjate el lío de vida que llevo que a estas alturas aún ando contestando comentarios... y ya se ha pasado la fecha y todo. Tomo nota para el próximo año, a ver si escribimos algo.

      Eliminar
  17. Caray!!! Elegancia de artículo Dr.
    Le pilló a usted sensible...
    Agradecido por su templanza y voluntad de compartir reflexiones tan serias.

    ResponderEliminar

Como dijo Ortega y Gasset, "Ciencia es aquello sobre lo cual cabe siempre discusión"...

¡Comentad, por el bien de la ciencia!