lunes, 7 de diciembre de 2009

Batablanca – Capítulo 4: "Ni tú ni yo somos héroes"

ANTERIORMENTE EN BATABLANCA: En busca de información acerca del misterioso sujeto conocido como "Jindetrés", el audaz investigador Batablanca se dirige a la taberna de Sac's. Allí, para su sorpresa, se reencontrará con su viejo colaborador Bam, con el cual recordará viejos tiempos. Finalmente, Bam le ofrece su ayuda para detener al susodicho enzima de restricción, que ha desatado el caos en los últimos días (Capítulo 1:"Tócala otra vez, Bam"). Tras una búsqueda infructuosa, finalmente otro malhechor llamado Bigeldós les dará una pista: Jindetrés ha estado trabajando con Saluno y Pistuno (Capítulo 2: El tercer enzima). Más adelante, mientras perseguían a Pistuno, Batablanca y Bam son pipeteados por sorpresa hacia una trampa: un eppendorf donde tiene lugar una reacción de PCR. Con la ayuda de la polimerasa Taq, consiguen sobrevivir. Una misteriosa nota emplaza a Batablanca a una cita en la noria a 4º, hacia donde decide dirigirse en solitario (Capítulo 3: Una reacción inesperada).


El pipeteo no se hizo esperar. Lo cual no hacía sino confirmar mis sospechas de que todo lo sucedido estaba siendo, de alguna manera, orquestado por alguien. Pero decidí seguir el juego, al menos por el momento. Nada más ser expulsado en el nuevo medio, me di cuenta de que efectivamente todo iba según lo previsto: podía sentir una oscilación, lenta pero contínua. Además, la temperatura era significativamente menor de lo habitual. No cabía ninguna duda: me hallaba en un eppendorf suspendido en la noria a 4º. Me ajusté la bata, y estudié la situación.


Mientras había estado esperando a ser transportado, en el otro eppendorf, tuve tiempo de elucubrar acerca de lo que podría encontrar en la noria. Mi mayor apuesta era por encontrarme cara a cara con Pistuno. No creía que Jindetrés estuviera dispuesto a dejarse ver de buenas a primeras. Aunque acudir solo era tentar al lobo en cuya boca me estaba metiendo, estaba bastante seguro de poder manejar a un gorila como Pistuno sin mayor problema. Cabía la posibilidad de salir algo magullado, sin duda, pero unas cuantas hélices retorcidas bien valían la pena por la información que podía sacar a cambio. Bien, acerté en algunas de mis hipótesis, erré en otras, y me encontré con algunos resultados sorprendentes. El día a día de cualquier investigador.

Apenas di unos pasos, me encontré con Pistuno. Pero no del modo que esperaba. Suspendido en el medio acuoso del eppendorf se extendía, completamente desnaturalizada, toda su estructura. Tuve que reprimir una arcada. El pobre diablo no parecía haber tenido ninguna oportunidad. Deduje que, mientras esperaba pacientemente mi aparición (bien para liquidarme, bien para tratar conmigo como sugería la nota), alguien le atacó por detrás. Para tumbar a una proteína de su tamaño, era imprescindible pillarla por sorpresa. Desde el extremo amino hasta el carboxilo, Pistuno había sido proteolizado en péptidos de distintos tamaños. Era algo brutal y despiadado; y desde luego, algo fuera del alcance de una simple enzima de restricción. La cosa empezaba a pintar especialmente mal. Por primera vez desde que empezó la aventura, me sentí inquieto. Antes de poder recomponerme, una voz me sacó de mi estupor.

- Vamos, ¿a qué esperas? No voy a morderte.

Levanté la vista. Un silueta se recortaba contra la pared del eppendorf. No conseguí distinguir sus rasgos hasta que, al completar la noria un giro, un halo de luz blanca iluminó el rincón de donde provenía la voz. Se me helaron las cisteínas, y no sólo porque nos hallásemos a 4º: al iluminarse la silueta, pude distinguir claramente los rasgos de mi interlocutor. Durante un tiempo que pareció eterno no dijimos nada, no hicimos más que mirarnos, mi semblante mostrando una perpejlidad infinita, el suyo, una burlona sonrisa. Un nuevo giro, y de nuevo las sombras. Me obligué a reaccionar.

- Así que eras tú quien estaba detrás de todo esto. No puedo creerlo... todos decían que habías muerto...
- Sí, viejo amigo, eso decían, ya lo creo... me ocupé concienzudamente de que todos me pensaran muerto. Cómo si no iba a poder dedicarme a realizar mis nuevas funciones... lo que nunca imaginé es que mi nueva identidad fuera a atraer tanta atención en tan poco tiempo.
- No me llames "amigo"... hace mucho que tú y yo dejamos de ser amigos. Y supongo que yo debo llamarte "Jindetrés"...

De nuevo, una sonrisa socarrona.
- Llámame como quieras, mi nombre es lo de menos. Lo importante es que todos sigan creyendo que soy simplemente un enzima de restricción que ha perdido los papeles. Como comprenderás, si todos supieran lo que soy capaz de hacer, probablemente mandarían a por mi algo más que un sabueso despistado como tú.

Ignoré, deliberadamente, su provocación. Empezaba a reponerme de la sorpresa, y a tener claro que lo más importante era conseguir la mayor cantidad de información posible de aquél encuentro. Además de escapar con todos mis átomos en su sitio, claro.

- Ya he comprobado que al menos en eso no has cambiado. Lo que has hecho con Pistuno demuestra que ni siquiera tus secuaces pueden confiar en ti...

Su rostro se tornó serio.

- Siempre igual, Batablanca... eres un sentimental sin remedio. Pistuno había cumplido su misión, y ya no me servía. Además, él no debía estar presente en esta conversación. Hice lo que tenía que hacer, y además de manera rápida e indolora. Si conocieras la importancia de mi misión, no cuestionarías mis métodos...

- Ninguna misión es tan importante como para convertirte en un traidor.


- Batablanca, nunca sabrás ver más allá de lo que tienes ante las narices... mírate, aquí estás, apretando los puños sin saber ni siquiera porqué me has estado buscando, no digamos ya porqué debes detenerme... Obedeces las órdenes de aquellos que te contratan, y no te cuestionas sus métodos e intenciones, pero sí los míos... ¿Y todo porqué? ¿Porque unos cuantos enzimas han dejado de existir? ¿Porque el orden establecido está en entredicho? ¿Acaso te has preguntado alguna de estas cosas? No, prefieres seguir ciegamente tus órdenes, recibir tus honorarios y pensar que has actuado como... como qué, ¿un fiel asalariado? ¿un héroe, tal vez? Pues déjame decirte, "amigo", ni tú ni yo somos héroes... no existe tal cosa. Ella lo sabía, Batablanca, sabía que no eras ningún héroe, por más que tú pensases que debías rescatarla...

Aquello fue demasiado. Cuando la mencionó, todos los recuerdos se desparramaron por mi mente como un tren de mercancías descarrilado. La última vez que la vi fue el mismo día que mi antiguo compañero se reveló como el traidor que era, desapareciendo cuando más lo necesitaba. Ahora, tanto tiempo después, él había regresado, convertido en Jindetrés, y la mencionaba a ella. Y todo sucedía justo ahora, apenas unos días después de que Bam me despertara viejos recuerdos, tocando aquella canción... No quería creerlo, pero tal vez hubiera una conexión entre todos esos acontecimientos. Perdí los nervios. Me abalancé sobre él y le agarré con violencia.

- Maldito cerdo... ¿acaso sabes dónde está? ¿¿le has hecho daño??

Lejos de sorprenderse, rió como un poseso. Me sujetó por el extremo carboxilo y me levantó con una fuerza increíble, mucho mayor de la esperada para una proteína de su masa molecular. Me quedé paralizado, atenazado por un temor que nunca había sentido.

- Qué triste eres, pequeño... crees que puedes enfrentarte a mi y exigirme explicaciones. Claro que sé dónde está, y te lo podría decir si decidieras dejar de causarme problemas y unirte a mi. Sí, como lo oyes: puedo perdonar tu miserable vida tan sólo a cambio de que dejes de entorpecer mi tarea y  me sigas. Ya que te gusta trabajar sin cuestionarte las órdenes, no te importará que no te cuente nada acerca de mi misión, tú obedece y tal vez finalmente te des cuenta de lo que de verdad importa - apretó aún más fuerte, y empecé a sentirme mal. Realmente mal. -¿Qué me dices? ¿Hay trato, o nuestra relación va a acabar aquí y ahora?

No podía pensar claramente. Necesitaba tiempo, respuestas y sobretodo, saber si podía averiguar algo acerca del paradero de ella. Su relación con Jindetrés. Maldita sea, eran demasiados interrogantes y se me acababa el tiempo... pero no podía unirme a ese bastardo. Siempre fui un tozudo recalcitrante, e incluso en los momentos más aciagos mi terquedad me había sacado de muchos apuros, así que, casi instintivamente, le miré y exclamé con un hilo de voz:

- Que te desnaturalicen.

Pude ver un brillo en su expresión, que no supe identificar: tal vez frustración por mi negativa, ofensa por mi insulto, o incluso deleite por saber que podía acabar conmigo para siempre. Me esperé lo peor.

Y de repente, cuando todo parecía estar perdido, hubo un estruendo. Me sorprendió tanto como a él, que me soltó para refugiarse de las turbulencias que nos azotaban. El eppendorf entero temblaba ferozmente, y mientras intentaba reorganizar mis aminoácidos tras el intento de estrangulamiento, entendí lo que pasaba: un golpe de vórtex. Un golpe de suerte, pensándolo mejor. Miré a mi alrededor, y entre las olas y partículas en suspensión que me golpeaban pude ver a Jindetrés saltar de una manera asombrosa para ponerse a cubierto. Se estaba alejando, aparentemente más preocupado de salvar su propio pellejo antes que de destrozarme. Antes de poder siquiera decidirme entre seguirle o huir despavorido, algo me golpeó por la espalda.
Todo se volvió negro.


Continuará...

8 comentarios:

  1. LOS GRANDES DE LA NOVELA NEGRA POLICIACA SON UNOS AFICIONADOS A TU LADO.

    QUE GRAN RELATO MAESTRO LITOS!!!


    BANCHSINGER

    ResponderEliminar
  2. Dr Litos...cuando pensabamos que la cosa no se podía complicar más, pues va y se complica, espero que tu gran imaginación desbordada no nos deje con la intriga durante mucho tiempo más. Ya echabamos de menos a Batablanca.
    Me uno a Bachsinger felicitándote por tu historia.

    ResponderEliminar
  3. Aaaay...un buen golpe de vórtex a tiempo siempre viene bien...

    Aunque lo tuyo ni vórtex, ni suerte, ni nada, de nuevo has conseguido un relato intenso, intrigante y lleno de guiños y matices tan precisamente medidos como si de un pipeteo se tratara.

    ¡We love Batablanca!

    ResponderEliminar
  4. Oh, genial, muy bueno. Me ha encantado este relato, sigue así, son geniales ^^

    Qué suspense... A ver cómo acaba la cosa... :D

    ResponderEliminar
  5. ¡Jolines, así da gusto hombre! Aunque creo que os pasáis con los halagos, zalameros...

    Tengo ya perfilados los siguientes capítulos, creo que ya os puedo decir que estamos aproximadamente en el ecuador de la trama. En el siguiente episodio presentaremos al último personaje relevante, y a partir de ahí directos hacia el desenlace. Prometo no demorarme tanto entre uno y otro (haré lo que pueda, vamos).

    Gracias por vuestros comentarios amiguetes.

    ResponderEliminar
  6. Genial, la cosa mejora por capítulo!Menudo punto de inflexión, misterios del pasado, amores perdidos, ambición, traición... los ingredientes ideales para una historia con fundamento.

    ResponderEliminar
  7. Flipante...tengo heladas las cisteínas jajaja qué tío!!!
    Me pasó el enlace una amiga, y me he enganchado a las historias de Batablanca. Una manera genial de mezclar Ciencia y Narrativa. Deberían usarlo en las escuelas como material didáctico para los niños...seguro que muchos se enamorarían de la Biología!!! (o Bioquímica, o Química...)
    Saludos
    Dr. TaqMan

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Siempre es una gran satisfacción que alguien descubra esta saga, ahora que pasó su momento de gloria... creo que sé quién te ha pasado el enlace, así que dile de mi parte que muchísimas gracias por cumplir su palabra y que espero algún día leer comentarios de su puño y tecla.

      Respecto a lo que comentas, que sepas que un amigo de la carrera profesor de biología en instituto utiliza estas historias para enseñar conceptos de biología celular. Una de las mayores alegrías (e inesperadas) que me ha dado esta historieta, creada en principio para echar unas risas con los compañeros...

      ¡No dejes de leer, que a partir de este capítulo empieza lo mejor! ¡Un saludo y bienvenido!

      Eliminar

Como dijo Ortega y Gasset, "Ciencia es aquello sobre lo cual cabe siempre discusión"...

¡Comentad, por el bien de la ciencia!