Esta entrada participa en la I Edición del Carnaval de Neurociencias
¿Qué es un recuerdo? ¿Cómo podemos ver imágenes cuando sólo
percibimos la luz reflejada del sol? ¿Por qué no necesito pensar en respirar
para seguir haciéndolo?
¿Qué tienen de especial las células nerviosas que las hace
capaces de crear pensamientos? ¿Se puede recuperar la memoria perdida? ¿Cuánto
falta para que podamos reconstruir o incluso reconfigurar nuestros circuitos
neuronales?
¿Piensan los animales? ¿Podremos algún día leer sus mentes y
comunicarnos con ellos? ¿Es la realidad muy diferente de lo que percibimos a
través de nuestros sentidos? ¿Qué relación hay entre los impulsos eléctricos y los sentimientos? ¿Avanzará la tecnología hasta el punto de permitirnos almacenar físicamente nuestras memorias? ¿Se puede mejorar la enseñanza atendiendo a las necesidades particulares de cada cerebro?
¿Por qué no recuerda mi nombre el abuelito? ¿De verdad nadie puede devolver la movilidad a mi cuerpo? ¿Cómo puedes dejar que la necesidad de beber te controle? ¿De dónde salen esas imágenes que sólo yo soy capaz de ver? ¿Quién habla dentro de
la cabeza del tío? ¿Desde cuándo dormir demasiado es una enfermedad? ¿Quién eres de verdad, el que me abraza ahora o el que acaba de lanzarme contra la pared? ¿Cuándo una manía se convierte en una patología? ¿Existe cura para la infelicidad? ¿Cómo puede doler tanto cuando no estás a mi lado?
No importa la causa que origina la necesidad de buscar
respuestas. Ya sea por descubrir cómo funciona cuanto nos rodea, por descifrar los
misterios de la naturaleza, por ayudar a un ser querido, por sanar una
enfermedad, por desarrollar un trabajo emocionante y novedoso, por jugar a los detectives, por resolver
cuestiones vitales, por mera curiosidad… siempre que la pregunta se pueda
formular de manera científica, la única respuesta posible estará formada, a su
vez, por nuevas preguntas.
¿Para qué sirven las neurociencias? Para seguir haciendo
preguntas. Para cambiar el mundo que nos rodea, y el que escondemos dentro de nosotros mismos.
Y con un poco de suerte, después de un tiempo lo
suficientemente largo y de un número de preguntas aún mayor… para llegar a comprendernos.
Ole, ole y ole .
ResponderEliminarVes como si se puede?
Esta perfecta.
Pienso en la noticia de hace un par de semanas, el hombre que vuelve a caminar gracias a un cultivo de sus propias celulas. Y pienso que lo más especial es que esa noticia no es una respuesta (aunque en parte le es) sino la puerta a cien preguntas nuevas. Lo mejor de la ciencia es que es inagotable
ResponderEliminarGracias por vuestros comentarios, siento no haber respondido antes.
ResponderEliminarMoli, me alegro de haber superado la prueba ;D
José Antonio, totalmente de acuerdo. Cuando era más joven imaginaba un futuro estanco, con la Humanidad viviendo cómodamente sin problemas que resolver, pero ahora tengo claro que eso nunca sucederá. Cada puerta cerrada abre de golpe otras tantas (en realidad no creo que ninguna se llegue a cerrar del todo)