El salón de actos está lleno hasta los topes. El tema de la charla es muy interesante: autofagia, neurodegeneración y envejecimiento. Pero cuando un salón de actos que acoge seminarios cada semana de repente aparece especialmente abarrotado, no es sólo porque el título tenga gancho o el tema sea de gran actualidad. Hay otro factor clave: la persona que lo imparte. Cuando un investigador de prestigio que es un referente internacional en su campo presenta su trabajo, nadie quiere perderse su exposición; pero si además se corre la voz de que la persona en cuestión es especialmente hábil dando a conocer sus resultados, la ocasión es muy especial. Ana María Cuervo es una de esas personas.
Así da la bienvenida la página web del laboratorio de esta investigadora, en New york.
Durante muchos años esta brillante investigadora ha estudiado los procesos mediante los cuales las células se deshacen de aquello que ya no necesitan. Hemos hablado algunas veces de mecanismos de degradación de proteínas, como los que tan presentes estuvieron en la tesis doctoral de nuestro compañero Banchsinger o casi acaban con nuestro héroe Batablanca. Pero además del sistema de ubicuitina-proteasoma que etiqueta las proteínas y las envía a degradación, existen otros procesos más drásticos mediante los cuales se pueden eliminar rápidamente desde agregados macromoleculares formados por multitud de proteínas, hasta orgánulos enteros; incluso gotas de grasaza (aquí tenéis uno de los trabajos sobre este tema concreto, donde también participa la homenajeada). Estos procesos conforman en su conjunto la autofagia (literalmente, algo así como "autozampamiento"; de ahí el absurdo título del post), y es aquí donde el trabajo de Ana Cuervo ha aportado datos importantísimos. Especialmente relevante es la fina disección que sus trabajos ofrecen acerca de la implicación de estos procesos tan "normales" para una célula, en fenómenos patológicos con consecuencias tan terribles como la neurodegeneración. Así es, amigos; una vez más la investigación y estudio de los procesos más básicos y aparentemente aburridos puede dar lugar a un conocimiento mucho más práctico y emocionante, aportando pistas sobre cómo luchar contra las enfermedades que azotan a nuestra especie.
Clasificación de los tipos de autofagia en uno de los esquemas que ilustran
la última revisión del tema aparecida en la revista Cell Metabolism.
Pero en este post no me voy a centrar en desgranar todos estos estudios, ni en la cantidad de publicaciones que los corroboran (os recomiendo la revisión mencionada en la figura de más arriba). Con la bibliografía que cualquiera puede consultar en la base de datos Pubmed, no hay quien ponga en duda ni su validez ni su relevancia. Quisiera destacar una cualidad que no tiene porqué ir asociada a ser un investigador de renombre: de hecho, rara vez se da. Se trata de la habilidad para comunicar el trabajo, de hacerlo interesante, entendible para los no versados en la materia. He asistido a dos seminarios de Ana Cuervo y en ambos casos he sentido esa pasión por la ciencia que me hace seguir cada día empuñando las pipetas pese a todas las pesambres e incomodidades que llevan asociadas. Son seminarios en los que escasean las imágenes de datos crudos, pero abundan los esquemas y diagramas. Pese al altísimo valor de los datos y la relevancia que dejan entrever, no se cuentan de manera soberbia ni se sacan conclusiones que van más allá de lo razonable: todo lo contrario, pues la prudencia y la humildad están muy presentes en todo momento. Finalmente, un detalle que siempre me ha gustado (y de nuevo, un detalle muy poco frecuente) es el que absolutamente en todos y cada uno de los bloques de resultados, se puede observar en las diapositivas una pequeñita imagen de la persona que realizó el experimento en cuestión. Ya se trate de un becario, un alumno, un postdoctoral o un técnico de laboratorio, siempre es mencionado y su trabajo es reconocido.
Bueno, no quisiera que pareciese éste un post de peloteo, puro y duro. Desconozco hasta qué punto el ambiente de trabajo en su grupo es tan bueno como parece, pero por lo que me han contado las personas que la han conocido personalmente, y basándome en mi experiencia propia (tras uno de sus seminarios el jefe, Banchsinger, El Lechero y servidor nos reunimos con ella y estuvimos discutiendo algunos de nuestros resultados, comparándolos con los que nos había presentado en su charla, y fue una experiencia muy enriquecedora para ambas partes: se mostró accesible, interesada, nos dio ideas... un gustazo, vamos) yo diría que todo apunta a no ser muy distinto de como se intuye.Y si no, pues bravo por la imagen que consigue dar de lo que debería ser, al menos en teoría, el trabajo en equipo, la dirección de un grupo de investigación, la búsqueda de nuevas ideas, y la transmisión de los resultados. Si así se inspira a futuros investigadores para seguir por esa senda, pues tampoco está nada mal.
Por todas las razones expuestas, he elegido a esta mujer de pequeño tamaño, gigantesca capacidad intelectual y desmedida pasión por la bebida carbonatada más famosa de todos los tiempos (que siempre le acompaña en todas sus charlas) para representar a las investigadoras que han marcado el desarrollo de la ciencia, como tema central de la V edición del Carnaval de Biología, organizado en esta ocasión por eroyuela, de Feelsynapsis.
Ohhhhh, ha valido la pena esperar el post! ;) Enhorabuena!
ResponderEliminar@eroyuela
QUE RECUERDOS..!!!
ResponderEliminaryo diría que sentiamos emoción por la destrucción... protéica por supuesto.
Completamente de acuerdo, solo he asistido a uno de los seminarios, pero Ana es de las personas que desde antes de empezar los seminarios ya te están cayendo bien, con su aspecto de niña buena adicta a la coca cola. Una pasada, no solo por los datos, sino por el buenrollismo que transmite al contarlos
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