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sábado, 7 de enero de 2017

Una Guinness significativamente deliciosa

Hay un par de razones por las que los resultados científicos constituyen una muy buena aproximación a lo que nos gusta entender como "la verdad". Una de ellas es que las observaciones y los datos obtenidos experimentalmente se ven sujetos a escrupulosos análisis matemáticos, que no entienden de sesgos y manías de esos que a los humanos nos impiden ser objetivos. Gracias a esto, que llamamos "estadística" y que en su día os comenté aquí, podemos afirmar con mayor o menor rotundidad que los efectos que vemos son realmente una diferencia a tener en cuenta y no fruto del azar. En nuestra jerga de frikis científicos, llamamos a los resultados válidos en este sentido "estadísticamente significativos". La otra razón de peso para que estos resultados, además de ser matemáticamente correctos, pasen a formar parte de explicaciones válidas para el objeto/fenómeno que pretenden describir, es lo que se conoce como "revisión por pares". Esto consiste en que cuando consideras que has hecho un hallazgo relevante, y envías tu trabajo a una revista para darlo a conocer al resto de la comunidad científica (y al resto del mundo, en teoría), este es reenviado a otros científicos de tu misma calaña, que idealmente no tienen ningún interés especial en que tu trabajo se publique o no. Y estos se dedican a corregirlo con saña, como si les fuera la vida en ello. La Verdad está en juego, amigos, parecen pensar. Así que, cuando un artículo llega a publicarse, se supone - si todo sale según lo previsto - que una serie de personas formadas, expertas en el tema, y sin ningún interés personal, ha evaluado que la metodología es adecuada, que las observaciones son tan interesantes y certeras como se propone, y que no ha habido alguien antes que haya demostrado lo mismo, o lo contrario. Todo esto muy simplificado, obviamente. Es un sistema que en un mundo utópico plagado de arcoiris y unicornios sería infalible para distinguir "el grano de la paja", el fraude de la autenticidad, y garantizar una ciencia pura, objetiva y metodológicamente impecable. En este mundo moderno donde publicar resultados constituye una finalidad en sí misma, de la que dependen nuestras habichuelas diarias, nuestra valoración y nuestra promoción laboral, donde las revistas luchan por publicar más artículos y más relevantes que sus competidores, donde se paga por publicar y por leer, todo se ha prostituido un poco y a veces es MUY difícil seguir haciendo Buena Ciencia. Pero a pesar de los pesares, la revisión por pares sigue siendo la mejor baza para fiarnos de lo que descubrimos. Y de lo que leemos por ahí.



De verdad que en el post se habla de cerveza, tened paciencia (fuente)

martes, 15 de septiembre de 2015

Vuelta al cole... desde el otro lado

Durante los últimos meses pre-vacaciones, mi mundo laboral sufrió un giro repentino (aunque anticipado) que me ha mantenido más alejado de lo que me hubiera gustado de este querido rinconcito de internet donde comparto mis historias con el resto del mundo (los cuatro gatos que me leéis). Como suele suceder en estos casos, este giro, que no es otro que haberme convertido en profesor (de tardes; de días sigo como investigador infatigable contra viento, marea, recortes y burócratas), me ha ido proporcionando aún más anécdotas y material jugoso que podría haber supuesto numerosos posts, paradójica y frustrantemente (creo que este adverbio no existe; pero voy a dejarlo, que estoy un poco harto de escribir de forma escrupulosamente correcta; ya os contaré, ya...); así que no he querido demorarlo más, y con la vuelta al curso que ha tenido lugar hoy (sí, me han vuelto a contratar para este curso que empieza; soy un genio engañando a mis superiores) me he decidido a escribir por fin un mini-post para romper el hielo. Porque hay muchas, muchísimas cosas que me ha apetecido escribir durante estos frenéticos meses: reflexiones sobre la docencia en general, el funcionamiento de las universidades privadas frente a las públicas, ejemplos de exámenes y ejercicios molones... pero entre todas estas historias que podría contar, una y otra vez me he dado cuenta de que hay algo que amalgama todo y sin lo cual no habría interés alguno en realizar este trabajo, ni mucho menos contarlo. Va a parecer muy obvio, pero creo que no está de más decirlo bien claro. Lo más alucinante de todo, y lo que ha hecho que vuelva con ganas a retomar este frenesí de vida... son los alumnos.

Así les he dado la bienvenida al curso de Biología Celular y Genética Humana. Mejor que quede claro cuanto antes con quién se enfrentan.

Veréis, he estado dando clase en una universidad privada. Es decir, mayormente, lo primero que se piensa de estos chicos es que son unos "niños de papá". Además, me he encargado del grupo de internacional, es decir, que son chavales que vienen de otros países. Por lo tanto, más malcriados aún, podría pensarse. Y todos sabemos que los jóvenes (encima de primer curso, para más cachondeo) son cada vez más descerebrados, más enganchados a lo fugaz, menos capaces de sacrificarse, y blablabla. Yo iba un poco acongojado por todo esto, y cuál fue mi sorpresa cuando día a día, aquella marabunta de casi 50 jóvenes y jóvenas (sí, encima 50; menudo bautismo de fuego como profesor novato) me fueron sorprendiendo con su interés, su respeto hacia el profesor, su preocupación por las notas... obviamente no todos; y algunos jetas he tenido, para darles de comer aparte. Pero haciendo balance, la experiencia ha sido fantástica. El hecho de tener a gente de tantas nacionalidades distintas, algunos de culturas muy diferentes, ha sido enriquecedor y divertido. Claro que han sido muy patanes para la mayoría de cosas... pero a mi me gusta quedarme con las notas de optimismo (mi colega @eulez dice de mí que soy un tipo muy positivo, al final tendrá algo de razón...), que consisten en ese puñado de chavales y chavalas que me han hecho las clases fáciles, que han aprendido de verdad, que me han preguntado y se han interesado por mi trabajo como investigador, que se han reído conmigo pero me han respetado cuando he puesto orden en clase... pero la prueba de que realmente tanto ellos como yo hemos ganado algo especial, la he tenido precisamente entre ayer y hoy, los dos días que he estado volviendo a la universidad y preparando la vuelta al cole. En varias ocasiones me he topado con algunos de mis antiguos alumnos, y en todas ellas la reacción ha sido la misma: se han parado a saludarme, algunos me han preguntado por el verano, otros que qué voy a dar este año, muchos se han defraudado de que no les fuese a dar clase en segundo... incluso alguno al que suspendí sin clemencia pero finalmente aprobó (precisamente recuerdo que le di un buen sermón durante la revisión que espero contribuyese al aprobado final). En general me he sentido querido, y si bien no voy a ser tan ingenuo como para creer que el hecho de que les haya caído bien o se hayan divertido en mis clases tenga que correlacionar de forma causal con un aprendizaje adecuado o un futuro intachable, no puedo dejar de pensar una cosa: que es imposible aprender y mejorar, si uno no se divierte con lo que hace, si no disfruta de algún modo. Tener un profesor con el que te sientes contento de toparte por la calle, creo que no puede significar más que algo bueno. Si me leen profesores más veteranos tal vez me digan que eso es fruto de ser el primer año, o que no significa nada, o que soy un ingenuo y un feliz de la vida; pero yo he aprovechado este tirón de buen rollo para empezar el curso con alegría, para presentarme ante mi nueva clase con renovadas energías. Veremos cómo transcurre el nuevo curso, pero tengo bien claro que voy a intentar disfrutarlo y que lo disfruten.

No puedo terminar este post sin rememorar algunos momentos curiosos del curso pasado, muy resumidos, telegráficamente: 

- Las prácticas de laboratorio comentando series, a raíz de una mosca que entró y alguien exclamó "Hey, it's like Breaking bad!"

- Los exámenes con preguntas frikis, y las aún más frikis respuestas (incluso dibujos) de la muchachada.



Esto es lo que te encuentras en el margen de los exámenes cuando preguntas sobre catecolaminas con un ejemplo de Frodo Bolsón encontrándose a un Nazgûl, o sobre el metabolismo de Peter Parker a la vuelta de luchar con supervillanos (reproducido con permiso de los autores).

- Aprenderme los 50 nombres y sus correspondientes caras, algunos rarísimos (los nombres, digo), con mención especial por haber conseguido distinguir por nombre y apellidos a las cuatro chicas musulmanas que sólo mostraban el rostro (encima eran primas, ¡parecidísimas!) y a los dos gemelos (el cambio de peinado de uno a mitad de curso ayudó; pero a pesar de eso otros profesores no los distinguían).

- Conseguir que uno de los gemelos (el más bandarra) escribiese el último examen con mejor letra que los anteriores (escritos en caracteres cirílicos, a mi entender). Fun fact: olvidó poner el nombre.

- Comentar lo increíble que era Mad Max: Fury Road con un alumno... mientras íbamos de camino a revisar su examen (suspendido, claro).


Y finalmente, la inmensa satisfacción de haber dado un voto de confianza a un par de alumnos en los que noté un potencial desaprovechado, y que me demostraron por otros medios distintos a la tradicional forma de exámenes escritos, que merecían aprobar el curso puesto que su fuerte eran otras formas de trabajar. Si de verdad hay que ir cambiando las formas tradicionales de enseñar y evaluar, como nos dicen hasta la saciedad, habrá que dar oportunidades, y habrá que tener en cuenta las particularidades de la personalidad, los puntos flacos y fuertes, de cada alumno. Es difícil, y yo solo estoy aprendiendo; pero creo que sentir empatía y facilitar la confianza, puede ser una buena vía. Si alguno intenta aprovecharse de ello, estaré atento para dejarle las cosas claras. 

El año que viene, por estas fechas, os contaré si sigo pensando igual. Tal vez escriba un post de rectificación, puesto que debo haber tenido mucha suerte con mi primera clase. Pero me alegro de haber escrito esto, para nunca, nunca olvidar lo grande que puede ser la experiencia de enseñar, y todo lo que uno mismo puede aprender.

Seguiremos informando.






domingo, 19 de abril de 2015

Atención, peligro: ¡CIENCIA!

Hoy he visitado el oceanográfico de Valencia (L'Oceanogràfic), una de las más famosas atracciones de la Ciudad de las Artes y las Ciencias y ciertamente uno de los acuarios más grandes e importantes de Europa (el más grande, dicen ellos). Podría comentar mil cosas al respecto, pero tengo sueño, poco tiempo, y simplemente he querido aprovechar el comentario de una anécdota de la visita para resucitar el blog. A ver si comentando chorradas a  base de posts cortos, publico más a menudo. A ver).  

Resulta que estábamos en la cola, y una chica muy maja con chaleco de "información" ha aprovechado para explicar cómo funcionaban varias cosas. En cierto momento, ha hablado de las entradas combinadas para varias partes de la Ciudad de las Artes y las CIENCIAS (las mayúsculas tienen explicación, seguid leyendo), y ha querido hacer hincapié en que una de dichas combinaciones incluía entrada al Museo de Ciencias Príncipe Felipe. Y entonces ha enfatizado, "pero ojo, que el museo es DE CIENCIA, que está muy bien eh, pero es DE CIENCIA, así que...". Para contextualizar un poco, las otras atracciones que se pueden combinar son el oceanográfico donde nos encontrábamos (todo el mundo tiene claro lo que puede encontrar ahí) y L'Hemisféric, que es un cine IMAX, donde lo que se proyectan son documentales. También ha hecho hincapié en que son DOCUMENTALES. Todos estos hincapiés eran para las familias con niños pequeños; obviamente, al crío de dos años lo puedo llevar a ver delfines, pero no un documental ni un museo. Pero por la forma en que lo ha dicho, iba más allá de referirse a los niños. Claramente pretendía ADVERTIR a los adultos que un museo de ciencia y un sitio donde proyectan documentales podrían defraudarles con una elevada probabilidad. Si esto me lo hubiesen dicho en la cola de un museo de arte, o un estadio de fútbol, o no sé, en el McDonald's (no voy mucho a estos dos últimos sitios, pero bueno, mesentiende), aún podría haberlo comprendido. Pero que en un lugar que pretende promover el conocimiento y respeto por los animales, en un sitio que se llama ciudad de las artes y las CIENCIAS, me ha dejado de piedra. Me dirán algunos que estoy exagerando, que quiero ver más allá o que lo habré mal interpretado. Puede ser. Tampoco soy yo tan obsesivo de la divulgación ni creo que haga falta que todo el mundo se lo pase cañón con las cosas de ciencia, y prueba de ello es que el post que tengo en borradores y que iba a publicar antes que este, va precisamente sobre ciencia aburrida. No es la primera vez que en la sociedad se asocia ciencia con aburrimiento, y en cualquier caso creo que se tiene muy asumido que cualquiera puede pasarse por el museo del prado y pasar un buen rato aun siendo analfabeto, pero si te metes en un museo de ciencia no entenderás nada, te aburrirás hasta la náusea y puede que incluso te obliguen a aprender cosas que no quieres. Seguro que muchos que me lean habrán pensado algo parecido en ocasiones. Y vale, para un niño de dos años puede que esos lugares no sean (aún) especialmente divertidos, pero coartar directamente a niños algo más mayores, o sencillamente transmitir la idea de que lo que expones en tus instalaciones es aburrido en vez de vender la moto de que es la repanocha, es algo que no acabo de comprender. 

En fin, valga esta (absurda) reflexión para resucitar mi pobre Jindetrés, y a ver si me animo y dejo de pensarme el publicar el mentado post sobre ciencia aburrida, para acabar de liarla. 

lunes, 22 de diciembre de 2014

Cuando tus células se jubilan

El término senescencia sugiere vejez, desgaste, edad avanzada. En biología, existe un término conocido como senescencia celular, que se relaciona con la forma en que los tejidos que forman nuestros órganos envejecen, se desgastan y, básicamente, nos dejan hechos un cromo. Pero como sucede muchas veces con la manía que tenemos los científicos de poner etiquetas a las cosas, el tema es más complejo de lo que suena, y la idea que transmite la palabra no se corresponde del todo con la realidad. Vamos a indagar un poco - pero un poco solo, tranquilos - en el tema, porque la verdad es que es un mecanismo fisiológico muy curioso, este de la senescencia celular.

Viñeta cortesía de @MolaSaber, por encargo de un servidor. El tío captó perfectamente la idea, basándose sólo en 140 caracteres de explicación y sin leerse el post (que de hecho aún no estaba ni escrito). No dejéis de seguirle para disfrutar de sus geniales infografías en molasaber.org

jueves, 18 de diciembre de 2014

El secreto estaba en la botella

Sutiles diferencias pueden convertir tu vida en un infierno. En un largo y oscuro infierno. Lo que han de leer no es que le haya pasado a servidor, sino a un conocido (como siempre, pero aquí de verdad). Pero igual valdrá para ilustrar el desasosiego que todo científico ha de sentir al vivir, siquiera de oídas, tan horrendas historias de laboratorio.


Todo comenzó hace mucho, mucho tiempo. Mucho antes de que yo llegase al lugar que ahora habito en general de 8 de la mañana a las 6 de la tarde aproximadamente. Una joven empezaba su doctorado y le encalomaban la proteína con la que debía trabajar; a la que debía arrancar parte de la verdad de la química de la vida. Ahora sería muy largo de explicar, pero resumiendo mucho, para los legos en la materia, solo un apunte. Una técnica muy usada para obtener proteínas (incluso las humanas) es introducirlas en forma de ADN dentro de bacterias (ej.: E. coli, que son muy comunes en tu intestino) y dejar que esas bacterias las produzcan mientras dan vueltas en un bote a más de 200 revoluciones por minuto sobre un agitador orbital (más info aquí). Luego, después de que las bacterias  han pasado de unas microscópicas docenas de individuos a bastantes gramos de masa bacteriana en poco más de una noche, se les extrae la proteína haciéndolas explotar en líquidos bacteria-no-friendly. Todo esto que aquí describo en cuatro líneas es un arte tan complejo biológicamente, tedioso tecnológicamente y con tantas variantes en manera, forma y fondo, que sería una desfachatez no advertir de su dificultad.

http://ecx.images-amazon.com/images/I/614hlLlkaKL.jpg


viernes, 25 de abril de 2014

El baile de los Cromosomas


Lo he visto en cientos de fotos, en decenas de libros, en cochambrosos esquemas desde la escuela hasta el final de la carrera: La Mitosis, la coreografía de la división celular. Un baile asombroso. No importa cuantas veces lo hayas estudiado en aburridos soportes estáticos, cuando lo ves en vivo, casi llegas ha entender la majestuosidad de la vida.
File:Major events in mitosis.svg
Fuente

Por motivos de secreto profesional, entenderán que no les diga el porqué, pero un ayer, después de un experimento fallido, decidí aprovechar aquellas desahuciadas pero aún vivas células. Se me había  ocurrido una idea, pero para llevarla a cabo, primero tenía empujar a esas células al límite de su resistencia y al poderoso microscopio hasta el límite de su resolución. Si superaban la prueba, la primera piedra para un futuro experimento estaría puesta....


Sambodromo de Río (Cromatina)
Yo ya había visto cromosomas en vivo, vosotros también, ya los visteis el otro día cuando os enseñé aquellas grabaciones. Pero, aquella vez, los parámetros que usé para filmar esas células estaban más enfocados a adquirir una visión global de la división celular. Entonces solo pretendía poder seguir el derrotero de la cromatina de cada célula sin preocuparme de distinguir dentro de ese amasijo teñido rojo alguno de los 82 cromosomas que poseen de media los núcleos de las células HeLa. Sin embargo, esta vez quería ver el baile de cerca, lo más cerca y lo más claramente posible. Quería ver si la máquina que tenía entre manos era capaz me mostrarme al menos algunos de los bailarines con todo detalle. Quería ver si era capaz de seguir todos y cada aun de sus movimientos durante la exquisita danza. Ya había visto el Sambódromo, ahora quería ver a las Sambeiras.

Sambeiras (Cromosomas)

Hay un par de cosas a tener en cuenta. La primera es que el término Cromosoma se refiere a una macromolécula de ADN unida a una horda de proteínas que la organizan. Los llamados Cromosomas interfásicos se representarían con una I. Después de la replicación de esas moléculas de ADN, se usa la típica representación en X, que hace referencia al llamado Cromosoma metafásico. este último no es otra cosa que dos I gemelas unidas por el "centro" (Centrómero se llama el lugar por donde se unen). La segunda  cosa es que un cromosoma metafásico dentro de una célula viva sufriendo mitosis no se parece en nada a la típica representación en X que podéis encontrar por ahí. Os prevengo porque no quiero que os perdáis buscando cosas con forma de X imitando a Fred Aster, lo que veréis será más parecido a un unos bailarines de Break dance.



El kit de la cuestión para entender la coreografía está en saber que el bailecito puede dividirse en 4 grandes fases determinadas por los cambios de densidad que  sufre la cromatina a nivel global. Resumiendo mucho se podría decir que cuando una célula no está en el proceso de división (mitosis) se encuentra  en Internase. La Interfase vendría a ser  la "vida normal" de la célula. En ella la célula realiza todos los procesos metabólicos y fisiológicos para los que nació. En Interfase el núcleo esta completo y nuestros cromosómicos bailarines se encuentran en reposo, relajados, expandidos y en proceso copiado... pero cuando el copiado finaliza,  la célula necesita dividirse y empieza el baile.  En Profase, los cromosomas interfásicos despiertan de su relajado letargo y empiezan a condensarse, tensan sus músculos moleculares y el ADN que compone cada cromosoma pasa de ser una fofa y sedentaria macromolécula a una fibrada, ordenada y dinámica estructura. Según se van condensando, los Cromosomas interfásicos (I) gemelos (las  dos moleculas de ADN gemelas, copias exactas que se hicieron en Interfase por cada cromosoma) quedan unidos por su centro (centrómero) dando lugar al Cromosoma metafásico (X), la danza se acelera y con agitados y exaltados movimientos, los suntuosos bailarines se van alineando entorno a un plano imaginario que separa las dos mitades de la célula durante Metafase.  Cuando todos están alineados en un majestuoso equilibrio, los cromosomas hermanos, rompiendo su centrómero, se separan durante Anafase corriendo cada uno, todavía condensados, hacia polos opuestos de la célula. Al final de la Anafase y durante toda la Telofase los cromosomas se descondensan paulatinamente hasta alcanzar el mismo estado relajado que poseían al principio, en Interfase.    

 Aquí podéis ver la cromatina de una célula Hela pasando por las diferentes fases fases de la Mitosis. Recodad que aquí solo vemos el Sambodromo, la resolución no permite ver bailarines individuales.

Este es el fabuloso ritual, que se repite una y otra vez (en líneas celulares inmortales es la historia interminable) con un único objetivo: generar dos células hijas con el mismo número de cromosomas y exactamente la misma información genética. Claro está que la igualdad en el reparto no siempre se consigue. Por muy bien que se baile, que les pregunten a los Cherokee se siempre conseguían lluvia.



Bueno, pues eso, que a lo que venía era a mostraros de nuevo el vivo el baile, lo más de cerca que la tecnología a mi alcance me dejo grabar .


Ahí estaban, para los ojos legos en la materia, el tumulto embarullado de gusanos rojos, más que bailarines, parecen un grupo de seres enloquecidos bailando el Harlmem shake. Pero para el docto en la materia o para aquel que sea capaz de mirar el vídeo dos o tres veces, se verán claramente algunos cromosomas aislados; de dos a tres bailarines despistados, en la parte izquierda del núcleo más brillante que queda en la parte superior de la imagen, justo antes de su metafase. Este espectáculo que dura al rededor de una hora a fotograma cada tres minutos y muy justito de láser, era máxima resolución espacio-temporal que podía conseguir. Para ver con más precisión necesitaba más láser y fotogramas cada menos minutos, pero ya perdí la cuenta de las células que murieron valientemente bloqueas en una Profase sin fin con los bailarines desubicados, despistados y perdidos por los efectos perniciosos de tanta radiación en tan poco tiempo. Lo que había visto casi era suficiente, pero ni las células ni la magnífica máquina habían superado la prueba. Sin embargo aun albergaba un as en la manga: había más células en el incubador, un Pepino-microscopio aun más grande el el cuarto de al lado y más días que longanizas x 6,23x10^23




domingo, 9 de marzo de 2014

Una legión de Super Seiyan...


Era un día como otro cualquiera en el laboratorio. El día anterior había realizado una transfección rutinaria para expresar una proteína con la que estamos trabajando. El procedimiento fue el de siempre. Usamos uno de esos reactivos comerciales para introducir un plásmido en unas células HeLa. Este plásmido expresaba nuestra proteína unida a otra llamada GFP (una proteína verde fluorescente). Hasta el momento habíamos trabajado con nuestra proteína usando  técnicas como el Western Blot.  Pero aquel día me disponía a llevar a cavo un experimento diferente. Habíamos pensado que sería muy interesante poder ver en qué parte de la célula se encontraba nuestra dichosa proteína y cómo se comportaba durante el proceso de mitosis celular. Las células HeLa que utilicé tienen una peculiaridad: con anterioridad, marcamos su cromatina (ADN + proteínas que lo empaquetan) de rojo, mediante una proteína llamada mCherry unida a una de esas proteínas que empaquetan el ADN. Esta característica hace posible poder seguir el destino de la cromatina durante todo el ciclo de división celular y es una técnica muy usada en los laboratorios de biología celular.

Para ver estas cosas, ahora, disponemos de microscopios capaces de hacer verdaderas películas. Sí, grabamos a nuestras minúsculas células, las espiamos durante su vida diaria para ver cómo se comportan ellas y las moléculas que llevan dentro.
Pues bien, cuál fue mi desilusión cuando, ya una vez en el monstruoso microscopio, comprobé que la transfección rutinaria no había funcionado todo lo bien que debiera.  Normalmente, se asume que una transfección es buena cuando más de un 50% de las células expresan la proteína que les has introducido. Mi transfección aquel día no superaba el 5%, lo supe en cuanto pulsé el gatillo del láser…. Solo unas pocas células brillaban verdes, ¿dónde demonios estaba mi proteína fusionada con GFP? ¿por qué no la expresaban las malditas…?

En fin, era ya tarde y decidí que, aunque había pocas células de color esmeralda, con un poco de suerte alguna de ellas se dividiría (entraría en mitosis) durante la noche, permitiéndome ver la localización de mi proteína en el film a la mañana siguiente. Así que busqué unas cuantas células verdes entre la multitud oscura (solo visible por sus núcleos rojos), fijé sus posiciones y punto focal en la tabla de coordenadas, ajusté los fotogramas por minuto y la intensidad de los láseres, apague las luces del control de mandos, pulsé el botón que iniciaba la grabación continúa durante 10 horas y me fui a dormir como un niño la noche de reyes…

…y, a la mañana siguiente cuál fue mi sorpresa cuando, allí, en un rincón de la pantalla, una oscura célula se incendió de verde ante mis ojos, nunca lo había visto antes. Había grabado la síntesis súbita de GFP. Muchas lo hicieron, se incendiaron una tras otra, sin prisa pero sin pausa...





La explicación era simple, se me había pasado por alto que el protocolo utilizado para introducir el ADN tiene un efecto paulatino y el máximo de expresión de la proteína, cuando se mide por Western Blot,  se alcanza a partir de las 48h después de la transfección. Yo había puesto las células bajo el microscopio tan solo 24h después.

Además, hubo suerte, algunas de las células que ya eran verdes al principio de la grabación, se dividieron, permitiéndonos ver como se comportaba nuestra proteína en relación con la posición de la cromatina marcada de rojo. Sea como fuere, yo, me volví al laboratorio desde la sala del microscopio con la sensación de haber presenciado la transformación de una legión de Super Saiyan.



Nota: Los asiduos lectores del blog habrán notado que, aunque el menda no es que sea muy prolijo en contribuciones bloguiles, en los últimos tiempos aún ha decaído más. Esto se ha debido en parte a la falta de ideas pero también a la falta del tiempo para profundizar en algunas de ellas con el detalle y la rigurosidad que a servidor le gusta. Lo que pretendo con este cortofrikipost es iniciar una serie de post cortos introduciendo algunos conceptos biológicos, bioquímicos y de rutinas de laboratorio de la manera más amena que pueda. No entraré con mucho detalle en ninguno de ellos (que luego salen post muy completos pero son un tostón y volvemos a lo de la falta de tiempo). En su lugar, pido a los lectores que tengan dudas acerca de ellos o de otros que se les ocurran, que nos pregunten directamente. Aunque algunos los enlazaré directamente con la socorrida wiki o con posts relacionados, por si alguno no se puede resistir a alcanzar el saber.