Este post está dedicado con cariño al amiguete Moisés, quien supongo que ya se habrá enfrentado, o si no lo hará en breve, a episodios parecidos al que se narra. ¡Enhorabuena compañero!
El relato que prosigue no es apto para timoratos ni para personas de mente impresionable. Se trata de acontecimientos que muchos desearían no conocer jamás, donde se sugieren imágenes capaces de perturbar el sueño de incluso aquellos que se vanaglorian de poseer espíritus inquebrantables. Pocos rincones quedan sobre la faz de la Tierra capaces de albergar misterios para el ser humano moderno; no obstante, apenas alcanzamos a vislumbrar los terribles horrores que se ocultan tras el esparadrapo que cierra el pañal del recién nacido. Todos hemos escuchado narraciones extraordinarias en torno a este dispositivo del diablo: anécdotas terribles plagadas de fluidos y excrementos de inenarrable repugnancia, viscosa consistencia y coloraciones imposibles; cuentos de padres primerizos sobrepasados por kilos y kilos de desechos, bolsas de pañales usados rebosantes de una inmundicia que ni los más expertos profesionales municipales se atreven a recoger en las noches de luna llena. Pero por encima de todas estas anécdotas, algunas rozando la leyenda urbana, se alza el truño misterioso y esquivo conocido como... el meconio.
No, no es un meconio; no podía mancillar la cabecera del post con semejante ignominia así que he echado mano de esta simpática caca toriyamesca que confeccionó nuestra amiga Xofa y que regalé a nuestro amigo Eulez como nos cuenta él mismo.
Jamás había escuchado una palabra semejante hasta que me vi arrollado por el torbellino de la paternidad. Un cúmulo de palabros de sonoridad inquietante y esotérico significado me asaltaban por todos lados (puerpeio, entuertos, calostro, son sólo algunos de ellos). Pero ninguno me alteraba tanto como el meconio. Meconio. Sin duda viene a la mente algún pueblo maldito, condenado a la extinción, "el pueblo meconio fue exterminados por los babilonios...", o un período de la prehistoria “… durante el meconio, a diferencia del pérmico o el devónico…”; la incertidumbre me atormentaba. Aunque, ingenuo de mí, finalmente la realidad resultó mucho más terrible.
Pero situémonos en contexto.
Hallábame examinando, con no poca curiosidad y sí mucho escrúpulo, el apretado pañal de aquella criatura recién nacida, que permanecía silente e inamovible, ajena a todo cuanto acontecía más allá de su párpados cerrados. Era necesario retirarlo y proceder a la primera limpieza culil del mencionado ser, así que tras un examen concienzudo y una serie de deducciones de lo más agudas (no en vano el que suscribe posee un doctorado), conseguí averiguar cómo abrir los cierres del engendro plastificado llamado "pañal". Un par de chasquidos, y ante mí se abrió como un nenúfar. Metáfora no del todo acertada, a no ser que los nenúfares normalmente contengan en su interior sustancias negras y asquerosas. El horror había comenzado.
La mente humana está familiarizada con muchos tipos de excrementos, si bien algunos de ellos, poco frecuentes y nada agradables, pueden llegar a arrastrar a un hombre hasta los bordes de la locura. Pero lo que apareció ante mí apenas podría calificarse de caca; más bien parecía un engrudo infecto, una mancha de petróleo aparecida en el contexto más surrealista posible. Chapapote impregnando unas recién estrenadas nalgas, nada de "finos hilillos",no, una buena ración de chapapote rebosando aquel pobre pañal desbordado (literalmente) por las circunstancias.
Para ahorrar a los lectores la arcada gratuita, sólo apretando en el botón se mostrará el abyecto aspecto de aquel pañal inmundo
Pronto mi mente reaccionó y reflexioné lúcidamente, descartando posibilidades: evidentemente, si los bebés cagasen petróleo no tendríamos que estar tomando continuamente ropa prestada de primos y hermanos, ni existiría algo llamado "crisis energética"; así que descarté esa posibilidad, por poco probable. Entonces me di cuenta de que en realidad aquella sustancia negra se asemejaba más a otra cosa: mi sentido común y mis dotes deductivas me llevaron a dilucidar que en realidad lo que había en aquel pañal era...
Un ser alienígena. Sí, sin duda se trataba de un simbionte negro como el sobradamente conocido por todos, aquel ente que desde un planeta lejano se vino a unir a nuestro amigo y vecino Spiderman para cambiarle de aspecto, otorgarle nuevas habilidades y, ya de paso, unos cuantos dolores de cabeza.
Incluso Peter Parker se vio superado por sus primeros pañales
Mi aprensión inicial dio paso a una gran ilusión, pues comenzaba a imaginarme a mi retoño convertido en un futuro superhéroe, trepando por las paredes y luchando contra el crimen camuflado en las sombras con su traje negro brillante. Pero entonces llegó el médico, y en una muy científica actitud de aguafiestas, me quitó de las manos el sucio pañal y procedió a explicarme qué era realmente lo que me había encontrado allí y que no, no era ningún ser viviente y no podía esperar un poco para ver si recubría al niño y le dotaba de habilidades arácnidas. Me hubiese gustado más contar con la opinión de un auténtico científico experto en el tema, como el Dr. Reed Richards, pero tuve que conformarme (todos estos reparos fueron luego muy difíciles de explicar a los trabajadores sociales que llamó la enfermera, pero esa es otra historia que no es menester discutir ahora). En cualquier caso, el médico me explicó que la palabra "meconio" tiene origen griego y significa "amapola". Antes de que le preguntase en qué absurdo universo una bella flor puede acabar dando nombre a una ignominia como la que acababa de encontrarme en aquel pañal, el médico siguió explicando que las preparaciones de opio tienen un aspecto parecido a esa asquerosa caca negra y pastosa, y como el opio se obtiene de una planta que es pariente de la amapola, cuando los señores griegos - que al parecer descubrieron casi todas las cosas dignas de ser descubiertas - vieron por primera vez ese tipo de cacotas, decidieron que el parecido era suficiente como para llamarlas así. Otra opción era que Aristóteles, quien también estaba siempre metido en todo, pensaba que esa sustancia era lo que inducía al feto a permanecer dormido, con un efecto parecido al producido por el opio. No me quedó claro cuál de las dos opciones era la verdadera, pero no quise molestar con este detalle porque el médico seguía hablando.
Para aligerar un poco la carga escatológica del post, metemos aquí una foto de un campo de amapolas, ale.
"Los meconios"- relató el médico - "son una mezcla de secreciones y desechos del interior del cuerpo del bebé, de todo aquello que es ingerido por el feto junto con el líquido amniótico desde que se forma el sistema digestivo y durante el resto de la gestación: células muertas, secreciones mucosas, lanugo (la primera capa de vello que recubre la piel del feto), secreciones biliares y agua. En realidad, la coloración negruzca es más bien un verde oscuro, y se debe al alto contenido en bilis. En el caso del feto, la mayor parte de la bilis es acumulación de bilirrubina producida por la degradación de la hemoglobina de la sangre, ya que no existe un proceso digestivo en el que utilizarla para degradar grasas. La viscosidad es una consecuencia del contenido en mucopolisacáridos, que puede llegar hasta el 80% del peso seco total". El buen doctor debió percatarse de que al pronunciar la palabra "mucopolisacáridos" abrí los ojos como platos (como platos grandes y redondos, se entiende), claramente haciendo entender que me estaba asustando más que tranquilizarme. Afortunadamente hizo acuse de recibo y procedió a explicarme qué significaba esta aberrante palabreja, y yo pude cerrar los ojos de nuevo hasta que recuperaron su tamaño normal.
"Supongo que sabrá usted que nuestro cuerpo funciona en gran medida gracias a la energía producida por la degradación de un azúcar, en concreto de la glucosa. Y que cuando el cuerpo acumula más glucosa de la que puede utilizar en ese momento, la almacena en forma de glucógeno, que no es más que una cadena de glucosas enlazadas, que pueden volver a separarse en el momento adecuado para su inmediata utilización como combustible. Lo mismo se da en el almidón de las plantas, que también es una concatenación de moléculas de amilosa.
Estas cadenas de bolitas representan la molécula de glucógeno; cada bolita es una unidad de glucosa, enlazada a las demás de distinta manera en función de la posición que ocupa (en la cadena lineal, en los puntos de ramificación, o en el extremo).
Pues bien, tanto la glucosa como la amilosa son azúcares, y existen otros tantos tipos de moléculas que se engloban dentro de este nombre. Por sus propiedades químicas, los azúcares pueden enlazarse y formar largas cadenas como las mencionadas; pero además diferentes azúcares pueden enlazarse entre sí y con otras moléculas, como proteínas. De este modo, la estructura resultante, por su longitud y la forma en que atrapa las moléculas de agua a su alrededor, dota al fluido donde se aloja de una gran viscosidad. Este tipo de estructuras son los componentes de muchas sustancias corporales en las que es crítico que exista una cierta fluidez, en las que el nivel de hidratación debe ser constantemente regulado, o en las que conviene atrapar el exceso de determinada sustancia que esté impregnando un componente acuoso. Es la base de cualquier líquido que llamemos moco o mucosidad, y es una vez más, una demostración de la increíble diversidad de estructuras y funciones que la naturaleza es capaz de producir, utilizando unos componentes básicos mínimos. Fíjese usted lo diferente que puede parecer el almidón que forma la mayor parte de una patata, y la mucosidad que recubre nuestros intestinos; y sin embargo, ¡están formados por el mismo tipo de moléculas! Puede que tardase mucho en aparecer, en la historia de la evolución de las moléculas biológicas, el primer azúcar; pero a partir de él, las diferentes versiones con modificaciones mínimas (un oxígeno por aquí, un grupo carboxilo por allá, unos cuantos grupos sulfato...) y la forma en que éstas pueden combinarse, han dotado a los organismos que la poseían de innumerables ventajas adaptativas que han dado lugar, tras millones de años, a fascinantes máquinas biológicas como este pequeño ser que tenemos ante nosotros."
En el caso de los mucopolisacáridos, las unidades repetitivas son azúcares modificados, formados por repeticiones de dos unidades (disacáridos) y con adición de grupos sulfatados. En este esquema, el condroitín sulfato formado por estructuras básicas de glucosa y galactosa.
"Este bebé ha estado, durante los últimos meses, nutriéndose del líquido amniótico proporcionado por su madre, obteniendo las moléculas necesarias para completar sus estructuras corporales y hacerlas crecer, y acumulando los productos de desecho en su intestino todavía no del todo funcional. Allí, esos productos de desecho, siendo el más llamativo la verde bilis, han ido siendo atrapados por los mucopolisacáridos, dando lugar a este engrudo verdinegruzco y viscoso que es expulsado en las primeras deposiciones, hasta que el bebé comience a alimentarse de leche, y su intestino por fin comience a desarrollar las funciones para las que está preparado, eliminando los restos de meconio y produciendo a partir de entonces unos nuevos excrementos más llamativos aún, más fluidos y mucho, mucho más abundantes".
He de reconocer que de todo el largo discurso (para cuando terminó el niño prácticamente estaba ya limpiándose él mismo el culo y pidiendo un poco de papel, por favor), lo que más me impactó fue esta última frase. No auguraba nada bueno para los meses venideros, y aunque ciertamente me quedé más tranquilo al conocer el porqué de aquella extraña mierda negra y pegajosa que teñía las posaderas de mi recién nacido vástago, no podía imaginar los sorprendentes horrores que me aguardaban en los días venideros, horrores que tal vez debieran ser narrados en otra ocasión, en una historia a la que podríamos sin duda titular...
... la extraña caca con apariencia de mostaza.
Este post participa en la XXVI Edición del Carnaval de Química, organizada por el genial Luis Moreno Martínez en su fantástico blog El Cuaderno de Calpurnia Tate con el lema #pasiónporlaquímica
¡Crack! Solo tú podías contar una historia tan... rematadamente buena y divulgativa xD lo que daría por verte en situación xDDD
ResponderEliminarMuchas gracias, Dr Litos, por dedicarme este post de mierda (que no esta mierda de post, ojo).
ResponderEliminarYo ya he pasado la fase meconio y me encuentro en la fase mostaza (de Dijon, para ser más preciso), así que espero un futuro post sobre este fenómeno escatológico, cuya lectura seguro que disfrutaré tanto como la de este post, lleno de referencias frikis que uno puede entender sin tener que seguir los enlaces (para algo sirven tantas horas invertidas en leer libros y comics y en ver películas).
Un abrazo, y mucho ánimo.
Moisés.
No os imagináis lo que me he reído (a carcajada cuando he visto la foto).
ResponderEliminarGrande Litos. Muy grande!
Jajaja me has hecho llorar de risa, a mi todo lo que sean cacas, pedos y culos me siguen haciendo reir. Genial las etimologías (la real y las imaginarias) de meconio. Con la foto de Spiderman atrapado entre meconios también me he partido. Pon más fotos de cacas de colores por favor, estoy ansioso por ver esa tonalidad mostaza, jajajaja.
ResponderEliminar¡BRAVO!
ResponderEliminarMucho me temo, querido amigo, que este es desde ya otro de los posts míticos de esta casa. ¡Qué inenarrancia! No he podido soportar la tentación y he contemplado el Horror, del que había oído menciones, pero que ni en mis mayores pesadillas podía haber imaginado. Menos mal que has puesto el campo de amapolas por el medio, que si no no sé qué habría sido de mi cordura.
Dos cosas más:
- Te estás deslizando peligrosamente por la empinada y resbaladiza pendiente de la escatología. Te veo muy motivado con ello. Ojo.
- ¿De verdad el médico te explicó la vida y milagro de los meconios con esa prosa tan didáctica? No cuela tío, creo que te mereces todos los honores en exclusiva por hacer interesante un fenómeno como este.
En fin, que no sé si podré conciliar el sueño, dormiré con la lamparita encendida, por si acaso.
Me muero de la risa. Es lo más parecido que he visto a THE BLOB en mucho tiempo. Yo que tu me iba preparando porque esto no hay quien lo pare, y ya sabes cada pañal es un mundo (olor, cantidad. Mira que no era amigo de la mostaza pero me has quitado todas las ganas de volver a catarla. Bravo!!!
ResponderEliminarXDDDD tremendo, buenísimo lo del simbionte es la mejor descripción que he escuchado nunca, aunque el meconio que aparece en la foto es poquita cosa, todavía tengo pesadillas aterradoras recordando el momento en el que me encontré con el meconio, el gran meconio, menos mal que vino una enfermera, me vio la cara y los sudores de desesperación y me ayudó XD. El meconio cumple una función importante: que a partir de ese día el padre se sienta preparado para enfrentarse a cualquier horror dentro del pañal de su hijo (menos cuando el pañal falla miserablemente la primera vez)
ResponderEliminarmoigaren, lo importante en la fase mostaza es tener rapidez de manos, porque intentará acertar en ella como si fuera una rica hamburguesa que necesita un poco de sabor.
Jolín, qué médico más documentado!! xD Y si es niña, mucha gente se alarma con la presencia de algo de sangre junto con el meconio. Tiene una explicación chula también ;-)
ResponderEliminarYo también le he dado al horror xD. He de decir que nunca había visto meconio más negro (y llevo viendo ya unos cuantos y explicando el por qué xD)
Me partoooo!!! Como dice el Cope, este post es mítico. Además, ¡ya sé lo que me espera en breve! P
ResponderEliminarPor cierto, una reflexión: ¿por qué si casi todo el mundo tiene bebés en algún momento, nadie habla de este tipo de cosas? No tenía ni idea de nada de esto. Una segunda reflexión: luego decimos que nuestros padres no nos tienen respeto por mucho doctor que seamos. ¿Cómo nos van a respetar si nos han limpiado el chapapote y la caca-mostaza? ¿Eh? En fin...
No hablamos de este tipo cosas para evitar un colapso en la tasa de natalidad :P Y lo que se callan ellas, que nosotros somos unos quejicas miserables, ellas son las verdaderas heroínas de toda esta historia :_)
ResponderEliminarJolines, os juro queridos comentaristas que estaba convencido de que el post no iba a triunfar tanto como el anterior de caca (bueno, aquel queda ya insuperable), he subestimado el poder de la guarrerida. Muchas gracias por vuestras aportaciones, tanto a los padres que ya están inmersos en la espiral de la caca, como a los demás que portáis referencias cinéfilas o sencillamente compartís el Horror, el Miedo y la Risa al mismo tiempo (bastante paranoico, la verdad).
ResponderEliminarUn par de conclusiones que extraigo:
1) Me veo obligado a continuar con la historia de la mostaza, estuve a punto de poner un "continuará" pero pensé "bah, ya sería pasarse". Pero el público manda, así que allá que voy.
2) Ciertamente hay un mundo oculto y conspirador en torno a todos los temas de la p/maternidad, sobre todo de la maternidad. Puede que sea motivo de otro post, o no; en cualquier caso, no dejéis oh padres futuros, de navegar por internet hasta el fin de vuestras fuerzas, encontraréis secretos ocultos bajo mil cerrojos y leyendas urbanas que al final no lo son tanto. Avisados quedáis.
Gracias de nuevo, me habéis motivado mucho. Habrá mostaza.
Colega, vas camino de la leyenda...
ResponderEliminarHacía mucho tiempo que no me descojonaba con un post. ESTE ES MÍTICO.
Si sigues esta brecha, pronto te convertirás en referencia blogosferil para lo papás
primerizos ávidos de conocimientos puericulturiles y enfermos de hipocondría paternoifilial...
banchsinger
A buen seguro tendremos segunda parte, porque luego viene la caquita "olor intenso" que te duchas junto con el bebé con colonia nenuco y como si nada. Más adelante hacen unas, que te preguntas como puede salir algo del tamaño de tu brazo por un agujerito tan chiquitín. Luego hay invitados en casa que te dicen que el bebé "huele como si..." y cuando abres el pañal, no hay nada. La primera vez, ya que lo has destapado, le pones uno nuevo, pero las siguientes lo vuelves a envolver en el mismo y te sientes como si lo castigaras jajaja. Pero piensas que con esos efluvios la "sorpresa" no puede tardar en llegar y en el precio de los pañales jajaja. Creo que hay tantas deposiciones como bebés en el mundo. Al final tu nariz no diferencia entre la colonia nenuco y la caca jajajaja.
ResponderEliminarUn post Fenofecal Dr. Como siempre y una vez mas has conseguidos que os moscardos de la blogosfera nos acerquemos al olor de la hiedra. Como te decía por Twitter, esto dice mucho tanto del autor del blog y el blog como de sus lectores. Pero no me extraña, no hay cosa que haga mas gracia que un pedete, una caca o un guantazo bien dado... ahora que lo pienso ¡Se me está ocurriendo el vídeo de humor definitivoooooo!!! jajajajaja.
ResponderEliminarEn fin, suerte con spiderboy y valor con las nuevas formas y C-OLORES de las nuevas cacocas.
Me encanta toda este submundo de posts de caca que estás creando. Deberíamos hacerle un grupo de fans de FB :P
ResponderEliminarEn serio, me encanta descubrir estos misterios de una forma tan interesante.
PD: Guarda el pañal, pq ese simbionte puede valer una pasta en el futuro
¡Madre mía, una muestra del Prestige en el pañal de un tierno infante! Si se puede aprovechar el meconio (que hasta tiene nombre de elemento químico radiactivo) para hacer divulgación de la buena, sólo puedo decir: ¡Chapó!
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