Atención, pregunta: ¿conoces las "ciencias del comprar"?

Escribo este breve post para dar forma a pensamientos que me rondan la cabeza, con la intención de lanzar una serie de preguntas que espero desencadenen alguna respuesta en la audiencia. Sí, en ti, oh internauta que llegas aquí en busca de ingeniosos relatos lúdico-científicos, ensayos divulgativos imposibles, reportajes fotográficos desconcertantes, diálogos científico-absurdos y dibujos de personajes sin rostro o superhéroes embatados. Hoy te toca apechugar, y te voy a pedir que te mojes un poquito, como ya hice en este otro post viejuno y olvidado. Y como esta introducción puede espantar a más de uno, voy a poner una foto de una chica ligera de ropa con la excusa de que tiene relación con el post, y diré que sólo leyendo hasta el final se entenderá mínimamente el porqué de esta decisión (antes de que nadie me tache de machista misógino y sexista, he puesto al final una imagen de un chico en similares condiciones, ala).

Aquí vemos a una joven dicharachera realizando la compra diaria. Sí, la cosa va de compras (lo siento por quien hubiera esperado algo más emocionante)

He sabido de la existencia de una rama del conocimiento llamada "retail anthropology" (no tengo ni idea de qué traducción tendrá en nuestro idioma, no es por pedantería; también lo he visto como “Shopping anthropology” o variantes similares) ¿Qué narices es esto? Pues os lo explicaré gráficamente:

Entras en el supermercado, con la simple y sana intención de comprar una caja de leche. Te diriges casi con los ojos cerrados hacia la sección de lácteos, coges sin mirar el objeto deseado y cuando vas camino de la caja te percatas de que lo que llevas en la mano es en realidad un paquete de espárragos “Cojonudos” (sí, existe esa marca, para jolgorio y regocijo de malhablados como un servidor). Desconcertado, te percatas de que todas las estanterías del súper han sido reorganizadas, y tardas media hora en encontrar la dichosa leche: resulta estar en la esquina opuesta, y para cuando estás pagando, además de la leche deseada te llevas de paso un paquete de pilas alcalinas (siempre hacen falta pilas en casa, y justo las colocan ahí al lado de la caja, y encima en oferta, ¡cómo resistirse!), un paquetón de madalenas de las que le gustan a Pablunchu (cómo no llevárselas, si la cajera te las ofrece justo antes de que pagues y te argumenta que “salen muy buenas”; por cierto, siempre me he preguntado, ¿de dónde SALEN??), y por supuesto los espárragos: cómo dejarlos de nuevo, ¡si son cojonudos!

Bien amigos, esto que he descrito de manera satírica y exagerada pero que todos habréis vivido más o menos fidedignamente, es lo que una serie de psicólogos, sociólogos y demás estudiosos han desarrollado tras años de estudio y duro trabajo. Gente que dedica su vida profesional a mejorar las condiciones de ventas de las empresas, en su eterna búsqueda del "un poco más". Y prepárense porque aquí viene cuando uno se lleva las comparaciones a su terreno y para no mojarse demasiado, lanza las preguntas al respetable:

Desde este blog siempre hemos defendido la idea del valor de la investigación, en sí misma, no como método sino como objetivo en sí mismo. La búsqueda del conocimiento, el desarrollo de las disciplinas del saber, son unos valores que pensamos deben ser prioritarios en toda sociedad moderna y con vistas a mejorar su futuro. Nos merece la más alta estima desde los que ganan premios Nobel, los que investigan para curar el cáncer, hasta el científico que se dedique a estudiar la planta más aparentemente insignificante, el invertebrado más viscoso y la bacteria más extremófila. Los estudiosos de las humanidades no quedan atrás: qué sería de nosotros sin las lecciones de la Historia (sólo nos falta aprender a no repetir las pifias, pero de eso ya hablaremos en otro momento), sin el desarrollo de las leyes y los derechos humanos, sin los pensamientos filosóficos y sin los economistas que facilitan el desarrollo de nuestra sociedad de consumo... y aquí empezamos a meternos en terreno pantanoso: cuando una serie de eruditos centran todos sus esfuerzos en hacer que compremos más, que compremos mejor, que hagamos medrar a una empresa a la que le importan un carajo nuestras consideraciones personales... ¿se están malgastando cerebros, dineros y tiempo en un fin poco loable? Porque perdóneseme - y esto es otra reflexión personal que meto con calzador - pero a mí me parece que lo que se disfraza de marketing, sugerencia, o como sea que lo llaman, esconde una técnica reprobable de inducción de comportamiento, de engaño, de manipulación. Algunas de estas técnicas, llevadas al extremo y  en un contexto de situaciones económicas poco holgadas, podrían incluso considerarse perniciosas para los consumidores.

Observad los estragos de estas ciencias mal aplicadas: esta pobre chica iba a comprarse unos pantalones nuevos, y por culpa de las técnicas de marketing ha acabado comprando de todo menos eso. Menos mal que llevaba la hucha con sus ahorros.

Dejemos ahí esas primeras preguntas: ¿es ético manipular de esta manera, subrepticia y sin escrúpulos, a los compradores que además son los que hacen crecer a la empresa con su dinero? ¿es necesario estudiar la psique de la sociedad consumidora para hacer que consuma aún más?¿no sería mejor utilizar esos esfuerzos en conocer mejor y saber satisfacer las necesidades reales de esos mismos compradores?

Y por si no tenéis bastante, incautos lectores, vamos a rematar la faena metiéndonos en camisas de once o doce varas: habréis oído más de una vez, cuando se critican las guerras y los ejércitos, el contraargumento de que la mayoría de tecnologías y avances científicos de los que disfrutamos son precisamente producto directo o indirecto de esos conflictos bélicos. Parece que la historia de la humanidad está repleta de situaciones reprobables que a la postre han derivado en beneficio para nuestra especie, retrocesos que luego nos han hecho avanzar un poco más (recordemos la carrera por alcanzar la luna, promovida por las tensiones ruso-norteamericanas); por analogía, lacras de nuestra sociedad actual como el consumismo exacerbado y compulsivo (sí, no me tachéis de comunistoide, es innegable que así no se va cara al aire) ¿podrían a su vez estar promoviendo el desarrollo de otras ciencias o disciplinas?¿será beneficioso a la postre que expertos en estadística, psicología, o materias similares estén tan dedicados a potenciar las ganancias de estas empresas? Porque aquí vuestro amigo bloguero es muy dado a cuestionárselo todo, y según me han venido estos pensamientos tan nefastos hacia las empresas sin rostro, millonarias y sin escrúpulos y sus técnicas horribles de manipulación mental, enseguida he empezado a pensar si este tipo de acciones no tendrán un lado positivo, algo bueno, y al fin y al cabo seguimos con la técnica de siempre basada en el concepto “una de cal y otra de arena”.

Yo no tengo una respuesta, y visceralmente, no me parece que este tipo de prácticas sean justificables ni beneficien demasiado a la humanidad. También hay mucha gente que estudia ciencias políticas y pretenden mejorar nuestra sociedad, y sólo nos encaminan a... bueno, ya se está viendo día a día. Ya que en este ámbito muchos pensamos que son necesarios cambios de rumbo y medidas drásticas, posiblemente el avance tecnológico y científico pueda conseguirse potenciando parcelas de las sociedades que sean más humanitarias, prácticas para todos y no solo para unos pocos.

Pero, ¿qué pensáis vosotros?

Ah, casi se me olvidaba, aquí tenéis la foto para las chicas: