Muchas veces he intentado ser más espontáneo con lo que publico en el blog. Escribir algo rápido y sencillo, a bote pronto, sin pensarlo demasiado. Raras veces lo consigo; bien porque me pongo a indagar sobre el tema y me voy enfangando, bien porque se trata de algo complejo y no quiero dejar cabos sueltos... incluso en ocasiones cuando he querido conmemorar un acontecimiento muy concreto me he liado tanto que he terminado conmemorándolo en fecha distinta, o sencillamente, pasando del tema. Todo lo más, alguno de los textos más locos del blog han surgido de un momento de inspiración que ha coincidido con un periodo en el que fue fácil sentarse y escribir de un tirón. Suelen ser los mejores, y por tanto, también son los menos.
Pues bien, para el momento que pretende conmemorar el presente escrito tenía preparada una idea muy concreta, tan ambiciosa que terminó convirtiéndose en toda una saga de posts. Me refiero a la narración seriada de mi experiencia investigadora en el que ha sido mi laboratorio durante estos últimos años. La idea era que el último de la saga fuese el colofón, un post donde extrajese unas últimas conclusiones sobre toda esta experiencia y además sirviese de homenaje a todos los compañeros con los que he compartido tan increíbles momentos. Obviamente no puedo, no debo, dejar esta idea en el tintero, pero el tiempo se me ha echado encima y todavía tengo un post pendiente antes del cierre final. Así que he decidido, mientras recogía mis últimos trastos, lanzarme a escribir unas palabras para que coincidan escrupulosamente con el día en que finaliza mi contrato. Pienso que en la vida, realmente las etapas muchas veces se solapan, así que sin mayores dramas pasamos página y seguimos con el siguiente capítulo. Seguiré terminando parte de los proyectos que llevo en marcha, dirigiendo la tesis de Pablunchu, y colaborando con el grupo, si todo va según lo previsto y consigo formar parte del nuevo grupo al que le tengo echado el ojo. Informaré debidamente, pues dicho nuevo capítulo abarca un campo bastante distinto de todo lo que he contado en el blog hasta el momento y seguramente allí viviré nuevas aventuras que a algunos de los que se pasan por aquí les gustará leer.
Así que en resumidas cuentas, el blog estaba muy parado y la narración de mis aventuras en Granada, que será la próxima publicación, se me ha alargado algo más de la cuenta; así que aquí dejo estas palabras y estas instantáneas, sin mayores explicaciones, como testigos del momento de despedida "oficial".
Pero la ciencia sigue; y por ahora, todavía me arrastra con ella. Gracias a todos los que estáis ahí por acompañarme en este extraño viaje.
Seguiremos informando.
Pues bien, para el momento que pretende conmemorar el presente escrito tenía preparada una idea muy concreta, tan ambiciosa que terminó convirtiéndose en toda una saga de posts. Me refiero a la narración seriada de mi experiencia investigadora en el que ha sido mi laboratorio durante estos últimos años. La idea era que el último de la saga fuese el colofón, un post donde extrajese unas últimas conclusiones sobre toda esta experiencia y además sirviese de homenaje a todos los compañeros con los que he compartido tan increíbles momentos. Obviamente no puedo, no debo, dejar esta idea en el tintero, pero el tiempo se me ha echado encima y todavía tengo un post pendiente antes del cierre final. Así que he decidido, mientras recogía mis últimos trastos, lanzarme a escribir unas palabras para que coincidan escrupulosamente con el día en que finaliza mi contrato. Pienso que en la vida, realmente las etapas muchas veces se solapan, así que sin mayores dramas pasamos página y seguimos con el siguiente capítulo. Seguiré terminando parte de los proyectos que llevo en marcha, dirigiendo la tesis de Pablunchu, y colaborando con el grupo, si todo va según lo previsto y consigo formar parte del nuevo grupo al que le tengo echado el ojo. Informaré debidamente, pues dicho nuevo capítulo abarca un campo bastante distinto de todo lo que he contado en el blog hasta el momento y seguramente allí viviré nuevas aventuras que a algunos de los que se pasan por aquí les gustará leer.
Así que en resumidas cuentas, el blog estaba muy parado y la narración de mis aventuras en Granada, que será la próxima publicación, se me ha alargado algo más de la cuenta; así que aquí dejo estas palabras y estas instantáneas, sin mayores explicaciones, como testigos del momento de despedida "oficial".
Pero la ciencia sigue; y por ahora, todavía me arrastra con ella. Gracias a todos los que estáis ahí por acompañarme en este extraño viaje.
Seguiremos informando.
Te lo podría decir por tuiter, pero allí todo vuela y permanece demasiado poco tiempo.
ResponderEliminarComo decía alguien, lo únicos constante es el cambio, el tiempo pasa y todos lo sabemos, por aquí y por allá pasan muchas personas pero, para mi, lo importante es ser una de estas que dejan huella para bien, que modifican y adaptan su entorno, pero que también son modificadas por el entorno. Está claro que has dejado huella allí, que eres especial y único; y que lo que haces no lo hacen muchos. Así que aunque sea triste y algo melancólico, tengo que felicitarte por ser así (y eso que no te conozco en persona!) y seguro que todos los que han compartido autoclaves y geles contigo piensan lo mismo. Felicidades, ánimo y avanza sin olvidar lo que dejaste atrás.
Te va a resultar un poco raro, pero es como si se fuese de mi lado un compañero de poyata. (Y por desgracia se lo que es esa sensación porque últimamente se van mas de los que vienen). Sin dramas, como todo en esta vida debe ser tomado, te digo hasta luego. Se que no te vas, pero es como un hasta luego cuando alguien se muda a la ciudad de al lado. En cualquier caso te deseo lo mejor en la nueva etapa. La vida del investigador es rara, nuestros puestos de trabajos son extraños y la relación con nuestros compañeros y jefes lo es mas todavía... pero si aún la ciencia te arrastra con ella... síguela de cerca. Nosotros te seguiremos a ti.
ResponderEliminarQue descanses estas vacaciones y vuelvas con las pilas cargadas. Algo me dice que la guerra no ha echo mas que comenzar.
Siempre es complicado dejar el que ha sido tu lugar habitual de trabajo, dejas muchas cosas atrás: muchos buenos recuerdos, que son los que cuentan; personas con las que ya no habrá el mismo contacto; el lugar donde has pasado una parte importante de tu vida. (Se nota que he pasado por alguno XD)
ResponderEliminarPero cambiar aires también mola, qué leches: nueva gente, nuevos retos, nuevas aventuras que se convertirán en buenos recuerdos. Mucha suerte Carlos, con tus nuevas andaduras divulgativas y laborales. Esperamos noticias ;P
Animo tocayo! Y mucha suerte en tus nuevas aventuras, seguro que te va bien vayas donde vayas. Hemos compartido poco tiempo en Granada, pero ha sido todo un placer conocerte y desvirtualizarte, y ha sido tiempo más que suficiente para saber que te va a ir genial vayas donde vayas. Ya nos contarás tus nuevas experiencias. Un abrazo! :)
ResponderEliminarMuchas gracias por vuestros comentarios, amigos. Ciertamente cada etapa es emocionante y la verdad soy de los que al cabo de cierto tiempo agradecen cambiar de aires. Con seguridad absoluta lo más triste es dejar de compartir el día a día con los compañeros, aunque sigamos en contacto. He tenido una combinación de jefe y compañeros difícil de mejorar, aunque el nuevo grupo pinta la mar de bien. Soy un tipo con suerte.
ResponderEliminarCómo molan las imágenes que pones del laboratorio. Qué cantidad de cosas a echar de menos allí se pueden intuir…
ResponderEliminarMucha suerte en tus siguientes aventuras, y sigue contándonoslas, que este post me ha hecho querer haber estado leyendo tu blog desde hace años. Pero las que empieces ahora sí que podré seguirlas desde el principio… :)
¡Y las que me he reservado! Un auténtico museo de los horrores XD
EliminarOye que las entradas antiguas están ahí, sólo tienes que ir leyendo, por mí encantado colega. Ahora voy más lento con las publicaciones, te será fácil seguir el ritmo. Un saludete y muchas gracias por tu comentario!
El día que te fuiste, me desperté con la percepción nostálgica de aquel que sabe que algo bueno, algo de lo que formó parte (y con o sin razón, aun se siente parte) toca a su fin. Extraña sensación estando tan lejos. Más aun, cuando ya sentí lo mismo años atrás (cuanto hubiese disfrutado y aprendido con la oportunidad de quedárme entre esos muros). Te deseo suerte en tus nuevos proyectos, sé que oiremos de tu ventura, ansiosos estamos. Y aunque sé que he perdido mucho el ritmo, mi hacha sigue estando en cima del pedestal. Confío en que mis dedos recordarán su vieja fuerza cuando la empuñen de nuevo, si por alguna de aquellas sienten la llamada. Mientras tanto merodearé por aquí, no muy lejos, pero en la sombra.
ResponderEliminarCuídate mucho, Amigo.
Banchsinger
Te deseo lo mejor, amigo. Ánimo y adelante.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias queridos Danis por vuestras palabras. Y ten por seguro Banchsinger que cuento con tu hacha, de hecho ya tengo tu próximo post en la mirilla ;D Un abrazo a ambos.
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