lunes, 20 de septiembre de 2010

Aventuras Postdoctorales

En esta época de precariedad, recortes presupuestarios e inestabilidad laboral, está más patente que nunca que una gran mayoría de jóvenes trabajadores con una formación excelente emigran al extranjero para buscarse las habichuelas. De vez en cuando, el exilio de nuestros amigos da lugar a anécdotas graciosas (para los que las leen, no los que las sufren), fruto de la confusión derivada de tener que desenvolverse en un país extraño y hostil. Alemania es un destino bastante popular en estos tiempos aciagos; así pues, además de las peripecias de nuestro compañero Banchsinger en tierras teutonas (que no tetonas), hoy os traigo una anécdota enviada por unos amigos que también están disfrutando de un exilio germánico. Aunque lo narrado en sí mismo no es científicamente relevante ni ilustra en modo alguno el trabajo de un investigador en su etapa postdoctoral, sí da una idea de lo divertido (o complicado) que resulta vivir en el extranjero. Sin más dilación, os dejo con el relato que me ha alegrado la mañana del lunes:

Niederhausen/Niedernhausen, o el día que casi fuimos al concierto de Blackmore’s Night



Es curioso lo importante que llegan a ser las pequeñas cosas a las que en el día a día no damos importancia. De vez en cuando estas pequeñeces se manifiestan para reflejar que están ahí. El tema que nos ocupa hoy es de la necesaria, pero a la vez estúpida letra “n”:


La “n”, que tan oportunamente aparece en palabras como cabrón, maricón o satán, nos jugó en el día de ayer una mala pasada. No sé si habrás notado en el asunto de este e-mail la ligera pero no desdeñable diferencia entre los vocablos germanos Niederhausen y Niedernhausen. Localizada a mitad de palabra, inadvertida diría yo, aparece nuestra querida letra “n”. Su silueta casi oculta junto a la letra “r” hace fácilmente, o, al menos más que probable, el que accidentalmente sea omitida al escribir dicho vocablo germano en cualquier artilugio de alta tecnología que nos rodea en la sociedad actual. También es necesario precisar que la suerte, a veces, no es nuestra aliada.


El motivo por el cual te hago esta disertación es para explicarte los sucesos acontecidos en la tarde-noche del día de ayer, 18 de septiembre de 2010, entre los estados de Baden-Wurtemberg y Hessen, ambos colindantes en el sur-oeste de Alemania: 

Con varios meses de antelación habíamos planeado para el día en cuestión ir a un pequeño pueblo de cuyo nombre no quiero acordame. El motivo, ver un concierto de los místicos Blackmore’s Night. Dado que todavía no conocemos bien todos los recovecos de este inmenso país, la utilización del GPS (alias “El Marto”) era absolutamente necesaria. En un alarde de prudencia, me tomé la leve molestia de consultar Google Maps antes de salir de casa para tener una ligera idea de por dónde cojones estaba el susodicho pueblo. Primer error: no haber prestado más atención a datos como a qué Estado y a qué punto cardinal aproximado había que dirigirse. Dado que íbamos con prisa, salimos de casa acelerados, y claro, segundo error: las prisas y las pequeñas pantallas táctiles de los GPS son traicioneras aliadas. El tercer error vino a los pocos km de autopista, al seguir las indicaciones que esa puta máquina decía aunque mi desarrollado instinto de orientación me dijera lo contrario.
A partir de aquel momento nos habíamos condenado (aún sin saberlo) a un destino llamado Niederhausen en vez de Niedernhausen. He comentado anteriormente que la suerte no fue nuestra aliada: hay que resaltar que ambas poblaciones se encuentran a una distancia de entre 100 y 120 km de Heidelberg, por lo que el cálculo del GPS sobre la duración del viaje era igual al realizado por Google Maps anteriormente.
El tiempo pasaba, el sol se iba poniendo, e irrefrenablemente nos dirigíamos hacia el más incierto de nuestros destinos: aquel pequeño pueblo llamado Niederhausen (sin “n”). Una vez llegados allí, por ningún sitio había indicios del Auditorio donde, en 15 minutos, debía comenzar el concierto. Dado que nuestra mente es racional (no hay que olvidar que ambos somos doctores) no tardamos en caer en la cuenta del problema al que nos estábamos enfrentando. Bastó una breve consulta en el GPS para iluminar nuestro craso error y lamentar la fatalidad de haber lidiado con dos pueblos de nombre tan similar a una distancia tan similar, pero a la vez tan dispar, de Heidelberg. Una vez asumido nuestro destino no pudimos hacer más que resignarnos y regresar a casa cabizbajos, sumidos en nuestros pensamientos. De nuevo, dado que somos gente de razón, nos lamentamos de la geometría de nuestra mala suerte: la vida es trigonometría, y la trigonometría son triángulos (curiosamente, el GPS también son triángulos). Si Niederhausen está a 100 km de Heidelberg, y Niedernhausen está a 100 km de Heidelberg, qué mala suerte que el triángulo que establecimos en nuestro error hubiera sido prácticamente equilátero (Niederhausen dista de Niedernhausen unos 100 km). Si en vez de un triángulo equilátero hubiese sido un triángulo isósceles (con un ínfimo ángulo en la posición determinada para nuestro propósito), entonces, podríamos haber tenido la opción de acabar la aventura en el concierto, con un breve desfase de espacio-tiempo, eso sí. Dado que no fue así, nuestra velada se tuvo que conformar con 3 horas metidos en el coche para llegar a casa y cenar un sandwich de salchichón.


Muchas conclusiones se pueden sacar de lo acontecido en el día del 18 de septiembre de 2010. Sin embargo, en lugar de acabar la narración de este suceso sacando alguna moraleja, finalizaré con el título que he escogido para  dicha narración:


Niederhausen/Niedernhausen, o el día que casi fuimos al concierto de Blackmore’s Night


Un abrazo.


Ya sabéis amigos, hay que leer la letra pequeña. Si algún lector se siente identificado con la aventura o quiere a su vez relatar sus experiencias en el extranjero, no duden en mandárnoslas.



5 comentarios:

  1. Pero la gran pregunta de esta historia es la siguiente:

    ¿De dónde sacaron el "salchichón" que cenaron cuando llegaron a casa después de perderse con el GPS como le pasa ya a millones de personas día sí y día también? ¿Ein? Porque en Alemania de eso no hay ¿No sería más bien "salchicha" de esa embutida que se come cruda? ¿O tal vez "Salami" (que no es lo mismo que el salchichon)

    ¿Eh? ¿Eh? ¿Eh?

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  2. Me siento como si estubiese en el club de Emigrados Anónimos: Me llamo Banchsinger, Me dan ganas de llorar al leer este relato, yo también tengo este problema, estoy con vosotros, nos apoyaremos unos a otros y saldremos de este infierno. Tenemos que ser fuertes!

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  3. El sandwich era de salchichón del bueno, nada de salchicha ni de salami, que los papis nos habían traido provisiones durante la obligatoria visita estival!
    Y bueno, sólo añadir que además también existe Niederhäusern (y quizá también Niedernhäusern, eso no lo sé...)

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  4. Por el bien de la ciencia aunque sea infusa !!
    Concierto para no olvidar!!, salvo que tomarse una cerveza con unos compañeros de Valencia (únicos españoles) y si fumas.....uuuuiiihhh.
    Pero que importa, viendo a Blackmores Night.
    Eso te quedas 100 o 3000 Kms más o menos...que importa??....desde Madrid.
    Carlos

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  5. Y eso os pasa con GPS, con google maps, con un coche electronico de los que no se estropean, por carreteras buenas, bien asfaltadas y bien señalizadas, a gente con estudios y que viaja. Yo no le echaría la culpa a los triángulos, ni al idioma, ni a los nombres de los pueblos, ni a la diosa fortuna. Todos hemos cometido errores de ese tipo sin tanta tecnología punta a nuestro alcance y nos hemos visto obligados a reconocer que estamos "chalaos" y sobre todo a no contarlo a nadie. De todas maneras me ha gustado mucho el relato.

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