I. El extraño
Era una tarde de lo más tranquila. La mayoría de la gente había terminado su trabajo hacía un buen rato, pero en un laboratorio de investigación siempre hay algún pobre desdichado al que se le alarga el experimento; desgraciadamente para el joven estudiante, el investigador que se encargaba de enseñarle era el desdichado de la semana.
- Bueno, y ahora por fin, pasamos a la última etapa: después de centrifugar las muestras, aspiramos el sobrenadante y lavamos unas cuantas veces el pellet.
El estudiante no dijo nada, pero su cara debió reflejar el hastío que sentía y el horror que la idea de lavar “unas cuantas veces” le había provocado. El investigador se percató.
- Tranquilo, te enseño cómo hago el primer lavado y te puedes marchar, ¿de acuerdo?
El chico volvió a respirar y sonrió, contestando con un tímido “vale” y poniendo cara de atención para no perder detalle y poder partir cuanto antes. El investigador comenzó la explicación.
- Bien, como puedes ver aquí en el banco de trabajo hay unas diminutas pilas cada cierto espacio, con un grifo encima, ¿los ves? Pues con estos grifos fabricamos una rudimentaria bomba de vacío: con este adaptador en forma de “T” dejamos que el agua salga por el tubo de abajo, y en el tubito transversal acoplamos una gomita a esta pipeta de cristal. Voilà! Hemos fabricado un aspirador casero. Ahora abrimos el grifo a tope… - un sonido como de gárgaras inundó el vacío laboratorio. Al chico le recordó el ruido de los tubitos que el dentista coloca en las bocas para aspirar la saliva de los pacientes. No era el primer símil desagradable con el que se topaba en aquel lugar - … y con la pipeta de cristal aspiramos cuidadosamente el líquido de cada uno de los tubitos, con cuidado de sacarlo antes de llegar a tocar el precipitado del fondo; así nos aseguramos de retirar el líquido y quedarnos con el sedimento, que podemos volver a lavar varias veces, centrifugar de nuevo, y aspirar el líquido. Fácil, ¿no?
El chico asentía meditabundo… para sorpresa del investigador, debía haber atendido pues se aventuró incluso a formular una pregunta.
- Y el líquido que se aspira, entonces… se va por la pila, ¿no?
La pregunta pilló al investigador por sorpresa, no tanto por la obviedad de la respuesta (era prácticamente una pregunta retórica), sino porque realmente nunca se había parado a pensar lo que dicha respuesta sugería.
- Eh… pues sí, se va por la pila…
El chico, envalentonado, prosiguió:
- ¿Y da igual que sea cultivo de bacterias, de células de mamífero, de levaduras o residuos químicos?
Por un momento el investigador no supo qué contestar. Luego recordó que se encontraban en un centro de investigación perfectamente construido, que seguía todas las normativas y de riesgos más que controlados.
- Sí hombre, pero no te preocupes; los residuos tóxicos se eliminan por separado, cada uno a sus contenedores particulares, y el material biológico se desecha en bolsas bien marcadas y separadas del resto. Lo que se aspira por aquí, en realidad, ya no tiene apenas trazas de microorganismos… aunque bueno, a veces aspiramos las placas de cultivos que tienen algunas células flotando… pero bueno, son muy pocas en realidad… - según explicaba, se iba sintiendo menos seguro con sus propias respuestas. Así que decidió zanjar el asunto cuanto antes. - Además, nada de lo que utilizamos aquí es de riesgo biológico elevado, estos bichos son iguales que los que tú tienes en el estómago… y las células de mamífero no han sido tratadas con virus ni nada parecido, ¡tú tranquilo hombre!
El chico no parecía muy convencido. Había llegado el momento de dejarle marchar.
- Venga, ya has visto cómo se hace. El lunes ya te dejaré procesar algunas muestras.
- AH, pues bien, muchas gracias… bueno, ¡hasta el lunes entonces!
- ¡Hasta luego, Bruno! ¡Buen finde!
- Adiós…
Antes de que terminase de vaciar el último tubo, el joven estudiante había desaparecido sin dejar ni rastro. Y con él, el último vestigio de vida en el laboratorio, y en la planta entera, pues ya sólo quedaban él y sus tres últimas muestras por procesar. Con resignación, abrió de nuevo el grifo y se dispuso a aspirar el siguiente tubo, mientras fijaba su vista en el reloj de pared cuya saeta larga se acercaba, implacable, hacia las 21h.
Casi dio un grito cuando sintió una presión sobre su muñeca derecha. Algo le forzó a apartar bruscamente la mano que esgrimía la pipeta del tubo que se disponía a aspirar. Y de nuevo quiso gritar cuando se percató de que una ruda y sucia mano seguía cerrada en torno a su muñeca. Siguió con la mirada la continuidad de la horrible mano, encontrando en su camino un brazo que llegaba hasta una figura imposible: un hombre sucio y sudoroso, enfundado en una harapienta prenda que algún día parecía haber sido una bata de laboratorio como la que él mismo llevaba, le miraba con una cara que reflejaba al mismo tiempo - y por increíble que pudiera parecer la combinación - ira, temor, sorpresa y nerviosismo. Todo esto pudo inferir en la fracción de segundo que pasó hasta que el terrorífico personaje abriera su boca para decir unas no menos desconcertantes palabras:
- Yo de ti dejaría de hacer eso.
No pudo sino aflojar los dedos dejando caer la pipeta, el tubo y con ellos los resultados de su último experimento. Lo cual parecía bastante irrelevante en aquel momento.
- ¿Qui-quién eres? ¿Qué quieres? – balcuceó ridículamente.
El extraño personaje tardó en contestar, aparentando estar tan desorientado como él. Pero enseguida se repuso, hizo un chasquido con la lengua y volvió a hablar.
-No me reconoces, ¿verdad?
El investigador negó con la cabeza, aunque a decir verdad había algo en aquel hombre de mediana edad que le resultaba vagamente familiar.
- Mira, no hay forma de decir lo que voy a decir sin parecer un loco salido de una patética película de ciencia ficción de serie B. Así que no intentes entender nada hasta que nos hayamos calmado los dos y te haya podido contar toda la explicación.
Tragó saliva, inspiró una buena ración de aire, recreándose en el proceso, y soltó de sopetón:
- Me llamo Bruno Andrés Martínez, y hace treinta años comenzaste a instruirme en la que sería una fructífera carrera en la investigación bioquímica. Acabo de salir por la puerta del laboratorio, y he vuelto para intentar impedir que suceda algo terrible.
La cara del investigador demostraba que seguía sin entender nada. El extraño puso los ojos en blanco, suspiró ruidosamente y se volvió para mirarle fijamente.
- He vuelto del futuro, se entiende. El que ha salido por la puerta es mi yo del pasado. ¿Es que acaso nuca has visto películas de viajes en el tiempo?
Sí que las había visto, por supuesto. Y siempre se había preguntado por qué en esas películas la gente a su vez nunca había visto películas de viajes en el tiempo, y les costaba tanto asimilar el encontrarse con sus yoes pasados o futuros, con sus padres más jóvenes que ellos mismos, o con acontecimientos que aún no habían sucedido. Ahora entendía el porqué.
Lo primero que se piensa es: “Así que esto es lo que se siente cuando te estás volviendo loco”.
Continuará…
NOTA: Gracias al compañero Dr. Lupo por inspirar esta historia con sus fantasías de bomba de vacío
Craaackkk!!! me descojonooooo... te he visto en la situación. Me he visto en la situación. La diferencia de que si hubiese sido yo el de la bomba Venturi, el extraño del futuro no hubiese terminado la explicación.... jejeje. que bueno!!
ResponderEliminar¿Percibo un homenaje a los Cronocrímenes?
ResponderEliminar¡Mola en cualquier caso! Ha gustado, queremos más.
Está muy bien!!! Me cae bien Bruno, porque cuando he estado con bioquímicos (siento faltar al respeto) no sabían responder a mis preguntas de alumno en prácticas o becario... Y siguiendo con mis pullas...: me contaron que las prácticas de orgánica con los biólogos son lo peor..., montando un equipo de destilación con refrigeración incluida, pusieron las dos gomas en el grifo! Menos mal que preguntaron al profe antes de abrirlo (jeje, otra cosa que no hacíamos los químicos, somos más osados y listos) ;)
ResponderEliminarEsperando tu continuación
Buenísimo Dr. Litos!
ResponderEliminarMe ha encantado el Bruno pasado y futuro pero... que caminos fueron los que hicieron que el chaval acabara así?... habrá que seguir leyendo los capítulos que publiques. Ea! ya me he enganchado a otra cosa jajaja.
Para cuando el siguiente?
Bueno bueno, me alegra que haya tenido buena acogida... pues ni os imagináis todo lo que viene a continuación. La verdad es que más que "Los Cronocrímenes" tenía en mente otra saga de viajes en el tiempo, seguramente en el próximo capítulo ya se adivinará; pero bien es cierto que también voy a utilizar conceptos y situaciones de muchas otras pelis y novelas similares, no podía faltar nuestro grna ejemplo patrio vigaolondesco.
ResponderEliminarY nadie ha mencionado otro guiño que hay por ahí metido... de nuevo, a partir del capítulo siguiente, o mejor al otro, se sabrá con total certeza.
De los palos de Ununcuadio, no diré nada, que cada uno se defienda... de todas formas, ¡no estoy de acuerdo en separar por categorías! ¡Todos somos científicos, igual de patanes en cualquier caso! Para esto habría que abrir otro post-debate, mira tú, igual lo hago... después de vacaciones.
Gracias a todos por comentar, así me animo a seguir la saga y no dejarla tanto tiempo a medias.
Es que en mi facultad, los químicos éramos minoría y teníamos fama de frikis (no nos llevábamos bien con los biólogos). Cunado coincidíamos en Optativas nos parecían muy pesados haciendo preguntas tontas (nosotros estábamos más acostumbrados a no entender en clase, y a estudiar y sacarnos las castañas del fuego...). En fin, que pese a lo que dijera el decano, éramos unos pobres abandonados... que si no llega a ser por el Año Internacional de la Química...
EliminarPor cierto, a mí me ha recordado a Jumanji
ResponderEliminarNecesitamos un Bruno en nuestro laboratorio..jeje..grande, grandissimo!!
ResponderEliminarPues a mí me ha recordado a "Cuento de Navidad", de Charles Dickens. Y me pregunto si Bruno contaminó toda la comarca con sus residuos tóxicos...
ResponderEliminarGracias por los últimos comentarios estimados lectores! A puntito está de salir la segunda parte, ya veréis si hay contaminación ya...
ResponderEliminar