Aquella mañana comenzó como una mañana cualquiera de un frío mes de noviembre. Nada podía hacerme imaginar los horrores a los que me enfrentaría más tarde, mientras entraba ingenuamente en el recinto que alberga mi habitual centro de trabajo. Porque aunque muchos seres humanos se las dan de conocedores del futuro y sus avatares, lejos está de la mano del hombre conocer los misterios del universo, y osados son aquellos que, como yo, desafían los horrores cósmicos que se esconden en los acontecimientos aparentemente más insignificantes. Habría de lamentar mi ingenuidad y soberbia curiosidad científica más adelante, pero como digo, aquella mañana me dirigí a mi laboratorio inconsciente y feliz, feliz como sólo un ignorante puede serlo.
Una vez ataviado con la correspondiente indumentaria de laboratorio (nívea bata y ceñidos guantes), me dirigí hacia el incubador a 30º donde hacía un par de días había depositado unas placas petri, sembradas con una nueva cepa de levadura. Pero mi sosiego se vio turbado de súbito, al descubrir que las levaduras habían crecido, sí; mas su color no era el esperado, entre blanquecino y ocre: era más bien de un rosa pálido aparentemente antinatural. Turbado y sorprendido, acudí a mis compañeros, quienes me tranquilizaron diciéndome que tal color era normal en dicha cepa. Más tranquilo, seguía sin embargo negándome a sumir con tal facilidad un hecho semejante, y traté de indagar acerca de la razón última que explicase dicha coloración.
Las levaduras rosas, arriba en solitario, abajo comparadas con una cepa de color "normal".
Nadie pudo (o quiso) explicarme semejante aberración. Una levadura con el color cambiado era algo que atentaba contra todo lo que conocía, y no podría descansar hasta desentrañar el misterio. Así que indagué noche tras noche, buscando en bibliotecas perdidas y volúmenes prohibidos, entre los más arcanos saberes, hasta dar con la solución al misterio. Entre las páginas del Googleomicrón, descubrí que los organismos con los que tan felizmente trabajaba escondían no pocas sorpresas en su genoma.
La soberbia del científico no conoce límites; en su afán por controlar el desarrollo del microorganismo sujeto a sus designios, altera las pautas básicas del metabolismo para tener más pistas del progreso de su experimento. No bastaba con eliminar la capacidad genética de la levadura para metabolizar la histidina, el triptófano, la leucina o el uracilo, haciendo así que sólo crezcan aquellas que incluyan en su genoma el plásmido exógeno introducido por el investigador; además, se les deleciona uno de los genes implicados en la síntesis de adenina. ¡Adenina, nada menos! El lector conocedor de la biología terrícola sabrá que la adenina es, ni más ni menos, uno de los constituyentes de los ácidos nucleicos, almacén de la información genética y piedra angular de toda la biología terrestre. Por si fuera poco, también es el origen de moléculas como el adenosín trifosfato (ATP) o el dinucleótida de nicotinamida y adenina (NADH), moléculas que ejemplifican la moneda energética básica celular y el poder reductor, respectivamente. Pues bien, estas cepas requieren de un suplemento de adenina para crecer, pues no pueden sintetizarla ellas mismas. Pero esto no respondía mi pregunta, ¿porqué el color rosáceo? Tuve que indagar más y más, buscando hasta hallar la respuesta. Y la respuesta llegó a mi, en apariencia de fórmulas químicas.
Estructura química de la adenina
Tras ardua investigación llegó a mi poder la relación entre los genes delecionados en las levaduras y la ruta de síntesis de adenina: y con ella, la respuesta a mi pregunta. Los genes codifican proteínas, y estas proteínas actúan en secuencia regulada sobre los sustratos químicos que formarán los metabolitos finales. Sustancias químicas sencillas se combinan y reaccionan con otras, por medio de la acción de las proteínas conocidas como enzimas, hasta dar lugar a compuestos que cumplen funciones muy distintas de las que pudieran tener las moléculas originales. La adenina de las levaduras, en concreto, está originada a partir de una molécula llamada fosfo-ribosil pirofosfato, en una serie de reacciones catalizadas por al menos siete enzimas diferentes.
Antes de que la adenina se forme como tal, tiene forma de fosfo-ribosilaminoimidazolcarboxilato (CAIR); y antes de ésto, de fosforibosilaminoimidazol (AIR). La proteína que cataliza el paso de AIR a CAIR (codificada por el gen ADE2) es la que falta en las cepas que turbaban mi mente. Como resultado, la ruta se queda bloqueada y se acumula AIR en gran cantidad. Finalmente, la revelación máxima: este intermediario, al oxidarse, produce un color rosa. ¡Al fin! ¡El misterio revelado! Las levaduras son rosas como resultado de la oxidación de un intermediario acumulado en la ruta de síntesis de adenina, interrumpida por la mano del ser humano. Los mecanismos por los que el AIR o alguna de sus formas oxidadas produce color rosa, escapaban a mi ya saturada mente. Pero me bastó con entrever las implicaciones que la química más básica podía tener para influir la genética de los organismos, y finalmente, su morfología externa.
La ruta de la adenina en Saccharomyces cerevisiae.
Puede el lector imaginar el impacto que tal revelación produjo sobre mi ya castigada psique. Finalmente, la química más básica explica el color de todo un organismo. No podía creerlo. Las implicaciones eran tan grandes, tan temibles... no dudé un instante en aplicar este conocimiento a la investigación sobre personas humanas. Pues la evidencia era clara: esa raza de personas que pueblan las ciudades costeras levantinas, esos seres que ostentan un color rosáceo casi antinatural, no pueden sino ser mutantes con su metabolismo completamente alterado. De ahí mi fatídica obsesión con capturar a varios de estos extraños seres, y mi consecuente confinamiento entre estas paredes acolchadas, donde día sí y día también intentan hacerme creer que estoy ausente de cordura. Mis compañeros me creían loco, y no tardaron en denunciarme ante las autoridades cuando encontraron entre mis notas de laboratorio diversos croquis, planos de las localidades de Benidorm y Gandía, y planificaciones para capturar especímenes humanos con los que contrastar mis recientes hipótesis.
Los pobres ignorantes siguen felices, jugando con sus levaduras y demás microbios, inconscientes de que manejan fuerzas más allá de toda comprensión, leyes que dominan no sólo a esos microbios, sino que rigen la biología de planetas enteros...
La Química me ha abierto las Puertas. Tan sólo temo lo que me espera a su través.
Referencias:
1. Hogan et al., Molecular and Cellular Biology, February 2010, p. 657-674, Vol. 30, No. 3
2. Lovecraft, por supuesto.
Esta entrada participa en la segunda edición del Carnaval de Química, inaugurado por Dani de Ese punto azul pálido y hospedado en esta edición por Cendrero en El busto de Palas.
"La soberbia del científico no conoce límites"
ResponderEliminarEres un artista, lovecraftiano total. Efectivamente, hay que pensar dos veces si abrir o no las puertas de la ciencia, nunca se sabe lo que nos espera.
Hola!
ResponderEliminarSoy nueva visitando tu blog, me ha encantado, espero ser reportera !Jindetrés! desde México, claro si no hay objeción alguna.
Hermoso tu blog.
!(^^)!
Solo una precaución, algunas cepas contaminantes (deben de ser cándida) tienen también un color rosa claro. Las cepas ade- con las que he trabajado son más bién rojo, que con el tiempo se va oscureciendo.
ResponderEliminarPor cierto, ¿con que método transformais la levadura? Yo estoy deseseperaico, de repente las transformaciones han dejado de salir y nos está costando encontrar la causa.
Ya ves copepodo, lo poco que nos separa de acabar en una habitación acolchada... ¡cuidado, incautos!
ResponderEliminarCarola4u, bienvenida; por supuesto sería un honor que fueras nuestra reportera transoceánica, ¡genial! ¡Estamos traspasando fronteras!
JM Mulet , efectivamente el colorcito es rosa al principio, según crecen (y pasan tiempo en la nevera)se ponen más rojuzas. Pero esas fotos las saqué enseguidita, pensando que iba a escribir un post improvisado, y mira, han pasado meses... pero bueno, que eran lo que tenían que ser está comprobadísimo. Además, al hacer el doble híbrido, si hay interacción recuperan el color blanco.
Buena puntualización, pero si llego a meter este tipo de información de contaminantes y tal, el post hubiera sido demasiado terrorífico.
Nosotros transformamos con el método clásico del acetato de litio, la verdad no hacemos ninguna virguería y nos va fantástico, precisamente ayer comprobé expresión de mis últimos transformantes y salió fetén. Si quieres te paso el protocolo, aunque como te digo es muy típico y tópico.
¡Gracias a todos por los comentarios!