Aquí estamos, en el apogeo de nuestra civilización (o vuestra civilización, como diría el Agente Smith). Enrunados en la hiperevolución de la tecnología de la generación de nuestro progenitores, que ya quedaba en su día a milenios luz de la tecnología de nuestros abuelos.
La era de la información. La era donde la pedagogía ha dejado de incitar a nuestro cerebro de ser un disco duro, para incitarlo a desarrollar inteligencia, no sé si artificial, porque la información ya está en Google. Pero yo me pregunto, de qué vale toda tu inteligencia, por muy inteligente que seas, si te arrebatan el conocimiento desarrollado por la sociedad y la historia que te han dado la vida y el esquema de la estructura molecular del agua.
Yo soy partidario de Asimov, que estaba hasta los mismísimos de que no saber nada fuese un signo de sabiduría (gracias a Sócrates, que evidentemente, dijo la frase en otro sentido).
Haz un experimento, hagamos un experimento. Sin tocar Google, sin mirar la enciclopedia de libros que tus viejos compraron hace unos años pensando que te acercaría el saber del mundo (pobres ilusos, dinero perdido). Responde, ¿cuánto sabes? Corta pregunta, terrible la respuesta. ¿No eres capaz de decirme cuánto sabes? No, no quiero tus títulos académicos, no quiero saber cuántos libros has leído, si te enseñaron a hacer fuego con un palo en campamentos o cómo se dice "cocina" en ruso o si sabes cuándo es el próximo eclipse, pasa el Halley, o cuáles son los números primos de 3345564 (si es que los tiene). Plantearé la pregunta de otra manera:
¿Qué serias capaz de hacer con lo que sabes sin la civilización que te soporta?
Hagamos pues el experimento: aquí y ahora donde estás, donde estamos, imaginemos que desaparecemos. Aparecemos, solos, en medio de ninguna parte, pero para no ponerlo muy difícil, el lugar te es familiar. Tras andar largo rato encontramos una población, No una población normal sino al uso del siglo XVI, tu ciudad o pueblo en el mil quinientos de nuestra era. Has viajado en el tiempo. ¿Qué serías capaz de hacer en esa situación con lo que sabes? ¿Ya no sabes tanto verdad?. Sabes lo que es un hospital, lo que era un hospital, pero no sabes nada de medicina y menos de cirugía. Y si lo sabes, no tienes ni idea del fundamento de un motor de explosión, y menos de cómo producir una aleación de acero inoxidable, o corriente eléctrica continúa.... no digamos fabricar una pila o de cultivar una lechuga ¿qué coño es una lechuga?.
Seamos honestos, yo seré honesto: después de pensarlo muchos días, si a mi me pasase lo que a Mcfly pero sin Delorean, de todo lo que sé, de todos los años de estudio y trabajo manual o intelectual y de las aficiones que tengo, poco ha quedado retenido en mi cabeza. Me serían útiles bien pocas cosas fuera de la sociedad en la que vivo y sin la historia que me ha precedido.
Si en mil quinientos se me ocurriese hablar del mundo del que vengo: de las céluas, de la química de la vida, de mi ordenador... del vuelo de los hermanos Wright... me llamarían hechizado, loco o peor aún, hereje, con la consecuente fogata. Así que no hablaría. Me revolcaría por el suelo para que mis ropas disimulasen su extraño origen (aunque difícilmente lo harían). Y si lograba no morirme de hambre o sed, o de cualquier enfermedad pululante de la época, mi conocimiento actual me brinda bien pocas ventajas:
-Sé como funciona y cómo se construye un dinamo para producir corriente eléctrica, pero no tengo ni idea de cómo hacer hilos de cobre, ni de dónde sacar imanes en ese tiempo, creo que no existían las ferreterías. Así que esto no cuenta como ventaja.
-Mis padres y mis abuelos me enseñaron a trabajar la tierra, Pero esto no cuenta como ventaja, porque si no lo supiera, seguro que en esa época aprendería rápido, muy rápido.
- No sé nada de finanzas ni leyes, ni falta que me haría.
-Los pocos conocimientos que tengo de historia, no valdrían de mucho. Solo para saber, que debería ser cristiano católico apostólico romano, y que a las 12, los días de labor, al menos en mi pueblo, tañían las campanas y se rezaba el ángelus, que por supuesto no me sé (pero me aprendería). Y los domingos no se trabajaba y se iba a misa. Los detalles de la gran historia que conservan mis neuronas son escasos e inconexos, ideas generales. Me mantendrían alerta, para ver si en mi nublosa bola de cristal podía vislumbrar algún acontecimiento que mejorase mi calidad de vida... aunque lo dudo bastante, porque la historia se nos cuenta con la perspectiva del tiempo, y creo que, por la falta de detalle en su conocimiento, nos sería inservible a nivel local.
-Sé que el agua hervida no contiene patógenos vivos. Y que la sangría no es un buen método para curar a la gente.
Es este último conocimiento (que ya tenían nuestros tatarabuelos), junto con el conocimiento de la lectura, la escritura y una penosa matemática básica (muy básica) lo que me brindaría una ligera ventaja en ese tiempo. No obstante (entre tú y yo), lo he puesto muy fácil: en mil quinientos, el castellano ya tenía gramática, que si bien no era la misma que ahora, yo creo que te podrías hacer entender. Y bueno dos patatas más 53 piezas de fruta hacen 55 cosas.
Se podría decir que lo de saber leer y escribir, sumar y restar te daría mucha ventaja, pero nada más lejos de la realidad. Si en vez de en mil quinientos caes en el setecientos después de Cristo estás perdido, porque ¿no hablas árabe no? Y si sigues en 1500, yo me andaría con cuidado porque sabiendo leer, escribir, sumar y restar, pero sin saber latín, ni rezar una novena y un rosario, o en su defecto vestir la heráldica de una casa nobiliaria... serías muy, pero que muy sospechoso.
Lo que hace fuerte al ser humano es nuestra vida en sociedad y la historia del saber desarrollado por miles de personas en el devenir de los siglos. Seamos más humildes sin llegar a menospreciarnos.
Un hombre con un saber titánico, pero sin la sociedad, es nada.
Creo que por aquí apuntaba Sócrates.