martes, 25 de febrero de 2014

Dos razones para estudiar las enfermedades raras

Un ser humano está construido en base a la información contenida en aproximadamente 20.000 genes. Cada uno de esos genes es una pieza que desde el mismo momento de la unión entre óvulo y espermatozoide comienza a funcionar para conformar lo que poco a poco irá creciendo y completándose hasta ser un ser adulto e independiente. Durante toda la vida de dicho ser, esas 20.000 instrucciones seguirán presentes: algunas estarán constantemente siendo utilizadas, otras permanecen latentes, otras se silenciarán en determinado momento; pero el ser adulto no necesitará nueva información para seguir viviendo hasta el fin de sus días. En un caso ideal, las 20.000 dosis de información contendrán un número de errores o imperfecciones lo bastante pequeño como para que el individuo lleve una vida relativamente cómoda, consiga reproducirse (si lo desea) y viva tantos años como físicamente sea posible (obviando muerte por causas accidentales). No hace falta ser matemático para imaginar que este caso ideal es altamente improbable: todos, absolutamente todos y cada uno de nosotros portamos tal cantidad de errores en nuestros genes que es más probable que ninguno encajásemos en lo que se pudiese definir como un “ser humano estándar”; como se suele decir, todos tenemos “nuestras teclas” y en cierto modo es reconfortante pensar que en realidad no existe una norma a la que nos acercamos en mayor o menor medida, sino que la especie humana conformamos un conglomerado de variedades genéticas en cuya diversidad reside un gran potencial, así como una gran belleza. Pero hay algunas de estas variedades genéticas que traen acarreados graves problemas para la salud, y su proporción en un grupo humano de gran tamaño es tan baja, que constituyen una rareza. Esto es, a grandes rasgos, lo que define a las enfermedades raras. Es fácil entender que esta “rareza” se debe, pues, a una mínima presencia comparada con otras enfermedades debidas a causas  más comunes, y por eso se llaman también enfermedades minoritarias.

RareDiseaseDay
En realidad, cabría imaginar que siendo tan fácil que se produzcan alteraciones en nuestros genes (ya sabéis, el fenómeno de la mutación ocurre espontáneamente con cierta frecuencia, además de verse influido por factores ambientales), debería ser más frecuente todavía encontrar enfermedades que afectasen a unos pocos. Afortunadamente, nuestra especie guarda toda la información en doble copia. Tenemos toda esa información guardada en paquetitos llamados cromosomas, y cada uno de ellos está repetido. La mayoría de genes pueden cumplir su función aunque una de las dos copias esté fastidiada; otros funcionan algo peor, y otros lamentablemente dan lugar a fallos muy gordos en el organismo si ambas copias están estropeadas. Por eso, cuando dos individuos con al menos una copia defectuosa de un gen transmiten precisamente esa copia a la descendencia, nos encontramos con una enfermedad poco común (esto es lo que se conoce como carácter recesivo). Si unimos esto a lo que hemos explicado más arriba, teniendo en cuenta la multitud de genes distintos y las muy distintas rutas fisiológicas que regulan, entenderemos que el abanico de trastornos provocados por causas genéticas puntuales puede llegar a ser muy amplio.

Y precisamente en esta última frase radica la clave para conseguir luchar contra las enfermedades raras: tomadas individualmente, estas patologías afectan a un número bajo de personas: en su conjunto, la cosa cambia. Para hacerse una idea: una enfermedad se considera rara si afecta a menos de 1 por cada 2000 habitantes; sin embargo, en su conjunto se han llegado a describir 7000 tipos distintos de enfermedades raras, y los afectados por cualquiera de ellas se calculan según la OMS en un 7% de la población mundial. En España, unos 3 millones de personas. No parecen ya tan poco frecuentes, ¿no? Esta es la estrategia que siguen asociaciones de pacientes como FEDER u organismos de investigación como el CIBERER, donde se aglutinan afectados, médicos, investigadores que aunque estén relacionados con una enfermedad concreta y única, aúnan esfuerzos y recursos para conseguir que el conjunto general de las enfermedades minoritarias pase a ser algo más mayoritario, capaz de recabar fondos, atención pública, etc. Algo parecido a lo que la estrategia de la que este post forma parte pretende, intentando aumentar la visibilidad del problema y mejorar su comprensión.


Diferentes entidades unifican esfuerzos para promover el conocimiento de las enfermedades raras y su investigación.

Pero hoy no quiero centrarme en este aspecto de esfuerzo colectivo. Por contra, quisiera reivindicar que existen muchas razones por las que la investigación de una enfermedad, por muy rara, minoritaria y poco lucrativa que resulte, debería ser un objetio prioritario. Me voy a centrar sólo en dos, pero bastante generales:

1) Porque la ciencia no entiende de prioridades. La investigación que se hace en enfermedades raras es igual, exactamente igual, que la que se hace en cualquier otro ámbito de la investigación biomédica. Ya se trate del tipo de cáncer más común y frecuente en la población mundial, ya sea una infección como la tuberculosis, ya sea un tipo de alergia frecuente, las rutas moleculares que las provocan son exactamente las mismas que en la más rara de las enfermedades raras. Nos queda mucho por comprender de cómo funcionan nuestras células y cómo los genes que contienen se encargan de construir todo aquello que en última instancia da lugar a un organismo tan complejo como el nuestro. Se han hecho impresionantes avances en biología molecular y celular gracias a estudiar trastornos cuyo origen genético es de tan baja frecuencia que a ningún administrador de dinero público se le pasaría jamás por la cabeza financiar su estudio. Precisamente porque muchas de estas patologías tienen un origen desconocido y difícil de trazar, el profundizar en su análisis facilita que por el camino conozcamos mejor cómo funcionan mecanismos celulares que de otro modo pasarían desapercibidos cuando funcionan de manera correcta (en el último párrafo me extenderé un poco con un ejemplo concreto).

2) Porque somos humanos. Me parece un poco extraño tener que resaltar esto, pero lo que nos hace humanos no es precisamente la capacidad de abordar el estudio y la curación de las enfermedades, sino el hecho de que nos preocupe hacerlo. Pese a todas las catástrofes y calamidades que los seres humanos nos hemos infligido unos a otros en el transcurso de nuestra historia, somos igualmente singulares en la naturaleza a la hora de velar por nuestros semejantes e incluso sacrificar nuestra propia integridad con la intención de ayudar a un único individuo. Por muy impreso que esto vaya en nuestros genes (los expertos en etología y antropología sabrán más de esto), no deja de ser obvio que perseguir la cura de una enfermedad que afecta a apenas un puñado de nosotros es una obligación para toda sociedad que se precie de respetar los derechos humanos y proporcionar igualdad de oportunidades para todos los habitantes del planeta. Tal vez por esta razón se tienda a utilizar las historias personales de afectados por enfermedades raras como medio para potenciar su investigación. Es entonces cuando nos damos cuenta de que esas personas que sufren indeciblemente, no lo hacen sólo por la crudeza de sus síntomas y su pobre calidad de vida, sino por la terrible conciencia de que su problema es minoritario y puede llegar a pasar incluso desapercibido por la mayoría de la sociedad. Esta sensación de desamparo sólo es comparable a saber que la dolencia que uno sufre, aunque sea mayoritaria, carece de cura en la actualidad. Son desgracias personales que ninguno queremos para nosotros ni para nuestros semejantes: nuestra genética de especie social nos impide, por tanto, girar la cabeza y mirar hacia otro lado. Y no creo que haya nada de malo en remarcar que este motivo es tan válido o más que cualquier otro para justificar el gasto de recursos y esfuerzos en esta dirección.


Desde 1911, año en que se Gonzalo Rodríguez Lafora la describiese por primera vez, el estudio de la enfermedad que lleva su nombre sigue aumentando nuestro conocimiento de la fisiología neuronal.

Termino la entrada poniendo como ejemplo mi experiencia personal. Durante cinco años he trabajado estudiando las bases moleculares y la fisiopatología de la enfermedad de Lafora, una enfermedad de la que actualmente existen sólo cuatro pacientes afectados en nuestro país. En ella, confluyen síntomas tan dispares como crisis epilépticas, neurodegeneración, deterioro muscular y demencia, por citar los más generales. A nivel celular, en los últimos diez años se han hecho grandes avances que nos han demostrado lo complejo de la biología subyacente a todos estos síntomas. La participación de moléculas de glucógeno aberrantes era el único frente en el que se trabajaba: hoy día, somos conscientes de que toda la maquinaria celular encargada de eliminar residuos y evitar que se produzcan acumulaciones peligrosas para la integridad de la célula, está afectada, lo cual la semeja a otras enfermedades raras como la de Niemann-Pick, pero a su vez con enfermedades tan mayoritarias como puedan ser Huntington o Alzheimer. Jugamos ahora con la dilucidación de cómo proteínas que no parecían tener relación con la enfermedad, regulan los procesos afectados, con lo que ahora sabemos mucho más sobre los procesos de etiquetado de proteínas y la forma en que se regula su eliminación. Además, en el camino hemos encontrado relación con otras proteínas que participan en otros procesos y se ven afectadas en patologías totalmente distintas, algo inesperado y que no podríamos haber averiguado de cualquier otra forma. Las particularidades de las proteínas principalmente responsables de la enfermedad, laforina y malina, y la forma en que ambas colaboran, es un frente abierto que no cesa de proporcionar datos interesantísimos, que en los últimos trabajos han llegado a relacionar todos los procesos ya conocidos con campos más novedosos, como la epigenética o la regulación del estrés oxidativo celular. En el seno del grupo donde he trabajado en este apasionante tema, se está profundizando ahora en el carácter neurológico de la enfermedad, estudiando el comportamiento de las neuronas afectadas y ensayando tratamientos que puedan revertir sus síntomas en modelos animales de ratón. Pasarán muchos años hasta que todo esto haya producido la cura de esta terrible enfermedad, pero estoy seguro de que tarde o temprano llegará.

En ese momento, los que trabajen en ello echarán la vista atrás y suspirarán aliviados, pensando que tiempo atrás los que les precedieron no tiraron la toalla y decidieron apostar por el conocimiento, la investigación, el apoyo a las minorías y la lucha sin tregua por mejorar, en términos generales, el futuro de todos. No les decepcionemos.

Este post forma parte de una iniciativa convocada por FEDER: “BLOGGERS POR LA #ESPERANZA DE LAS #ENFERMEDADESRARAS” con motivo de la celebración del día de las enfermedades raras, el 28 de marzo FEBRERO. Atentos a la difusión por las redes sociales de muchos artículos en torno a este mismo tema.

12 comentarios:

  1. ¿Carácter recesivo? Salga del Siglo XIX por favor.

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    1. Hasta donde yo sé, el término "carácter recesivo" es válido para lo que se comenta en el texto; no obstante, si tengo un blog es porque me gusta aprender y debatir con mis lectores, por lo que agradeceré sobremanera si le apetece extenderse un poco más y sacarme de mi error.

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  2. Aburrido, pesado, largo.. información copiada tal cual de wikipedia y de otras webs, autopromoción... si ya sabes que has ascendido y que tienes nuevo trabajo, más dignidad y no hagas tanto la pelota

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    1. La verdad es que este es el comentario más surrealista que me han dejado en el blog... normalmente no contestaría a todas esas tonterías, pero por si algún lector ingenuo lo creyese, debo decir que no he copiado ni un sólo párrafo, sólo las cifras de afectados por enfermedades raras y además he colocado el enlace directamente a la fuente de donde lo he sacado.

      Por lo demás... pues eso. Voy a ver si me entero de quién me ha ascendido para poder hacerle la pelota en condiciones. Qué cosas.

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  3. Pues yo también estoy filmando un poco, bueno, no bastante. Este es como esos desgraciados que te insultaban y hacían la vida imposible en la escuela sin más razón que sus cortas entendederas. La ventaja es que ahora se pueden ignorar sin tener qué llegar a las manos.

    Por lo demás, un post en su genial línea compañero.

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  4. Aclaración:
    Soy Moscon , no Moscon 2.
    En principio disculpas por lo arrebatado de mi corto comentario, no tengo intención de ofender.
    Quizás no está enterado que hace años La teoría “oficial” que sigue figurando en los libros de texto, a pesar de estar totalmente descalificada por los datos recientes es la llamada “Teoría sintética moderna”.

    El término “moderna” hace referencia a la época en que fue elaborada, desde los años veinte a los cincuenta, fundamentalmente por matemáticos (Wrigth, Fisher y Haldane) que tenían muy pocos conocimientos de genética cuando incluso los genetistas tenían muy pocos conocimientos de genética.
    La idea de evolución (de cambio en la organización morfológica, fisiológica y genética) se resume así de sencillamente: La visión de Darwin sobre la selección natural se puede incorporar fácilmente a la visión genética de que la evolución se produce típicamente a partir de cambios en las frecuencias génicas.
    En la época en que se elaboró la Teoría Sintética se hablaba de “un gen – un carácter”.
    Posteriormente, se pasó a asociar un gen con una proteína y, finalmente se ha comprobado que la información genética es algo de una complejidad difícil de abarcar.

    En primer lugar, el ADN en sí mismo no es ni autorreplicable ni de único significado. Es algo así como un diccionario, que necesita de una gramática, incluso de un idioma que dé sentido (y contexto) a la información que contiene.
    Muchos genes tienen la capacidad de lo que se conoce como “splicing” (empalme o ligamiento) alternativo (Herbert y Rich, 1999), es decir, de producir diferentes mensajes (diferentes proteínas) en función de las condiciones del ambiente celular (que, a su vez, depende del ambiente externo), lo que en definitiva significa que el ADN POSEE LA CAPACIDAD DE RESPUESTA AL AMBIENTE. Y esta capacidad de respuesta va aún más lejos si tenemos en cuenta los descubrimientos derivados de la secuenciación (parcial) del genoma humano).

    El 95% de nuestro genoma está constituido a partir de elementos móviles (o transposones, que son unidades genéticas móviles con una amplia diversidad en su estructura y en los mecanismos de transposición que utilizan) y virus endógenos.

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  5. Vaya, qué diferencia entre un comentario y el siguiente XD

    Sí conozco todo esto que menciona, y tal vez he pecado de simplismo en mis explicaciones genéticas; pero no quería alejarme de los términos más populares para el público mayoritario, y además para explicar los fallos genéticos concretos a los que quería referirme, este concepto de "recesividad" sigue siendo aplicable. Lo digo porque en el campo seguimos hablando de que la enfermedad de Lafora, por ejemplo, tiene una herencia autosómica recesiva, sin ir más lejos.

    No obstante, es bien cierto que la complejidad del genoma parece aumentar con cada descubrimiento, algo que intenté plasmar en este otro artículo aunque también puede que en mi intención de llevarlo al público no especializado también pecase de simplista. Como digo, sigo aprendiendo a diario.

    Gracias por su aportación.

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  6. Estoy con Laura, juzgo esta entrada como muy, muy buena: que junta reflexiones imprescindibles con la divulgación de la enfermedad de Lafora y otras enfermedades raras :) Conste que tu artículo de JoF me abrió los ojos para mirar de otra manera... Luego participar en "Raras pero no invisibles", y ahora estar en un proyecto de la enfermedad de Fabry, me hacen estar especialmente sensibilizada. Así que valoro mucho esta iniciativa y me parece que tu post logra el objetivo.

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  7. Comentarios estúpidos aparte (Lo digo por el Moscón2 que no solo escribe como anónimo sino que encima copia el nombre... en fin) la segunda respuesta de Moscón me parece que viene al pelo y es totalmente correcta. Creo que esta iniciativa para hacer visibles las enfermedades raras es genial. La mayoría de las veces lo que no se conoce, no existe.

    Está claro que hay enfermedades que están de moda y otras a las que les cuesta trabajo hasta ser pronunciadas, pero la investigación de todas ellas es necesaria. Como bien has dicho en tu post, la investigación de una enfermedad rara puede llegar a entender el mecanismo de acción de una enfermedad mucho menos rara pero no solo eso. Si entendemos como funciona una enfermedad, quizá no seamos capaces de curarla, pero si de mejorar la vida de los pacientes o detectarla a tiempo (Y si, estoy hablando de diagnóstico prenatal y aborto... aunque no sea aquí porque estamos montados en una máquina del tiempo que no lleva a hace un siglo).

    Respecto al comentario genético, decir que es muy difícil ser totalmente rigurosos cuando se hace divulgación y se intenta llegar a la gente. Si le dices a alguien que su enfermedad es de herencia autosómica recesiva o codominante o mil cosas, la gente se pierde. Si le dices que solo uno de sus padres es el portador de la enfermedad y que el no lo sufrirá, pero sus hijos tienen probabilidad de que si... la gente lo entiende mejor. Independientemente, en los laboratorios y artículos se sigue hablado de tipos de herencia, de codominancia, de dominancia y de todo este tipo de términos. Obviamente la complejidad genética está muy por encima de esto y entender los mecanismos concretos es importante, pero creo que a nivel divulgativo no es INCORRECTO hablar en estos términos. Igual puede pasar para hablar de proteínas (aunque algunas sean péptidos) o que regula el ADN cuando en realidad la regulación es post-transcripcional y lo que regula es el ARN

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  8. Gran post, gran blog, gran iniciativa, gran investigador, gran bloquero. GRAN TODO. Litos, eres el mejor. Bueno, el segundo mejor; el mejor soy yo. Y gracias por investigar en una de estas enfermedades. Un abrazo.

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  9. Gracias a los últimos comentaristas por vuestros aportes. Alegra ver que el esfuerzo de intentar explicar estas cosas, con el trabajo que requiere y a pesar de no hacerlo del todo bien a veces, sirve para estimular a otros y para difundir la importancia de la investigación.

    Seguiré investigando en enfermedades raras... si me dejan, lo cual tampoco está muy claro en estos tiempos.

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  10. Qué necesito estudiar para ser investigadora de enfermedades raras?

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