miércoles, 23 de diciembre de 2009

De cómo Banchsinger se convirtió en Doctor... y descubrió la Jamonina.

Ayer, 22 de diciembre de 2009, nuestro compañero Banchsinger puso el broche de oro a varios años de investigación infatigable, defendiendo su tesis doctoral de manera excepcional. Desde ¡Jindetrés, sal! no podemos sino rendirle homenaje y compartir con el resto de nuestros lectores algunos detalles acerca de tan célebre evento.


El proyecto de nuestro amigo ha versado sobre un tema de capital importancia, relacionado con el balance energético de la célula y la regulación de la degradación de proteínas por el sistema ubicuitina-proteasoma. Este sistema de nombre gracioso, es una de las formas que tiene la célula de librarse de manera específica y regulada de las proteínas que por alguna razón "sobran", ya sea porque no están formadas de manera adecuada, porque están producidas en exceso, o porque han cumplido ya con una función que no es necesaria y puede incluso llegar a perjudicar. La ubicuitina es una molécula mediante la cual dichas proteínas son "etiquetadas" y es lo que permite que se dirijan al proteasoma. El proteasoma es un complejo macromolecular de función tan imponente como su propio nombre: es una estructura muy compleja donde las proteínas marcadas con ubicuitina son destruidas. Como si de una trituradora se tratase, las proteínas son introducidas en este complejo y una vez allí, fragmentadas en sus unidades mínimas, los aminoácidos. Este proceso está regulado de manera precisa y concreta, y cada vez se conoce más a fondo el funcionamiento de todos sus componentes, revelándose funciones más concretas y complejas, como por ejemplo el hecho de que una misma molécula de ubicuitina conjugada de manera diferente puede dar lugar a variaciones en el proceso de señalización, salvando a las proteínas de su fatal destino.

Como se puede intuir, dado el gran interés de este proceso celular de vital importancia, la defensa de la tesis fue bastante larga y enrevesada, con discusiones muy interesantes y divagaciones más o menos acertadas. Sin embargo, quisiera destacar aquellos momentos en que nuestro amigo, haciendo gala de su oratoria característica y su lógica aplastante, dio rienda suelta a toda su personalidad: por ejemplo, cuando en contra de la costumbre extendida de utilizar el plural mayestático, nada menos que nuestro héroe se puso en el lugar de las proteínas objeto de su estudio, y habló en primerísima persona: "Vale, en situaciones de estrés me voy al núcleo: una vez allí, ¿qué hago?" o cuando, al preguntarle acerca del posible efecto de la leptina sobre los procesos estudiados, nos regaló un momento digno del mejor filósofo griego: "A ver: la leptina es una hormona... - una breve pausa para mantener la tensión - ...y las hormonas, hacen cosas raras". En boca de cualquier otro, hubiera parecido algo descabellado y alarmante hablar así en la defensa de una tesis, pero Banchsinger aprovechaba los momentos de distensión que este tipo de frases producían para explicar de manera sencilla y perfectamente lógica conceptos que a la mayoría nos hubiesen costado una retórica bien enmarañada. Cuando su argumentación terminaba, uno se daba cuenta de que no sólo había respondido a la pregunta formulada, sino que había especulado, presentado posibles hipótesis y sugerido otras vías de pensamiento en torno al tema. Un auténtico científico, si se me permite.

Y ya sin más dilación, simplemente quisiera presentar la estrella de las celebraciones posteriores: la camiseta que con todo cariño diseñamos para nuestro compañero y amigo, donde homenajeamos no sólo su magnífico trabajo en torno al sistema de ubicuitina-proteasoma, sino también a su pública devoción hacia ese producto que un buen turolense (y cualquier otra persona en su sano juicio, debo decir) no puede sino adorar con locura. Sí amigos, me refiero, cómo no, al jamón.





Espero que el rollo que conté al principio de la entrada ayude a los no doctos en la materia de degradación de proteínas a comprender la risa que pudo producir semejante parodia a los que sí han pasado varios años de su vida estudiando este apasionante tema. La imagen tuvo tanto éxito entre el público asistente, que decidí convertirla igualmente en homenaje internético y publicarla en el blog. De hecho, incluso estoy pensando convertirla en artículo divulgativo para mandarlo a la más prestigiosa de las revolucionarias publicaciones de la red: Current revolution. De ser aceptada, os lo comunicaré en su momento. Mientras tanto, no dejéis de pasaros por allí para disfrutar de sus revolucionarios contenidos.

Nada más que añadir. Simplemente, desear lo mejor al recién doctorado en su próximo proyecto, y que siga regalándonos sus preciadas gotas de sabiduría.

Enhorabuena, Doctor Banchsinger.

2 comentarios:

  1. Qué gran momento eso de la lectura de la tesis. Cuanto más se me acerca la hora, más temo que me suba la jamonina (porque me siento como llevado al matadero).
    Estupendo el esquema de la degradación de la jamonina. "Lonchated jamonin", colosal.

    Enhorabuena a Banchsinger, by the way...

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  2. Tranquilo copepodo, estoy seguro de que lo harás genial. Además, no se ha demostrado que exista una ruta equivalente a la de la jamonina en invertebrados, así que no debes preocuparte por eso.

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