domingo, 24 de julio de 2011

Diario de congreso (I)

Lo que sigue a continuación es una recopilación de anotaciones tomadas durante el transcurso de un congreso internacional en la localidad de Baden (Viena, Austria) centrado en el fascinante tema de las Fosfatasas. Aunque escrupulosamente basadas en hechos reales, algunas anécdotas han sido sutilmente alteradas con fines dramáticos y algunos nombres reales han sido sustituidos por pseudónimos.



PREPARATIVOS

Una vez diseñada la charla que deberé realizar, y discutidos los detalles acerca de posibles preguntas, inquisiciones y ataques contra mi persona, la mayor preocupación del viaje consiste en discutir con el jefe acerca de si facturar equipaje es una buena idea o no. Finalmente, me convence de que es mucho más cómodo y práctico viajar sólo con equipaje de mano. Como consecuencia, invierto más tiempo en preparar minuciosamente una maleta que cumpla con los increíbles requisitos aeroportuarios en materia de dimensiones, peso, y ausencia de materiales peligrosos (léase: pasta de dientes, por ejemplo). Finalmente, me las apaño para llevar la cantidad justa de ropa y me arriesgo en cuanto a estimación de necesidades de abrigo y/o quitaypón.  Dicha escasez de ropa me hace plantearme si el hecho de compartir habitación con el jefe pudiera tener consecuencias poco deseadas. 

DÍA 1

4:00 a.m. – Despierto (no he llegado a dormir, realmente)

5:30 a. m. – En horario previsto, subo al primero de los dos aviones

6:15 a.m. – Primer incidente. Sirven el desayuno y la misma curiosidad científica que me ha llevado hasta este momento y lugar, me hace observar con fascinación el efecto de los cambios de presión sobre los alimentos cuidadosamente envasados que nos han servido, a saber:

1)    Un muffin o magdalena con trocitos de cosas
2)    Un yogurt de frambuesa (creo)

El alimento (1) viaja dentro de un envase de celofán hinchado como un globo. Tras manejarlo cuidadosamente y observar esta curiosa similitud aeronáutica, lo aparto para más tarde y centro mi atención en el alimento (2). El yogurt presenta un abultamiento en la parte cubierta por la clásica tapa de papel “de plata” precisamente sellada, que denota de nuevo un claro efecto de descompresión. Sin siquiera tener aún intención de degustarlo, toqueteo con intenciones poco claras la pestañita provista para destapar el alimento, y apenas un ligero tironcito basta para que de manera abrupta e inesperada una eyección de material yogurístico impacte contra mi persona. Debido a la naturaleza de mi posición repantigada, el alcance del yogur cubre dos grandes regiones de la parte baja de mi prenda superior, justo por debajo de la cintura. La consistencia de elevado espesor del yogur dificulta su limpieza, y la porosidad de la prenda facilita la impregnación de la sustancia rosácea pese a mis intentos de limpiarla con una servilleta de papel. Tras unos infructuosos intentos, y con la parte de camiseta coincidente con la altura de mis partes pudendas salpicada de manchas blancuzcas mezcladas con virutas de material celulósico (perteneciente a la servilleta), molesto a mis desdichados y asombrados compañeros de asiento para acceder a las facilidades higiénicas del avión, donde tiene lugar una lucha encarnizada entre el yogur y el investigador, que finaliza con un empapado parcial de la camiseta y una fusión aparentemente irreversible entre un número alarmantemente grande de moléculas de papel y el propio tejido. Contento con esta pírrica y parcial victoria, regreso a mi asiento y maldigo por última vez la decisión de llevar justo una única prenda superior para cada día de mi estancia. 
Afortunadamente, llevo varias camisas que pueden actuar como cobertura de la parte inferior afectada, y fácilmente reutilizables. Más tranquilo, cojo mis apuntes y repaso mi charla. Quedan cinco días por delante.

8:05 – Llegada al aeropuerto de Zurich. Mi próximo vuelo tiene puerta asignada: me dirijo hacia allí y paso el control de seguridad. Sin incidentes.

8:27 – Mancho mi cazadora con un café expresso de máquina. Repito la operación del aseo del avión, esta vez en los aseos de la terminal, con similares resultados.

11:40 – Una vez en Viena, recogida en furgoneta y transporte hacia Baden, localidad tranquila y apacible llena de amables viejecitos, donde nos espera un hotel que recuerda los tiempos de Sissi, emperatriz. La habitación compartida es ostentosa, amplia y bien iluminada, para regocijo mío y de mi jefe. De repente, una pregunta: “¿qué lado prefieres, izquierda o derecha?”
Me giro con preocupación. Las camas están unidas.

13-23h – Tras comer un delicioso escalope vienés, reunirnos con toda la flor y nata de fosfatasos y fosfatasas llegados de todas partes del mundo, escuchar una charla inaugural en la que no aparece ninguna fosfatasa y reunirnos con viejos amigos y colegas, terminamos la jornada tomando jugosas cervezas en una agradable terracita. Pero lo único que pasa por mi mente es la imagen de las camas unidas y mi jefe poniéndose el pijama.

Apuro mi cerveza y pido otra, más grande por favor.

DÍA 2

8:00 – Desayuno en el hotel. La comida es abundante y variada. Jamás había probado un pan con semejante cantidad de pipas recubriéndolo. Me siento un poco roedor, lo cual para un investigador de mi campo constituye un sentimiento de culpa bastante incómodo.

9:00 – Comienzan las sesiones. Las lecciones introductorias nos introducen en el mundo de las dos grandes familias de fosfatasas, las PPPs y las PTPs. Sonrío cada vez que alguien pronuncia las primeras en inglés. Un orador americano viste polo rosa, pantalones demasiado cortos para cualquier sociedad decente y botas de montaña. Y lo peor es que no es un excéntrico: es la vestimenta oficial norteamericana, al parecer.

9:45 - Al terminar la charla, un personaje al que llamaremos Len Need toma la palabra y comienza diciendo que tiene “dos preguntas”. Aún no soy consciente, pero serán las primeras de una serie de grupos de dos preguntas en absolutamente todas y cada una de las charlas que van a tener lugar. Y son muchas charlas. Y son cinco días.

10:00 – Mientras Len Need sigue con sus preguntas, una cola se forma detrás de él. Me percato entonces de que los organizadores han decidido que la manera más adecuada de organizar el turno de preguntas es colocar dos micrófonos en pie en mitad de la sala, y que los preguntadores se levanten de su sitio para acudir al micrófono. Como resultado, sendas colas de gente cruzada de brazos y mirándose los zapatos esperan de pie su turno para preguntar (generalmente también atacar) al conferenciante. Recuerdo la escenas famosa de “Aterriza como puedas” y río para mis adentros.  De repente, recuerdo que yo mismo tendré que enfrentarme a una cola muy similar pronto.

Dejo de reir, y repaso mis notas.







18:30 – Tras un día entero de charlas sin descanso, se sirve una cena caliente consistente en diversos platos de naturaleza absolutamente diferente, todos servidos en un mismo recipiente para ser cómodamente degustados de pie. Un grupo nos hacemos una plaza fuerte en la terraza, donde una salida de humos hará las veces de mesa. Debido a mi generosa dotación genética en términos de altura, paso de comer cómodamente de pie a comer cómodamente encorvado.


20:00 – Nueva toma de cervezas. Me retiro antes de lo que desearía para marchar a la habitación a retocar mi charla a última hora, como debe ser. Marcho hacia el hotel con el deseo de conseguir terminar lo antes posible para estar durmiendo antes de que llegue el jefe, evitando el tan temido como anticipado momento de verle cambiarse y tumbarse a mi vera.

23:00 - Justo cuando estoy cerrando el ordenador contento de haber terminado en el momento adecuado, la puerta se abre. Afortunadamente, las visiones no son tan terribles como anticipé, y tanto la habitación como las camas son lo bastante grandes como para sobrellevar el momento. Cierro los ojos, me arrimo lo máximo posible al borde de la cama e intento conciliar el sueño contando fosfatasas.

De repente despierto sobresaltado: me he caído al suelo.


 Continuará

13 comentarios:

  1. Muy bueno. Me has recordado al mejor Mendoza y sus 'Sin noticias de Gurb' XD

    Y la reseña a 'Aterriza como puedas'... Jajajaja. Imagino que cuando llegó tu turno no te estrellaste. Llebabas instrumentos ;)

    Un saludo

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  2. Una de las mejores cosas de este mundo son los enormes escalopes empanados austriacos. Acompañados de una también enorme cerveza del lugar, por descontado.

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  3. Conocedor de vuestras personas... es que me descojono!!

    Espero impaciente el resto...

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  4. Genial, tronchante, con toda el humor que caracteriza a esta casa, se le echaba de menos, hacía tiempo que no me partía tanto tantísimo.
    Acaba de llegar su postal al labo, nos hemos pegado unas buenas risas. Para cuando más?

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  5. Casi me caigo yo de la silla por la risa al leer la frase final. Tremendo relato, ¡ya está tardando la continuación!

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  6. Jajajajajajajajajajajajajaja!!!
    Es que no sé qué de todo me da más risaaaaaaaa!!! me parto!!! jajajaja!
    ¡¡¡por favor!!! ¡¡¡continuación YA!!!

    Por cierto, supongo que el Cherif ya te habrá contado que él también pasó un vuelo transatlántico enrrollado en un manta sin nada debajo por un café derramado en sus partes bajas, ¿no?... jajaja!

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  7. juajuajua !!!!
    Es genial, no puedo esperar a seguir leyendo !!!!!
    el lechero

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  8. XDDDDDDDD estoy ahora mismo como tu comiendo solo que yo estoy doblada de risa! que grande! no puedo esperar a leer más! eres como una novela buena!

    PD. Suerte en tu presentación, ánimo camarada!

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  9. Jajajaja... levanta del suelo y sigue escribiendo, pero despacito y con cuidado no te vayas a golpear en la cabeza.

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  10. Que bueno!!! Esperamos el resto del diario...
    Cierto MINSIX, pero puntualizo que no fue un café,sino una "ligera" botella de vino tinto de 3/8.
    el Cherif

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  11. Bueno, no os digo nada nuevo, me he descojonado...
    Muy bueno, Dr Litos, pero nos has dejado con la miel en los labios. Suerte!

    Ah! Y ya somos muchos los que queremos la segunda parte ya!!!

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  12. Como en mis buenos sueños, vivo lo que estás contando y me estoy imaginando cada momento... colosal!!!
    Y todavía faltan 3 días jejejeje

    No nos dejes así, segunda parte yaaaaaaaa

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  13. Qué gran acogida, no pensaba que mancharme de yogur en el avión pudiese desencadenar una serie de posts, pero ya veis que la vida es sorprendente.

    Ya tengo la segunda parte, a punto de publicar. Espero que os guste al menos igual.

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