martes, 8 de mayo de 2012

La soberbia del erudito


Mucho se ha hablado, también hemos hablado aquí, o se hablará en la prometida campaña por Internet en contra de los recortes en I+D acerca de los problemas que la ciencia en nuestro país y en nuestros días.  Uno de los graves, en la raíz misma del desastre, la debacle y el descalabro del I+D patrio es que el público en general no sabe el qué, el cómo y  el porqué de la ciencia, no la entiende y no piensa en ella y por tanto, no la reclama (aparte de que los gobiernos y sus secuaces padezcan sordera, ceguera y avaricia crónica, durante más de 25 años).
Muchos se dieron cuenta, otros los hemos secundado, de que la culpa no era solo de la gente, que no se preocupa por aprender la ciencia, sino también de los científicos que no se preocupan por compartir entendiblemente su conocimiento. De ahí nació, aparte de por el gusto, la divulgación científica. A título personal ya expliqué en su día cuáles fueron mis motivaciones para hacer cuatro pinitos y algún que otro conato de intento explicativo de la ciencia a la que me dedico...

Este es el mea culpa de la parte que nos toca.



Creo que es entendible y respetable que la gente no quiera aprender algo, yo por ejemplo no quiero aprender ruso, ni economía de mercados, ni literatura medieval, ni historia de Indochina, ni arte moderno… nada de eso me atrae, o me divierte, cada uno es libre. Hay también cosas que me atraen y me divierten y que jamás lograré aprender o por tiempo o por prioridad o por capacidad. Pero ni en el primer, ni en el segundo caso tengo la menor duda acerca de que su conocimiento es importante y útil para el futuro del ser humano. Todo conocimiento aporta su parte a la plenitud de nuestro desarrollo como individuos y como especie, a parte de la utilidad que pueda o no tener. Por absurdo que parezca el objeto de estudio, a veces, el devenir de los años lo revela como clave en nuestro bienestar y desarrollo… ¿qué hacía hace más de 300 años un tío preguntándose por los motivos de una manzana suicida?  ¿Qué hacía aquel otro hace 150 años entreteniéndose entre misa y misa con unos guisantitos?...  
He tenido la suerte de estar rodeado de gente que no cuestiona (o por lo menos no lo dice) la utilidad y la importancia, no ya de la ciencia, sino de la ciencia básica (la del conocer por conocer sin aplicación alguna). Se les explicó, o simplemente entendieron un día el para qué de la raíz del árbol, eso sí, la mayoría no sabe definir, ni siquiera mal, qué es una célula.  Sin embargo, en fechas recientes me he enfrentado a un descorazonador  abismo para alguien que ha hecho de la ciencia básica su vida, una persona diciendo: “¿pero eso para qué?, si es tan pequeño que no lo puedes ver ni ver, ¿para qué lo vas a estudiar?”.  No, no era una persona ermitaña, tampoco analfabeta, ni pasota, ni sectaria, ni religiosa, ni magufa. Era una persona curiosa, trabajadora e inteligente a la que nadie le explicó, no ya la física de partículas subatómicas (a todos se nos monta un pollo al oír la palabra spin), porqué es importante  gastarse los millones y el tiempo en conocer de qué coño están hechos los átomos. Si estas preguntas me las hubiesen hecho mis abuelos, que lo más científico que conocieron fue la vertedera y la reja de un arado, no se me habría caído el alma a los pies. El problema es que me las hizo una persona que tiene un allegado, muy allegado, que trabaja en el tema (un cietífico vamos).  Esa persona fue con su allegado al lugar de trabajo de éste para asistir a una conferencia científica, por pura curiosidad, a cerca de nosequé de los ¿neutrinos?... No entendió ni papa… obviamente yo tampoco lo hubiese hecho. Según me contó, él preguntó acerca de el qué, el cómo y  el porquéno entendió nada… su allegado científico y sus secuaces se deshicieron en explicaciones de cifras con cientos de ceros delante de un 1 y en que si el Bosón de Higgs… ¡Por supuesto!, le explicaron lo importante que era eso desde el punto de vista de un físico o un químico, pero no desde el punto de vista de alguien que se dedica a la mecánica de coches y que no tiene la lectura de divulgación como pasatiempo.
El gran problema es que, como él, existen muchísimas personas que por falta de medios, prioridad o curiosidad no se han acercado a la ciencia… y el que lo ha intentado, muchas veces, se ha topado con la soberbia del erudito, no dispuesto a bajarse al terreno de los mortales para explicar con palabras vulgares y ejemplos cotidianos o históricos el para qué de las cosas de su erudición.
Que hubiese costado decirle, contarle, aclarar, allí a la vera del colisionador de neutrinos (no hace falta ser "divulgador"): “Este chisme de tropecientos millones de euros es hoy, lo que era hace 300 años el manzano que luego puso al hombre en la luna y un móvil en tu bolsillo.” O si queréis, más llanamente: tú eres mecánico no, tú sabes cómo funciona un motor de explosión ¿no?, pues bueno, si unos cuantos locos sin faena no se hubiesen dedicado a desarrollar las leyes de la termodinámica hace mas de 300 años, cuando no tenían utilidad alguna… ni la máquina de vapor, ni el motor de explosión existirían, y tu serías herrero y yo alquimista o peor hereje en la hoguera…

...y la duda se disipó...

Podéis encontrar más aportaciones a la iniciativa #sinciencia en Amazings,  lainformación.com o siguiendo en twitter la etiqueta #sinciencia. Y por supuesto en este mismo blog científico-lúdico.

3 comentarios:

  1. Muy, muy frustrante la verdad... y cuanto más me inmiscuyo en este mar de divulgación, iniciativas por difusión de la ciencia y demás estrategias, más me doy cuenta de que seguimos errando estrepitosamente, nos dirigimos a gente que YA muestra interés por la ciencia, cuando el resto de los mortales ni siquiera saben a qué nos referimos con ciencia ni hasta qué punto la tienen en su vida cotidiana.

    Hay que repensar mucho todo esto, es algo muy complicado.

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  2. Totalmente cierto, todos y cada uno de los que nos metemos en la divulgación herramos en lo mismo, explicamos para gente ya interesada, pero los ya interesados, aunque son un objetivo válido, no son el único y no llegamos al resto.
    Desde luego es loable que sin formación previa y sin que nadie explique a un divulgador como divulgar, se esté divulgando con mucha calidad...aunque falte mucho por hacer.
    Aprendamos todos de nuestros errores, pongámonos en el pellejo del mecánico y divulguemos para todo el mundo. Hablemos de chistes, de cosas muy pequeñas, del lenguaje de la naturaleza, personifiquemos las enzimas y animemos las moléculas hasta que lo diminuto se vea a simple vista.
    Muy buena entrada Banchsinger

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  3. Pues no os podéis imaginar los que estamos en la base de la educación.
    Los alumnos de 1ª de ESO son curiosos y van hasta el fin del mundo y más allá. Después, no se cómo o no quiero ver cómo, nos cargamos su curiosidad y acabamos con 6 de 40 alumnos matriculados en bachilleratos de ciencias. Al resto los hemos perdido por el camino.
    Lo jodido es que nadie se pregunta qué puede haber pasado en el camino, "a mi que no me miren". Creo que la cosa va por "la soberbia del erudito" que mencionas. Lo veo a diario.
    ¡Frustrante!

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Como dijo Ortega y Gasset, "Ciencia es aquello sobre lo cual cabe siempre discusión"...

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