ANTERIORMENTE EN BATABLANCA: En busca de información acerca del misterioso sujeto conocido como "Jindetrés", el audaz investigador Batablanca se dirige a la taberna de Sac's. Allí, para su sorpresa, se reencontrará con su viejo colaborador Bam, con el cual recordará viejos tiempos. Finalmente, Bam le ofrece su ayuda para detener al susodicho enzima de restricción, que ha desatado el caos en los últimos días (Capítulo 1:"Tócala otra vez, Bam"). Tras una búsqueda infructuosa, finalmente otro malhechor llamado Bigeldós les dará una pista: Jindetrés ha estado trabajando con Saluno y Pistuno (Capítulo 2: El tercer enzima). Más adelante, mientras perseguían a Pistuno, Batablanca y Bam son pipeteados por sorpresa hacia una trampa: un eppendorf donde tiene lugar una reacción de PCR. Con la ayuda de la polimerasa Taq, consiguen sobrevivir. Una misteriosa nota emplaza a Batablanca a una cita en la noria a 4º, hacia donde decide dirigirse en solitario (Capítulo 3: Una reacción inesperada). Una vez pipeteado hasta el eppendorf suspendido en la noria, Batablanca se encuentra con que Pistuno ha sido aniquilado por el mismísimo Jindetrés, que se le presenta allí mismo. Jindetrés resulta ser un antiguo compañero que traicionó a nuestro héroe y desapareció, siendo dado por muerto y reapareciendo bajo esta nueva identidad. Le pide a Batablanca que deje de intentar atraparle y se una a él en su secreta misión, pero nuestro héroe se niega. Jindetrés, iracundo, se decide a acabar con Batablanca, pero un repentino y vigoroso temblor del eppendorf provoca la huida del malhechor. Antes de poder ponerse a salvo, Batablanca es golpeado súbitamente y se desvanece (Capitulo 4: "Ni tú ni yo somos héroes").
Desperté igual de repentinamente que me había desvanecido, incorporándome de golpe. La tranquilidad a mi alrededor me desconcertaba, pues mi último recuerdo era estar al borde de la proteólisis, en medio de una turbulencia inesperada y acosado por una proteína con malas, muy malas intenciones. Ahora, sin embargo, me hallaba en un sitio de lo más tranquilo, un sitio que no conocía y que por lo tanto me hacía estar alerta, a pesar de la aparente calma. Intentaba deducir qué me había golpeado, cuando una voz me respondió directamente.
- Hola, Batablanca. Ha pasado mucho tiempo.
Se me erizaron las cadenas laterales al escuchar aquella voz. Todavía no había tenido tiempo de asimilar todas las revelaciones implícitas durante la conversación con Jindetrés, pero mi subconsciente había hecho su trabajo. De golpe y porrazo, los recuerdos se materializaron, y los sentimientos afloraron, mucho más intensos que aquél día en que Bam tocó la canción en la taberna. Me giré lentamente... y la vi.
Estaba deslumbrante. Simplemente allí quieta, de pie. Su mirada parecía perdida, pero era el tipo de mirada que te hace dudar si estará calibrando la distancia para saltar sobre ti, o simplemente repasa tu aspecto para constatar tu insignificancia. Intenté resistirme, incómodo.
- Hola, Malina. Ciertamente ha pasado mucho tiempo.
La mera pronunciación de aquella palabra tenía la ironía implícita. "Malina"... llevaba la maldad en su propio nombre, y aun así había conseguido que dos buenos amigos, comprometidos con una misión, acabasen traicionándose hasta el punto de poner en peligro sus propias vidas sólo por atraer la atención de ella. Había que ser una proteína muy inconsciente para caer en sus redes... y yo lo había sido. Me levanté de la cama, aparentando una entereza que no me acompañaba. Ella dio unos pasos hacia mí.
- Aquí tienes tu sombrero. Pude recogerlo antes de que la turbulencia alcanzara la parte alta del eppendorf. Te mantuve apartado de la vorágine hasta que el movimiento cesó y todo se volvió a depositar en el fondo. Ahora estamos a salvo, un pipeteo nos ha traído de nuevo a un eppendorf más tranquilo, a temperatura ambiente. No debes temer.
- ¿Temer? Perdona bonita, creo que ya no recuerdas con quién estás tratando. En los últimos días he perseguido proteínas de mal vivir, he sobrevivido a una reacción de PCR, y me he enfrentado cara a cara con un maníaco surgido de entre los muertos...
- El cual casi acaba contigo...
- ¡Lo tenía todo controlado! Sólo esperaba el momento adecuado; antes de que huyera lo habría rematado si no me hubieran asaltado por detrás... no recordaba que fueras tan ruin, por cierto. Bastante ruin, sí, pero no tanto.
Sonrió socarronamente. "Maldita sea", me dije, "esta maldita enzima sabe mantener los papeles".
- Batablanca, siempre me encantó tu carácter. Pero no por lo bruto que aparentas ser, sino... - se acercó más, con paso lento, haciendo que cada uno de sus radicales ondeara de manera muy sugerente, amenazadora... excitante - ...sino por lo tierno que eres en realidad bajo esa coraza que tú crees impenetrable. Jamás podría olvidarme de eso. Jamás lo olvidé durante todo este tiempo.
Parecía sincera. Una vez más, su expresión denotaba todo menos malicia. Antes de ponerme de nuevo alerta, me di cuenta de que ya era demasiado tarde: estaba a su merced. Sólo podía pensar en abrazarla, en interaccionar con ella, en formar un dímero inquebrantable. La atraje hacia mí, notando cómo algunos de sus átomos más superficiales ofrecían resistencia, otros en cambio se veían atraídos por mi propia carga. La interacción electrostática se podía palpar en el ambiente.
- Por el Genoma, Malina, porqué tuviste que unirte a él... te di todo cuanto tenía, descuidé mi trabajo, confié en vosotros...¿y cómo me lo pagásteis? Él me robó tu amor, y a pesar de que me abandonó en mitad de la misión más peligrosa que se nos había encomendado jamás, dejándome a merced de los fagosomas, no le dejaste - según iba hablando, los recuerdos se hacían más fuertes. La ira empezó a sobreponerse por encima de otros sentimientos. Apreté su esqueleto carbonado y nuestros rostros se acercaron más aún - Cada vez que pienso qué hubiera pasado de no haber muerto, quiero decir, de no haber desaparecido él, ¿hubieras seguido a su lado? De haber sido yo el degradado por los fagosomas, ¿le hubieras guardado rencor?¿me hubieras llorado acaso?.
Esta vez noté que le estaba afectando. Intentó revolverse. La atraje más aún.
- No, Malina, no voy a dejar que te escapes de nuevo sin darme explicaciones. Necesito saberlo. Si no querías saber nada de mí, si le amabas a él a pesar de todo, ¿por qué no acudiste a buscarme? ¿Por qué huiste, si pensábamos que él había muerto? ¿No crees que me debías acaso una explicación?
- ¡NO! - gritó, al tiempo que se apartaba bruscamente. Estaba llorando. - ¡No, no te debía nada, porque tú tampoco sabías nada de la situación! Podías haberte dado por satisfecho, haberme olvidado, haberme odiado por dejar de amarte, con lo fácil que hubiera sido. Pero yo sabía que él estaba vivo, sabía lo que se proponía, y que algún día volvería, convertido en alguien poderoso, y se vengaría de ti. Yo no le amaba, Batablanca, ¡cómo podría, después de que casi acaba contigo! Aquello me demostró que era un canalla, y quise alejarme de él, pero cuando descubrí que seguía vivo me amenazó, me dijo que si volvía contigo le sería más fácil encontrarte. Dijo que si no me unía a él, viviría como un monómero para siempre, que se aseguraría de ello. Me ha estado vigilando, Batablanca, y...y ya no puedo más...
Súbitamente se arrojó de nuevo entre mis brazos. Aquello fue demasiado; verla en persona, escuchar su voz, sentir sus átomos acercarse, y luego las revelaciones. Una voz en mi interior me susurraba que cabía la posibilidad de que se tratase de otra artimaña, de un engaño como todos los sufridos hacía tantos años, que había algo extraño en el devenir de los acontecimientos, que algunas piezas no encajaban... pero apenas presté atención a aquella voz. La levanté hacia mí, la miré directamente, y sin mediar palabra, la besé. Sus péptidos se estremecieron interaccionando con los míos, sus hélices alfa se erizaron y nos fundimos, durante unos milisegundos mágicos, en una interacción tantas veces imaginada, tantas veces soñada, durante tantas largas noches embriagándome con las soluciones salinas de la taberna de Sac... ahora por fin se hacía realidad. Y si aquella realidad constituía la trampa final de la que jamás hubiera de salir... bueno, pues por todos los fosfatos que habría valido la pena.
Continuará...
Joven... además de la novela policiaca...eres hacha potencial en la novela rosa (que vende mucho mas)... tienes el futuro asegurado. Pero sobre todo, tu dibujo es sublime...viendo semejante y despampanante proteina... no solo podría cambiar de acera...me atreveria a cambiar mi estado de evolución molecular...
ResponderEliminarSí señor, Dr. Litos, le ha venido muy bien a la historia este giro sentimentaloide...ni siquiera Batablanca se resistiría a la tentación de interaccionar con una molécula de tan provocativas vueltas de hélice.
ResponderEliminarMe alegro de que os haya gustado, compañeros. Ya tengo muy hilvanado lo que queda de historia, en unos capítulos más tendremos un desenlace.
ResponderEliminar¡Permanezcan atentos a sus pantallas!
Gracias por pasarte por mi blog y hacerte seguidor, Dr. Litos, eso siempre es de agradecer.
ResponderEliminarPor cierto, ya estoy esperando a ver cómo sigue esto... espero con impaciencia próximas entregas.
Gracias a ti, Josélez ;)
ResponderEliminarYa casi tengo terminado el capítulo 6, la próxima semana espero que esté colgado porque tengo otro post entre medias.
Un saludete.
Que me aspen si alguna vez podría haber llegado a imaginar si quiera que se podía escribir una escena de amor entre proteínas, vas a revolucionar el género!
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