Cuando no se sabe por donde empezar, se pueden hacer cuatro cosas...: empezar por el principio, no empezar, buscar el comienzo, o esperar la oportunidad... como dijo aquel optimista: Dios proveerá.
En este caso ha sido la prensa corriente la que se ha hecho eco de dos noticias recogidas en la prensa científica este verano, que me han venido pintadas. Primeramente para aprovechar y dar un poco de cañita a nuestros amigos los periodistas... que se “flipan” más de lo necesario (estoy planteándome una sección de análisis de noticias científicas en prensa normal... pero si esto es, será en otro momento... y habrá mucha sangre). Y segundamente, porque el movimiento se demuestra andando, y nada mejor que unos ejemplillos para, aun a riesgo de ser cansino con el tema, exponer una visión personal de ciencia y religión católica, que conozco tan bien como el más beato (esto último sin ánimo de ofensa) para hablar con conocimiento de causa. Y digo Ciencia y Religión, NO Ciencia y Dios, que un servidor diferencia claramente tres conceptos en estas dos parejas. Y de los dos últimos ya se disertó en su día.