Como tantas otras cosas relacionadas con la ciencia - aunque tú, lector acienciado no lo creas - la estadística es una herramienta muy valiosa que te puede ayudar a entender mejor el mundo en el que vives. En la anterior entrega de este serial estadístico pudimos comprobar cómo en el seno mismo de la comunidad científica se presta a veces menos atención de la requerida al análisis estadístico de los datos; no sólo eso, sino que se tiende a mirar los experimentos desde una perspectiva subjetiva, obviando la poderosa herramienta que constituye la estadística matemática para proporcionar objetividad.
¿Qué sucede en el resto del mundo, ese que se oculta ahí, fuera del laboratorio? Pues que el desconocimiento de la importancia de la estadística hace que a menudo la masa de gente sea manipulable y supersticiosa. Al igual que en el caso anterior, no se trata del conocimiento en detalle de la estadística, sino de saber valorar la necesidad de disponer de un método capaz de detectar percepciones subjetivas, conocer el valor de las experiencias repetidas, de intuir la importancia del tamaño muestral en cualquier tipo de observación. Vamos, que no hace falta ser un genio de las matemáticas, ni siquiera saber lo que es una t-student o una campana de Gauss: sencillamente sería útil que la mayoría de la gente fuera consciente de que no se puede afirmar nada categóricamente basándose en hechos aislados, en casos individuales o en afirmaciones subjetivas sin sustentación basada en datos medibles, reproducibles y contrastables. Esto vale tanto para elegir dónde comprar tu boleto de lotería, como para evitar que te tomen el pelo los charlatanes, o para darse cuenta de que para averiguar si un tratamiento de salud es efectivo no basta con saber que a alguien "le ha funcionado". Sí amigos, no suelo meterme a menudo en este terreno pantanoso, pero no perderíamos tanto tiempo hablando de homeopatía y demás terapias alternativas si existiese una conciencia colectiva de que para afirmar si algo está produciendo un efecto no basta con preguntarle a quien lo toma si le está sentando bien.
La principal causa de todo esto está mayormente en nuestra propia naturaleza: muchísimos de los conocimientos acumulados por años de desarrollo intelectual y de investigación son totalmente antinaturales, y nuestra mente racional de manera intuitiva los rechaza. Por muy evidente que nos parezca a día de hoy el concepto de evolución, no es algo "natural" pensarlo. Hacen falta años y años de observación y aparición de nuevas tecnologías para desarrollar una teoría de la evolución como la que conocemos hoy. Puede que alguien se levante una mañana pensando "es imposible que todos estos bichos los crease un ser divino en 7 días", pero no basta con tener esa intuición, las cosas hay que medirlas y comprobarlas. Ni siquiera nuestro amigo y venerado Darwin fue tan genial como muchos se lo imaginan; se tiró muchos años dándole vueltas a su idea de cambios en las especies, y si no es por el amigo Wallace igual aún se lo estaría pensando.
Algo parecido pasa con las terapias alternativas: si ves que tu vecino tiene mejor cara tras una semana de tomarse su preparado homeopático, ¿quién puede negar que la cosa funcione? Pues hay que consultar, estudiar, entender el valor de los ensayos, de los controles, saber lo que es el efecto placebo, y todos esos conceptos tienen un peso de objetividad que reposa enteramente en el concepto de la estadística. Como he dicho, no es fácil; pero al menos hay que saber por dónde van los tiros.
Este desconocimiento de la aplicación práctica no sólo de las estadística sino de las matemáticas en general, es lo que se llama "anumerismo". El anumerismo está muy presente y se le da poca importancia porque en nuestra sociedad actual existe una barrera abismal entre los conocimientos considerados "de letras" y los "de ciencias" (muy recomendable esta entrada en La Ciencia y sus demonios, aplicable a casi todo lo que digo en el post y seguramente mejor expresado). Aunque es algo a todas luces impensable que se desarrollen estudios sociológicos o económicos sin utilizar unas herramientas estadísticas de peso, a nadie le preocupa saber lo que es una distribución normal, lo que implica una dilución 1/1000000, o entender cifras de porcentajes que se dan sin relativizar. Cuestiones como estas son las que hacen que tengamos que creer a pies juntillas lo que se cuenta en los telediarios. Para entender mejor este concepto y disponer de algunos ejemplos bien ilustrativos, recomiendo leer este artículo viejuno.
En el campo de las ciencias de la salud, sucede algo similar. Cuando el médico nos habla, nos suena a chino. Probablemente, esta es la razón por la que muchos deciden acudir a otro terapeuta que practique precisamente la mal llamada "medicina” tradicional china; no es que sea más entendible que te encuentres mal por tener desequilibradas las energías y que tu mal se contrarreste con un preparado a base de algún animal conceptualmente poderoso; pero a nuestro cerebro primitivo le parece mucho más lógica esta explicación antes que una en la que se dicen palabras como "coronarias", "trombosis", "vasodilatación" o "antagonistas". Y de nuevo vamos con un poco de autocrítica: si la ciencia se tratase con menos misticismo y se llevase a los hogares con facilidad, sencillez e imaginación, tal vez estas cosas no sonasen tan raras.
Cada vez estoy más convencido de que los que trabajamos en ciencia tenemos cierta responsabilidad, primero en dejar de lado nuestras supersticiones y malas costumbres que arrastramos desde la infancia (reconocedlo, todos hemos creído muchas chorradas); y a continuación, hacer lo posible por compartir con nuestros seres queridos y conocidos estos conceptos a veces no tan complicados. Hay que luchar contra nuestra tendencia a la "lógica" sin razonar, potenciar el espíritu crítico, y en definitiva, pinchar para que cuando alguien nos cuenta algo que parece alucinante, preguntar: ¿por qué?
Muchas veces esta pregunta no tiene una respuesta concreta ni definitiva; pero creedme que se distingue muy bien cuando te están contestando una paparruchada. Porque para empezar, si os responden de manera definitiva y tajante, probablemente, no haya mucha ciencia detrás de dicha respuesta.
Este post participa - un poquillo de refilón y a última hora, la verdad - en el Carnaval de Matemáticas, edición 3.1, organizado por Scientia potentia est.
Un apunte sobre la estadística: una vez le oí decir al compañero (doctor en Matemáticas, un cerebrito) que la Estadística la puedes presionar para que diga lo que quieras. A menudo abundan estudios aparentemente serios en los que hay sesgo al considerar únicamente la opción favorable a la hipótesis, como también hay gente que no contempla vida más allá de la chi cuadrado y la t de Student...
ResponderEliminarSin nada más que comentar a lo que por otra parte es un muy buen post!! :D
Muy buen apunte amiga, como ya comenté en la primera entrega, el subjetivismo puede hasta con la más fuerte estadística. Pero eso no quita para que, bien utilizada, sea la herramienta más objetiva del mundo. Y por tanto, una razón más para la obligatoriedad de manejar bien los conceptos estadísticos, para que no te den gato por liebre. Muy típico de pseudociencias y engañifas varias, disfrazar los datos de científicamente probado o estadísticamente validados, cuando ni lo uno ni lo otro.
EliminarRealmente genial!
ResponderEliminarMe ha gustado muchísimo. Me ha parecido muy interesante la reflexión sobre el "anumerismo" en la sociedad. El preguntarse el porqué de las cosas, el ser crítico con lo que nos cuentan, el ser lógico y tratar de entender un poquito más todo aquello que leemos y sobre todo que nos transmiten por el tan importante pero a veces tan peligroso "boca a boca" no debería ser una característica de aquellos que nos encontramos en un ámbito científico. Debería enseñarse en las escuelas, ser parte de nuestra sociedad, hoy en día ya tan alejada de brujos y chamanes o eso quiero creer hoy; debería ser parte de todos y cada uno de los individuos que forman parte de nuestra sociedad.
Y como bien has dicho, nosotros también somos responsables de contribuir a ello. La divulgación debe ser una tarea del día a día que no podemos dejar a un lado para que así la sociedad para la cual trabajamos (porque esto es así aunque a veces lo olvidemos) nos pueda comprender y acoger. Gracias a este post, cada día estamos un poquito más cerca de lograr esa sociedad ideal.
Pero no nos engañemos, perseguimos un ideal. El ser humano nunca dejará de soñar con las estrellas y los espíritus. ¿Acaso no es parte de nosotros también?
Gracias compañera, aunque no creo que este post ayude demasiado al avance de la humanidad! :D
EliminarPero sí, cada vez está más claro: ccontra la ignorancia, saber a capazos, y muy importante mostrarlo de forma amena, clara y en absoluto manipuladora. Tampoco hay que insultar a quien peque de soñador, pero vamos, que los pies se tienen que mantener en la tierra.
Me ha molao, si señor... la estadística es una buena herramienta para no volverse loco, pero como todas las herramientas ha de usarse con cautela y honestidad. Sabiendo además que no se puede aplicar a todas las cosas, al menos en lo concerniente al ser humano, Biónica lo ha expresado perfecto.
ResponderEliminarun saludo
Exacto amigo, es el mismo problema de siempre: el mundo está lleno de buenas herramientas y mejores ideas, tanto como de desgraciados que las utilizan indebidamente y pervierten sus virtudes.
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