Tras despedirse del último de sus acompañantes, después de seis horas de carretera, sintió que el acontecimiento había finalizado del todo. Sin embargo, también sintió que probablemente no sería un acontecimiento de los que realmente terminaban, sino más bien sería de aquellos cuyas consecuencias siguen desencadenándose incluso mucho tiempo después de que tengan lugar. Algo había sucedido aquellos dos días, no podía concretarlo bien, pero durante el trayecto que aún le quedaba hasta llegar por fin a casa reflexionó bastante, y comenzó a desarrollar ideas que le rondarían durante los próximos días. Ideas que, probablemente, acabarían plasmadas de algún modo en su blog, aunque no sabía bien ni cuándo ni de qué modo. Mientras lo semáforos se sucedían y cada vez sentía más cerca la calidez del hogar, su mente divagaba...
Le costaba decidir qué momento de aquellos dos días había sido más curioso, divertido o enriquecedor. El primero de ellos, el viaje de ida en coche, podría ser representativo, pues sentó las bases del tipo de conversaciones que se mantendrían a partir de entonces con casi cuantos le rodearon en diferentes momentos: hora tras hora hablando de ciencia, preguntas al experto en astrofísica que hablaba de quásares y agujeros negros, anécdotas sobre historia de la ciencia, disertaciones sobre los relatos de Isaac Asimov, discusiones acerca de la blogosfera científica, sus luces y oscuridades, la necesidad de diálogo y comunicación entre los distintos frentes divulgativos... todos estos temas o situaciones se repetirían de algún modo en adelante, siempre cambiando el interlocutor y la disciplina concreta. Lo más curioso fue descubrir que ciertamente la ciencia es algo universal: el mismo tipo de observaciones, de problemas y de reflexiones podían derivarse de cada conversación con quienquiera que fuese el experto, bien un físico, un biólogo o un informático. Nunca antes había sentido que a profesiones tan aparentemente distintas les uniese tanto. Y ya desde ese comienzo de viaje, por tanto, la experiencia había sido sorprendente.
El profesor Miguel Botella impartió una charla alucinante sobre antropología forense (Foto: Manuel Caballero Cid)
Una vez comenzado el evento, todo se sucedió muy rápido: charlas impresionantes e inspiradoras, algunas tremendamente divertidas, otras más académicas... en común, la ciencia; pero por encima de ella, todo tipo de aderezos. Y lo que unía a todos los que subían al estrado, un amor desmesurado, y llevado con orgullo, por lo que hacían. Una de las cosas que más le marcó (no pudo asistir a todas las charlas y actividades, muchas se solapaban) fue la labor de algunos docentes que se encontraban entre los ponentes. Porque el discurso de cualquier divulgador o aspirante a divulgador (incluyéndose a sí mismo) podía ser más o menos efectivo, pero se perdía en la inconmensurable inespecificidad de su destinatario. Sin embargo los profesores, de cualquier materia y rama educativa, pero especialmente los de instituto, se enfrentaban a diario no sólo a los científicos del mañana, sino a las personas, en general, que serían los ciudadanos del futuro de los que dependería el funcionamiento de la sociedad. Y el que esas personas tuviesen una adecuada formación científica, o sencillamente sintiesen estimulado su sentido crítico y su espíritu analista para con la vida y los problemas que esta entraña, podía depender del entusiasmo y la pasión con que sus profesores les transmitieran sus enseñanzas. En aquellos momentos en que los profesores hacían acto de presencia, él podía sentir que de todo aquel maremágnum de especialistas y apasionados podía salir algo realmente provechoso. Cuando, fuera de la sala, hablaba con estos y otros ponentes, esa sensación se veía reforzada, pues aunque los demás no tuviesen alumnos, sí tenían a su disposición otras formas de extender sus tentáculos: blogs, redes sociales, programas de radio, revistas... ciertamente podían salir grandes cosas de allí.
Así comenzaba la charla que presentaba el proyecto OOBIK (FotoLitos)
Pero de esos dos días rodeado de profesionales de formación científica, tal vez el que más le había impactado fue su compañero de aventuras particular. El tipo que no era científico, el que se autodenominaba como "infiltrado" pero destilaba más ciencia y espíritu crítico que la mayoría de profesionales con los que él se topaba a diario en su trabajo como investigador. El ilustrador que sentía pasión por la ciencia, hasta el punto de no dejar de preguntar a todos con los que se cruzaba cuál era su disciplina, su campo de trabajo, sus intereses. Se pasó todo aquel tiempo analizando, con su mirada de profesional de la comunicación, todo cuanto veía a su alrededor, reflexionando sobre qué podía estar saliendo mal cuando tal cantidad de gente se reunía y era capaz de producir semejante cantidad de material didáctico, emocionante y alucinante, y que la mayoría del país se sintiese aún indiferente y totalmente inconsciente de que sus vidas dependen en gran medida del progreso científico y tecnológico tan maltratado por gobernantes de todo color. Este loco dibujante se arriesgó a plantar sorbe la mesa, en directo y ante un auditorio lleno, todas esta dudas e inquietudes, a lanzar un mensaje de alerta y a reconocer abiertamente que no tenía claras las soluciones. Su propuesta era tan humilde y alocada como unir fuerzas con un científico para aunar las habilidades comunicativas de uno con la base rigurosa y fundamentada en la experiencia científica del otro, para crear un proyecto de divulgación multidisciplinar y con un espectro de público más mayoritario al que dirigirse.
El dibujante loco @conelhuracan agitando conciencias (FotoLitos)
El último semáforo cambió a verde, y con él, la cara de cansancio se tornó en una ligera sonrisa. Sí, ciertamente debían de estar locos: tanto ellos, los creadores de tan arriesgado proyecto, como los asistentes al evento, que en lugar de lincharlos a ambos, les habían aplaudido e incluso compartido sus críticas. Fue la guinda para un fin de semana asombroso, del que jamás olvidaría tantas y tan peculiares escenas: el parque de las ciencias de Granada lleno de niños participando en talleres científicos, chavales dibujando insectos (algunos super mariquitas), la niña cuyo padre era científico y "trabajaba con partículas", el niño que sólo quería dibujar dinosaurios, el paleontólogo de acero, el zombie informático, el chaval que estudiaba cromosomas saltarines de saltarines saltamontes, el antropólogo forense con look darwiniano, el tocayo que ojalá, ojalá le hubiese dado clase de biología cuando iba al instituto, el profesor que demostraba que sí, sí fuimos a la luna, el señor que doblaba cucharas, las verdades y mentiras de la alimentación "clásica", los transgénicos y el compostaje, las hormigas asombrosas, los fondos marinos, los micromamíferos y las plantas viajeras, los clones de dinosaurios (y el pollosaurio), las partidas de futbolín, las birras y las tapas, los debates, las competiciones de camisetas frikis (competi de camis oficial para el próximo evento, por favor), la necesaria crítica a la política educativa, el alucinante documental de la ciencia de Granada, la guerra de las corrientes, los quásares devoragalaxias, los diez motivos para amar la biología, y tantas otras cosas que ya no tenía tiempo de recordar mientras aparcaba por fin el coche.
Conceptos confusos en el taller de dibujos científicos (FotoLitos)
El último episodio de aquella historia tampoco se quedó corto: conducir junto a uno de los divulgadores más mediáticos e influyentes fue realmente interesante. Las anécdotas y experiencias muy reveladoras, gracias a las cuales no sólo aprendió detalles interesantísimos en lo tocante a lo científico, sino en cuanto a la divulgación y lo que conocemos como "blogosfera científica". Le apenó un poco, eso sí, darse cuenta de que a pesar de toda la pasión, el hermanamiento y la buena disposición a colaborar que todos los participantes mostraban, en realidad no todos los científicos, ni todos los divulgadores, tenían la misma idea de qué era lo mejor para promover el pensamiento crítico y sus diferentes manifestaciones. No había realmente una unión, y peor aún, tampoco un gran debate al respecto. En ese sentido le gustó mucho saber (gracias sobre todo a las sesiones de tapas, birras y antros rockeros) que en general una mayoría de compañeros de aventura compartía esta preocupación, y que en el mismo evento se abrió precisamente una parte importante de autocrítica y debate de esta índole. Probablemente se había sembrado importantes semillas, y seguramente era un paso en la dirección correcta.
Recogió sus trastos y se dirigió hacia su casa, por fin. Habían sido dos días intensos, y a pesar de todo lo divertido y enriquecedor de la experiencia, también había sido duro estar lejos de casa y de los suyos. Había sido su sacrificio personal, y aunque le pesaba, también estaba satisfecho de saber que al menos él sí estaba dando todo lo que podía para aportar su granito de arena. No podía ni imaginar lo que habían sacrificado los organizadores de aquel follón, a los que había visto tan profesionales, atentos, sufriendo con todos los detalles, pendientes de todo. Nunca podría agradecerles lo suficiente su desinteresada y sacrificada labor. Le habían dado la oportunidad de formar parte de algo que estaba seguro era grande e importante. Y les estaba muy agradecido. A muchos de ellos le unían ya lazos más estrechos de los que las redes sociales y los blogs pueden crear. Sin duda, a casi todos ellos podía llamarlos amigos.
Volvía a casa con un buen puñado de recuerdos, de lecciones aprendidas, de ciencia desgranada y, en definitiva, de amistades forjadas.
NOTAS FINALES: otros asistentes, más eficientes que un servidor, desgranaron su experiencia personal y además hicieron un repaso pormenorizado de las actividades del evento y sus participantes. Como buen vaguete, me limitaré a enlazaros algunas de estas crónicas:
Óscar Huertas (@scariosHR), uno de los organizadores y padres intelectuales del proyecto, lo repasó en su blog en este imprescindible post.
Carlos Lobato (@biogeocarlos), tocayo y persona inspiradora como pocas, hace un repaso exhaustivo en su bitácora con mogollón de fotos chulas además.
Santiago Campillo (@scruzcampillo) también hizo lo propio de manera vertiginosa pero precisa, podéis leer la crónica aquí.
Son las únicas de las que he tenido noticia hasta el momento, pero seguro que hay muchas más. Iré actualizando cuando me ponga al día, que han pillado las navidades de por medio y todo.
ACTUALIZACIÓN - algunas crónicas más: por Sergio Martín, y por Luz Rodríguez, de la fundación Descubre. También la del genial Francesc Gascó, @pakozoico: http://www.pakozoic.com/2013/12/cronica-de-desgranando-ciencia.html En esta se incluye un video molón donde sale parte de mi charla, no digo más.
Y para concluir, de propina un par de fotos que algunos asistentes me tomaron por sorpresa durante mi charla y posterior debate, para que no digáis que nunca salgo en el blog. Gracias a @cuantozombi y @nebesuchan por retratar tan impactantes momentos.
Jajajaja, debo decir que lo que mas me ha encantado es ver que había gente que te hacía fotos y salías tan bien parecido como siempre jajaja.
ResponderEliminarMuchas gracias por esta crónica. Creo que retrata muy bien lo que intentamos hacer en Desgranando Ciencia que aunar profesionales de la educación y la ciencia, la divulgación y la experiencia académica mas pura. No puedo estar mas satisfecho y he conseguido transmitir mi idea de lo que es la divulgación. Y como bien dices, recojo el testigo de la crítica para mejorar en lo posible y permanecer en lo demás. Esperemos que en otra edición las críticas sean menos, los halagos mas y la repercusión mucho mayor.
Un par de notas. El profesor que parece Darwin es Miguel Botella y no Manuel.
Sergio Martín también hizo una crónica del evento aquí http://tienesunsms.wordpress.com/2013/12/19/desgranando-ciencia/
Luz Rodriguez, desde la fundación Descubre, también cubrió el evento http://fundaciondescubre.es/blog/2013/12/16/buena-acogida-de-la-primera-edicion-del-evento-de-divulgacion-cientifica-desgranando-la-ciencia/
Y muy pronto la crónica en Canal sur TV en el programa de Con-Ciencia.
Un abrazo Compadre, un placer conocerte y nos vemos pronto... muy pronto.
Maldita sea, después de publicar la entrada me di cuenta de que me había columpiado con el nombre, pero no tenía ordenador a mano; el caso es que como el fotógrafo era Manuel, se me fue la olla... ya lo he corregido.
EliminarEstá bien tener en cuenta las críticas, pero vamos tampoco es cuestión de quedarse sólo con eso: la intención de Gerardo creo que fue precisamente destacar el potencial desaprovechado, no que se hicieran mal las cosas, en términos generales; también el propio evento demuestra que nos estamos moviendo y poniéndonos las pilas, eso ya es esperanzador. Y halagos no he puesto más, porque si no al final ya sabes... parecemos la escena del Sr. Lobo ;D Pero sin duda los merecéis.
Voy añadiendo los enlaces, ¡muchas gracias por ampliar información! Un abrazo, amigo.
Sin duda, no me quedo solo con las crítica y soy consciente de que hemos realizado muchas cosas bien durante el evento y en nuestra actividad diaria de divulgación... pero como coincide que es una crítica que yo mismo ya me vengo haciendo desde hace tiempo, que no llegamos a nuestro público objetivo y aún llegando, no conseguimos el objetivo que queremos... pues la tengo que tener en cuenta jajaja.
EliminarHay ideas que me habría gustado llevar a cabo... pero ya no podía porque mi úlcera me lo impedía jaja, y cosas que quiero hacer de cara al futuro (unas mas ambiciosas a largo plazo... y otras un poco menos pero a corto plazo)
¡Anda! Estuviste con Carlos Lobato. ¡Cómo mola! ¿Qué tal está? Me imagino que os lo pasasteis genial ¿no?
ResponderEliminarCarlos es una de las personas que espero conocer algún día en persona.
joer macho, me has enviado de vuelta a ese fin de semana :_)
ResponderEliminarEso sí, os envidio mucho, porque yo me tragué los dos viajes hablando solo y aunque tengo una conversación muy amena conmigo mismo, al final canso XD
Pues sí Alfie, mi tocayo es un tipo cojonudo con el que espero coincidir de nuevo más pronto que tarde. Es de estos que parecen guays por internet, y en persona lo son más aún.
ResponderEliminarQuerido José, la verdad es que lo hubieras pasado genial porque de tanto hablamos que en las 6 horas no pusimos ni un minuto de música a la ida ni a la vuelta. Hubieras disfrutado con todos los locos que íbamos ahí XD A ver si en el próximo tenemos más tiempo para disfrutar!
¡Qué crónica más chula tocayo! Me ha encantado rememorar los buenos momentos que pasamos en Granada leyéndote y ya tengo ganas de que coincidamos en algún otro evento. Muchas gracias por las palabras que me dedicas, no sabes la inyección de energía que suponen para mí. Muchas gracias amigo! ;)
ResponderEliminar¡Por fin he podido leer tu crónica! Me ha encantado… Y qué ganas de repetirlo… :_D
ResponderEliminarjajajaja, a mí también me ha encantado tu crónica! La verdad es que coincidimos poco :P yo me perdí las birras+futbolín porque me estaba durmiendo de pie, jeje, y luego el domingo el sector Valencia os fuisteis los primeros. Pero sí puedo decir que hay pruebas de que estuve en tu fantástica charla... mientras me escaqueaba de supervisar los talleres (que Óscar no me lea que igual me mata, porque encima le he borrado sus fotos en Dropbox)
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