lunes, 11 de octubre de 2010

Ray Bradbury y la conquista de Marte

"Las Crónicas Marcianas" son una colección de relatos escritos por el estadounidense Ray Bradbury durante finales de la década de los 40.  En ellos se narra, de manera fragmentada e irregular, la colonización de Marte por los habitantes de la Tierra durante un periodo que abarca desde el año 1999 hasta el 2026. En realidad los relatos fueron apareciendo en distintas revistas de ciencia ficción de la época, cada una de ellas constituyendo un relato autoconclusivo. Más tarde se editaron todas juntas, intercalando algunas breves historias que aportaban una mayor cohesión al relato en su conjunto. Hay que advertir que, aunque se considera a "Las Crónicas Marcianas" una obra de referencia en el género de la ciencia ficción, no se enmarca dentro de la corriente "dura", sino más bien pertenece a ese tipo de obras más filosóficas, como veremos más adelante.

 He de decir que no he podido evitar desgranar abundantes detalles al comentar el libro: el que quiera disfrutarlo sin saber absolutamente nada y dejándose sorprender por el genio de Bradbury, puede saltarse unos cuantos párrafos y leer la última parte del post (para picar vuestra curiosidad: relacionaremos esta novela con un experimento realizado nada más y nada menos que por nuestro amigo... ¡Darwiiin!).

Empieza el "destripe"

Estas historias fueron escritas en una época en que el terror a una catástrofe nuclear era algo más que ciencia ficción; la Segunda Guerra Mundial había terminado, y aunque el modo de vida americano estaba en su apogeo, no dejaba de haber cierto pesimismo en cuanto a imaginar el futuro del planeta. Los viajes espaciales todavía eran fantasía, y lo que Bradbury expresa en sus relatos va más allá del sentimiento de la ciencia ficción más clásica de intentar imaginar el futuro, adivinar los progresos, o simplemente fantasear con una humanidad capaz de adentrarse en el inhóspito vacío espacial. No, lo que Bradbury hizo fue reflexionar acerca de los errores cometidos tanto en la reciente guerra como en épocas anteriores, y llegó a la conclusión de que no sería la última vez. Así que decidió utilizar como marco para sus reflexiones y dar rienda suelta a sus temores un escenario lo más alejado posible del entorno de su realidad: imaginó a los seres humanos siguiendo el mismo camino durante los cuarenta años siguientes, y exportando lo peor de su historia a un mundo nuevo, no un país lejano o un nuevo continente: nada más y nada menos que otro planeta. Los colonos de Bradbury no sólo emigran con la intención de seguir con su estilo de vida; además, se muestran totalmente indiferentes a lo que encuentran allí, ya sean impresionantes ruinas milenarias o incluso auténticos marcianos, vivitos y coleando. Paradójicamente, la mayoría de emigrantes a Marte realizan su viaje con la intención de empezar una nueva vida, de dejar atrás la guerra y las miserias de una Tierra ya agotada, pero no realizan un mínimo esfuerzo por cambiar los hábitos que hicieron de su planeta natal un lugar inhabitable. Hay, por tanto, un gran pesimismo omnipresente en todos los relatos. 

Uno de los rasgos más interesantes del libro es que al estar compuesto por historias en principio independientes, aunque con un mismo escenario y cronología de acontecimientos, cada una de ellas puede tratar diversos temas en distinto nivel de profundidad. Incluso las historias en que aparecen los marcianos hablan también de la humanidad, pues en ellos se ve muchas veces los mismos defectos que en los humanos (el episodio del marido marciano celoso, la terquedad de los científicos incapaces de admitir la existencia de terrícolas), o por el contrario, las virtudes que la mayoría de humanos deberían poseer (como el respeto hacia otras razas o el interés por preservar la propia historia, corrigiendo los errores del pasado). Así, en cada página se nos habla de la humanidad, para bien o para mal. Marte es simplemente una excusa. 

Estamos, pues, ante una obra de ciencia ficción más enmarcada en el aspecto filosófico del género, donde no importa tanto el cómo ni la plausabilidad, sino el reflejo de la sociedad pasada y la sombra que ésta proyecta hacia el futuro. Hay que destacar que a nivel literario, el libro está escrito magistralmente: algunos de los breves interludios, apenas constituidos por un puñado de párrafos, son tremendamente poéticos. Aunque decididamente hay capítulos enteros con un carácter marcadamente sarcástico y un humor muy negro, el tono general de la obra es melancólico, una melancolia transmitida tanto por la nostalgia que sienten los terráqueos alejados de su planeta, como los marcianos que atestiguan el final de su civilización. El bueno de Ray, sin embargo, tiene el agradable decoro de cerrar la cronología con un capítulo algo más optimista. Sin alejarse del tono melancólico lanza un mensaje de esperanza, algo parecido a lo que sucede en otra de sus grandes obras, Farenheit 451.


No me diréis que no parece un tipo entrañable (aunque el gato se ve algo incómodo)

Termina el "destripe"
 
Mientras estaba leyendo este fantástico libro (asignatura pendiente desde que leyera y me quedase fascinado por Farenheit 451 hace años), me encontré con esta noticia que me resultó curiosa no sólo por estar protagonizada por nuestro científico victoriano favorito, sino por hacer alusión a la colonización de Marte que es el centro de la novela. Como sé que algunos lectores sois algo vaguetes con el tema de pinchar enlaces, os resumiré dicha noticia: resulta que nuestro amigo Charles Darwin, durante el curso de sus viajes a través del océano Atlántico , y siempre atento a la geología, flora y fauna de los sitios por donde pasaba, se percató de que una diminuta isla llamada Isla de Ascensión no poseía apenas vegetación, siendo una roca desértica en medio del océano. Se preguntó acerca de la posibilidad de plantar alguna especie vegetal que pudiese llegar a arraigar, a pesar de las pocas lluvias en la zona, e incluso a consituir un ecosistema. Resumiendo, doscientos años después las fotos de satélite muestran una evidente mancha verde en lo que constituye un entorno natural poblado por varias especies de plantas, las que sobrevivieron a los experimentos de Darwin y sus colaboradores. Sorprendentemente, consiguieron crecer y sobrevivir, formando juntas un ecosistema saludable.


En realidad, el experimento de Darwin  poco (nada) tenía que ver con Marte. En un nuevo alarde de innovación (es increíble la de experimentos que inventó este hombre), fue pionero en meditar acerca del proceso que se ha venido en llamar "terraformación" al intentar poblar una zona desértica y convertirla en un hábitat natural y autosuficiente. En la actualidad, cuando el agotamiento de recursos naturales y los problemas de superpoblación empiezan a ser más realidad que fantasía, nos es fácil imaginar la aplicación de esta idea a la facilitación de albergar vida en planetas en apariencia tan muertos e inhóspitos como lo pueda ser el planeta rojo. Esto ha sido mostrado en películas de ciencia ficción de toda índole, desde clásicos como Naves misteriosas o Desafío Total, a películas más modernas como Planeta Rojo

De aquí a que esto se ponga todo verde... uf.
 
Es curioso que en una de las historias del libro de Bradbury titulada "La mañana verde " lo que sucede es precisamente lo que Darwin intentó en una isla hace doscientos años y lo que los científicos actuales especulan que podría hacerse en Marte; pero como hemos dicho, la intención del autor nunca fue ni analizar la posibilidad real de que esto sucediese, ni meditar acerca del posible éxito de los experimentos del amigo Charles (dudo que los tuviese en mente cuando escribió estas historias). 

Habría que reflexionar acerca de la plausabilidad de esta idea de recrear los ecosistemas terrestres en Marte (no debe de ser tan sencillo como plantarse allí con una regadera y unas semillitas); la lectura de las "Crónicas Marcianas" de Ray Bradbury sugiere que la voluntad del hombre de modificar el entorno a su conveniencia puede acarrear consecuencias fatales. El pesimismo de la obra - en cuanto a reconocer que seguiremos lastrados por el hecho de cometer una y otra vez los mismos errores - tiene su contrapeso en la idea de que los seres humanos somos capaces, si queremos, de aprender y mejorar.

Aunque a veces, tal vez, lo mejor fuera empezar desde cero.



6 comentarios:

  1. Interesante reflexión, no sólo sobre la obra literaria comentada, sino también acerca de la vida, y más concretamente la humanidad...

    En cuanto al libro, me lo apunto, ¡tiene muy buena pinta!

    Y, en cuanto a lo de Darwiiiiiin, sin palabras me quedo, ojiplática permanezco ante la imagen del satélite... Simplemente, impresionante.

    Y, para finalizar, acerca de los humanos, qué mas se puede decir que lo que has comentado en el post... Sin comentarios.

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  2. Conocía la historia de Darwin y la Isla Ascensión, pero ni idea del libro este que nos comentas en la postal.
    Unas reflexiones muy guapas y muchos (creo) nos hemos hecho alguna vez, ¿sería posible una terraformación en Marte?, desde mi punto de vista sería un acto, por un lado de irresponsabilidad total, y por otro es como una legitimación de poder desacerbado frente a todo lo que nos rodea, pero al mismo tiempo no deja de ser una idea seductora de la capacidad humana de expansión sobre el espacio, soñar al menos es gratuito y divertido.
    Lo asombroso de Darwin es que entendiera ese proceso "GAIANO", y entendiera que de la misma forma que la naturaleza se expresa en una competencia continua también es por otra parte una sinfonía de cooperación entre especies, frondas arbóreas capturando humedad para otros arbustos y creando condiciones de favorables para otras comunidades.
    Una lección sobre el concepto de sucesión y colonización algunos años antes del nacimiento de la ecología.
    Como suele ser costumbre Darwin de nuevo estuvo soberbio.
    PD, habrá que leerse el libro jejeje.
    UPS!, perdón por la parrafada, pero esta postal da para reflexionar.
    ;)

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  3. Gracias por los comentarios, perdonad que haya tardado en responder.

    Maremoto, si uno se pone a leer sobre la vida de Darwin se queda perplejo ante las inquietudes y la creatividad del colega. Más que gran pensador, fue un observador incombustible, y claro de tanto observar a uno se le ocurren todo tipo de ideas. Como comenta S. Belizón, fue pionero en muchas materias, especialmente en la ecología. Igual que entendió la transmisión de caracteres a la descendencia sin que existiese la genética, comprendió enseguida que las relaciones entre los seres vivos y su entorno deben ser estudiadas en su conjunto.

    La parrafada se agradece, Belizón, ya que hay pocos comentarios al menos que tengan sustancia! La reflexión a la que quería llegar era justo esa, sin desmerecer los progresos y la capacidad que las modernas tecnologías nos dan para cambiar el entorno y "corregir" los problemas que la naturaleza nos presenta a veces, hay que tener cabeza y ser conscientes de que alterar el medio natural es una responsabilidad muy seria.

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  4. Parecía que de todas estas ficciones marcianas (las arcanas, y las otras mas nuevas) se extría una moraleja, también ficticea: Cuando la vida toque un trozo de roca flotante en medio de la nada, se abrirá paso silenciosa, lenta pero inexorablemente. Y ahora va el tío Darwin, y resulta que no era ficción, que ya lo había empezado comprobar hace 200 anyos... vaaayyaaaaaaa teeelaaaaaa!!!!

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  5. Buen comentario, Doc.

    Lo que más me gustó del libro fue la reflexión sobre la naturaleza humana, el aspecto "filosófico" como tú dices, que vienen a ser los distintos planteamientos vitales con los que el ser humano se enfrenta a su realidad.
    Se trata de un libro imprescindible para cualquiera que le guste no sólo el género de la CF, sino la literatura con profundidad.

    Saludetes

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  6. Indudablemente este post me gusta. He leido el libro y me parece sin lugar a dudas uno de esos de "imprescindible lectura", como dice uno de los comentaristas, que atrapan por su riqueza literaria, profundidad y originalidad. Suscribo los comentarios del Dr Litos sobre sus peculiaridades y cualidades.
    Lo que más me ha sorprendido es que Darwin y Bradbury pudiesen aparecer juntos ...hasta ahora no había visto a Darwiiiiiiin como un "hacedor" real de experimentos tan futuristas. En fin, que nuestro querido amigo barbudo nunca deja de sorprenderme.
    Dr Litos yuhuuuuuuuuu!

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