martes, 31 de diciembre de 2019

El desafío del Gnosynaikon: lo mejor de 2019

Los que me conocen a menudo me tachan de entusiasta, y alegan que me dejo fascinar muy fácilmente. Puede que esas afirmaciones no sean totalmente carentes de fundamento, y bien es cierto que a menudo demuestro cierta tendencia a la hipérbole. Advertido todo esto, puedo comenzar este post-resumen de lo mejor del año con una simple a la par que rotunda afirmación:

El desafío del Gnosynaikon es lo más grande que se ha publicado en todo 2019.



Nótese que no he matizado "lo más grande en divulgación científica" ni "lo más grande que ha publicado el sello Principia". Me he cascado un "lo más grande" así, sin matices, y espero que esto de una idea de lo que pretendo transmitir. Sí, El desafío del Gnosynaikon es una publicación de Principia (en concreto un único volumen correspondiendo a la temporada 5, sustituyendo a las dos entregas anuales que suelen ser la norma). Sí, es también una obra de divulgación científica. Pero es a la vez mucho más. Y es muy, muy grande. Es la consumación de una idea loca de un no menos loco genio, Enrique Royuela, editor de Principia. Es también una de las mayores obras de ingeniería literaria que se haya publicado en nuestro país, con decenas de escritores e ilustradores combinando sus habilidades siguiendo la precisa batuta del mentado Royuela, para componer una obra de ficción salpicada de ciencia. Es un mecanismo de relojería donde forma y fondo se confunden hasta el punto de que la ciencia es parte de la trama, de la historia de los personajes, de la narración. Y todo ello ensamblado en un formato radicalmente nuevo, puesto que el espíritu directamente inspirador es la cultura pop de los años 80. Y cuando una obra aspira a ser mucho más que una graciosa anécdota, no puede quedarse en la simple referencia: el formato entero de la obra ES cultura pop ochentera. Estamos hablando de una novela dividida en capítulos, los cuales se ramifican y cruzan siguiendo el estilo de las aventuras que los lectores de mi generación reconocerán al instante: "Elige tu propia aventura", donde se ofrece al lector distintas posibilidades para ponerse en la piel de los protagonistas y dirigir él mismo la narración. ¿Suena difícil de hacer? Pues imaginad ahora que cada relato de los que componen semejante berenjenal esté escrito por un autor diferente. En este número de Principia, la labor de edición ha sido una obra titánica en la que el director de orquesta ha tenido que arremangarse y asegurarse no solo de que los textos tengan la calidad requerida a todos los niveles que Principia exige, sino que además compartan un estilo, continúen una historia, y de nuevo que forma y fondo sigan imbricados página tras página.

Portadón del ilustrador José Moreno, digno heredero de los pósters de Drew Struzan.

No sabría por dónde seguir para intentar transmitir la magnitud de lo que hemos creado en este número. Y digo "hemos" bien orgulloso porque he contribuido no solo con dos de los relatos, que además son de los más largos que he escrito jamás para Principia. La confianza de Quique cuando me dijo "no te preocupes por la extensión, tú escribe lo que necesite la historia" fue al mismo tiempo un reto y una liberación. Los personajes y la trama ideados por el genio maquinador resultaban tan consistentes y a la vez tan familiares para los que hemos crecido con este tipo de referentes de ficción, que el teclado se rendía ante una historia para la cual me habían tendido un férreo andamiaje: solo tuve que dar leves empujoncitos a Sam y sus amigos de El Club del Pinzón para que recorriesen las páginas que poco a poco iban desvelando los misterios del Gnosynaikon, un libro misterioso perseguido por dos organizaciones clandestinas, en el cual se recoge un conocimiento ancestral y definitorio para equilibrar la balanza en una lucha prolongada durante milenios. Si queréis saber más del contexto de esta aventura sin sufrir los temidos "spoilers" no tenéis más que visitar la página web del ya extinto periódico de Horedose Hill, el Haven Tribune, donde el periodista Charles Rome recapitula a grandes rasgos lo que sucedió en aquellos años fatídicos (no dejéis de entrar a la página principal, para flipar hasta qué punto y qué nivel de detalle hemos cuidado toda la ambientación de esta locura). 

Jamás una suscripción había valido tanto la pena

Pero para saber realmente el desenlace y las consecuencias reales de aquellos misteriosos acontecimientos, tendréis que leer el libro completo; y si me permitís una recomendación, en el caso de que NO seáis suscriptores de la revista, debéis adquirir este número mediante la suscripción si queréis disfrutar además de una de las piezas clave para la comprensión de la trama. Se trata nada más y nada menos que de una reproducción fidedigna de el número 40 de la colección "Los Imposibles Saltamontes Mutantes", un cómic que acompaña a Sam, el protagonista de la aventura, durante gran parte de la trama y que además constituye una pieza clave para la resolución del misterio de Horedose Hill. El ejemplo del cómic es perfecto para ilustrar lo que supone la ambientación de la obra: imitando los inesperados éxitos de colecciones ochenteras de editoriales minoritarias, como fue el caso de Las Tortugas Ninja, tanto la trama como todo lo que contiene el cómic (editorial, publicidad, formato...) nos retrotrae a aquella época. En este caso concreto, los autores Charles Rome-DeMatteis (vaya, ¿será el mismo periodista de la página web? ¿una mera coincidencia?) y Gerard Sanzmann son guionista y dibujante, respectivamente (con la inestimable colaboración de José Moreno para los contenidos extra), de una entrega cualquiera en una colección protagonizada por unos mutantes con entrenamiento ninja. La diferencia fundamental con otros grupos de héroes mutados es que se trata de un grupo de estudiantes de doctorado, que en lugar de haber sido entrenados por una rata-sensei lo fueron por su propio director de tesis. Sí, este es el tipo de divulgación por el que hemos apostado. La ciencia es una parte más de la historia de los personajes, está siempre presente, es parte de la trama. La divulgación de Principia nunca ha pretendido ser algo didáctico, algo adoctrinador, explícito y evidente. Nuestra idea consiste en fusionar conceptos, anécdotas, explicaciones y personajes científicos con un relato atrayente por otras muchas razones. Inevitablemente, la historia de la ciencia y sus protagonistas son tan interesantes que la mayoría de veces es la ciencia el tema omnipresente; pero es una consecuencia secundaria. En este caso la ficción ha sido el leit motiv de la obra, pero es fascinante cómo hemos conseguido que haya mucha ciencia detrás de cada una de las cosas fantásticas que suceden en la historia. Ahí es donde se valora realmente que los que participamos como redactores tengamos formación científica: la trama y los personajes son lo principal, pero el bagaje cultural de mi infancia ochentera y friki, unida a mi formación, me permite impregnar un relato de tintes de ciencia ficción con pinceladas de neurofisiología y metabolismo muscular que convierten el resultado final en algo ciertamente único. Y esto es solo mi humilde aportación; estamos hablando de una historia desarrollada a lo largo de doscientas páginas. Épico es quedarse corto.

He guionizado muchas páginas de cómic, pero es la primera vez que he creado un cómic enterito, desde la portada hasta la última página. Un sueño de infancia cumplido, y una experiencia fascinante gracias a la magia a los lápices de Gerardo Sanz y el vínculo que hemos creado para compartir visiones e ideas y transformarlas en pura narrativa gráfica.


Seré sincero: no me extrañaría que hubiese mucha gente en contra de llamar a esto "divulgación científica". Tal vez los más puristas no se dignen ni a abrir sus páginas para echar una ojeada rápida a su contenido, o suelten un bufido al leer la locura de batalla que libran un grupo de saltamontes bravucones en un laboratorio; sería una lástima porque se estarían perdiendo una obra emocionante, divertida, inspiradora (resalto esto: INSPIRADORA, esa es la propiedad que el contenido científico otorga a una trama de ficción cualquiera y es la principal metáfora que puede constituir el Gnosynaikon) y por encima de todo... tremendamente original. Quien esté pensando "pues esto va a ser Stranger Things versión ciencia"... pues bien, que lo piense; tampoco irá desencaminado. Pero es mucho más que eso. Nuestros personajes tienen vida propia, y la misma capacidad para convertirse en míticos que hayan podido tener Elliot y E.T., Marty MacFly y Doc Brown, o los protagonistas de los Goonies. Solo tenemos que abrirles nuestros corazones y disfrutar del gozo que supone formar parte de su historia y sus decisiones. 

Leed El desafío del Gnosynaikon. Disfrutad de cada una de sus maravillosas ilustraciones, flipad con el cómic. Volved a releerlo, cambiando vuestras decisiones y constatando cómo las ramificaciones de la historia la enriquecen, jugando con el "¿y si...?"; poned de fondo la banda sonora original compuesta por David Herradón, retrotraeros a otra época más ingenua, poneos a prueba buscando e identificando los CIENTOS de referencias ochenteras al cine, cómic, música y cultura en general de los años 80 en forma de nombres de personajes, de lugares, comentarios casuales, citas camufladas en diálogos...



Llegados a este punto, puede que igual incluso os haya convencido de que El desafío del Gnosynaikon es lo más grande que se ha publicado este año en nuestro país. Una obra que merece ser difundida, un esfuerzo que merece ser recompensado. Para mí lo es. De hecho, es lo más grande en lo que he participado nunca en términos de escritura de ficción, guionización de cómics o divulgación científica. Ha sido un auténtico punto de inflexión, la culminación de lo que para mí es una forma de divulgación científica que transciende las barreras más clásicas, una forma diferente: no mejor ni peor que la divulgaicón clásica. Estoy harto de definiciones y definidores, de eruditos que deciden qué es divulgación y qué no, de que nos perdamos en mares de etiquetas (divulgación, popularización, difusión, entretenimiento científico, comunicación científica...) cuando lo realmente importante es que la ciencia ESTÉ AHÍ, en la forma que sea, y se transmita de todos los modos, formas y formatos posibles. La calve está en que cada uno de todos aquellos que sienten la necesidad de transmitir lo que saben de ciencia, o de contribuir a que la ciencia ocupe un lugar en nuestra cultura y día a día tan importante como cualquier otra rama del conocimiento, lo hagamos como mejor sepamos, de la manera que nos llene y satisfaga plenamente, puesto que es la única manera de hacer las cosas realmente bien.

Yo encontré esta manera gracias, en gran parte, a la oportunidad de participar en Principia. Y recordaré 2019  como el año que me confirmó que ESTA es mi forma de contar la ciencia. 
El Gnosynaikon ha supuesto para mí una auténtica puerta al conocimiento y a la realización personal. Os invito a traspasarla y uniros a esta maravillosa aventura.

Solo me resta desearos un feliz 2020, esperando que sea el año del Gnosynaikon y de la literatura de ficción científica.




2 comentarios:

  1. Suena muy interesante Gnosynaikon, la verdad no habia hablar acerca de esta aventura literaria. Investigaré un poco más y de seguro será una de esas literaturas que me apasionan leer. Muchas gracias por compartir esta aventura y que sigan los éxitos.

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