Título alternativo: Más histonas, ¡es la guerra!
Hace unos días, nuestro grupo de investigación fue protagonista de una serie de folclóricos titulares:
Leyéndolos, uno se queda con la
impresión de que estamos, como poco, salvando el universo y de paso nos vamos a
forrar por alguna especie de milagro médico que hemos inventado. Obviamente, la
cosa no es para tanto; pero sí es cierto que el proyecto es muy interesante y
su desarrollo está yendo bastante bien, apuntando a poder convertirse en eso
que está en boca de todos hoy en día: aplicar la investigación, aportar
soluciones a problemas actuales. Siempre he intentado huir de esta obsesión con
la aplicabilidad de la investigación científica y he defendido la búsqueda del
conocimiento como meta en sí misma, pero también es verdad que emociona
bastante trabajar en algo que esté tan cerca de ayudar en la práctica a mejorar
la salud de la gente, hoy mismo, como quien dice. Y además, enfatizo, ADEMÁS,
el hecho de haber llegado a este punto parte única y exclusivamente de haber
comenzado la investigación en otra dirección totalmente distinta, que NADA
tenía que ver con la aplicación médica, ni siquiera con la enfermedad a la que
finalmente se puede aplicar lo que tenemos entre manos. Así que, de algún modo,
me reafirmo en mi defensa de la investigación que busca responder preguntas,
aunque dichas preguntas tengan el foco, más o menos lejano, en solucionar
problemas.
Para poder responder a todas las
dudas y comentarios que se me han hecho por twitter o en persona por todos
cuantos se han topado con la noticia en alguna de sus variantes, y compartir la
ilusión de participar en un proyecto tan estimulante, voy a responder las dudas
que a un lector casual (ya sea científico o acienciado) le surgirían al
intentar desentrañar la cantidad de información que viene condensada en la
concisa nota de prensa. Lo voy a hacer así, literalmente: autopreguntándome y
autocontestándome en un sano ejercicio de surrealismo paranoide blogueril, algo
que nunca viene mal.
¿Qué son la sepsis y
el “shock séptico”?
La sepsis se suele definir como
una respuesta prolongada y exacerbada del sistema inmunológico frente a una
infección. Digamos que los bichitos (bacterias, virus, hongos) han entrado, han
empezado a jorobar, y no solo han hecho saltar las alarmas: todos los cuerpos
de seguridad del Estado Orgánico van tras ellos… pero sin éxito. Y ya se sabe
lo que pasa en estos casos: algunos de los alborotadores se escabullen,
terminan haciendo de los suyas en otros municipios, y encima, algún lugareño
recibe una fostia gratuita
simplemente porque pasaba por allí: lo que se conoce como daños colaterales. La
cuestión es que estos daños colaterales se pueden extender, y lo que empieza
siendo una infeccioncilla de vejiga, puede acabar dañando el hígado e incluso
el corazón. Como en otras enfermedades, cuando el problema es la propia
respuesta del organismo, esto es muy difícil de tratar. Empezando porque no se
sabe bien qué está pasando. Los síntomas de la sepsis son bastante
inespecíficos: fiebre, pulso acelerado… y de hecho, se trata de una patología
tan compleja y esquiva, que la propia definición de sepsis y sus diferentes estados
sigue siendo objeto de debate y redefinición. Entre todas las terminologías
utilizadas, actualmente se sigue hablando de choque séptico cuando se dan unas
condiciones clínicas mucho más severas, que afectan a varios sistemas del
organismo y que reducen seriamente las posibilidades de supervivencia del
paciente. Como en ciencia estamos tan (mal)acostumbrados al inglés, todos
hablamos de shock séptico a pesar de
poder decir choque séptico. Lo del
“shock” queda más guay, y por eso en los titulares es lo que predomina, pero no
culpéis a los periodistas, yo soy el primero que utiliza el término y solo me
planteo cambiarlo por "choque" cuando lo pongo por escrito en castellano, como
ahora mismo.
Pero me estoy desviando. La
cuestión es, ¿cómo se lucha contra una enfermedad que en realidad es un proceso
del propio cuerpo en contra de una infección? ¿Y cómo se detecta si estamos
ante una sepsis, un choque séptico, o una calentura totalmente bajo control?
Ahí es donde son cruciales las combinaciones de parámetros diagnósticos, entre
los cuales, hoy día se están poniendo de moda los que llamamos biomarcadores moleculares. Lo que nos
lleva a la siguiente pregunta.
¿Qué es un
biomarcador?
Usando una definición generalista
y simplificada, con este nombre podríamos designar a cualquier parámetro
biológico que sea fácilmente medible y aporte información crucial para
diagnosticar una patología, o para evaluar su progresión. Los biomarcadores
pueden ser sustancias producidas por el cuerpo en situaciones específicas, y
obviamente, cuanto más específica sea la situación, más valor tendrá el
biomarcador. A nivel molecular, en los procesos de sepsis tenemos multitud de
biomarcadores, puesto que una reacción del sistema inmunológico desencadena una
ingente cantidad de liberación de sustancias, alteración de las poblaciones
celulares en la sangre, y un largo etcétera. De entre todos ellos, hay uno
bastante curioso, que es la liberación de histonas a la sangre, que es justo en
lo que hemos centrado esta técnica. Y os preguntaréis…
¿Qué son las
histonas?
Tal vez a alguien le suene que
las histonas eran algo que tenía que ver con el ADN. Efectivamente, las
histonas son esas proteínas que se agrupan formando una especie de bola
alrededor de la cual se enrolla la famosa doble hélice de ADN. Constituyen el
primer nivel de empaquetamiento de la información genética: si uno cogiese un
cromosoma y lo fuese deshilachando poco a poco, se tropezaría con esos
bolonchos cada cierto tramo. Serían las albóndigas de los espagueti que se
concentran en el núcleo celular en lo que se conoce como cromatina. Si queréis
un día os hablo en detalle de todo esto, pero hoy vamos a quedarnos con esta
explicación baratera y esta analogía tal vez no muy rigurosa, pero siempre
deliciosa. Las histonas, además de tener un importante papel estructural para
organizar y empaquetar la kilométricas moléculas de ADN, influyen de manera muy
importante en la regulación y el control de la información genética. No
obstante, su papel en el proyecto que nos ocupa no tiene nada que ver con esto.
Las histonas y su papel formando los espagueti nucleares (sacado del blog de @BioYupi)
¿Qué pintan,
entonces, las histonas en la sepsis?
Pues agarraos que viene curvas.
Resulta que, en respuesta a la infección, un tipo particular de entre todas las
células inmunológicas que acuden a la batalla y que se llaman neutrófilos, se
plantan al lado del foco del peligro y, sencillamente, explotan. Sí, se
autorevientan para verter al torrente sanguíneo su contenido. Como suena. Pero
no a lo loco, sino de forma regulada y con algunas modificaciones concretas que
dan lugar a lo que se conoce como NET, siglas en inglés de trampas extracelulares de neutrófilos. Estas trampas incluyen gran
cantidad de hebras de ADN e histonas modificadas, que forman literalmente una
red pegajosa en la cual quedan atrapados los agentes patógenos. Y no solo se
trata de “atrapar”; resulta, atención, que las histonas en sí mismas tienen un
elevado potencial tóxico para las células. Y sí, células, en general. Lo
increíble de esta historia es que ya a finales de los años 50 del siglo XX, un
señor llamado Hirsch comprobó, así probando un poco a boleo, que las
preparaciones de histonas eran fulminantes para cultivos no solo de bacterias,
sino de células de mamíferos. ¿Cómo lo
hacen las histonas para ser seguras, necesarias y beneficiosas dentro del
núcleo y pegaditas al ADN, pero resultar mortales cuando se “pegan” a una
membrana celular desde fuera? No se sabe con total certeza. Hay muchas
hipótesis en boga, datos muy diversos, y nuestro grupo está trabajando en ellou
(ya tenemos algunas pistas interesantes que podéis consultar en la bilbiografía
recomendada al final del tochopost). Pero que son mortales, es seguro. Y es una
de las razones por las que todo lo que sucede durante un proceso de sepsis,
cuanto más se prolonga en el tiempo, más peligroso se torna. Los neutrófilos
liberan histonas y estas se pegan al invasor, pero las trampas y las histonas
sueltas quedan dispersas por la sangre y hay probabilidades muy elevadas de que
terminen pegándose donde no toca. Los daños colaterales de los que hablábamos
al principio. Los principales afectados son los vasos sanguíneos, puesto que
están formados por células (el endotelio), y cuando dichas células mueren por
acción de las histonas, su contenido celular se vierte a su vez al torrente
sanguíneo. ¿Resultado? ¡Aún más histonas! Círculo vicioso al canto. En los
últimos años se ha descrito en multitud de artículos y en diversos modelos de
enfermedad, que las histonas liberadas al torrente sanguíneo son muy peligrosas
(también se pueden liberar por otros procesos que impliquen muerte celular no
controlada), y que durante la sepsis, su cantidad en la sangre aumenta
proporcionalmente a la duración del proceso, siendo máxima durante el choque
séptico.
Y si todo eso ya se
sabe, ¿qué habéis inventado, piltrafillas?
Legítima pregunta, pardiez. Os
cuento.
Que las histonas se liberan a la
sangre, era vox populi en el
mundillo; pero la forma de detectarlas nunca fue (ni es) trivial. Hasta el
momento, para poder saber si hay histonas en sangre, se utilizan técnicas
basadas en inmunoensayos; para los legos (o playmobils), son técnicas que los
biólogos moleculares tenemos muy trilladas, donde aprovechamos la tremenda
afinidad de los anticuerpos, esas moléculas producidas por nuestras propias
células inmunológicas que reconocen únicamente a un tipo de proteína y no otro.
Lo malo es, por un lado, que las muestras de sangre son muy complejas e incluso
estas moléculas tan eficientes en reconocer sin equivocarse, a veces se
equivocan; digamos que no “se pegan” a quien se tienen que pegar. En resumen,
este tipo de mediciones son válidas para ver “si hay” histonas, pero no qué
cantidad concreta. O de hacerlo, sometidas a mucho margen de error. Por lo
tanto, nuestra propuesta se desmarca al ser capaz de concretar de forma muy
ajustada la cantidad de dos tipos de histonas concretas (sí, para liar la cosa,
se liberan muchos tipos de histonas distintas a la sangre), está sujeta a mucho
menos error, y es por tanto bastante fiable y rápida. La única pega es que para
hacer esta medición en un hospital, se necesita un servicio de espectrometría
de masas; suena muy gordo, pero es algo cada vez más común y que de instalarse
en los laboratorios clínicos, terminará por ahorrar gasto en otras técnicas
menos fiables como los inmunoensayos que no estén tremendamente ajustados
(algunos van muy bien, ojo). La espectrometría de masas ya está inventada, y en
concreto nuestra propuesta es la utilización de un tipo de modificación de la
técnica que utiliza un patrón interno, para facilitar la detección y
cuantificación (detalles técnicos para frikis de estos temas, próximamente en Mapping Ignorance). Por lo tanto,
nuestro “invento” es la elección de unos patrones particulares que hemos estado
buscando hasta dar con los más idóneos, y la aplicación de la técnica a la
medición de estas proteínas en muestras de pacientes ingresados por sospecha de
sepsis, y que progresan hacia el choque séptico. En las primeras pruebas donde ponemos
a punto el método, hemos podido comprobar que efectivamente los pacientes que
desgraciadamente no sobrevivieron al choque séptico son aquellos que ostentaban
los valores más altos de histonas en sangre (detalles en el artículo reciénpublicado, y reseñado en Mapping Ignorance).
Incluso hemos podido establecer un valor umbral, una especie de “nota de corte”
a partir de la cual el paciente entra en un punto crítico que puede terminar
con elevada probabilidad en fallecimiento si no se toman medidas drásticas.
Como veis, no hemos curado nada por el momento, pero esperamos que con esta
herramienta extra, tanto el diagnóstico específico como la determinación del
punto en que se encuentra el paciente pueda ayudar a los médicos a tomar
decisiones que a veces son dramáticas y requieren estar apoyadas por multitud
de datos de distintas características. Estas decisiones son difíciles de
concretar aún, y estamos todavía intentando averiguar en qué sentido esta
información puede ser más crítica para favorecer la evolución de estos
pacientes. Precisamente especificar este tipo de resultado es lo que más nos
han exigido en las rondas de preguntas en el MIT.
Otra genialidad del amigo JL: ¿Histonas + septic shock? Pues lo llamamos "HistShock", y de paso homenajeamos al Maestro del suspense. Me faltó tiempo para pensar en un logo de este estilo, ahora solo falta contratar un diseñador de verdad para que nos lo haga bien bonito y sin rastro del perfil hitchckoniano original, todo sea que acabemos en la trena por infringir copyraits.
Ya era hora, ¿qué pinta el MIT
en todo esto? ¿Acaso habéis fichado a Wolowitz?
Pues resulta que mi amigo y
compañero José Luis García Giménez, una auténtica máquina de la investigación
con un olfato exquisito para los proyectos, pensó que esta técnica era ideal
para ser presentada en algo llamado IDEA2 GLOBAL, una iniciativa
del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT para los amigos) consistente
en presentar ideas, más que proyectos. Ideas surgidas a partir de
investigaciones de todo tipo, para solucionar problemas del ámbito de la salud.
En un primer momento, puede sonar a todo eso que tanto he criticado
normalmente: resultados, aplicaciones, ¡ahora, ya, ya, ya! Pero como me fío
bastante de José Luis y el año anterior él ya había presentado una idea y se
había beneficiado mucho de todo lo aprendido (¡quedaron segundos!), ahí que me
fui a Madrid a presentar nuestro proyectito de medición de histonas. Y allí, en
Madriz, me sorprendió el ambiente, la cantidad de gente ilusionada con mejorar
la salud de los demás, con convertir una idea loca en algo tangible, con
demostrar que detrás de sus investigaciones había sorprendentes aplicaciones
que no sabiendo en muchos casos cómo, podían llegar a convertirse en solución
de problemas que ni tan solo habían imaginado. Lo que experimenté allí es un
interés brutal por dar a los científicos más “básicos” las herramientas
necesarias para ver, detectar y olfatear esas aplicaciones. El espíritu de esta
especie de concurso, en realidad, era ser seleccionado para viajar a Boston y
en el propio MIT, volver a presentar la idea ante expertos en medicina, en
tecnología, o simple y llanamente en ideas y sus aplicaciones. Aprovechar el
retorno de toda esta gente, desde los otros participantes a los “jueces” y
público en general, ha terminado por ser una de las experiencias más
enriquecedoras y estimulantes de mi vida investigadora. Porque sí, mi
presentación en Madrid fue exitosa (otra cosa no, pero vender la moto se me da cada vez mejor), nos seleccionaron junto a otros cinco grupos, y nos enviaron a Boston.
Y allí nos fuimos Eva García López, la experta en estadística y epidemiología de nuestro grupo, y servidor de ustedes. Una experiencia brutal, tener que contar un proyecto tan complejo en 5 minutos, y recibir bofetadas por todos lados, críticas frías y sin sentimiento (al parecer para ser un Gran Científico tienes que ser también un poco Sheldon Cooper), pero también consejos inspiradores, halagos reconfortantes, y en general, como digo, un estímulo impresionante.
Difícil olvidar el momento en que Eva y yo nos sentamos en una sala de trabajo alucinante, con un pantallón ocupando toda la pared, el resto recubiertas de cristal y rotuladores para escribir, recorriendo pasillos repletos de jóvenes trabajando, hablando, tomando café, charlando. Hasta daba ganas de trabajar en semejante ambiente. En dos días, nuestro proyecto se concretó y encontramos tantos fallos como virtudes que en dos años y pico ni siquiera habíamos sospechado. La experiencia no ha terminado: tenemos que volver en diciembre para la gran final, demostrar que tras estos seis meses de trabajo y contacto con mentores específicos que nos están ayudando a perfilar el proyecto, nuestra idea se ha convertido en algo factible, algo que puede llegar a implantarse y a utilizarse para mejorar la calidad de vida de la gente desde hoy mismo. Pues bien, es aplicado, es para hoy, pero… es una gran cosa. Y no me arrepiento de haber criticado tanto la obsesión de políticos y administradores con el ahora y con la utilidad de la investigación, por la sencilla razón de que toda esta ida de olla surgió, precisamente…
Servidor de ustedes posando con la elegancia habitual frente al MITico edificio. Por un pelín no pillamos la graduación en todo su esplendor, hubiese molado bastante. Friki que es uno, lo que más me recordaba el emblemático campus era a Monsters University.
Y allí nos fuimos Eva García López, la experta en estadística y epidemiología de nuestro grupo, y servidor de ustedes. Una experiencia brutal, tener que contar un proyecto tan complejo en 5 minutos, y recibir bofetadas por todos lados, críticas frías y sin sentimiento (al parecer para ser un Gran Científico tienes que ser también un poco Sheldon Cooper), pero también consejos inspiradores, halagos reconfortantes, y en general, como digo, un estímulo impresionante.
Arriba, Litos y Eva atendiendo con sumo interés. Abajo, Litos intentando convencer a la peña de que lo de las histonas es la caña (fotos de FIPSE/MITlinQ)
Difícil olvidar el momento en que Eva y yo nos sentamos en una sala de trabajo alucinante, con un pantallón ocupando toda la pared, el resto recubiertas de cristal y rotuladores para escribir, recorriendo pasillos repletos de jóvenes trabajando, hablando, tomando café, charlando. Hasta daba ganas de trabajar en semejante ambiente. En dos días, nuestro proyecto se concretó y encontramos tantos fallos como virtudes que en dos años y pico ni siquiera habíamos sospechado. La experiencia no ha terminado: tenemos que volver en diciembre para la gran final, demostrar que tras estos seis meses de trabajo y contacto con mentores específicos que nos están ayudando a perfilar el proyecto, nuestra idea se ha convertido en algo factible, algo que puede llegar a implantarse y a utilizarse para mejorar la calidad de vida de la gente desde hoy mismo. Pues bien, es aplicado, es para hoy, pero… es una gran cosa. Y no me arrepiento de haber criticado tanto la obsesión de políticos y administradores con el ahora y con la utilidad de la investigación, por la sencilla razón de que toda esta ida de olla surgió, precisamente…
Eso eso, ¿cómo surgió
toda esta ida de olla?
Pues precisamente, haciendo la
investigación más básica y menos aplicada que os podáis imaginar. Mientras mi
jefe el insigne Federico Pallardó desgranaba los misterios del interior del
núcleo celular, empeñado en conocer el papel del estrés oxidativo en la
replicación del ADN y todos sus pormenores, se topó con ciertas modificaciones
en las histonas que tenían que ver con el efecto de dicho estrés. De hecho, en
ese punto fue cuando contactaron conmigo, aún en mi anterior grupo, para
analizar este tipo de modificaciones (para que veáis, niños; nunca rechacéis
colaboraciones a priori, aquella me proporcionó mi segundo postdoc y como quien
dice mi entrada en la universidad, nada menos). Pues bien, así fue como José
Luis, a las órdenes de don Fede, se puso a indagar sobre las histonas y sus particularidades
y se encontró con el fascinante dato de las gamberradas de las histonas fuera
del núcleo celular, en la sangre, y su papel en la sepsis. Y se preguntó, ¿cómo
podrían medirse de forma más eficiente las histonas en la sangre? Ahí lo
tenéis. Una pregunta. Resultados, curiosidad, búsqueda de información… y la
pregunta adecuada. Ciencia en estado puro.
¿Qué va a pasar a
continuación?
Pues ya lo he dicho antes: nos
volvemos a Boston, en diciembre. Con un proyecto más consolidado, unos
resultados más robustos, y las ideas mucho más claras. Nuestra misión, y la
última fase del evento/concurso/taller/etc, consistirá en hacer una
presentación final: los 5 minutos definitivos. Entonces uno de todos los
proyectos se alzará con el galardón a la mejor idea innovadora. Aunque los
organizadores no cesan de insistir en que el premio en sí es la participación
en tan magna iniciativa y el beneficio que supone para los proyectos y su
transformación en aplicaciones, ideas de negocio, o inventos propiamente
dichos. Por supuesto, esto suena a una forma de consolar a los perdedores, pero
he de reconocer que los dos viajecitos a Boston al corazón de instituciones
como el MIT o la Harvard School of
Medicine, ya es un premiazo. Claro, me encantaría que nuestra idea ganase,
no nos engañemos; pero porque a mí en general me mola ganar, más que perder,
simplemente. La verdad es que las ideas que se presentaron junto a las nuestras
eran muy buenas, algunas muy locas e imaginativas, otras muy bien cuajaditas ya.
Dudo que finalmente lleguemos a quedar los primeros, pero lo realmente bueno es
que durante todo este tiempo hemos seguido trabajando, a José Luis le han
concedido un proyecto para seguir reclutando pacientes y probando la
tecnología, estamos obteniendo interesantes y prometedores resultados, y se van
ramificando nuevas aplicaciones y posibilidades. Pocas veces he experimentado
tanto optimismo con un proyecto de investigación. Es la primera vez, desde que
tomé la decisión de hacer una tesis y adentrarme en la investigación biomédica,
que tengo la sensación de devolver algo concreto y tangible al campo de la salud
humana, que es lo que ingenua y utópicamente me movió a tomar la decisión de
tomar este camino.
Es una sensación bastante grata,
para variar. Y me demuestra que nada de lo que hacemos, durante años y años,
cae en saco roto. Todos y cada uno de los pasitos dados en los diferentes
laboratorios me han llevado hasta aquí, e independientemente de en qué acabe
todo esto, lo considero un recorrido maravilloso. Aunque solo me sirviese para
compartir la experiencia con mis futuros alumnos, que al fin y al cabo, serán
los médicos del futuro.
Pero como se suele decir, esa es
otra historia… que será contada en otro post.
La clase de innovadores al completo (foto de FIPSE/MITlinQ)
Lecturas recomendadas:
- Este post viejuno, donde os hablaba de una aplicación distinta de esto mismo (¡de antes de formar yo parte del grupo!)
- El artículo original de Hirsch:
HIRSCH JG. Bactericidal action of histone. J Exp Med. 1958 Dec 1;108(6):925-44. PubMed PMID: 13598820; PubMed Central PMCID: PMC2136925.
- Otro articulillo de nuestro grupo sobre los estragos de las histonas sueltas:
Pérez-Cremades D, Bueno-Betí C, García-Giménez JL, Ibañez-Cabellos JS, Hermenegildo C, Pallardó FV, Novella S. Extracellular histones disarrange vasoactive mediators release through a COX-NOS interaction in human endothelial cells. J Cell Mol Med. 2017 Aug;21(8):1584-1592. doi: 10.1111/jcmm.13088. Epub 2017 Feb 28. PubMed PMID: 28244682; PubMed Central PMCID: PMC5543457
- El artículo donde presentamos la técnica, y explicación de la técnica y primeros resultados, en Mapping Ignorance.
Such a clever blog work and exposure! Keep up the very good works you start
ResponderEliminarWow!!! It was really an Informational Article to read on, keep it up! thanks
ResponderEliminarI would like to bookmark the page I come to read again. Wonderful job
ResponderEliminarYou’ve written information I can finally agree oon and also use. Many thanks for sharing.
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