-Mamá, no me gusta esta película.
Levantó la vista del portátil, al tiempo
que dejaba escapar un poco disimulado suspiro.
- ¿Qué no te gusta, hija?
- Ha salido un personaje muy raro, “el
sombrerero loco”, estaba todo el rato armando escándalo y diciendo tonterías. Y
encima ha empezado a gritar que Alicia tenía síncomas de locura.
- Síntomas.
- Eso, síncomas. No entiendo nada, mamá.
El nudo que se le empezó a formar en la
garganta le impidió suspirar de nuevo. Mientras le contestaba al ordenador que
sí, que deseaba guardar el mensaje en "borradores", se giró hacia la
niña y comenzó aquella conversación que sabía que tarde o temprano tendría
lugar.
- Verás hija. A veces, hay personas a las
que no les funciona bien… bueno, que no tienen el cerebro exactamente igual que
la mayoría de gente. Por eso, a veces hacen y dicen cosas que nos parecen raras. Que no se corresponden
exactamente con la realidad. Simplemente, es que ellos sienten una realidad
distinta. Y a veces, eso da miedo. Y la gente entonces llama a esas personas “locos”,
y generalmente prefiere tenerlos lo más lejos posible.
La niña escuchaba con el ceño fruncido,
como si le costase seguir todas y cada una de las palabras de su madre.
- ¿Cómo cuando alguien te mira pero
parece que no te está viendo? ¿O se ríe porque sí?
Antes de que pudiera contestar, la niña
pareció decidir que lo mejor era zanjar el asunto cuanto antes.
- ¿Como cuando el tío hace esas cosas tan
raras?
De golpe y porrazo, esa conversación
tantas veces ensayada, con todas esas analogías y cuentos de neuronas que
hablaban entre sí y confundían mensajes se convirtió en un incómodo silencio.
Afortunadamente, la mayoría de niños son más elocuentes que sus progenitores, y
la pequeña le ahorró a su madre un dolor todavía mayor.
- Tranquila mamá, a mí me da igual si el
tío tiene síncomas de locura. Pero no me gusta esa actitud del sombrerero. La
voy a terminar de ver porque me gusta Alicia, pero menos mal que el tío no usa
sombrero porque no me gustaría nada que se encontrase con un señor así de
asqueroso.
Dio media vuelta y volvió al salón, mientras
su madre la veía alejarse a través de una cortina de lágrimas.
Al fondo, la Reina Roja gritaba: “¡¡Que
le corten la cabeza!!”
(fuente)
Este post es mi segunda colaboración con @divagacionistas, este mes con el tema propuesto "Locura"
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