sábado, 15 de mayo de 2010

Carta a Marco Aurelio

Día 15 del mes de Máium del año 2763 desde la fundación de Roma (según Atticus y Varo).
Marco Annio Catilio Severo (Marco Aurelio Antonino Augusto, el sabio, 26 de abril de 121 – 17 de marzo de 180), amigo, después de 38 días, 37 noches y 1 hora en la Germania te escribo para contarte nuevas. Aquí la tierra no se ve, está cubierta por la hierba frondosa y verde. Es regada incesantemente con las lágrimas de los dioses, que no paran de caer de cielos grises como la noche… Apolo no quiere ver estas tierras bárbaras. Hay aquí más ríos que caminos, y a cada paso mi leal corcel Patamoreno debe saltar un regacho que lleva más agua que Ebro a su paso por Cesaraugusta (Zaragoza 14 a.C). Es ésta una tierra extraña, sus gentes son blancas como la leche de la burra de Cleopatra. Los varones, ya de muy jóvenes, son grandes como las paredes del Coliseo, el botellonus callejerus es una costumbre bien vista y no un delito contra el senado. Los caracoles son colosales como los elefantes de la poderosa Cartago que el vigoroso Aníbal (247a.C.-283a.C) guió a través de las montañas de Pirene. Hace unos días, tras larga contienda di captura a uno de ellos que me embistió mientras exploraba estos parajes. Cuéntale a Vero Lecherus Puertoricous que con uno solo de ellos cocinaría una paella tan grande como Mestalla para alimentar a sus Legiones del oeste. A pesar de las embestidas de estos magníficos ejemplares, 7 hasta el momento, la convivencia es pacífica y fácil. Diles a mis hombres que no estoy solo, hallé en estos lares una leva avanzada de las legiones Erasmux de Hispania, leal a Roma, con la que he explorado ancho territorio. Capaces, valerosos y nobles estoy seguro que serán dignos de tu favor. Con ellos y gracias a ellos he podido refutar una absurda creencia imperial, aquella que afirma que, en estas latitudes, las hordas bárbaras dormitan pronto incluso el día de Saturno. Todo sigue su cauce amigo, los dioses están de nuestra parte por el momento y no hay contratiempos serios. El terreno está preparado, puedes enviar a mis hombres, nada les ha de faltar, porque, aunque estas gentes hablan lenguas que parecen forjadas en el mismo infierno, son rectas, dispuestas y trabajadoras, además de serviciales con el forastero. Larga vida Marco…, envía pronto al más veloz de tus pretorianos, espero tu misiva.
Máximo Decimo Moreno, en la tierra de los pasteles como las ruedas de tractor.
“¡¡Lo que hacemos en el posdoc tiene su eco en la bibliografía científica del Pubmed o no!!”

2 comentarios:

  1. Oh, el cada vez más insigne Banchsinger, esta vez manifestado en forma de Máximo Decimo Moreno.
    Desde aquí, en tierras íberas, aguardamos ansiosos tu próxima misiva.

    Te deseo prolongues tu buena fortuna y sigas portando las crónicas de tu estancia por aquellos lares.

    ¡Larga vida a los pasteles gigantes!

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  2. ¡Ave, Máximo Décimo Moreno! Sean bienvenidas tus palabras de buen agüero en estos tiempos aciagos.

    Aquí en Roma se viven tiempos convulsos; el Senado ha perdido todo su prestigio, y los que rigen nuestros destinos se han mostrado de nuevo corruptos e incompetentes. Los salarios se han tornado más injustos si cabe, y los otrora laureados e insignes representantes del derecho romano se sientan ahora en el lugar de los acusados. Mientras tanto, los senadores visten cada vez más lujosas túnicas cuya procedencia y manufactura es de dudoso origen mientras los plebeyos suplican por un oficio digno.

    Transmitiré tus deseos a los fieles compañeros que de seguro movilizarán las legiones para acompañaros y poder observar las maravillas que nos relatas.

    Que Júpiter guarde tus pasos y que las alas de Mercurio te hagan llegar cuanto antes mi respuesta a tus misivas.

    Litus Augustus

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