Aunque hace ya muchos años que vivo por y para la ciencia, he sido uno de esos científicos dedicados a las ciencias de la vida que ha tenido la suerte de no tener que trabajar directamente con animales casi nunca. Lo hice muy al principio de mi carrera, cuando aun era solo un grumete, sin las ideas claras de un marinero de derrota; únicamente observando y ayudando a una doctoranda que realizaba su tesis doctoral. Ya casi se me había olvidado lo que se siente al trabajar con animales... ayer quise acompañar a un colega al animalario y solo vi héroes, pero de los de verdad, no esos piltrafillas de la Marvel.
Quizá el término héroe suene efectista y desmedido, pero para mí aquella situación encarna, como pocas veces he visto en mi vida, el coraje más épico que se pueda ver fuera de la gran pantalla o de las buenas novelas. La valentía tranquila de los hechos cotidianos que aquellos tres seres vivos mostraron fue precisamente lo contrario a la acción y el fragor de una de una batalla. Una cuidadora que arrullaba al blanco conejo de laboratorio como si fuese su propia madre. Un conejo de laboratorio que estaba tranquilo como el niño que se adormece en brazos de sus progenitores. Y mi colega, consumado científico que, detestando profundamente la ciencia cada vez que empieza a preparar la mezcla de péptidos para inyectar, saca el temple de dios sabe donde para calmar su pulso que un minuto antes parecía una atracción de feria. Después de tres inyecciones hipodérmicas, la cobaya ni siquiera se alteró y tras recibir una barrita de pienso de la mano de la cuidadora, volvió calmadamente a su jaula para empezar a producir anticuerpos que luego usaremos en nuestra rutina diaria en el laboratorio para por ejemplo revelar un “western blot”.
Hoy también he ido al animalario, esta vez he acompañado a otra compañera que se disponía a organizar unas simpáticas ranitas hembra de la especie Xenopus laevis en cajas, para inyectarles una hormona que las haga desovar hoy por la noche. En el laboratorio usamos el contenido de los huevos para hacer un extracto de proteínas extraordinariamente concentrado que podemos usar para hacer toda clase de experimentos. Esta especie de tortilla contiene semejante montón y variedad de proteínas que sería prácticamente imposible producirlas por otros medios más simples, como usando bacterias. Pues bien, de nuevo la misma conducta que anteriormente, pulso firme y delicado evitando cualquier tipo de rudeza. Contándome entre rana y rana el temor a hacerles daño y las semanas sin dormir cambiando el agua de los tanques cada pocas horas y dándoles medicación una por una a las casi 300 ranas cuando sufren un brote de salmonela. Viendo el acuario se podrá pensar que es triste y que están aburridas, yo lo estaría. Sin embargo la mayoría alcanzan los 15 años de edad, que es prácticamente el máximo que algunas alcanzan en libertad.
Se ha de decir que no siempre es así. Muchas son las veces que las cobayas se alteran y sufren. No todos los protocolos experimentales son tan inocuos como los que os acabo de contar, en algunos casos los experimentos dejan clavadas en nuestra retina imágenes bastante duras. Y la verdad deber ser dicha, al final la mayoría de las cobayas son sacrificadas, si no por razones experimentales, por cuestiones de seguridad o para que no sean usadas fuera del ámbito académico ante la imposibilidad de servir para otros experimentos y lo peligroso que podría ser que abandonaran un ambiente controlado. Pero no se equivoquen, el que viste la bata es tan humano como cualquiera, si no más. Y esa es la razón por la que los científicos que trabajan con animales no disfrutan de su trabajo con ellos, no son inmunes al dolor ajeno, sea humano o animal. Y si lo fueran, serían retirados de su trabajo. Las pautas y protocolos de experimentación animal son extremadamente estrictos y asépticos. A cualquiera que se le ocurra infligir gratuitamente y de forma deliberada el mínimo dolor a las cobayas se le caerá el pelo hasta de las pestañas. Creo que el Dr. Litos entrará un poco más en detalles en los recovecos de la legislación vigente acerca del trato de animales de laboratorio. El llegar a conocer aunque solo sea someramente todas las trabas económicas y legales y el cómo afrontan los científicos la experimentación con animales dará una idea de por qué se intenta evitar la experimentación con animales. Los animales de laboratorio solo se usan cuando no hay otro remedio, cuando ningún otro modelo más simple puede ser usado para obtener resultados fiables al mismo nivel.
Por eso, a los que trabajamos o somos cercanos a la experimentación con animales nos enfadan ciertas actitudes cerriles, pretendidamente tuertas (por aquello de mirar restringidamente) y sordas que solo saben gritar sin atender a razones, esgrimiendo fotografías y documentales sensacionalistas, la mayoría de dudosa veracidad, fecha o muy poco comunes en lo que a experimentación con animales se refiere. Gran parte de la culpa de estos movimientos anti experimentación animal han surgido en parte por culpa nuestra, de los científicos. No nos hemos propuesto explicar qué se hace en realidad con los animales de laboratorio, e imágenes de tiempos arcanos y épocas más oscuras se han afianzado en el acervo popular haciendo parecer a los científicos que trabajan con animales sádicos torturadores sin escrúpulos. Es cierto que de vez en cuando, estrictamente hablando acerca de experimentación científica con animales, explota el escándalo porque en no se qué laboratorio se han hecho a experimentos con animales a escondidas y con dudosa moralidad. Crucificar la experimentación con animales por hechos aislados, que además son perseguidos por la ley, es como pretender el parar de construir edificios cuando uno o dos se desploman porque los constructores usaron materiales de mala calidad.
Salvo penosas excepciones, la investigación y experimentación con animales tiene un objetivo final muy claro, ayudar al ser humano y a otros seres vivos mediante el entendimiento de la materia viva. Es cierto que trabajando con animales pasa igual que pasa en cualquier otro tipo de experimentación: tras mucho trabajo, dinero, sufrimiento y tiempo, a veces al final de la investigación no se encuentra nada útil. Muchos podéis pensar que esto es una pérdida de tiempo y de dinero y que las cobayas han podido sufrir y morir por nada, pero parad atentos a lo siguiente: la mayoría de los fármacos, técnicas quirúrgicas y tecnologías que nos salvan la vida diariamente se cimientan sobre el sacrificio de aquellos que mostraron cuál NO era el camino. Toda investigación se inicia con un objetivo, si se supiese que no se iba a cumplir, pues no se empezaría, parece de perogrullo, pero a muchos se les olvida.
Por mi parte, cada vez que veo una manifestación anti experimentación animal no puedo evitar preguntarme si esa gente gritando enfervorecida tiene seres queridos o incluso mascotas. No puedo creer que ninguno de ellos se esté beneficiando directa o indirectamente de una vida salvada por aquel grupo de ratones que se usó en los ensayos clínicos del fármaco para la leishmaniosis canina o del cochino que puso a punto el bypass coronario. Quizá sea simplista y/o extremista, pero no puedo evitar preguntarme si saben realmente de lo que están hablando; si no lo saben, se les ha engañado, si de verdad lo saben, entonces no entiendo su comportamiento. Por eso hay que explicar que la experimentación con animales, como es inevitable, se realiza supervisada por comités de ética y los más férreos controles administrativos. El que quiera ver conspiraciones de malvados torturadores en oscuras torres de castillo, que los vea, la realidad es la que es: los animales se usan cuando no hay otro remedio, y es verdad que a veces sufren, pero su sufrimiento se minimiza todo lo humanamente posible. Y esto podrá parecer bien o mal o se preferirá mirar para otro lado, pero siendo fríos, se ven escenas más duras en el día a día de un hospital que un laboratorio de experimentación animal y en ambos sitios tienen como objetivo último mejorar la vida de la gente.
Desde mi punto de vista, negarse a la experimentación con animales es ser un suicida o creerse por encima de las capacidades del ser humano. Es cierto que en este campo, como en cualquier aspecto de la vida, se han de encontrar ejemplos de aprovechados, avariciosos y delincuentes sin escrúpulos, por ello hay que exigir que la experimentación esté controlada y que las violaciones de la ley se persigan y penen como corresponde. Sin embargo, oponerse de manera radical a esta práctica científica es pegarle fuego a tu casa contigo dentro. Me perdonarán los puristas, pero para mi, los animales de laboratorio son para nosotros algo así como los búfalos fueron para los nativos americanos. En ellos descansa gran parte de los cimientos de nuestra civilización. Queriendo o sin querer les debemos lo mismo que a otros héroes anónimos.
Bueno amigo, te me has adelantado; normal, porque tener como tengo mi saga del diario de experimentación animal a medias durante tanto tiempo, tiene delito... eso sí, aprovecho tu espoleo para ponerme las pilas y publicar cuanto antes mis propias reflexiones al respecto.
ResponderEliminarPersonalmente he sentido lo mismo que tú, cuando he visto que hasta al más pintado y con muchos ratones a sus espaldas, le sigue temblando el pulso cuando tiene que sacrificar un ratoncito. Muy lejos de la imagen popular. Pero también hay que reconocer que por mucha legislación que haya, también hay quien sin ser un carnicero, diseña los experimentos como si los ratones fuesen tubitos de ensayo desechables; y eso no puede ser. Hace falta mucha formación, y eso sí, cada vez esto está más asumido. También hay que decir que una cosa es proteger y legislar para que nadie haga burradas, y otra, crear un entramado burocrático de tal magnitud que hasta para hacer un experimento con tres ratones hay que perder un tiempo increíble en rellenar papeles, contestar cuestionarios interminables, y en definitiva marear la perdiz sin que además se consiga con ello un auténtica reducción en el sufrimiento animal o una minimización en su uso. Pero bueno, como digo, es un tema complejo y ya contaré todas las pocas - pero algunas importantes - cosas en las que no has entrado en demasiado detalle.
Ah, y la imagen de tuiter me la he guardado para mi post, porque a) pegará más allí y b) pues porque soy el Editor Supremo del blog, ale ale y ale ;P
Me ha gustado esta entrada, porque pocas veces se transmite cuál es la percepción que los científicos que trabajan con animales tienen sobre sus modelos. A nadie le gusta matar animales, hay quien lo mismo se piensa que se hace por gusto, o eso podría parecer si escuchas a algunos. Nadie puede negar que hay una dimensión ética en la experimentación con animales, pero precisamente por eso existe un reglamento que aspira a que sólo se utilicen los que son necesarios, y lo que sí sabemos con certeza es que son insustituibles. Bravo por esos héroes anónimos
ResponderEliminarPues si, bravo por los héroes anónimos, cuánto les debemos..., aunque creo que en tu frase
ResponderEliminar"Gran parte de la culpa de estos movimientos anti experimentación animal han surgido en parte por culpa nuestra, de los científicos."...
La culpa no sea tanto de los científicos por no "explicar" lo que se hace o por lo que por desgracia nuestra se hizo en otroa época, más bien (supongo yo) el movimiento animalista responde a una doctrina en la que digas lo que digas y hagas lo que hagas no puede entablarse ningún tipo de diálogo (al menos por mi experiencia), ellos ven la experimentación animal como un acto de barbarie y ninguna explicación lógica les va a convencer.
Excelente post, y es verdad! es rraro rraro que no se haya liado con un tema como este :-)
saludos
Bueno, Dr.Litos, supongo que el problema en esto, como en todo, es buscar el balance correcto entre control y dejar a la gente trabajar. Y en cuanto a los carniceros, nos tendríamos que preguntar las razones. Yo creo que hay una principal: la prisa por publicar. Cuanta más potencia tiene el experimento, más recursos necesita y más consume. Yo lo tengo comprobado en mi trabajo diario (sin animales), los resultados aumentan exponencialmente cuando, habiendo dinero, los experimentos se plantean abarcando mayor numero de posibilidades. Esta experimentación, hecha de una manera más paciente y usando menos recursos, hubiese descartado algunas de las posibilidades (y por tanto ahorrado los recursos invertidos en ellas) después de saber ciertos resultados preliminares. Sin embargo, como digo, sería muy lento, y nuestra investigación come de financiación que solo reciben los primeros, y como en toda carrera, gana el que llega antes. Esto no disculpa a los carniceros, pero los explica... quizá este problema, como otros muchos, se resolvería si cambiase el la manera de como se financia la ciencia, pero esa es otra cantinela.
ResponderEliminarCopepodo, me alegra que te guste. La verdad es que en el mismo momento que vi a mi compañero y a la técnico inyectado los anticuerpos, pensé que esta historia tenía que ser contada porque representaba lo que la mayoría pensamos.
Sr. Belizon, gracias a ti también por tu comentario. La verdad es que no he tenido que vérmelas directamente con ninguno afiliado al movimiento animalista o como se llame. Pero aquí en el sur de Alemania, en la región donde vivimos, son bastante comunes. La verdad es que las razones para que eso pase en una de las zonas más ricas de Europa son variadas y no las conozco todas. No soy especialista en la materia, sin embargo, los comportamientos de esas personas suelen alejarse bastante de lo que yo consideraría congruencia entre palabras y acciones. De cualquier manera, yo siempre he creído que esos comportamientos, al margen de no ser razonados en absoluto, denotan una carencia total de trato real con animales por parte de esas personas, o en su defecto de una idealización rozando lo absurdo. Esta solo mi opinión, yo soy nieto de pastores e hijo de agricultores, me crié entre animales. Vi a mi abuelo muchas veces cargar a la espalda ovejas de peso muy considerable durante kilómetros, porque se habían herido una pata, hasta que llegaba a casa para curarlas, y si estaban viejas, las sacrificaba para chorizos. Los vi tratar a los animales con el respeto que se tiene a las buenas personas, ha veces incluso más, tanto para lo bueno como para echarles la bronca por haberla liao. Vi sacrificarlos cuando les llegaba la hora y vi respetarlos, apreciarlos y ayudarlos, con la mierda hasta el cuello, como no he visto a ninguna otra persona aficionada a las mascotas o no. Ay!! de una vez que se me ocurrió "jugar" con los pollos, alpargatas voladoras. Yo crecí con la idea de que los animales son alajas con dientes, que merecían ser habladas con respeto, alimentadas con decencia y tratadas amabilidad pero que solo estaban ahí por una razón, la de darnos de comer de una manera u otra, si no no estarían. Ver un acto de barbarie en el sacrificio de un animal en esas condiciones o en un experimento de laboratorio es no tener nada claro como funciona el mundo real ni de donde venimos, para mi es como si vivieran en los mundos de Yupi. En fin, aun así, casi prefiero que no se haya liao, creo que ellos no visitan blogs de malvados torturadores en oscuras torres de castillo.
Me gustaría comentar algo que me inquieta cuando se abren estos debates. Entiendo que los animalistas cometan errores de bulto, pues la mayoría de veces son personas que carecen de los conocimientos necesarios para saber qué se hace en un laboratorio. Lo que no entiendo es porqué los científicos nos dedicamos a escribir artículos diciendo que los animales están bien tratados pero nos saltamos íntegramente las disertaciones bioéticas.
ResponderEliminarCon esto no quiero decir que el artículo sea veraz o no, simplemente que no me parece una justificación adecuada para el uso de animales en la ciencia. Sí que me parece mucho más exacta la que se hace desde puntos de vista antropológicos, sociales y como he comentado bioéticos, que contemplan el valor de la vida de un modo más transversal.
Resumiendo: me importa bien poco que me digan que los animales de laboratorio no sufren, lo que quiero que se debata desde la ciencia es porqué no es inmoral usarlos.
Y que conste que no estoy en contra del uso de animales en experimentación, pero pasa como con el aborto, que ya nadie habla de la bioética sino de asesinato o derecho a decidir saltándose todo lo demás como si no fuera con nosotros.
Bueno, desde mi punto de vista lo es moral y que no es moral es algo que encuentro bastante sujeto a la cultura y a la historia de cada región o individuo. Por lo tanto, y aunque no se haga referencia directa a términos como ética o moralidad (bastante difíciles de encuadrar, los tuyos no son los mismos que los míos), el argumentar la razones por las cuales se experimenta con animales y el mostrar que se tratan con respeto y se hacen sufrir lo menos posible, ya no es sólo justificación, sino que pone la piedra para que cada uno juzgue por sí mismo si es moral o inmoral. A mi forma de ver, exponer argumentos de peso y válidos (a falta de soluciones mejores) por el fin que persiguen, quizá para ti no entré en el debate bioético abiertamente, pero es algo que va implícito. Obviamente, si se defiende es porque no se considera inmoral ni falto de ética dado que se asume (nos guste o no) que el valor de la vida animal es inferior al de la vida humana, pero ojo, no de cualquier manera y con no con cualquier pretexto. Por esto mismo, yo no veo que el debate bioético a cerca del valor de la vida sea un justificación mejor de la experimentación con animales que argumentar la manera y las razones por las que se lleva a cabo.
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