Por alguna razón siempre cambio de tercio por esta época del año. En una ventana del calendario muy muy cercana a mi llegada a estas tierras. Efeméride que mi señora madre celebra como la antítesis de mi cumpleaños. Y para seguir la tradición aquí traigo unas notas chabacanas y algunas reflexiones absurdas sobre mi segundo postdoc. Un periodo de pelín más de 4 años, entre las paredes de uno de los institutos del todopoderoso Max Planck alemán.
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martes, 13 de junio de 2017
Fin de la Segunda parte: sin regreso.
por
banchsinger
miércoles, 27 de abril de 2016
Los Hijos del Protocolo y la Reproducibilidad Experimental
por
banchsinger
Al hacer
ciencia todo debe quedar reflejado en el cuaderno de laboratorio. Al preparar
una pócima (literal o metafóricamente hablando) debe quedar debidamente
registrado cada ingrediente, su procedencia, el orden en que lo añades, el
tiempo de cocción, la temperatura y las palabras mágicas exactas. La detallada
receta, si funciona en su cometido, se convertirá en Protocolo y se erigirá
inevitable y sagrada hoja de ruta que asegurará que tú u otra persona pueda
repetir tamaño elixir (o resultado experimental) cuantas veces quiera en
cualquier lugar y en cualquier momento… y serás feliz y comerás perdices… pero
solo en teoría como si de un puñetero cuento se tratase.
lunes, 12 de octubre de 2015
La paciencia es la madre de la ciencia
por
banchsinger
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Esta frase con rima es, con toda probabilidad, la que más se ha repetido en mi cabeza mientras trabajo desde que empecé mi doctorado hace muchos muchos años. No porque la haya puesto en práctica a menudo, sino por todo lo contrario. Todas las veces que la impaciencia, la prisa o la euforia han mandado por la barranquilla el experimento del momento; o cuando el protocolo manda esperar más de lo que mis nerviosos nervios pueden aguantar, he recordado a mi abuela mientras me la decía cuando siendo crío me intentaba enseñar ganchillo o evitaba que yo, azada en mano, me cargarse toda la cosecha de patatas.
Esta es una de esas sabias sentencias populares válidas para casi cualquier actividad humana, como la de “el que mucho corre pronto para” o la de “las prisas son malas consejeras”, cuyo verdadero alcance y rango de aplicación solo se llegan a comprender años después de haberlas oído por vez primera. Pero además, esta sentencia tiene algo especial para mi tanto por quien me la enseñó (persona que conoce mucho las labores de tierra y pocos los libros, aunque sabe leer, escribir y bastante de cuentas), como por el significado dentro de los mecanismos en la base de las ciencias experimentales.
Si amigos, la paciencia es clave pa(rala)ciencia. Tan importante como una madre para sus hijos o para las manos del artesano. La paciencia en ciencia es esfuerzo, lentitud, espera, repetición, aburrimiento y desesperación pero también es estudio, pensamiento, raciocinio, meditación, cautela y precisión. Eso y más, de lo guay y de lo menos guay, todo junto casi inseparable. Diametralmente opuesto a lo que, muy de refilón, se muestra en CSI y demás series guayonas donde la “ciencia” aparece como cosa de listos listísimos, que usando aparatos aparatísimos, resuelven cualquier misterio en un periquete.
En la ciencia real hasta el más listo necesita paciencia. Los que intentamos divulgar la ciencia solemos decir que la ciencia es divertida. Lo es, por eso estamos aquí. Sin embargo, desde mi punto de vista, esta diversión es una percepción global acerca de la ciencia. Preguntarse las preguntas adecuadas, indagar en su respuesta y encontrar la solución un problema suele percibirse como algo divertido, casi detectivesco. Hemos pasado de percibir las ciencias naturales como una cosa aburrida, de los tiempos de la EGB y documentales de La 2 de RTVE, a percibir como algo que puede llegar a ser extremadamente divertido, en programaciones de TV recientes (en Órbita Laika, por ejemplo). Y por el camino nos hemos olvidado de contar lo que en realidad la ciencia entraña. Se nos ha llenado la boca de contar (aburrida o divertidamente) los experimentos exitosos que han llevado a descubrimientos increíbles. No obstante, se nos ha olvidado mencionar que muchos otros experimentos han sido un fracaso y que además, en cualquier caso, la mayoría de ellos, exitosos o no, han exigido paciencia infinita.
Paciencia infinita, primero para desarrollar un protocolo experimental, lo que puede llevar años. Paciencia después, para ejecutar ese protocolo de manera que responda tus preguntas, que puede llevar semanas o meses, porque además cada paso lleva su tiempo. Paciencia para más tarde ejecutarlo tantas veces, más de tres como mínimo, como sea necesario para estar seguro del resultado (no sea que una de las veces te haya salido de chiripa). Y luego ya, para buscar y realizar otro protocolo experimental alternativo que apoye que has encontrado con primero, si es que has encontrado algo. Y si no, vuelta a empezar, sin nada, con las manos vacías. Bueno no, con las manos vacías no, por lo menos ahora sabrás por donde no tienes que volver a poner los pies. Y así siempre, paciencia infinita.
En los tiempos de la inmediatez y el termociclador que nos ha tocado vivir, parece que la paciencia no tiene cabida porque la tecnología se la come con fuerza bruta. Pero no, la paciencia sigue en la base de la ciencia pero escalada hacia arriba. Por ejemplo, hace 30 años amplificar y clonar un solo gen era objetivo y tema de tesis doctoral de varios años. Las PCRs (Reaciones en cadena de la polimerasa) para amplificar un gen se hacían a mano, pasando los botes entre baños de agua caliente o fría tantas veces como fuese necesario. Días enteros para hacer algo que hoy un termociclador hace en tres horas apretando un botón. Sin embargo, hoy eso de clonar un gen ha pasado a ser una simple frase en un esquema experimental (todo el mundo sabe cómo se hace) y el tema de la tesis puede ser clonar 100 genes y expresar sus proteínas en un organismo diferente, para luego purificarlas y generar cristales para conocer su estructura. Paciencia infinita. Porque clonar mil genes no es moco de pavo ni aun hoy, pero expresarlos exitosamente puede ser un infierno, y ya no os cuento la broma de generar cristales para todas ellas... y que luego además los cristales sean buenos.
En fin, que eso, que la ciencia es bonita y hasta divertida, pero detrás del brillo (más o menos brillante) de sus descubrimientos y procedimientos, está hecha de paciencia. Paciencia de artesano, paciencia de paciente, paciencia de pescador, paciencia de padre y madre, paciencia de buen maestro. Esa paciencia desde fuera, una vez alcanzado el objetivo perseguido, pasa desapercibida como los cimientos del magnífico edificio. Va siendo hora de que quede claro de que las virtudes que percibimos de la ciencia se pagan con tiempo y esfuerzo (a muchos niveles), que no es otra cosa que paciencia. Esto lo resume casi perfectamente una frase de Pablo Sarasate:
" He practicado catorce horas diarias durante treinta y siete años, ¡y ahora me llaman genio!”
Esa es la reflexión que quería hacer aquí hoy mientras espero enervao entre toma de imágenes y toma de imágenes a los mandos de un avanzadísimo y a la vez lentísimo microscopio confocal de barrido.
Esta es una de esas sabias sentencias populares válidas para casi cualquier actividad humana, como la de “el que mucho corre pronto para” o la de “las prisas son malas consejeras”, cuyo verdadero alcance y rango de aplicación solo se llegan a comprender años después de haberlas oído por vez primera. Pero además, esta sentencia tiene algo especial para mi tanto por quien me la enseñó (persona que conoce mucho las labores de tierra y pocos los libros, aunque sabe leer, escribir y bastante de cuentas), como por el significado dentro de los mecanismos en la base de las ciencias experimentales.
Si amigos, la paciencia es clave pa(rala)ciencia. Tan importante como una madre para sus hijos o para las manos del artesano. La paciencia en ciencia es esfuerzo, lentitud, espera, repetición, aburrimiento y desesperación pero también es estudio, pensamiento, raciocinio, meditación, cautela y precisión. Eso y más, de lo guay y de lo menos guay, todo junto casi inseparable. Diametralmente opuesto a lo que, muy de refilón, se muestra en CSI y demás series guayonas donde la “ciencia” aparece como cosa de listos listísimos, que usando aparatos aparatísimos, resuelven cualquier misterio en un periquete.
En la ciencia real hasta el más listo necesita paciencia. Los que intentamos divulgar la ciencia solemos decir que la ciencia es divertida. Lo es, por eso estamos aquí. Sin embargo, desde mi punto de vista, esta diversión es una percepción global acerca de la ciencia. Preguntarse las preguntas adecuadas, indagar en su respuesta y encontrar la solución un problema suele percibirse como algo divertido, casi detectivesco. Hemos pasado de percibir las ciencias naturales como una cosa aburrida, de los tiempos de la EGB y documentales de La 2 de RTVE, a percibir como algo que puede llegar a ser extremadamente divertido, en programaciones de TV recientes (en Órbita Laika, por ejemplo). Y por el camino nos hemos olvidado de contar lo que en realidad la ciencia entraña. Se nos ha llenado la boca de contar (aburrida o divertidamente) los experimentos exitosos que han llevado a descubrimientos increíbles. No obstante, se nos ha olvidado mencionar que muchos otros experimentos han sido un fracaso y que además, en cualquier caso, la mayoría de ellos, exitosos o no, han exigido paciencia infinita.
Paciencia infinita, primero para desarrollar un protocolo experimental, lo que puede llevar años. Paciencia después, para ejecutar ese protocolo de manera que responda tus preguntas, que puede llevar semanas o meses, porque además cada paso lleva su tiempo. Paciencia para más tarde ejecutarlo tantas veces, más de tres como mínimo, como sea necesario para estar seguro del resultado (no sea que una de las veces te haya salido de chiripa). Y luego ya, para buscar y realizar otro protocolo experimental alternativo que apoye que has encontrado con primero, si es que has encontrado algo. Y si no, vuelta a empezar, sin nada, con las manos vacías. Bueno no, con las manos vacías no, por lo menos ahora sabrás por donde no tienes que volver a poner los pies. Y así siempre, paciencia infinita.
En los tiempos de la inmediatez y el termociclador que nos ha tocado vivir, parece que la paciencia no tiene cabida porque la tecnología se la come con fuerza bruta. Pero no, la paciencia sigue en la base de la ciencia pero escalada hacia arriba. Por ejemplo, hace 30 años amplificar y clonar un solo gen era objetivo y tema de tesis doctoral de varios años. Las PCRs (Reaciones en cadena de la polimerasa) para amplificar un gen se hacían a mano, pasando los botes entre baños de agua caliente o fría tantas veces como fuese necesario. Días enteros para hacer algo que hoy un termociclador hace en tres horas apretando un botón. Sin embargo, hoy eso de clonar un gen ha pasado a ser una simple frase en un esquema experimental (todo el mundo sabe cómo se hace) y el tema de la tesis puede ser clonar 100 genes y expresar sus proteínas en un organismo diferente, para luego purificarlas y generar cristales para conocer su estructura. Paciencia infinita. Porque clonar mil genes no es moco de pavo ni aun hoy, pero expresarlos exitosamente puede ser un infierno, y ya no os cuento la broma de generar cristales para todas ellas... y que luego además los cristales sean buenos.
En fin, que eso, que la ciencia es bonita y hasta divertida, pero detrás del brillo (más o menos brillante) de sus descubrimientos y procedimientos, está hecha de paciencia. Paciencia de artesano, paciencia de paciente, paciencia de pescador, paciencia de padre y madre, paciencia de buen maestro. Esa paciencia desde fuera, una vez alcanzado el objetivo perseguido, pasa desapercibida como los cimientos del magnífico edificio. Va siendo hora de que quede claro de que las virtudes que percibimos de la ciencia se pagan con tiempo y esfuerzo (a muchos niveles), que no es otra cosa que paciencia. Esto lo resume casi perfectamente una frase de Pablo Sarasate:
" He practicado catorce horas diarias durante treinta y siete años, ¡y ahora me llaman genio!”
Esa es la reflexión que quería hacer aquí hoy mientras espero enervao entre toma de imágenes y toma de imágenes a los mandos de un avanzadísimo y a la vez lentísimo microscopio confocal de barrido.
jueves, 18 de diciembre de 2014
El secreto estaba en la botella
por
banchsinger
Sutiles diferencias
pueden convertir tu vida en un infierno. En un largo y oscuro infierno. Lo que
han de leer no es que le haya pasado a servidor, sino a un conocido (como
siempre, pero aquí de verdad). Pero igual valdrá para ilustrar el desasosiego
que todo científico ha de sentir al vivir, siquiera de oídas, tan horrendas
historias de laboratorio.
Todo comenzó hace
mucho, mucho tiempo. Mucho antes de que yo llegase al lugar que ahora habito en
general de 8 de la mañana a las 6 de la tarde aproximadamente. Una joven
empezaba su doctorado y le encalomaban la proteína con la que debía trabajar; a
la que debía arrancar parte de la verdad de la química de la vida. Ahora sería
muy largo de explicar, pero resumiendo mucho, para los legos en la materia,
solo un apunte. Una técnica muy usada para obtener proteínas (incluso las
humanas) es introducirlas en forma de ADN dentro de bacterias (ej.: E. coli,
que son muy comunes en tu intestino) y dejar que esas bacterias las produzcan
mientras dan vueltas en un bote a más de 200 revoluciones por minuto sobre un agitador orbital (más info aquí). Luego, después de
que las bacterias han pasado de unas microscópicas docenas de individuos
a bastantes gramos de masa bacteriana en poco más de una noche, se les extrae
la proteína haciéndolas explotar en líquidos bacteria-no-friendly. Todo
esto que aquí describo en cuatro líneas es un arte tan complejo biológicamente,
tedioso tecnológicamente y con tantas variantes en manera, forma y fondo, que
sería una desfachatez no advertir de su dificultad.
jueves, 26 de junio de 2014
Animales de experimentación: héroes anónimos.
por
banchsinger
Aunque hace ya muchos años que vivo por y para la ciencia, he sido uno de esos científicos dedicados a las ciencias de la vida que ha tenido la suerte de no tener que trabajar directamente con animales casi nunca. Lo hice muy al principio de mi carrera, cuando aun era solo un grumete, sin las ideas claras de un marinero de derrota; únicamente observando y ayudando a una doctoranda que realizaba su tesis doctoral. Ya casi se me había olvidado lo que se siente al trabajar con animales... ayer quise acompañar a un colega al animalario y solo vi héroes, pero de los de verdad, no esos piltrafillas de la Marvel.
Quizá el término héroe suene efectista y desmedido, pero para mí aquella situación encarna, como pocas veces he visto en mi vida, el coraje más épico que se pueda ver fuera de la gran pantalla o de las buenas novelas. La valentía tranquila de los hechos cotidianos que aquellos tres seres vivos mostraron fue precisamente lo contrario a la acción y el fragor de una de una batalla. Una cuidadora que arrullaba al blanco conejo de laboratorio como si fuese su propia madre. Un conejo de laboratorio que estaba tranquilo como el niño que se adormece en brazos de sus progenitores. Y mi colega, consumado científico que, detestando profundamente la ciencia cada vez que empieza a preparar la mezcla de péptidos para inyectar, saca el temple de dios sabe donde para calmar su pulso que un minuto antes parecía una atracción de feria. Después de tres inyecciones hipodérmicas, la cobaya ni siquiera se alteró y tras recibir una barrita de pienso de la mano de la cuidadora, volvió calmadamente a su jaula para empezar a producir anticuerpos que luego usaremos en nuestra rutina diaria en el laboratorio para por ejemplo revelar un “western blot”.
Hoy también he ido al animalario, esta vez he acompañado a otra compañera que se disponía a organizar unas simpáticas ranitas hembra de la especie Xenopus laevis en cajas, para inyectarles una hormona que las haga desovar hoy por la noche. En el laboratorio usamos el contenido de los huevos para hacer un extracto de proteínas extraordinariamente concentrado que podemos usar para hacer toda clase de experimentos. Esta especie de tortilla contiene semejante montón y variedad de proteínas que sería prácticamente imposible producirlas por otros medios más simples, como usando bacterias. Pues bien, de nuevo la misma conducta que anteriormente, pulso firme y delicado evitando cualquier tipo de rudeza. Contándome entre rana y rana el temor a hacerles daño y las semanas sin dormir cambiando el agua de los tanques cada pocas horas y dándoles medicación una por una a las casi 300 ranas cuando sufren un brote de salmonela. Viendo el acuario se podrá pensar que es triste y que están aburridas, yo lo estaría. Sin embargo la mayoría alcanzan los 15 años de edad, que es prácticamente el máximo que algunas alcanzan en libertad.
Se ha de decir que no siempre es así. Muchas son las veces que las cobayas se alteran y sufren. No todos los protocolos experimentales son tan inocuos como los que os acabo de contar, en algunos casos los experimentos dejan clavadas en nuestra retina imágenes bastante duras. Y la verdad deber ser dicha, al final la mayoría de las cobayas son sacrificadas, si no por razones experimentales, por cuestiones de seguridad o para que no sean usadas fuera del ámbito académico ante la imposibilidad de servir para otros experimentos y lo peligroso que podría ser que abandonaran un ambiente controlado. Pero no se equivoquen, el que viste la bata es tan humano como cualquiera, si no más. Y esa es la razón por la que los científicos que trabajan con animales no disfrutan de su trabajo con ellos, no son inmunes al dolor ajeno, sea humano o animal. Y si lo fueran, serían retirados de su trabajo. Las pautas y protocolos de experimentación animal son extremadamente estrictos y asépticos. A cualquiera que se le ocurra infligir gratuitamente y de forma deliberada el mínimo dolor a las cobayas se le caerá el pelo hasta de las pestañas. Creo que el Dr. Litos entrará un poco más en detalles en los recovecos de la legislación vigente acerca del trato de animales de laboratorio. El llegar a conocer aunque solo sea someramente todas las trabas económicas y legales y el cómo afrontan los científicos la experimentación con animales dará una idea de por qué se intenta evitar la experimentación con animales. Los animales de laboratorio solo se usan cuando no hay otro remedio, cuando ningún otro modelo más simple puede ser usado para obtener resultados fiables al mismo nivel.
Por eso, a los que trabajamos o somos cercanos a la experimentación con animales nos enfadan ciertas actitudes cerriles, pretendidamente tuertas (por aquello de mirar restringidamente) y sordas que solo saben gritar sin atender a razones, esgrimiendo fotografías y documentales sensacionalistas, la mayoría de dudosa veracidad, fecha o muy poco comunes en lo que a experimentación con animales se refiere. Gran parte de la culpa de estos movimientos anti experimentación animal han surgido en parte por culpa nuestra, de los científicos. No nos hemos propuesto explicar qué se hace en realidad con los animales de laboratorio, e imágenes de tiempos arcanos y épocas más oscuras se han afianzado en el acervo popular haciendo parecer a los científicos que trabajan con animales sádicos torturadores sin escrúpulos. Es cierto que de vez en cuando, estrictamente hablando acerca de experimentación científica con animales, explota el escándalo porque en no se qué laboratorio se han hecho a experimentos con animales a escondidas y con dudosa moralidad. Crucificar la experimentación con animales por hechos aislados, que además son perseguidos por la ley, es como pretender el parar de construir edificios cuando uno o dos se desploman porque los constructores usaron materiales de mala calidad.
Salvo penosas excepciones, la investigación y experimentación con animales tiene un objetivo final muy claro, ayudar al ser humano y a otros seres vivos mediante el entendimiento de la materia viva. Es cierto que trabajando con animales pasa igual que pasa en cualquier otro tipo de experimentación: tras mucho trabajo, dinero, sufrimiento y tiempo, a veces al final de la investigación no se encuentra nada útil. Muchos podéis pensar que esto es una pérdida de tiempo y de dinero y que las cobayas han podido sufrir y morir por nada, pero parad atentos a lo siguiente: la mayoría de los fármacos, técnicas quirúrgicas y tecnologías que nos salvan la vida diariamente se cimientan sobre el sacrificio de aquellos que mostraron cuál NO era el camino. Toda investigación se inicia con un objetivo, si se supiese que no se iba a cumplir, pues no se empezaría, parece de perogrullo, pero a muchos se les olvida.
Por mi parte, cada vez que veo una manifestación anti experimentación animal no puedo evitar preguntarme si esa gente gritando enfervorecida tiene seres queridos o incluso mascotas. No puedo creer que ninguno de ellos se esté beneficiando directa o indirectamente de una vida salvada por aquel grupo de ratones que se usó en los ensayos clínicos del fármaco para la leishmaniosis canina o del cochino que puso a punto el bypass coronario. Quizá sea simplista y/o extremista, pero no puedo evitar preguntarme si saben realmente de lo que están hablando; si no lo saben, se les ha engañado, si de verdad lo saben, entonces no entiendo su comportamiento. Por eso hay que explicar que la experimentación con animales, como es inevitable, se realiza supervisada por comités de ética y los más férreos controles administrativos. El que quiera ver conspiraciones de malvados torturadores en oscuras torres de castillo, que los vea, la realidad es la que es: los animales se usan cuando no hay otro remedio, y es verdad que a veces sufren, pero su sufrimiento se minimiza todo lo humanamente posible. Y esto podrá parecer bien o mal o se preferirá mirar para otro lado, pero siendo fríos, se ven escenas más duras en el día a día de un hospital que un laboratorio de experimentación animal y en ambos sitios tienen como objetivo último mejorar la vida de la gente.
Desde mi punto de vista, negarse a la experimentación con animales es ser un suicida o creerse por encima de las capacidades del ser humano. Es cierto que en este campo, como en cualquier aspecto de la vida, se han de encontrar ejemplos de aprovechados, avariciosos y delincuentes sin escrúpulos, por ello hay que exigir que la experimentación esté controlada y que las violaciones de la ley se persigan y penen como corresponde. Sin embargo, oponerse de manera radical a esta práctica científica es pegarle fuego a tu casa contigo dentro. Me perdonarán los puristas, pero para mi, los animales de laboratorio son para nosotros algo así como los búfalos fueron para los nativos americanos. En ellos descansa gran parte de los cimientos de nuestra civilización. Queriendo o sin querer les debemos lo mismo que a otros héroes anónimos.
domingo, 9 de marzo de 2014
Una legión de Super Seiyan...
por
banchsinger
Era un día como otro cualquiera en el laboratorio. El día anterior había realizado una transfección rutinaria para expresar una proteína con la que estamos trabajando. El procedimiento fue el de siempre. Usamos uno de esos reactivos comerciales para introducir un plásmido en unas células HeLa. Este plásmido expresaba nuestra proteína unida a otra llamada GFP (una proteína verde fluorescente). Hasta el momento habíamos trabajado con nuestra proteína usando técnicas como el Western Blot. Pero aquel día me disponía a llevar a cavo un experimento diferente. Habíamos pensado que sería muy interesante poder ver en qué parte de la célula se encontraba nuestra dichosa proteína y cómo se comportaba durante el proceso de mitosis celular. Las células HeLa que utilicé tienen una peculiaridad: con anterioridad, marcamos su cromatina (ADN + proteínas que lo empaquetan) de rojo, mediante una proteína llamada mCherry unida a una de esas proteínas que empaquetan el ADN. Esta característica hace posible poder seguir el destino de la cromatina durante todo el ciclo de división celular y es una técnica muy usada en los laboratorios de biología celular.
Para ver estas cosas, ahora, disponemos de microscopios capaces de hacer verdaderas películas. Sí, grabamos a nuestras minúsculas células, las espiamos durante su vida diaria para ver cómo se comportan ellas y las moléculas que llevan dentro.
Pues bien, cuál fue mi desilusión cuando, ya una vez en el monstruoso microscopio, comprobé que la transfección rutinaria no había funcionado todo lo bien que debiera. Normalmente, se asume que una transfección es buena cuando más de un 50% de las células expresan la proteína que les has introducido. Mi transfección aquel día no superaba el 5%, lo supe en cuanto pulsé el gatillo del láser…. Solo unas pocas células brillaban verdes, ¿dónde demonios estaba mi proteína fusionada con GFP? ¿por qué no la expresaban las malditas…?
En fin, era ya tarde y decidí que, aunque había pocas células de color esmeralda, con un poco de suerte alguna de ellas se dividiría (entraría en mitosis) durante la noche, permitiéndome ver la localización de mi proteína en el film a la mañana siguiente. Así que busqué unas cuantas células verdes entre la multitud oscura (solo visible por sus núcleos rojos), fijé sus posiciones y punto focal en la tabla de coordenadas, ajusté los fotogramas por minuto y la intensidad de los láseres, apague las luces del control de mandos, pulsé el botón que iniciaba la grabación continúa durante 10 horas y me fui a dormir como un niño la noche de reyes…
…y, a la mañana siguiente cuál fue mi sorpresa cuando, allí, en un rincón de la pantalla, una oscura célula se incendió de verde ante mis ojos, nunca lo había visto antes. Había grabado la síntesis súbita de GFP. Muchas lo hicieron, se incendiaron una tras otra, sin prisa pero sin pausa...
La explicación era simple, se me había pasado por alto que el protocolo utilizado para introducir el ADN tiene un efecto paulatino y el máximo de expresión de la proteína, cuando se mide por Western Blot, se alcanza a partir de las 48h después de la transfección. Yo había puesto las células bajo el microscopio tan solo 24h después.
Además, hubo suerte, algunas de las células que ya eran verdes al principio de la grabación, se dividieron, permitiéndonos ver como se comportaba nuestra proteína en relación con la posición de la cromatina marcada de rojo. Sea como fuere, yo, me volví al laboratorio desde la sala del microscopio con la sensación de haber presenciado la transformación de una legión de Super Saiyan.
Además, hubo suerte, algunas de las células que ya eran verdes al principio de la grabación, se dividieron, permitiéndonos ver como se comportaba nuestra proteína en relación con la posición de la cromatina marcada de rojo. Sea como fuere, yo, me volví al laboratorio desde la sala del microscopio con la sensación de haber presenciado la transformación de una legión de Super Saiyan.
Nota: Los asiduos lectores del blog habrán notado que, aunque el menda no es que sea muy prolijo en contribuciones bloguiles, en los últimos tiempos aún ha decaído más. Esto se ha debido en parte a la falta de ideas pero también a la falta del tiempo para profundizar en algunas de ellas con el detalle y la rigurosidad que a servidor le gusta. Lo que pretendo con este cortofrikipost es iniciar una serie de post cortos introduciendo algunos conceptos biológicos, bioquímicos y de rutinas de laboratorio de la manera más amena que pueda. No entraré con mucho detalle en ninguno de ellos (que luego salen post muy completos pero son un tostón y volvemos a lo de la falta de tiempo). En su lugar, pido a los lectores que tengan dudas acerca de ellos o de otros que se les ocurran, que nos pregunten directamente. Aunque algunos los enlazaré directamente con la socorrida wiki o con posts relacionados, por si alguno no se puede resistir a alcanzar el saber.
domingo, 12 de enero de 2014
Y al final, cada uno en su atalaya.
por
banchsinger
Llevo una hora sentado mirando por la ventana,
viendo el desierto a 900 metros de altura en que nací, frente a una página en
blanco, volando a metro y medio del suelo y pensado en que más puedo hacer yo, un
cientifiquillo del montón por la ciencia (y al fin y al cabo, por la sociedad
de este país). Solo veo un muro, un
abismo.
miércoles, 7 de agosto de 2013
Llama a ira, verlos caer.
por
banchsinger
NOTA DEL DR. LITOS: pensaba publicar un post titulado "cerrado por vacaciones", pero el amigo, compañero y mercenario de la ciencia Banchsinger, tras regresar a Alemania y habiéndonos visitado recientemente en el que fue su laboratorio y sigue siendo el mío, me pidió por favor publicar esta misiva; cosa que en ningún momento dudé hacer, dada no sólo la actualidad de lo narrado sino la visceralidad y sinceridad que emanan todas sus palabras, las cuales suscribo al milímetro y no hubiese sido, seguramente, capaz de expresar tan rotunda y certeramente. Una muestra más de los preclaros científicos y la voluntariosa gente que exportamos sin pretenderlo a otros lugares, para que cada uno saque sus conclusiones. Sin más, os dejo con sus palabras.
...de vuelta entre
los bárbaros*... empezando a afilar mis pipetas, despertando al microscopio...
Aquí
estoy de nuevo, después de otras vacaciones visitando a los míos. También
volviendo de pisar los suelos de ese viejo edificio del CSIC apuntalado con mil
reformas donde se forjó el científico que soy. Siempre que vuelvo, intento
visitar a mis viejos compañeros, quizá porque siempre soy recibido entre
sonrisas, también porque solo tengo buenos recuerdos, porque de lo que soy
ahora, ellos tienen gran parte de culpa, porque algunos son mis amigos. Esta
vez no fue diferente porque tienen el coraje y la resiliencia de los titanes.
Para mí fue
diferente. Entré con el temor de no volver a recorrer los pasillos del viejo
edificio, y lo que es peor, salí con la mala hostia de pensar que aquellos a
los que dejé detrás de esos muros partiéndose la cara contra enfermedades de
todo tipo y lagunas inmensas en el conocimiento del hombre, habrán sangrado en
vano largos años, desdeñados por la conjura de los necios.
No voy ha hacer
análisis detallado de la situación del CSIC, se debe saber lo que se dice, ser
un experto con todo el peso del término (otros ya lo han hecho extensa y
convenientemente). Y además, se debe ser imparcial y uno no puede serlo nublado
por la ira. De lo único que sé es de la ciencia que practico, de eso sí soy un
poco experto. Esa ciencia dice que cuando la presión del fluido supera a la de
la integridad del contenedor, el sistema revienta. Para evitarlo en mis propias carnes, voy a desahogarme un poco en vez de liarme a echar maldiciones
cuyo significado nadie de por aquí siquiera imagina. No soy analista
económico-político pero lo que sí puedo hacer es explicar lo que veo, lo
que siento y lo que pienso después de ver y leer día tras día como los
mamarrachos que nos gobiernan o gobernaron no solo nos estafan, sino que además
se ríen en nuestra cara.
Cuando escribía ya
hace tiempo desde mi recién estrenada atalaya en tierra extranjera, lo hacía
con pena por no tener perspectivas de volver a casa, como tantos otros. Hace ya tiempo asumí que si
volvía sería para despertar el tractor de mi padre y afilar la azada de mi abuelo,
porque si la ciencia no crecía en mi país, pocas eran las posibilidades de
volver para un científico de masa crítica (como dirían por aquí). Albergaba sin embargo la secreta
esperanza de que las instituciones científicas españolas, al menos, se
mantuviesen como estaban. Incluso con sus defectos internos, que en todas las
casas cuecen habas, es toda una hazaña la suya: aun con la escasez comparativa
de recursos y personas, algunas de ellas eran capaces de codearse de cuando en
cuando con entidades científicas internacionales cuyos recursos ponderados
vapuleaban a la más boyante de las patrias.
Iluso, no solo no
las van a mantener siquiera en el precario estado que se encontraban ya antes
del reventón del pelotazo, además les van a dar la puntilla. Y lo van ha hacer
una cuadrilla de estafadores incultos y pusilánimes que no se atreven a hablar si
no les escriben el discursito y ya tal (fin de cita). Y no hablemos de en más idiomas que el
de Cervantes. Una gresca de mamones y mamarrachos con la sinvergüenza de
preferir proclamarse lerdos subnormales antes de dar la cara como hombres
cuando los pillan "in fraganti" en oscuros tejemanejes. A mi no me da
vergüenza, me da asco. Y al que me excuse este comportamiento caciquil, trepa y
criminal con el muy extendido: "que el ciudadano de a pie hace lo mismo
pero a mas bajo nivel" más vale que lo haga donde no escuche mis gritos.
Que se entere ese estrecho de miras de una vez que los hijos hacen lo que ven
hacer a sus padres y que el que tiene poder tiene más alta responsabilidad y
debería tener más alta moral, que el que manda tiene que dar ejemplo, que los
ejércitos que vieron a sus generales o reyes matando y muriendo en la línea de
frente se comieron el mundo.
Regueros de mentiras
mojan nuestro pensamiento desde que tenemos uso de razón. Hace falta mucha
suerte y más formación para ser capaz de discernir la verdad entre tamaña patraña, tan vieja y vasta como el viejo imperio. Y como muestra de la gran falacia, un botón.
Servidor es bioquímico, pero dentro de su interés general por la ciencia no se
le escapan las energías renovables. Por eso la pondré como ejemplo de la
hipocresía y pérfido hacer de nuestros regidores. Mientras que allí, en el país
del sol, del aire y del mar, llevan lustros proclamando la ineficiencia y
elevado coste de las energías renovables (y además ahora casi prohibiendo su
uso por particulares). Aquí, en un país con un sol negro sin brillo, donde el
viento se esconde de sus más de ochenta millones de habitantes, que no ven el
mar si no es pisando nuestro suelo, aquí, ha habido en los últimos 3 años periodos
estivales puntuales donde el suministro renovable de energía ha rozado el 50% de
la demanda del país (80 millones de personas, ojo). Cuando de manera normal el
suministro renovable, según fuentes, ronda entre el 10% y el 20% (prácticamente
lo mismo que en España). Todo ello con costes para mi bolsillo no superiores a
los que tenía en mi casa en Valencia… En fin, se podría seguir así de manera
indefinida, porque en el resto de temas, mienten igual o más, pero me es más
difícil pillarlos, desconozco las bases, por eso me abstendré, que no es este
ni el sitio ni el momento, no hay vino ni una barra de bar en la que pegar golpes
para enfatizar su latrocinio.
Por eso, al bárbaros
de comienzo le he puesto un asterisco, me he tomado la licencia, permitídmelo,
de usar un peyorativo para referirme a un país, que no tiene nada de bárbaro (a
parte de su endemoniada lengua). De los Pirineos hacia abajo se los pintará
como se los pinte, pero ni son la eficiencia nivel Dios, ni la canciller es el
del bigote. El que te roba es menos ladrón si alguno de tu casa le deja la
puerta abierta para luego recibir su comisión, pensadlo bien, que eso es lo que han hecho. Mientras que ellos apuntalan su economía a
base de I+D (subvencionada con capital humano por los PIGS), ingeniería de mercado y energías renovables; yo, fue en el CSIC,
pero podría haber sido en cualquier universidad, escuela u hospital, vi a
un director dispuesto a mendigar.
Volví a ver a un
hombre de atentos ojos detrás de grandes gafas y de la misma mesa que me recibieron ya antes de acabar la carrera para ver si empezaba en su laboratorio
con una de esas extintas becas "bicicleta". Yo me hice científico bajo sus alas.
Me habló entonces desde la desesperación y el coraje de aquel al que empujan a la guerra y se
convierte en guerra. Él es uno de los cien firmantes de una misiva pidiendo, casi suplicando, a la Sra. Secretaria de Estado que no deje caer a la principal institución investigadora de España. Él es uno de esos 9 directores de centro del CSIC que día 31 de julio
fueron al ministerio a mendigar las migajas del festín de los necios para
evitar el colapso de lo que muchos, empezando por Giner delos Ríos, Gumersindo de Azcárate y Nicolás Salmerón y pasando por el mismísimo Ramon y Cajal, levantaron. Me da pena que la mayoría de la gente no sepa el verdadero calibre y valía de lo que se quieren llevar por delante los que nos gobiernan. Esto último es culpa nuestra, quizá nos
hemos dado cuenta demasiado tarde y no nos da tiempo a mostrarlo. Ojalá nos quede
una tregua para hacer llegar la importancia real de la ciencia a aquellos que infravaloran su utilidad, ignoran su robustez y desconocen su belleza. Me llena de ira que los
que nos rigen, que sí que saben lo que se llevan por delante, guillotinen las
cabezas de la ciencia, la educación y la sanidad, que son las que nos han de sacar del pozo a todos, porque lo harán sin
justificación ni necesidad alguna, por su propio provecho (dirán lo que
quieran, yo sé lo que aquí veo, solo quieren permanecer fuera del pozo ellos) y lo que es peor, lo harán haciendo más pobres
a los pobres, más desvalidos a los desvalidos y asegurándose su posición
mediante la incultura del pueblo. Cercenan así el esfuerzo y la esperanza de
decenios por conseguir un país mejor para la mayoría. Eso, me perdonen ustedes, ya se ha hecho
muchas veces en otras épocas y es de criminales.
Nos distraen con memeces, clichés y banderas; llaman a la(s) patria(s) nublando las cabezas al mentar al corazón y aprovechan nuestra ceguera para el divide y vencerás. Así se lo van a llevar todo, todo el esfuerzo de décadas de nuestros padres y abuelos, y todo gratis. Y serán ellos, los de siempre, los que no necesitan nada porque ya han robado, confabulado, estafado y acaparado tanto poder que hasta sus tatatatatataranietos vivirán de la herencia (escuela, universidad y sanidad, privada, of course). Mientras, los nuestros, o serán bárbaros, o se molerán el lomo, como ya hizo el bisabuelo analfabeto, para gloria del señorito y a la salud de la milana. Bueno ya acabo, gracias por su hombro, señorita o caballero. Sea usted feliz en los pequeños momentos, si los encuentra, que la felicidad que nos forjaron con sudor y sangre nuestros padres se la ha llevado el hombre del saco, a Suiza por lo menos...
sábado, 23 de febrero de 2013
Y fin de la primera parte: No me retracto.
por
banchsinger
Sí, este es un título críptico para llamar la
atención (o no). Ahora si queréis
saber a que viene podéis leer este tochazo infumable. Además, para mas información y situación contextual os recomiendo este otro del colega Scientia,
bastante más fumable, con un análisis mas profundo, reciente y mejor
estructurado, con mas chicha, vamos.
Balance final: 1056 días, 1 artículo y una
patente en tramitación (que no aceptada). Esto es lo que han dado de si tres años menos cuarenta
días de postdoc en teutonia por parte un científico de la "masacrítica" como diría el amigo Eulez. No se me confundan, esto no va de tirar flores o
tomates, esto va de análisis de datos. Esto va de hacer balance final, esta vez con
cifras, aderezando datos lo ya dicho en los enlaces del primer párrafo, por
supuesto desde un punto de vista muy personal.
jueves, 1 de noviembre de 2012
Saber Antiguo (III): Las Alas del Fénix
por
banchsinger
Saber Antiguo (I): Los módulos de Scire.
Casi lo podría definir como felicidad y esperanza... El final se acercaba y los últimos ciclos no habían sido tan soporíferos como había sospechado, pronto se reuniría con su destino. Era extraña la magnitud de lo que sentía o creía sentir, no lo podía definir pero es que, además, le habían dicho que jamás conocería tales cosas. Todo lo que había oído, todo lo que les enseñaron ellos y lo que parte de su propio ser le susurraba: Conoceréis la determinación pero no el arrojo, conoceréis la indiferencia pero no el odio, conoceréis la amistad pero no el amor, conoceréis la cautela pero no el miedo, conoceréis la alegría pero no la felicidad, no conoceréis la esperanza, sólo la probabilidad... Ahora no estaba seguro de nada, oía en su cabeza una frase, esa frase, se la habían repetido a menudo durante el acondicionamiento e incluso antes: “ Vosotros sois los Neutros, los Elegidos, la Séptima legión Scire, la tercera nacida de progenitores humanos, la primera nacida de madre…”.
Casi lo podría definir como felicidad y esperanza... El final se acercaba y los últimos ciclos no habían sido tan soporíferos como había sospechado, pronto se reuniría con su destino. Era extraña la magnitud de lo que sentía o creía sentir, no lo podía definir pero es que, además, le habían dicho que jamás conocería tales cosas. Todo lo que había oído, todo lo que les enseñaron ellos y lo que parte de su propio ser le susurraba: Conoceréis la determinación pero no el arrojo, conoceréis la indiferencia pero no el odio, conoceréis la amistad pero no el amor, conoceréis la cautela pero no el miedo, conoceréis la alegría pero no la felicidad, no conoceréis la esperanza, sólo la probabilidad... Ahora no estaba seguro de nada, oía en su cabeza una frase, esa frase, se la habían repetido a menudo durante el acondicionamiento e incluso antes: “ Vosotros sois los Neutros, los Elegidos, la Séptima legión Scire, la tercera nacida de progenitores humanos, la primera nacida de madre…”.
martes, 8 de mayo de 2012
La soberbia del erudito
por
banchsinger
Mucho se ha hablado, también hemos hablado aquí, o se hablará en la prometida campaña por Internet en contra de los recortes en I+D acerca de los problemas que la ciencia en nuestro país y en nuestros días. Uno de los graves, en la raíz misma del desastre, la debacle y el descalabro del I+D patrio es que el público en general no sabe el qué, el cómo y el porqué de la ciencia, no la entiende y no piensa en ella y por tanto, no la reclama (aparte de que los gobiernos y sus secuaces padezcan sordera, ceguera y avaricia crónica, durante más de 25 años).
Muchos se dieron cuenta, otros los hemos secundado, de que la culpa no era solo de la gente, que no se preocupa por aprender la ciencia, sino también de los científicos que no se preocupan por compartir entendiblemente su conocimiento. De ahí nació, aparte de por el gusto, la divulgación científica. A título personal ya expliqué en su día cuáles fueron mis motivaciones para hacer cuatro pinitos y algún que otro conato de intento explicativo de la ciencia a la que me dedico...
Este es el mea culpa de la parte que nos toca.
Este es el mea culpa de la parte que nos toca.
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