lunes, 6 de julio de 2009

Batablanca – Capítulo 3: Una reacción inesperada

Había sido pipeteado con anterioridad, y pocas veces había resultado agradable. Aunque muchos pipeteos tienen lugar de manera periódica (incluso pueden ser predichos y utilizados como medio de transporte entre eppendorfs), la mayoría son algo imprevisto, y por tanto siempre te suelen pillar en el momento más inoportuno y llevarte a lugares aún menos oportunos. Nadie sabe con seguridad porqué se dan estos pipeteos imprevistos; algunos lo llaman destino, otros lo achacan a cuestiones azarosas, y una gran proporción de proteínas están seguras de que existen seres superiores, que rigen nuestros destinos y nos dirigen de un eppendorf a otro para que trabajemos para ellos. He de decir que esta última opción siempre me pareció tan estúpida como imposible de demostrar, y aunque ninguna de las otras es para nada satisfactoria, finalmente nunca me ha importado demasiado: los pipeteos ocurren, te pillan en medio y condicionan tu siguiente cadena de acontecimientos. Fin de la historia. El que quiera ver más allá, que lo haga, yo me limitaré a seguir haciendo mi trabajo.



Volviendo al tema del pipeto, como decía, no es algo agradable: una fuerza succionadora brutal que arrastra todo lo que se halla en su radio de acción. Si te pilla, todos tus átomos se menean como si estuvieran a punto de separarse, y para cuando te quieres preguntar qué será de ti, vuelves a ser expulsado con la misma fuerza. Entonces te encuentras en otro lugar. Bam y yo fuimos pipeteados, los dos a la vez, justo cuando estábamos persiguiendo a Pistuno. ¿Casualidad? No lo creo, pero no puedo saberlo con certeza. Es muy posible que el muy cerdo nos guiase directamente hasta una trampa, y juraría que mientras la punta amarilla irrumpía en el eppendorf pude oír cómo se reía. Llevábamos mucho tiempo tras la pista de Pistuno y Saluno, sin conseguir resultados. Al parecer, sabían que les buscábamos, y quienquiera que hubiese contratado al maldito Jindetrés seguramente tenía en nómina a aquellos dos gorilas, y no estaba dispuesto a que nos dieran las respuestas que ansiábamos conseguir. Desde el primer momento, por tanto, sospeché que el pipeteo entraba dentro de los planes de quienquiera que moviese los hilos. Mis sospechas no hicieron sino corroborarse cuando, tras recomponernos como pudimos en el nuevo medio en que habíamos sido arrojados, Bam exclamó sobresaltado:

- Santo Genoma, jefe, ¿no le parece que hace demasiado calor aquí?

La observación era absolutamente certera: no sólo hacía calor, sino que la temperatura iba aumentando, lenta pero perceptiblemente. Observé con atención las condiciones del medio. La concentración de sales parecía anormal. Además, tenía la impresión de que no estábamos solos, en absoluto.

- ¿En qué clase de ensayo in vitro hemos ido a caer? – gritó Bam, cada vez más alterado. De repente, lo vi claro.

- Esto no es un ensayo in vitro. Es una reacción de PCR.

Casi como si la hubiera convocado con mis palabras, de una manera casi teatral, se mostró ante nosotros, entre las brumas del cada vez más ardiente eppendorf, una gigantesca cadena de ADN. Se desenrroscaba a un ritmo vertiginoso, como una ciclópea serpiente, y sus bases se iban separando más y más. Mientras desplegaba toda su longitud, amenazó con atraparnos entre sus hebras. Por si esto no fuese suficientemente problemático, el aumento de temperatura estaba provocando que nuestros átomos se volviesen locos. Pude sentir como si de un momento a otro fuese a explotar en mil aminoácidos, y tuve que echar mano de toda mi fuerza iónica para mantener mi estructura.

- ¡Cuidado, jefe! – el grito de Bam fue un mero acto instintivo, pues todo él se había abalanzado sobre mí para apartarme de la trayectoria de un cebador que se acopló con un fuerte impacto sobre la porción de hebra complementaria que se acababa de abrir tras nosotros. Una vez más, el bueno de Bam me había salvado el pellejo. Pero no había tiempo para palmaditas en la espalda.

- Bam, los cebadores están uniéndose: si te fijas, la temperatura ha vuelto a bajar. Antes de que llegue el siguiente ciclo, tenemos que hacer algo, o nos desnaturalizaremos sin remedio.

- Tiene toda la razón, jefe, pero, ¿qué podemos hacer? No hay dónde escondernos…

- Un momento… ¡tengo una idea! Rápido, sígueme.

Me dirigí hacia el cebador que había estado a punto de impactarme, deseando con todas mis fuerzas hallar lo que esperaba. Al parecer, no todo iban a ser desgracias: justo allí se encontraba, trabajando a toda velocidad, el viejo Taq. En cuanto nos vio llegar, con todas nuestras hélices y hojas a punto de desestructurarse, entendió que debía ayudarnos.

- ¡Por el Genancestro, Batablanca y Bamhacheuno! ¡No puedo creerlo! ¿Se puede saber qué hacéis aquí?

- ¡Taq, colega, no hay tiempo para explicaciones! ¡Tienes que ayudarnos!

A Taq se le podrían recriminar muchas cosas, pero como toda buena polimerasa era termoestable como la que más; puede que no tuviera capacidad para corregir sus errores, pero nadie puede negar que tenía una gran capacidad de reacción.

- Claro, claro, no te preocupes. Venid, colocaos justo entre mis surcos y apretad todos vuestros átomos cuanto podáis.

Parecerá increíble, pero pudimos acoplarnos en el interior de su estructura, y allí esperamos al siguiente ciclo. Todavía me asombro cuando recuerdo la firmeza con que la estructura terciaria de Taq combatía la imperiosa necesidad de sus átomos a salir disparados por el aumento de temperatura. Estaba diseñado para aguantarlo, y desde luego doy fe de que era un diseño excepcional. Incluso con dos moléculas extrañas en su interior, se mantuvo firme hasta que los ciclos cesaron. Entonces, por fin, pudimos salir. El espectáculo era parcialmente desolador: el ADN molde estaba intacto, y a su alrededor, desperdigados, millones de oligonucleótidos se amontonaban sin orden ni concierto. Al tener que cuidar de nuestra integridad física, Taq no había hecho su trabajo. Por otro lado, si no nos hubiera visto, probablemente en ese momento nos encontraríamos o bien desnaturalizados para siempre, o en caso de haber resistido, sepultados bajo millones de nuevas cadenas de ADN. Teníamos mucho que agradecerle, pero se limitó a sonreír y a encogerse de hélices.

- Amigos, no os preocupéis por mí; una PCR fallida es algo muy común, y no creo que nadie me haga rendir cuentas por ello. Lo importante es que estáis sanos y salvos, y podéis continuar con vuestra misión, o lo que sea que llevéis entre manos.

Esto me recordó que, una vez pasado el peligro inmediato, teníamos mucho de lo que preocuparnos. Pensé que no perdía nada por preguntarle directamente al bueno de Taq.

- Pues ahora que lo dices, viejo replicador, tal vez puedas ayudarnos. Vamos siguiendo la pista a un tipo llamado Jindetrés. Al parecer, Pistuno y Saluno han estado trabajando con él, pero mientras perseguíamos al desgraciado de Pistuno fuimos pipeteados hasta aquí.

El semblante de Taq cambió súbitamente. No esperaba esa reacción. Aunque la verdad, en ese día no era la primera reacción inesperada con la que me topaba.

- Verás, no lo había recordado hasta que lo has dicho, pero junto al primer cebador, antes de encontrarme con vosotros, encontré una nota que no tenía ningún sentido para mi… hasta ahora.
Increíble, pero cierto. Parecía que la aventura no había concluido.

- ¿La tienes aún?

Me alargó un trocito de papel wattman. Leí el mensaje en voz alta:

- “Esta tarde, en la noria a 4º. Ven sólo”

- ¿No pone nada más, jefe?

- Nada.

- Maldita sea, pensé que sería del mismo Jindetrés…

- No, amigo, no lo creo. Hubiera sido demasiado fácil… apuesto lo que quieras a que el otro gorila, Saluno, está detrás de esta nota. Pero no desesperes, está cada vez más claro que el tercer enzima del que nos habló Bigeldós es Jindetrés, y para llegar hasta él tenemos que pasar por Saluno. Pero esta vez, tendré que hacerlo yo sólo.

Arrugué la nota y la guardé en uno de los bolsillos de mi bata. Sin darles tiempo ni a Bam ni a Taq para que intentaran detenerme o unirse a mí, trepé ágilmente sobre la hebra de ADN más cercana y en unos segundos me encontraba en la superficie del eppendorf. Un pipeteo me había llevado hasta allí, y algo en mi interior me decía que otro me sacaría tarde o temprano.
Ahora, sólo restaba esperar.


Continuará…

5 comentarios:

  1. Hola Dr. Litos,

    Esta vez te has superado. La apasionante historia de batablanca me mantiene en vela esta noche¡¡

    Desde luego, la próxima vez que no funcione la PCR creo que hasta me voy a alegrar....

    Espero ansioso el desenlace

    Fdo. El lechero de Puerto Rico

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  2. ¡¡¡Totalmente de acuerdo con el lechero!!! ¡No puedo esperar al siguiente capítulo!

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  3. Ha estado bien... Interesante, aunque no sepa mucho de biotecnología ^^ Por otra parte... ¡maldita sea! esta entrada es de julio :(

    Una cosa: ¿me puedes explicar cómo cambias el texto que se muestra según haya o no comentarios? Es que me ha encantado XD

    Un saludo

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  4. Vaya, ahora sí tengo presión para continuar con Batablanca... Me voy a poner manos a la obra, por demanda popular!

    Zeros, mándame un mail a la dirección que sale en mi perfil y te adjunto el cacho de código, ya verás es muy sencillo.

    Un saludo!

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  5. Qué bueno! si todas las explicaciones de reacciones biológicas fueran tan "novelescas", la gente estaría más interesada en la biología molecular.
    Momento crítico el de: "- Esto no es un ensayo in vitro. Es una reacción de PCR." Me ha hecho revivir las películas de indiana jones.
    Sigo avanzando

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