Hace unas horas, mientras leía el periódico (actividad insana y deprimente donde las haya) ha habido un artículo que ha producido un incremento en la actividad sináptica de mis neuronas, y no era por la noticia: el desarrollo de vacas modificadas genéticamente para producir leche más semejante a la humana, que sea más apta para lactantes tanto nutricionalmente como porque les aporte cierta protección contra algunas clases de patógenos (más información aquí); el hecho que ha llamado mi atención ha sido el argumento de los grupos opositores contra esta aplicación en particular y contra los transgénicos en general: el principio de precaución.
Así que perdónenme si pido amablemente que los partidarios de aplicar a rajatabla el principio de precaución vuelvan a las cavernas y nos dejen a los científicos ocuparnos de nuestros asuntos. Con esto no quiero decir que se hagan las cosas al buen tuntún simplemente porque podemos, pero la ciencia nunca ha estado tan avanzada como hasta ahora, y con ella los métodos de evaluación de riesgos e impacto ambiental, con lo que me disculparan si discrepo en que si en una tecnología que, debido a la elevada presión social en contra, tiene superar muchísimos más chequeos y controles que cualquier otro sistema de mejora o producción de alimentos, si no ha dado ningún problema ni hay moros en la costa, dudo mucho que de repente se vuelva dañina, satánica o apocalíptica, así que olvídense de temores bíblicos y dejen vía libre al progreso. El principio de precaución aplicado como dogma de fe va contra la propia esencia humana, inquieta y activa, que nos empuja siempre a mejorar, a seguir avanzando; es más, y perdón por quién se pueda ofender, pero esa clase de inmovilismo me recuerda a cierta situación del pasado, en la que una iglesia controladora se oponía a cualquier avance científico que contradijera con lo previamente aceptado. La mejora genética lleva siglos haciéndose de forma tradicional (desde el inicio de la agricultura y la ganadería); el uso de la ingeniería genética, solo es el siguiente paso de un camino milenario, una herramienta más fina y exacta para alcanzar los mismos objetivos y otros nuevos, con los que antes ni siquiera nos atrevíamos a soñar. La ciencia no es perfecta, probablemente nunca lo sea; pero creo sinceramente que es la mejor herramienta que tenemos para seguir evolucionando. Los usos que se le den a esta tecnología pueden ser perfectamente cuestionables; la tecnología en sí, no.
Ejemplificación del principio: si por miedo a que se quemara el Windsor no hubiéramos utilizado el fuego, ahora no estaríamos donde estamos (imagen y concepto gracias al profesor de Bioquímica y Biología Molecular de Plantas de la UPV, Óscar Vicente)
Este argumento, que en resumidas cuentas consiste en “no hagas nada que no estés 100% seguro que no vaya a ser peligroso, por si acaso”, resulta cada vez más frecuente en las protestas contra esta clase de avances científicos. Este argumento a primera vista, tan lógico y sensato puede ser un arma de doble filo, pues conduce al inmovilismo, al miedo y al acomodamiento. Pensemos por ejemplo en los primeros aviones y submarinos: está claro que nadie se subió en el primer armazón metálico que construyeran, pero dudo mucho que en el momento de la primera prueba humana se tuviera la total certeza de que el artefacto en cuestión no se estrellara o se quebrara (según el caso) en mitad del trayecto; lo mismo podría decir de la primera vacuna, no creo que Edward Jenner tuviera la total seguridad de que al inocular con viruela humana al primer paciente con el que se probó la vacuna este no fuera a contraer la enfermedad; del mismo modo puedo ir remontándome hacia el pasado, como por ejemplo el hecho de que pese a la gran cantidad de accidentes de tráfico que se producen cada semana (no me meteré en dar cifras, aquí el de las estadísticas y las extrapolaciones es el amigo Banchsinger) nadie haya pedido aún la prohibición total y absoluta de los automóviles; es más, podemos remontarnos a nuestros mismísimos orígenes, cuando alguien descubrió el fuego, si aquel simpático prehistórico no “se la hubiera jugado” y hubiera jugado con fuego (aquí la expresión viene que ni pintada), puede que ahora mismo no estuviéramos donde estamos.Así que perdónenme si pido amablemente que los partidarios de aplicar a rajatabla el principio de precaución vuelvan a las cavernas y nos dejen a los científicos ocuparnos de nuestros asuntos. Con esto no quiero decir que se hagan las cosas al buen tuntún simplemente porque podemos, pero la ciencia nunca ha estado tan avanzada como hasta ahora, y con ella los métodos de evaluación de riesgos e impacto ambiental, con lo que me disculparan si discrepo en que si en una tecnología que, debido a la elevada presión social en contra, tiene superar muchísimos más chequeos y controles que cualquier otro sistema de mejora o producción de alimentos, si no ha dado ningún problema ni hay moros en la costa, dudo mucho que de repente se vuelva dañina, satánica o apocalíptica, así que olvídense de temores bíblicos y dejen vía libre al progreso. El principio de precaución aplicado como dogma de fe va contra la propia esencia humana, inquieta y activa, que nos empuja siempre a mejorar, a seguir avanzando; es más, y perdón por quién se pueda ofender, pero esa clase de inmovilismo me recuerda a cierta situación del pasado, en la que una iglesia controladora se oponía a cualquier avance científico que contradijera con lo previamente aceptado. La mejora genética lleva siglos haciéndose de forma tradicional (desde el inicio de la agricultura y la ganadería); el uso de la ingeniería genética, solo es el siguiente paso de un camino milenario, una herramienta más fina y exacta para alcanzar los mismos objetivos y otros nuevos, con los que antes ni siquiera nos atrevíamos a soñar. La ciencia no es perfecta, probablemente nunca lo sea; pero creo sinceramente que es la mejor herramienta que tenemos para seguir evolucionando. Los usos que se le den a esta tecnología pueden ser perfectamente cuestionables; la tecnología en sí, no.
¡Bravo compañero! Qué gusto ver a los jóvenes (al joven, en este caso) escribir visceralmente en favor del avance del pensamiento. Que nadie se confunda, el ansia de progreso y de abrir nuevas fronteras no es sinónimo de soberbia, jugar a ser dioses, inconsciencia y yoquesé cuántos epítetos más con los que se suele criticar antes de comprender. Porque una vez comprendido, cualquier avance es susceptible de crítica y mejora, faltaría más. Pero por favor, busquemos la información y la objetividad antes que el miedo y la censura.
ResponderEliminarGenial el post, pupilo. Así da gusto delegar.
Lo que no se entiende se teme (o se venera como a un Dios). Ese es el problema, muchos no se dan cuanta de que el principio de precaución se aplica siempre hasta donde la inteligencia llega y sopesando pros y contras (si no es que hay mucho dinero de por medio)sin dejar de lado el progreso. Siempre lo he pensado, lo que nos va a perder no es la falta de inteligencia o precaución, si no el egoísmo (creo que no mas que el de otro animal, pero si potencial y efectivamente mas letal).
ResponderEliminarDe cualquier manera me gustaría preguntar a algún defensor acérrimo del el principio de precaución versión recalcitrante, que tiene en su botiquín, o que me diga que nunca ha ido a un médico (aunque sea homeópata) o que en su cocina no hay cuchillos o electricidad...
Muy bueno tu post compañero, pero como habla de ciencia...no perfecto :-)
Bueno, esto es llevar una argumentación válida al límite para desprestrigiarla. El "Principio de Precaución" como le llamáis, podría formularse como la evaluación de si el uso masivo por la población de una tecnología es peor que sus beneficios.
ResponderEliminarSiendo objetivos, y ya que se saca aquí el ejemplo (se ha entrado en un terreno que me es conocido) el problema de los automóviles no son los 2000 muertos al año en las carreteras españolas. El problema real y que no se considera son las decenas de miles que mueren al año como consecuencia de los efectos de la contaminación del tráfico en las ciudades (cien mil en toda la UE).
Este es un ejemplo de un fallo de argumentación. Se pone como ejemplo algo y se omiten consecuencias secundarias que en principio pueden ser desconocidas. Curiosamente, en el caso de los automóviles nadie se plantea prohibirlos radicalmente (o sustituirlos) porque nos hemos acostumbrado a ellos, a pesar de sean un cáncer para la salud. Eso no quiere decir que no se usen, pero en su estado actual son un peligro para la salud de los ciudadanos cuando se consumen de forma masiva.
Aquí está el peligro, si una sociedad se acostumbra a algo y lo adquiere como propio, va a ser complicado eliminarlo. Y es más, lo mismo hay consecuencias graves de las cuales alguien debería ser responsable.
Arremeter libremente contra un "Principio de Precaución" que pretende cuidar la salud pública en pos de un supuesto "avance de la ciencia" así tal cual es una auténtica barbaridad. Más cuando se pretende dar uso masivo de consumo a una determinada tecnología cuando ni siquiera se sabe cuales son los efectos no controlados que pueda tener. Otra cosa es que se utilice de forma limitada, en casos excepcionales, porque no hay más remedio o precisamente para motivos de investigación, que de masiva suele tener poco.
Eulez,
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo en el problema de los automóviles, pero aquí en vez de aplicar el “Principio de precaución” se aplica el “principio del dólar” (por los gobiernos y multinacionales) y el “Principio de la pachorra-comodidad-egoismo” (por cada cual).
En esta caso, creo que la formulación del “Principio de precaución” a la que Pablunchu se refiere es una de las primeras y mas aceptadas, la de la Conferencia de Río de 1992:
"Con el fin de proteger el medio ambiente, los Estados deberán aplicar ámpliamente el criterio de precaución conforme a sus capacidades. Cuando haya peligro de daño grave o irreversible, la falta de certeza científica absoluta no deberá utilizarse como razón para posponer medidas costo-efectivas para impedir la degradación del medio ambiente. "
Este principio tomado como dogma y aplicado a rajatabla, no permitiría inventar la bicicleta, mucho menos ducharse una vez a día o a la semana, y por supuesto, yo hubiese “palmao” de una infección tetánica hace 5 años.
Por tanto no creo que en este post se haya desprestigiado o arremetido contra nada, simplemente se pide algo de sentido común a aquellos que claman contra la clonación(-satánica), pero le pagan el coche de lujo al farmacéutico.
De cualquier manera, cuando se lee uno la legislación europea a respecto del "Principio de precaución” (o una de sus n-cientas versiones), te das cuenta de que cada cual redacta el Principio para usarlo según su conveniencia... lo que nos lleva otra vez al “Principio de dolar”.
Al final, el “Principio de precaución” usado por los gobiernos es una cortina de humo, una ilusión que no trabaja para evitar procesos realmente perniciosos para el medio ambiente y la salud (véase: automóviles, despilfarro energético, construcción indiscriminada, soy ecologista pero me ducho una vez al día...). Y mientras tanto, los cuatro mataos que trabajamos en investigación científica a nivel básico (que pide pero no rinde dinero rápido), aplicamos el “Principio de precaución” de manera vehemente para que nada se vaya de madre. Normal que cuando alguien lo usa para arremeter contra la ciencia, cuando seguro que utiliza casi todos sus derivados, se nos ponga mala leche.
La verdad es que pensaba que era un tema, que con los seguidores que tiene este consagrado blog, traería más aprobaciones o felicitaciones que alguien en controversia.
ResponderEliminarComo bien dice Pablunchu y DrLitos, el "Principio de precaución" llevado completamente a lo radical es demasiado duro, pero no tenerlo en cuenta tampoco me parece muy correcto. Yo no soy científico, pero conducido y quizás predispuesto por mi mejor amigo y mi novia, he de decir que al menos tengo el placer de conocer cosas, que la gente que no se rodea de ese círculo no tiene tanta facilidad.
Por lo que, aunque amante de la medicina oriental siempre apoyada por la occidental y viceversa, he de decir que quizás el problema que tengamos frente a lo transgénico o alterado genéticamente, la parte no científica de la población en "miedo" a lo desconocido. Y no a lo desconocido como si hay un más allá, ni si los televisores 3D podrían afectarnos a la vista, sino miedo a ingerir y alimentarnos, que siempre suena más intimo y preocupante, de algo que no es "natural"(sin alteraciones quiero decir) y más hoy en día que se acude cada vez más a los productos ecológicos.
Un claro ejemplo es, cuando Ferrán Adriá fue criticado por su cocina, ya que utilizaba mucha química en cada uno de sus platos, y muchos de sus compañeros de profesión, estuvieron en su contra por dejar de lado la cocina tradicional, con las cocciones y elaboraciones tradicionales, y el producto madre.
Bueno y con esto quiero decir, que me alegro que haya gente como Pablunchu, Dr Litos, Misspiasy, Banchsinger y un largo etc...que pasen su tiempo intentando encontrar soluciones para darnos una vida mejor, y que no tengan aires de prepotencia ni de Dioses, pero también me gusta el comentario de Eulez y he de decir que tampoco hay pasarlo por alto.
Si algo de lo que he dicho, en lo científico, me he expresado mal, o no lo he dicho correctamente, disculpar mi ignorancia.
Un saludo a todos.
Vaya! Me alegro de ver que el post ha despertado polémica y que la gente se lo ha currado tanto en los comentarios:
ResponderEliminarDr. Litos gracias por el apoyo, realmente lo de dar rienda suelta a las emociones y plasmarlo en una reflexión te lo debo a tí.
Banchsinger cada día me sorprendes más, no soy capaz de comprender como haces para sacar tal cantidad de información y procesarla de esa manera, tus respuestas podrían haber sido un post per se.
Eulez tienes razón en que a lo mejor el ejemplo de los automóviles no era el más acertado, y yo soy el primero que siempre que puede se mueve en bici o en metro; era solo un ejemplo para hacer la crítica al principio de precaución aplicado a la transgénesis de forma que fuera entendible para todos. Por supuesto que las cosas no se deben aplicar sin antes asegurarnos de que no suponen un peligro (o en caso de que ya estén aplicados, como en el caso de los automóviles, si se observa un peligro real y tangible deberían aplicarse los cambios pertinentes). Lo que no puede ser es que si algo respaldado por toda la comunidad científica de ese campo, aprobado por la FAO y la organización mundial de la salud, que lleva más de 15 años aplicándose para alimentación, salud, industria y demás te vengan los grupos ecologistas tipo Greenpeace con sus críticas basadas en el miedo a lo desconocido y a experimentos que no tienen ni pies ni cabeza (véase el caso de las mariposas monarca: hubo mucho revuelo con un estudio que se hizo sobre que el polen de maíz transgénico Bt (toxina utilizada para proteger contra el taladro, constituyendo un insecticida más específico y menos tóxico que los utilizados habitualmente) era tóxico para las mariposas monarcas; lo que pasaba realmente es que las mariposas monarcas NO SE ALIMENTAN DE ESA PLANTA, por eso si la atiborras de algo que no es su alimento normal que se muera, lo mismo que si te hacen comer 20 kilos de madera a la semana a una persona)
Juan "San" gracias por meterte en nuestros "berenjenales científicos", siempre viene bien tener una opinión externa para saber como se ven estos temas desde otro punto de vista. Como ya comenté antes, el problema no es que salgan argumentos en contra, pues en ciencia se ha visto que con dogmas no vas a ninguna parte, siempre hay que estar abierto a nuevas posibilidades. El problema radica en usar la desinformación de la gente para meterles miedo a algo que no entienden, porque hoy pueden detener el avance de los alimentos transgénicos, pero si mañana alguien empieza con la misma cantinela pero contra el uso de organismos modificados genéticamente para producir medicamentos, que pasará? A eso se le llama terrorismo (en el sentido literal de la palabra: gobierno a través del terror; uséase usar el miedo de la gente para presionar a que se tomen decisiones que no tienen base científica)
Muy buen post (no sólo porque haya logrado entenderlo todo debido al escaso vocabulario científico xD)
ResponderEliminarBueno, ya está todo dicho. Siempre surgen opiniones contrarias y a favor de cualquier cosa nueva o apenas conocida; el peligro reside en el poder de la multitud ignorante, que no sabes la oposición y los problemas que pueden protagonizar hasta que no dejas de marchar a su ritmo (citando a King Vidor).
Al final supongo que se trata de encontrar un punto intermedio entre ambos extremos. Como con todo, vaya.
Saludos!
Por increíble que parezca, me ha vuelto a pasar lo de escribir un comentario larguísimo y que me desaparezca. Así que resumiré mis opiniones:
ResponderEliminar- El principio de precaución es perfectamente válido, pero son los que lo esgrimen en contra de tecnologías que no se han molestado en estudiar y consultar debidamente los que lo pervierten, al utilizarlo a la ligera y para manipular a las masas.
- En el post no creo que se discuta su validez, si bien puede que el ejemplo de los coches fuera poco meditado.
- Lo que esta situación saca a la luz y me recuerda algo sobre lo que hace tiempo quiero escribir, es que existe un gran problema con la concepción del colectivo científico tanto por parte de la población general como por parte de los propios científicos: los unos por pensar en una especie de élite de oscuras metodologías y artes, y los otros por pensar en la masa borrega como unos idiotas a los que no vale la pena ni explicarles porqué no deben tener miedo.
Así que me pondré presto a divagar sobre estas cuestiones en un próximo post.
Entretanto, amigo , ¡no me espantes al chiquillo, que me quedo sin sustituto! ;)
Pues aunque ya he llegado un poco tarde y esta todo dicho... creo que añadiré algo.
ResponderEliminarComo bien dice eulez, no hay que ser tan dráticos con el principio de precaución pues nos obliga a hacer mejores y mas seguros avances.
Pero lo que no es permisible es que algunos grupos ecologistas, de prestigio reconocido, e incluso políticos siembren el miedo entre la sociedad sólo por intereses generalamente económicos y con el único argumento de "no os fieis de algo que no conoceis". En este sentido creo que los científicos han de hacer un trabajo de divulgación (generalmente ausente por este colectivo) entre la población. Explicar la base de estos estudios y tanto las ventajas como los inconvenientes, hacer entender que toda investigación surge de una necesidad de la sociedad, y que no jugamos a ser Dios, sino a buscar soluciones a un problema ya existente.
Pero también, debemos respetar(y no mandar a nadie a las cavernas)que haya gente en contra de algún desarrollo, pero al menos no con la premisa del miedo a lo desconocido, sino desde el conocimiento.
El principio de precaución, se debería aplicar solamente en beneficio de la humanidad y de la ciencia y desde la lógica y el sentido común. Se está perdiendo aquello de la designación de un comité de sabios, que resultaba muy bonito, incluso romántico.
ResponderEliminarY también, en un orden prioritario, como por ejemplo, aplicarlo a la carrera armamentística, que dicen que hay armamento como para destruir el mundo varias veces, (que sólo con una ya me empieza a asustar). ¿Puede ser más peligroso un tomate alterado genéticamente, que necesite poca agua y sea más grande de lo normal, para combatir la hambruna, que se le vaya la pinza a un general al mando de un silo de misiles?
Que bien, más comentaristas!
ResponderEliminarRukaria gracias por animarte a participar (además, me alegro de que haya quedado entendible para gente "externa" a la materia, lo cual creo que es uno de los objetivos del blog, ciencia asequible y divertida para todos). Y encima con referencias cultas y todo, veo aquí a una futura comentarista habitual! (espero)
Misspiasy no te preocupes, todas las opiniones aportan algo. Es lo que dices, el argumento es perfectamente válido, lo que hay que saber es aplicarlo adecuadamente y no para sembrar el miedo a lo desconocido.
Fer toda la razón, todos en contra de tomates transgénicos resistentes a sal, dominarán el mundo, barrerán la biodiversidad de los ecosistemas y nos producirán enfermedades graves; pero cada vez oigo menos voces a favor de un desarme. Hipocresía...
Pues tu te reirás, pero me hice amigo de un viejo que ya murió, al pasar por su campo de tomates, en el pueblo, me regalaba unos enormes, cuya semillas, decía que eran de su abuelo y me comía medio, sin aceite ni sal, y me quitaba las ganas de comer. Y eso que soy un zampa. Esos tomates eran todo carne. Un sabor intenso a tomate, como nunca había probado. Nada que ver con lo que nos venden habitualmente, que es insípido a tope. Otro tema a tratar y a tener en cuenta. ¿Somos victimas de esta sociedad de consumo, a pesar de todos sus avances?
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