La manera en que la naturaleza imita al arte es algo que se viene observando desde el principio de la historia, y los ejemplos son numerosísimos. Del mismo modo, los artistas se han basado desde los tiempos de las cuevas de Altamira en la naturaleza que los rodeaba. Si recientemente varios colegas sufrimos un impacto superlativo al conocer la estructura de unas macromoléculas como las Vault (dicho sea de paso, la molécula del mes en la base de datos Protein Data Bank) y su inquietante similitud con los ornamentos faciales de la muy autóctona Dama de Elche (ver Current Revolution para más señas), ahora descubro que existe un concurso de micrografías donde se muestran auténticas maravillas del orden de los nanómetros. Algunas de origen biológico, otras de materiales inertes, en cualquier caso los parecidos son sobrecogedores. La noticia, leída en el blog La Singularidad Desnuda; las fotos del concurso, podéis verlas aquí. Y por supuesto, gracias a nuestra fiel seguidora Consuela por el soplo.
Como muestra, os dejo aquí el cónclave más diminuto jamás visto. Los muñequitos sin cara son mi debilidad, ya lo sabéis...
Ver La danza I (1909) Henri Matisse Nueva York, MOMA.
ResponderEliminarCada uno a lo suyo...
Cele
Pardiez, qué gran observación amigo Cele! Es sin duda un parecido real, un ejemplo perfecto de la dualidad arte-naturaleza que comentaba... podéis comprobarlo vosotros mismos pinchando aquí.
ResponderEliminarGracias por esta aportación, espero que sigas visitándonos! Un saludete.
¡Cómo mola! Ahora mismo a tuitear... :D
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