Reporteros ¡Jindetrés, sal! (17): Batas blancas en Marrakech

Retorna una de las secciones más longevas y emblemáticas de esta pagana casa. Una nueva contribución por parte de un reportero de alto nivel, nada más y nada menos que Consuela. Los veteranos seguidores del blog la conocerán de sobra; para los nuevos, recomendar su interesantísimo blog de fotografía Con la suela en los talones. Recordemos también que Consuela dio un gran empujón a esta sección confeccionando ella misma su propia bandera inaugurada en esta entrada, y que le ha acompañado en todas las demás aportaciones que nos ha mandado (aquí y aquí). Incluso servidor de ustedes la utilizó en su periplo por tierras belgas y más recientemente en tierras vascas.

Bien, espero que este párrafo introductorio haya animado a todos aquellos que aún estén pensándose dar el salto a la fama y contribuir con sus propias aportaciones banderiles. Estamos a vuestra disposición, a ver si poco a poco vamos completando el mapamundi. Sin más dilación, es un honor para mi presentar las primeras fotos de nuestra historia tomadas en el continente africano: un nuevo objetivo conseguido.

Consuela a punto de surcar los cielos cual gaviota.

Esta preciosa instantánea fue tomada en Essaouira, ciudad costera amurallada. Pero el grueso de las fotografías fueron tomadas en Marrakech, en concreto en la Plaza de Jamaa el Fna y durante la noche: ese momento mágico en el que los puestos de comida abren sus puertas y convierten la ya de por sí abarrotada plazaq en un conglomerado de humos, olores, formas y colores al que sólo le faltaba la presencia de nuestros intrépidos reporteros para alcanzar cotas de surrealismo jamás soñadas por todo el pueblo marroquí.

La inocente reportera posa en aparente soledad, inconsciente de lo que se le viene encima.

Porque lo que no podía imaginar Consuela era que el lema ostentado en su bandera iba a ser respondido: ¡súbitamente, entre los faláfels y las serpientes, la henna y el hummus, aparece nada más y nada menos que una encarnación del mismísimo Batablanca!

¡Eso sí es un fan!

Poco a poco, se descubre la auténtica verdad: Marruecos es un lugar donde las aventuras de Batablanca han calado bien hondo, y comienzan a salir de todos los rincones personajes ataviados con esta prenda. El concepto “al bocata sin bata” no ha traspasado el estrecho de Gibraltar, al parecer.

Aquí vemos dos Batablancas más acompañando a un magnífico ejemplar de vertebrado.

Bien amigos, queda registrado para la posteridad que además  de ser un símbolo para todos los científicos anónimos dispersos por todo el globo terráqueo, Batablanca es capaz también de asumir la representación de otros colectivos no menos importantes para el progreso de la sociedad como puedan ser los cocineros, los vendedores ambulantes o los masajistas.

Indescriptible la ilusión pintada en sus caras. Y eso que nunca serán conscientes del salto a la inmortalidad que dieron al retratarse detrás de esa emblemática bandera.

Agradezco de nuevo la contribución de Consuela y Vértebras, y pido perdón de antemano por todos los atentados a la ortografía que haya podido cometer al transcribir términos de origen árabe.